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SUMARIOANS MAGAZINE JULIO 2020
ANS MAGAZINE JULIO 2020 / SUMARIO | 5
38. Rafael Inglada. Paraíso y ocaso. Rosario Pino Bolaño
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39. Pablo Ruano Cervera. Quién es Dámaso
40. Juan Gaitán. Azules (cinco movimientos)
RECOMENDACIONES
42. Dos veces Tánger. Propone Alberto Gómez Font
43. El nadador, de Pablo Barce. Propone Sergio Martín
44. Historia de una resistencia: Ateneo de Málaga. Propone Ateneo de Málaga
CUADERNO DE TURA
46. Ignacio Rodríguez Mas. Mi cinema Paradiso
49. Iago López. ¿Qué libro (de arquitectura) te llevarías a una isla desierta?
50. Christine Félix García. Los errantes, de Olga Tokarczuk
51. XXL. Samuel Cuenca
54. EL ATENEO DESDE CASA
Con María Eloy García y Rafael Pérez Estrada
Construcción, 1989. Técnica mixta, acrílico sobre lienzo. 81x81 cm

Tiempo, 1983. Técnica mixta, acrílico sobre lienzo. 85x85 cm
8 | VOCES Y ECOS DEL ATENEO / ANS MAGAZINE JULIO 2020
¿Acaso no soy una mujer?
POR MARÍA LUISA BALAGUER
Sojourner Truth, negra nacida en New York, liberada de la esclavitud, pronunció estas palabras en 1851, convertida ya en activista feminista. Casi dos siglos después muchas mujeres nos hemos levantado esta mañana con esa duda. Y no porque no creamos serlo, ella tampoco debió dudarlo nunca, sino porque el neoliberalismo no se comporta con nosotras como debiera.

Sojourner Truth, 1870
El movimiento feminista, que tiene los mismos años que esa interrogante, surgió desde el primer momento en la reivindicación de su identidad. Ser mujer resultaba una rara composición de recortes formados por la doctrina católica de negación del alma, a la que se fueron añadiendo trozos de cuerpo. Una especie de objeto sexual recomendado como reposo posbélico, cuerpo demonizado, o espíritu virginal teologizado como madre del dios verdadero que nos redimió del pecado, solamente a los hombres.
Ese cuerpo de las mujeres ya no dejaría de ser instrumentalizado. En los años del sufragismo, apaleado por las calles, en los años de las guerras violado por los ejércitos victoriosos, en los años famélicos para dar lo poco que hubiera a maridos e hijos, en estos años objeto de trata y alquiler de vientres, reclamo publicitario del consumo, y hasta acompañamiento de líderes políticos mundiales.
En el mientras tanto las mujeres en estos dos siglos hemos querido ser sujetos, al menos sujetos políticos reconocidos por los ordenamientos jurídicos en una igualdad formal, incorporarnos al estado social del pasado siglo, ahora añorado, para que a través de mecanismos legales y políticos, nuestra integración avanzara en ese mundo patriarcal a la deriva.
Desde finales del siglo XIX quisieron ayudarnos todas las ideologías políticas y corrientes filosóficas que alimentaban Europa. Todavía recuerdo a mis compañeros de militancia de izquierdas animar al
ANS MAGAZINE JULIO 2020 / VOCES Y ECOS DEL ATENEO | 9
amor libre y desinhibido que nos pedían cuando no eran nuestros novios formales, prestándonos los libros de Kolontai, Luxemburgo o Clara Zetkin. Pero resultó inútil encontrar en el comunismo una igualdad entre mujeres y hombres y la historia ha dado cuenta de cómo las mujeres que nos liberamos acabamos solteras.
Luego fue el psicoanálisis nuestra fuente libertaria. Por más que Freud ahora nos resulta un judío poco moderno, Marcuse, W. Reich, y sobre todo Lacan, seducían mis tardes de sábado buscando en librerías sexual.
Fue Foucault sin embargo el que determinó en mí la convicción de que la lucha por los cuerpos pretendía ganarla el estado, y lo mejor para ello era deshacer el cuerpo tan erróneamente construido por los escolásticos. La de años que he sido foucoltiana, freudiana, marxista, comunista, (no quiero decir que hice la primera comunión, pero así fue), que he luchado por la imposición simultánea de todas esas ideas, integrada en partidos políticos, asociaciones republicanas y laicas, ignorando que nada de eso nos defendía a las mujeres.
Creía que el feminismo debía y tenía la obligación de buscar la universalidad, de no ignorar el pensamiento que se movía en cada momento histórico e integrarlo en nuestro pensamiento. Ingenuamente me pensé solidaria de todos los movimientos de liberación, entre los que estábamos las feministas, cada uno a la búsqueda de nuestro propio sujeto histórico, sin que ninguno de estos las argumentaciones definitivas de mi liberación
parias de la tierra, subalternos que se diría en un lenguaje más moderno, quisiéramos marginar al otro, sino justamente apoyándolo en sus específicas necesidades y en sus propios derechos.
Por eso asisto con perplejidad a estos momentos del intento de borrado de la identidad de las mujeres, sin causa ni razón leal. Y me llamo a proseguir en mi histórica ingenuidad de seguir en un diálogo nuevo con quienes reivindican cualquier opción sexual, a que respeten la dimensión sexual biológica, sin merma alguna de los derechos de LGTBI. En un estado de derecho que queremos que no sea liberal, sino netamente social, la política redistributiva no atiende a deseos, sino a necesidades sociales. Este es la diferencia entre el neoliberalismo que construye sujetos amorfos e indiferenciados, llevados por deseos y caprichos, y un estado social que construye sujetos capaces de respetarse en su propia identidad, la querida por supuesto, pero con un cuerpo entero, que es también el querido.