ACSRM Newsletter 33 :: Mayo 2016

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Newsletter Nº

ACSRM

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:: Mayo 2016

Escriben: Renée de la Torre :: Genaro Zalpa :: Luis A. Várguez Pasos :: Cristina Gutiérrez Zúñiga :: Luis Rodolfo Morán Quiroz :: María Eugenia Patiño (Coord.) :: Juan Cruz Esquivel (Editorial)

:: Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur ::



Newsletter Nº 33 :: Mayo 2016

Índice

Editorial :: Juan Cruz Esquivel

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Presentación :: María Eugenia Patiño (Coord.)

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Opiniones. La visita del Papa Francisco a México “Las palabras que el viento no se llevarán. Escenarios posibles de los impactos de la visita del Papa Francisco a México” :: Renée de la Torre

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“Otras cayeron en pedregal…” :: Genaro Zalpa 10 “El papa Francisco en México” :: Luis A. Várguez Pasos 13 “Primeras veces” :: Cristina Gutiérrez Zúñiga 15 Reseña :: Luis Rodolfo Morán Quiroz 19 Novedades Editoriales 22 Revistas, premios y eventos 24


Editorial Estimados/as colegas de la ACSRM: En nuestra primera comunicación, al anunciar el lanzamiento del Boletín de la Asociación, especificábamos que se trataba de un nuevo espacio de comunicación, que venía a sumarse al tradicional Newsletter. Queríamos reservar el Newsletter para profundizar discusiones teóricas y divulgar avances de investigación de nuestros/as socios/as, así como analizar fenómenos de coyuntura. En ese derrotero, presentamos aquí una nueva edición con las reflexiones de los/as colegas de México sobre lo que ha dejado la visita del Papa en ese país. A los artículos mencionados, se suman diversas informaciones sobre novedades bibliográficas y eventos académicos generados en México, completando el panorama sobre la actual producción científica de dicho país en los estudios sociales de la religión. Valga el reconocimiento para María Eugenia Patiño por el esfuerzo en la programación de este Newsletter y la organización del mismo. Recuerden también que el Boletín está abierto para la divulgación de las actividades académicas y de investigación que los/as socios/as deseen compartir.

Reciban un saludo cordial,

Juan Cruz Esquivel Presidente de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur

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Presentación Estimados colegas, el presente Newsletter de la ACSRM se escribe, de manera colaborativa, desde México y tiene como eje temático la visita del Papa Francisco a nuestro país. En éste número encontrarán la contribución de cuatro analistas quienes desde distintas perspectivas recuperan los ecos de la misma. Así como una sección destinada a novedades bibliográficas, eventos y el premio a la mejor tesis de doctorado en México convocado por la Academia Mexicana de Ciencias y que en esta ocasión fue otorgado a un trabajo realizado en el área de los Estudios de la Religión. En los casos que posible consultar el material en línea podrán encontrar la liga correspondiente. La última parte está dedicada a la reseña del texto Creer y practicar en México, por parte del Dr. Luis Rodolfo Morán Quiroz investigador de la Universidad de Guadalajara.

María Eugenia Patiño Coordinadora del Newsletter

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Las palabras que el viento no se llevará. Escenarios posibles de los impactos de la visita del Papa Francisco a México

Opiniones La visita del Papa Francisco a México

Renée de la Torre Profesora Investigadora CIESAS Occidente

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l Papa de los tiempos cambiantes. Es la manera en que la revista Rolling Stones se refirió al Papa Francisco. Anotando que “Francisco ya está cambiando la iglesia de manera real a través de sus palabras y gestos simbólicos” (Thomas J. Reece entrevistado por Binelli 2014). No obstante a pesar de la franciscomanía mediática, de su capacidad de extender guiños con los sectores progresistas, de subirse en la ola de los jóvenes, no ha redituado en una buena relación con los mexicanos ¿Por qué? ¿Cómo explicar que el Francisco que pretende borrar heridas con los marginales haya establecido roces y cicatrices con los mexicanos? ¿Cómo explicar que México siendo sin duda uno de los países más católicos del mundo no haya cedido a los encantos de Francisco? Cuando se dio la noticia de que el Papa había por fin aceptado la invitación que le hizo el Presidente Peña Nieto para visitar México se despertaron muchas y diferentes expectativas. Para los intelectuales jacobinos, su visita vendría a coronar la caída del estado laico. O a recoger los escombros de la debilitada estructura de la laicidad que durante casi un siglo caracterizó a México. Y de hecho lo cumplió, pues ante una crisis de popularidad del Presidente, su visita se utilizaría para repuntar simpatías entre los mexicanos católicos. En medio de un escándalo que días antes de su arribo sacó a la luz que el matrimonio del presidente con una artista de telenovelas de Televisa había sido un montaje que involucraba al obispo primado Norberto Ribera, a la empresa Televisa, y al propio Presidente, en el montaje de una ceremonia religiosa que no tenía validez eclesial, pues no se anuló el matrimonio previo de la actriz. Ello no obstaculizó el que a su llegada, el show del México católico continuara sin guardar los protocolos propios de un Estado laico que busca demarcar la separación

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entre Estado e Iglesia. Al contrario, el Presidente siempre acompañado de su esposa, representó públicamente su confesión católica, comulgando en la misa. Y por primera vez en la historia de este país se le invitó a emitir un discurso al Palacio Nacional, escenario donde, según el sociólogo Roberto Blancarte, se dio el “golpe más certero que las Leyes de Reforma han conocido en su historia” ya que ahí se violaron varios de los principios donde descansa el Estado Laico mexicano: “En un día Peña Nieto acabó con estos dos principios. Por la mañana, el Presidente de todos los mexicanos se convirtió en solo el presidente de los católicos-guadalupanos, invisibilizando a todos los creyentes de otras iglesias y religiones, y por la tarde demostró que el principio de separación ya no existe o se le puede dar la vuelta”1. Donde después departió bendiciones a los secretarios de Estado de la Nación.

ces de violencia , de corrupción y de impunidad. Vivos se los llevaron vivos los queremos se ha convertido en emblema del reclamo nacional por la situación que priva actualmente en México y que no se reduce a jovenes 43 desaparecidos, sino a miles de muertos (entre ellos feminicidios, periodistas, transmigrantes, estudiantes y ciudadanos) cuyos cuerpos han desaparecido en medio de una guerra contra el narcotráfico y que no han merecido esclarecimiento ni justicia. Y aunque hubo presión para que tomara esta bandera, el Papa Francisco decidió o no pronunciarse por esta causa considerando que había versiones encontradas al respecto y que no era el único caso. Por lo que prefirió hablar de forma genérica de su preocupación por el narcotráfico, la violencia, la cárcel injusta, la migración. Otro tema que mantenía expectativa entre un sector de la sociedad es que emitiera un perdón a las víctimas de las violaciones sexuales en que incurrió el padre Marcial Maciel, quien fue fundador de la orden religiosa Legionarios de Cristo, y quien incurrió en distintos abusos sexuales a sus acólitos. De eso el Papa Francisco no habló. Como tampoco lo hicieron sus predecesores en sus visitas anteriores. Tampoco se refirió nunca, a pesar de que visitó la ciudad de Ciudad Juárez, sobre las muertas de Juárez. Durante su visita pastoral, que consistió en una apretada agenda de cinco días en los cuales visitó diferentes lugares de México (incluyendo su capital, Ecatepec. Morelia y Chiapas y Ciudad Juárez) el Papa Francisco dirigió mensajes críticos a políticos, a los obispos, a los jóvenes, a religiosos y seminaristas y las familias. Entre sus preocupaciones tocó el tema de que la cultura del descarte es la causa de múltiples males como son: la migración del sur al Norte, la extracción y explotación irresponsable de la naturaleza, la falta de incentivos a la juventud, la inseguridad y la violencia vinculada al narcotráfico. Colocó el tema de optar por una auténtica cultura de la inclusión de los más marginados, priorizando lo que nos pueden enseñar los pueblos indígenas, la inclusión pastoral de los divorciados, la compasión hacia los reos, y la inclusión social de los jóvenes en la sociedad actual. Puso en entre dicho las soluciones a los problemas como son el hecho de encarcelar en lugar de generar oportunidades y el cons-

Misa de religiosos y seminaristas en Morelia, Michoacán. 17 de Febrero de 2016, Renée de la Torre

Otra expectativa, era la de los activistas de izquierda, que valoraban la visita del Papa de los Pobres, del Defensor de los Derechos Humanos, del Pontífice preocupado por las situaciones marginales, como una oportunidad para colocar mundialmente las denuncias de la falta de garantías a los derechos elementales de los mexicanos que día a día son más ignoradas por los altos índi

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truir fronteras que solo sirven para dividir pueblos y familias latinoamericanas. Sobre estos temas, Francisco impresionó a periodistas y analistas sociales, porque a diferencia de los papas anteriores, no fue tibio y atacó las causas y los efectos y para cada problema buscó colocar la doctrina social cristiana emanada en Latinoamérica, como la vía alternativa al neoliberalismo global aquejan no sólo a México, sino al mundo entero. Lo que es cierto es que los políticos mexicanos representaron su fidelidad por la fiesta religiosas, pero no se han visto dispuestos a modificar ni un ápice el rumbo de sus políticas neoliberales, altamente corruptas y cada vez más cercanas al autoritarismo. Se sabe que el Papa Francisco actúa con gestos. Pero cuáles son los límites y alcances de sus gesticulaciones. ¿Hasta dónde puede avanzar una pastoral de actitudes y guiños simbólicos que no busca trasformar las estructuras doctrinales y normativas de la Iglesia? Y más cuando, como lo menciona Fernando González, a ello le sumamos que no cuenta con apoyos contundentes dentro del Episcopado Mexicano. Será por eso mismo que “es entendible que se

concentre tanto en los gestos y sonrisas benevolentes y en las palabras impotentes y consoladoras arropadas por la citada pastoral. Al menos les dejará a algunos la impresión que quiso cambiar las cosas pero no pudo. Y a lo mejor hasta terminan por canonizarlo como a su predecesor Juan Pablo II. ¿Podemos preveer algunos actos de los gestos que provoquen cambios y reacciones, más allá del reconocimiento de las buenas intenciones?2 De lo que habló el Papa Francisco fue de la terapia del amor, ya conocida como Franciscoterapia y que seguro podrá competir por el mercado de las almas en los hospitales, pero sobre todo en el circuito terapéutico con la gato-terapia, la risa-terapia, magneto-terapia, músico-terapia, etcétera, ubicado en el espacio cada vez más disputado entre diferentes ofertas religiosas incluyendo las pentecostales, las esotéricas, las técnicas New Age y las del catolicismo popular. Ahí podemos imaginar que los guiños simbólicos tendrán eficacia simbólica. Pero saliendo de ámbito simbólico, y tratando de acceder a los actos de habla, podemos la intervención que más ha despertado el interés de la opinión pública fue sin duda el regaño público dirigido a los obispos mexicanos que, con excepción del obispo Vera, fue elegido durante el papado de Juan Pablo II para recuperar la presencia pública y los privilegios que la Iglesia católica había perdido en un Estado laico, que incluso llegó a actuar como anticlerical, como es el de México. La jerarquía eclesial responde más a un perfile clerical que al perfil de pastor que representa el propio Papa Francisco. Ideológicamente no son compatibles, o más enfáticamente como lo señaló el analista religioso Bernardo Barranco al referirse a quien fuera líder del Episcopado mexicano “es la antítesis de las propuestas renovadoras de Francisco”. Norberto Rivera ha sido catalogado por el mismo Barranco como alguien ajeno a la pastoral y a la espiritualidad, identificado con la clase política “Es un adicto al poder económico y político. Personaje sombrío y soberbio, que ha desencadenado en la anulación del primer matrimonio de Medidas de seguridad durante la visita papa a Morelia, Mi- Angélica Rivera [esposa del Presidente Enrique Peña Nieto] un sacramento como prochoacán. 17 de Febrero de 2016, Renée de la Torre blema de Estado”3. Pero su perfil no es

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exclusivo de su persona, define a varios de los obispos mexicanos que han sido muy condescendientes con las cúpulas de poder. Por ello el mismo Papa les increpó, “actúan más como Príncipes que como servidores” Tampoco es posible encontrar afinidades entre las orientaciones teológicas del Pontífice y los prelados, quienes han sido cómplices silenciosos de las atrocidades que en últimos años han sucedido en México. Mientras el Papa defiende una teología liberadora con preferencia en los márgenes de la sociedad, los obispos mexicanos, encabezados por Norberto Rivera, de quien Barranco expresa “es la antítesis de las propuestas renovadoras de Francisco” han estado preocupados por la defensa de una moral centrada en valores tradicionales de un catolicismo intransigente que impulsa cruzadas a favor de la defensa de la vida (contra el aborto y la eutanasia). No obstante, como se pronunció el propio obispo Rivera, es esta postura la que ha mantenido al catolicismo como religión mayoritaria en México. Tras su visita se puede observar que la vieja guardia de prelados se siente incómoda en la nueva dirección de Francisco. Se habla de que Norberto tendrá que renunciar el próximo año, y que al dejar su lugar podrán venir cambios en la composición del cuerpo episcopal mexicano. Mientras que el Pontífice abre las puertas del perdón a los moralmente excluidos (los homosexuales, divorciados, y mujeres que han abortado), la Iglesia mexicana encabeza cruzadas contra todo aquello que considera enemigo del orden patriarcal de la célula familiar y el matrimonio (las ideologías de género y los matrimonios entre parejas del mismo sexo), de la célula familiar, y del control sobre la sexualidad valorado como medio para la reproducción (en contraposición con el uso de anticonceptivos y la cultura secularista). Escasas veces los obispos se han pronunciado para denunciar críticamente las problemáticas sociales y los atropellos a los derechos humanos en torno a temas que son interés central del Papa Francisco: la vulnerabilidad que experimentan los migrantes, las víctimas de la violencia y el crimen organizado, la corrupción, los feminicidios, la violencia doméstica, los desaparecidos, las condiciones infrahumanas de la pobreza indígena. No obstante, existe un tejido de religiosos y sacerdotes (donde los jesuitas gozan de liderazgo) que

ha mantenido una pastoral activa bajo que trabaja en proyectos pastorales de defensoría de derechos humanos y especialmente en las redes de apoyo a los transmigrantes, sus palabras tampoco los beneficiarán porque estuvieron ausentes en las situaciones donde se dieron la intervenciones discursivas y en los mismos discursos del Papa.4 Si bien el Papa exhortó a los obispos a enfrentar estas problemáticas con “un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral “, es difícil pensar que en corto plazo provoquen un cambio en las orientaciones de los obispos. Aunque algunos cambios si se están ya viendo en los anuncios al interior de los templos: la pastoral para integrar a los divorciados.

Interior del templo del Carmen, Guadalajara Jalisco, 3 de abril de 2016, Renée de la Torre

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Pero lo más increíble, es que si antes en las puertas de los templos se colocaba propaganda para condenar el aborto. Presentando las fases de la gestación de los fetos, ahora se promueve el documento papal Misericordiae Vultus exhortando y facultando a los sacerdotes para perdonar el pecado del aborto. Si bien este es un ejemplo de que Francisco no hará cambios para modificar lo que es pecado o no, si está habiendo cambios en restarle a la iglesia su tono de condena y exclusión y de imprimirle un nuevo tono inspirado en la misericordia y la comprensión. Quizá el terreno más fértil, donde la presencia del Papa pueda tener efecto a corto o mediano plazo pueda ser en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas (en la frontera con Guatemala), donde existe todavía el germen de la teología indígena y de la pastoral de derechos humanos que fueron impulsadas por el obispo Samuel Ruiz, pero que tras su muerte ha sido continuada por los jesuitas y los diáconos indígenas.

Su bendición y aprobación a este proyecto (autorización de la biblia traducida a los idiomas indígenas, a la labor litúrgica de los diáconos indígenas, la inclusión de una liturgia ecuménica con símbolos y contenidos propios de las cosmovisiones nativas, y la promoción de los derechos humanos en favor de los indígenas y de los pobres) podrá darle un aliento y un nuevo marco de legitimidad al trabajo indígena que en el momento de la visita de Francisco se percibe fuertemente amenazado. En esta diócesis el nuevo obispo ha promovido una pastoral que se apoya en el movimiento de renovación carismática, una religiosidad emocional que busca contrarrestar el avance de iglesias evangélicas y pentecostales, que ha provocado que el declive del catolicismo presente en tan sólo 68% de la población (Censo de Población y Vivienda, INEGI 2010). Y aunque en este estado se emprendió uno de los más valiosos esfuerzos educativos indígenas mediante la Universidad Intercultural de Chiapas, en la coyuntura de su visita esta institución se percibía amenazada por una situación de “quiebra” provocada por la desviación de recursos y la desatención del gobierno del Estado. La postura del Papa dio un aliento a que académicos y estudiantes indígenas escribieran una carta solicitando el apoyo del Papa y de la Diócesis de San Cristóbal para salvar este proyecto.5 El otro terreno donde su discurso está teniendo efectos es en la escena política actual de Estados Unidos, donde el empresario Donald Trump avanza hacia ser el candidato de los Republicanos para contender por la presidencia. El señor Trump ha avanzado con una campaña altamente discriminatoria y de odio hacia los inmigrantes, en especial hacia los mexicanos y sudamericanos. Durante su regreso a Roma, en el avión, el Papa Francisco fue entrevistado por un periodista sobre qué opinaba de la campaña de odio hacia los mexicanos en particular y hacia los migrantes en general que estaba realizando el magnate Donald Trump quien amenaza con construir un muro de tres metros de altura para detener la migración de criminales. El Papa, llevando la problemática de la frontera mexicana a cuestas, respondió: “Una persona que cree sólo en construir muros, estén donde estén, y no construir puentes, no es cristiana”. Esta interInterior del templo del Carmen, Guadalajara Jalisco, 3 de abril vención ha funcionado como una catapulta que de 2016, Renée de la Torre permite re-escalar los discursos del Pontífice en

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una nueva escala de interlocución, en una cara a cara entre dos personajes que promueven discursos y proyectos opuestos capaces de marcar el rumbo y la historia de mundo contemporáneo. Así como Juan Pablo II fue un actor central en la caída del bloque socialista de Europa Oriental, habrá que estar atentos al protagonismo que pueda logar el Papa Francisco como actor clave para enfrentar el mal de males que él llama la cultura del descarte. Notas 1. Roberto Blancarte El ocaso de la reforma juarista”, en Milenio Diario, 16 de febrero de 2016. 2. Fernando M González (IISUNAM) Conferencias presentada en Mesa redonda IISUNAM acerca del Papa Francisco ciudad de México, 11 de febrero de 2016. 3. Bernardo Barranco. “Norberto debe renunciar. La Jornada, http://www.jornada.unam. mx/2016/02/24/opinion/019a2pol 4. Al respecto se puede consultar: Renée de la Torre “La antorcha guadalupana México-New York: el desplazamiento de un símbolo nacional que abriga una comunidad transnacional”, en Ari Pedro Oro y Marcelo Reis (coords.) Alternativas religiosas en Latinoamérica, Porto Alegre (2015). Cirkula, p. 6785. 5. Véase el comunicado de prensa “Salvemos la UNICH. Diálogo por su salvación, Urgente mediación Papa Francisco, febrero del 2016 (mecanuscrito). Volver al índice

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Otras cayeron en pedregal… Genaro Zalpa Universidad Autónoma de Aguascalientes

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l título de este comentario sobre la visita del papa Francisco a México, está tomado de la parábola del sembrador que aparece en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que dice que algunas de las semillas sembradas cayeron en terreno pedregoso, o en el camino, o entre abrojos, y no dieron fruto. Me parece que eso pasó con las palabras del papa durante su visita a México; cayeron en el terreno infértil del modo de ser católicos, del modo de habitar el mundo, utilizando la expresión papal, de los católicos mexicanos. Lo que quiero decir es que, si nos preguntamos qué efecto tuvo la visita del papa Francisco en el modo de entender la acción pastoral de la jerarquía eclesiástica, y en el modo de vivir el catolicismo de los fieles, la respuesta es que no tuvo ningún efecto porque todo sigue igual. Se esperaba desde hacía tiempo la visita del papa Francisco a México. Se afirmaba y se esperaba que la visita sería pastoral, no solamente porque, como se insistió mucho, el papa nos visitaría como pastor y no como político, sino también porque venía a dar lineamientos y orientaciones sobre el trabajo pastoral de la Iglesia. Lo que quizá no se esperaba es que el papa pusiera el acento en la pastoral social, en la acción de la Iglesia en el mundo, más allá de la acción autoreferencial, intraeclesial. Desde mi punto de vista, lo peculiar del discurso papal fueron los temas que señaló, insistentemente, como propios del trabajo pastoral y que tienen que ver con la labor de los católicos, de la jerarquía y de los fieles, en la sociedad. Desde el discurso a los obispos en la catedral de la ciudad de México, quedaron claramente de manifiesto esas características; el papa se dirigió a las almas de pastores de los obispos, “desde el corazón de pastor”, y señaló los campos de la acción pastoral que después se repitieron en otros discursos, como el narcotráfico, los indígenas, los migrantes, la promoción y la defensa de los derechos humanos. El papa instó a los obispos a poner en marcha proyectos pastorales para enfrentar el desafío ético de esas

problemáticas, y a olvidarse de las pugnas internas por el poder, del clericalismo y de la autoreferencialidad. La Iglesia, obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles laicos, debe estar presente en la sociedad, debe estar presente en sus problemas. Posteriormente, en las misas y los encuentros con diversos grupos, el papa siguió insistiendo en esa dimensión social de la pastoral. En la misa en el Santuario de Guadalupe se refirió a la obligación de construir no solamente santuarios de ladrillos y cemento, sino de lo que llamó santuarios de la vida, de la vida comunitaria, de la vida social, de la vida cultural, haciendo un llamado también a la interculturalidad y al respeto a la pluralidad. En la misa en Ecatepec previno para no caer en las tentaciones superadas por Cristo: la riqueza, la vanidad y el orgullo. En el encuentro especial con los indígenas, en San Cristóbal de las Casas, denunció y llamó a la Iglesia a denunciar la inequidad y el maltrato de los que son víctimas, así como la exclusión y el menosprecio. Ya en el santuario de Guadalupe había hablado de una elección preferencial de un indígena por parte de la virgen, lo que sería un llamado a la Iglesia a hacer una elección preferencial de los indígenas en general, una elección preferencial por los más pobres de entre los pobres, lo cual se reafirmó con el gesto elocuente de la visita a la tumba del obispo Ruiz, quien dedicó su vida a la atención de los indígenas. Ese es el tipo de pastores que necesita la iglesia de México hoy. En el encuentro con los jóvenes en Morelia los previno contra el consumismo y los instó a que, como católicos, contribuyeran a combatir el narcotráfico y la proliferación de organizaciones criminales. En el encuentro con el mundo del trabajo habló de la doctrina social de la Iglesia y llamó a combatir la corrupción, la violencia, la inseguridad, el acoso laboral, la explotación, la inequidad. A los empresarios les dijo que “Dios pedirá cuentas a los esclavistas de hoy”. En la misa celebrada en la fronteriza Ciudad Juárez tocó especialmente el tema de la migración forzada y del tráfico humano e instó a apoyar a quienes trabajan acompañando a los migrantes. En la cárcel de esa misma ciudad se refirió a las causas estructurales y culturales de la violencia y a lo que llamó la “cultura del descarte”. Sería inútil buscar en los breves discursos del papa Francisco análisis detallados

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de las problemáticas sociales y culturales que señaló. En todo caso esos análisis habría que buscarlos en los documentos de la doctrina social de la Iglesia, incluyendo la Laudato Sí, y desde luego uno podría estar de acuerdo o no con tales análisis. No es eso lo que quiero subrayar, sino la insistencia del papa en poner la acción social en el centro de la acción pastoral, en la descalificación expresa de la autoreferencialidad y del clericalismo. El papa hizo un llamado a abandonar el nicho de confort de una pastoral moral centrada, y reducida, a proclamar la condena del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo, y reducida, también, a lo ritual, a la celebración de misas de aniversarios, de quince años, de graduación, que tanto tiempo absorben de los sacerdotes y que dejan satisfechos a los fieles como si esa fuera la expresión central de su catolicismo. Hace algunos años un sacerdote amigo me contó una anécdota que no sé si fue cierta (no tengo por qué dudarlo, pero tampoco cómo corroborarlo), pero es interesante: que una delegación de obispos representantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano, visitaron al entonces recién electo papa Benedicto XVI para felicitarlo, y aprovecharon la visita para refrendar que México seguía siendo siempre fiel, como solía decir Juan Pablo II, porque la mayoría de la población, alrededor del 90%, seguía siendo católica. Fue como decirle al papa: “misión cumplida”, le entregamos buenas cuentas. Pero que el papa Ratzinger, al mismo tiempo que los felicitó, también les cuestionó cómo era posible que un pueblo tan católico tuviera tan altos niveles de corrupción. Según mi amigo, los obispos mexicanos no entendieron qué tenía que ver una cosa con la otra. Es decir, no entendieron la contradicción que el papa les señaló entre un pueblo que se dice creyente y en el que, al mismo tiempo, está instalada la corrupción, o la violencia, o la inequidad y la injusticia. Algo parecido ocurrió, desde mi punto de vista, durante la reciente visita del papa Francisco. Por una parte, los pastores, es decir los obispos y los sacerdotes en general, no escucharon las palabras del papa. O, más bien, sí las escucharon pero, como se dice coloquialmente, les entró por un oído y les salió por el otro. Instalados en el confort de su manera de ser pastores,

no consideraron que hubiera que hacer algún cambio. Sobre todo, no el cambio pedido por el papa. Por otra parte, los fieles católicos también participan de esa manera de vivir la religión. En otra parte escribí que los católicos mexicanos tenemos una muy escasa instrucción religiosa, que para la mayoría se limita a las pocas lecciones que se tuvieron que aprender, muchas veces de memoria, durante las sesiones de catecismo a las que se asistió como requisito para hacer la primera comunión. Y que la creencia básica que se adquiere en la familia es la de encomendarse a Dios para realizar con éxito cualquier acción, independientemente de su valoración ética. Quiero decir que es posible que el empresario abusivo o esclavista, que el papa denunció en Ciudad Juárez, se encomiende a Dios para llevar a cabo sus acciones. O que el narcotraficante también lo haga para tener éxito en sus manejos. O el corrupto para no ser descubierto. Pero sobre todo, más en general, quiero decir que para los católicos mexicanos los problemas como la inseguridad, el narcotráfico, la migración, la pobreza, la cultura del descarte, el menosprecio de las culturas indígenas y, en fin, los problemas sociales, no tienen nada que ver con su catolicismo. Desde luego que la apreciación es muy general. No desconozco que hay pastores y fieles que viven una religión comprometida socialmente, y conozco personalmente a algunos de ellos. Lo que digo es que son pocos, casi una excepción. Y que después de la visita del papa las cosas siguen siendo igual; hay pastores y fieles comprometidos con la construcción de santuarios de vida comunitaria y social más humana, más incluyente, más justa, más equitativa. Son los mismos que vivían su fe de esa manera desde antes de la visita del papa, y que con esa visita se sintieron apoyados, reconfortados y animados para seguir haciendo lo que hacen. Y también hay pastores y fieles, la mayoría, que están instalados en una manera de vivir la fe que tiene poco que ver con lo social. Los discursos de los papas, desde luego, se pronuncian desde el poder. Desde el poder reclamado de ser los vicarios de Cristo en la Tierra, y desde el poder otorgado por los pastores y los fieles al poder simbólico del papado. Pero el poder de esa palabra no es automáticamente eficaz. No cabe duda de que el papa Francisco se ha

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esforzado por darle un giro significativo a la acción de la iglesia, interviniendo en lo social y predicando “la debilidad omnipotente del amor divino”. Pero esas palabras, como las semillas del sembrador, algunas veces caen en tierra fértil y producen fruto, pero otras veces caen en tierra infértil y no germinan. A quienes, como yo, somos sociólogos, nos hace pensar que la manera de vivir el catolicismo en México es un hecho social, es como una cosa, que tiene la resistencia de las cosas, de las piedras, del terreno pedregoso donde cayó la semilla de los discursos papales durante la visita de Francisco a México, y que es inmune a la acción individual, aunque ese individuo sea el papa. Puede ser, también, que sea demasiado pronto para poder ver un efecto del discurso papal en la iglesia mexicana, porque los cambios no suceden de la noche a la mañana y que, aunque no se vean todavía los frutos, la semilla esté bajo tierra, germinando. Ojalá. Volver al índice

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El papa Francisco en México Luis A. Várguez Pasos FCA/UADY

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a reciente visita del papa Francisco a México, realizada entre el 12 y el 17 de febrero del año en curso, ha puesto en evidencia las distintas realidades que, en nuestro país, giran en torno a la religión, particularmente la católica. A su vez, dependiendo de la realidad en la que se ubique la persona, ésta tendrá una lectura que podrá variar a la de otra persona ubicada en otra realidad. A mí me parece que una primera realidad que se ha evidenciado tiene un tamiz político; pero sobre todo, expresa una política muy a la mexicana. Aunque para muchos, dicha visita tuvo un carácter pastoral, tal vez ignoran, o quieren olvidar, que Francisco es el jefe del Estado Vaticano y como tal, el día 13, fue recibido oficialmente en Palacio Nacional por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, su gabinete y la más granada élite política. En este sentido, como jefe de Estado, Francisco estuvo obligado a cumplir con determinados protocolos diplomáticos que previamente fueron acordados por sus representantes y los del jefe de Estado anfitrión. La realidad política que se expresó en ese acto, fue la que protagonizó una clase política que en ese momento se olvidó de sus principios republicamos y se quiso mostrar, de manera casi servil, como católicos devotos con el fin de agradar al pontífice visitante. Dos muestras. Una fue la del diputado federal Jorge Carlos Ramírez Marín quien se dijo muy emocionado por el saludo de mano que le dio Francisco. Ante la prensa reveló que en la bolsa del pantalón llevaba un rosario, herencia familiar, que jugaba nerviosamente mientras esperaba el saludo papal. Al saludar al papa, sacó la mano con el rosario y apretó la de Francisco, hecho que no pasó desapercibido por el visitante y por lo cual se mostró complacido. Me pregunto si el diputado Ramírez lleva siempre su rosario para rezar en los recesos de las sesiones de la Cámara de Diputados, o si lo hace, al menos, en alguna ocasión en la que las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación están ausentes.

La segunda muestra de esta realidad estuvo a cargo del presidente Peña Nieto y tuvo lugar en la misa que Francisco ofició en la Basílica de Guadalupe. A la hora de la comunión, Peña Nieto recibió la hostia consagrada de manos del papa, inclinó la cabeza en señal de recogimiento y pasó a ocupar su lugar. El hecho no hubiera tenido mayor importancia si Peña Nieto hiciera lo mismo cotidianamente. O sea, si fuera un católico practicante de su fe en la vida diaria. Pero, hasta donde se sabe no es así. Tal vez lo haga en la intimidad, pero si así fuera, no debió escoger tan elocuente escenario para mostrarse urbi et orbi como católico Semper fidelis. Igual que el diputado Ramírez, Peña Nieto se olvidó que su investidura le hace representante de todos los mexicanos y no de un determinado sector. Aunque los católicos son amplia mayoría, hay un 20% que no lo es, ya sea porque posee otra religión o porque simplemente es indiferente a toda doctrina religiosa y aun a la existencia de Dios. Me parece que con su conducta ambos ofendieron a ese porcentaje minoritario e inclusive a la población católica. Me pregunto si Peña Nieto puede recibir el cuerpo y la sangre de Cristo si incurre en pecados mortales, capitales y sociales como mentir cuando dice que el Estado mexicano no tiene qué ver con la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa; cuando peca de soberbia al destinar altas sumas del erario a promover su figura para resarcir su popularidad y cuando incurre en pecados sociales al tolerar la corrupción, el saqueo a las arcas públicas y la impunidad y cuando se hace cómplice de la creciente desigualdad que provocan las reformas estructurales que impulsa, pues con ellas sólo se hunden cada vez más las clases populares del país en la pobreza y un puñado de multimillonarios se encumbran en lo alto de la escala social. Por otra parte, me parece que Francisco no debió dar la comunión a su anfitrión, toda vez que está en duda la legitimidad de la anulación del matrimonio de su pareja. De resultar ciertas las irregularidades de esta anulación, una y otro estarían viviendo en adulterio, lo cual significa pecado mortal y por tanto les imposibilita comulgar. Sin embargo, me temo que en aras del protocolo, Francisco se vio obligado a darle la comunión. Posiblemente le haya dado a Peña Nieto una hostia sin consagrar y por tanto sólo era pan

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y agua que cualquier individuo puede ingerir sin ofender a la divinidad. De cualquier modo, muchos católicos se quedaron con la impresión de que su presidente, a pesar de todos esos pecados sociales en los que incurre, es un buen católico. Otra realidad sobre la religión que vivimos en México que se manifestó con la visita de Francisco, fue esa especie de religión primitiva caracterizada por la emotividad del pueblo católico y no en la fe en un Dios y menos en llevar los principios del cristianismo a la vida diaria. Dicha religión se evidenció durante los recorridos del papamóvil y los distintos eventos del programa papal. En todos ellos, numerosos católicos gritaron vivas y porras a Francisco, agitaron banderitas mexicanas y vaticanas, entonaron canciones y participaron en las misas, todo ello para demostrar su fervor religioso. Sin embargo, tales expresiones no rebasan esa parte emotiva que tienen todas las religiones y que a no pocos hace caer en estados de excitación, llorar y aun desmayarse. Es esa fuerza colectiva y a la vez anónima del clan que Durkheim observaba entre las sociedades australianas. Una religión cuyos practicantes continúan deificando imágenes y personas como resultado del culto a los santos. Así, de la misma manera que el pueblo católico, alentado por la jerarquía, ha deificado a la virgen de Guadalupe y venera hasta la adoración a Juan Diego y a Juan Pablo II, del mismo modo ha elevado al ámbito de lo sagrado a Francisco. Aunque la curia vaticana no le haya declarado santo, el pueblo ya lo ha hecho Otra realidad que Francisco vino a evidenciar con su visita es el enfrentamiento soterrado que prevalece entre la jerarquía católica sobre la interpretación de la doctrina que predica la Iglesia y su consecuente práctica o pastoral. Al menos tenemos dos grandes versiones de esa interpretación y esa pastoral. Por un lado, la de Francisco que gira en torno de los pobres, los marginados, los desplazados y los descartados, entre ellos los migrantes. Francisco no lo dijo, pero entre estos marginados están los divorciados vueltos a casar y las personas con orientaciones hacia el mismo sexo. La interpretación doctrinal y la pastoral que Francisco promueve, implícitamente reverdece algunas propuestas que los teólogos de la liberación hacían, hace ya varias décadas, y que Juan Pablo II se encargó de acallar. Sobre todo su pronunciamiento por los pobres.

La visita a la tumba de don Samuel Ruiz en la catedral de San Cristóbal de Las Casas, fue muestra de ello. Por ello, para no pocos obispos y sacerdotes, todo lo que recuerde esas propuestas debe ser rechazado y enterrado para siempre. La otra interpretación de la doctrina de la Iglesia católica y pastoral es la que representan obispos como Norberto Rivera, Onésimo Cepeda y Emilio Berlie. Aunque eméritos los dos últimos y próximo a jubilarse el primero, no dejan de ser fieles representantes de lo que algunos estudiosos han llamado la teología de la prosperidad. Para éstos y sus representados, la Iglesia no puede tener a los pobres como opción preferencial y los divorciados y homosexuales deben permanecer al margen de la Iglesia, pues viven en pecado. Como los fariseos, se visten de blanco para ocultar la podredumbre que llevan dentro. Para no pocos obispos, esa interpretación y pastoral de Francisco les saca de la opulencia principesca que Francisco les ha increpado, para otros tantos sacerdotes, les saca de la comodidad en que viven. De ahí que ambos la rechacen. Seguirán aplicando su misa diaria y leyendo el evangelio correspondiente a los pocos feligreses que asistan. Finalmente quisiera decir que Francisco es la voz que clama en el desierto. Su interpretación y pastoral que plantea sobre la doctrina de la Iglesia católica no sólo no son secundadas por la mayoría de los obispos y sacerdotes en México, sino que tampoco son comprendidas por la gran mayoría de la feligresía católica. Lo más seguro es que Francisco no regrese a México, su agenda y su edad se lo impedirán, ¿qué quedará de los mensajes que dirigió a las distintas audiencias que le aplaudieron y vitorearon? ¿Se traducirán en las acciones que ameritan esos mensajes y que el obispo de Roma espera? No lo sé, creo que sólo quedará su recuerdo. Ojalá me equivoque.

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Primeras veces Cristina Gutiérrez Zúñiga El Colegio de Jalisco Haré un recuento impresionista de la presencia del papa en México. Un recuento que tenga que ver con la huella sensible provocada por su presencia y por algunas de las reacciones a ella, desde la perspectiva de una socióloga que a la vez tiene una larga historia como creyente católica, desde la cual he vivido distintas visitas papales. Dentro de esa historia, he de decir que no tengo el mismo posicionamiento hoy que a los quince años, cuando se realizó la primera visita papal a México. Digamos que no sólo los papas han cambiado, sino que mis puntos de observación también y, desde esa movilidad mutua, que podría compararse con la movilidad de un fotógrafo que a su vez persigue distintos sujetos que a su vez se mueven pasándose la estafeta, presentaré mis impresiones. Es la primera vez que un papa visitante habla mi idioma, pero que lo habla de verdad. Que entonces es sensible a los intercambios fuera de guión, y que es sensible a los giros del lenguaje de los mexicanos. Juan Pablo II hablaba español, pero cuando lo hablaba –cuidando al máximo la dicción y la entonación, como buen actor que era- nosotros (católicos mexicanos) lo vivíamos como una especie de deferencia a nuestra condición cultural, desde su condición papal, espiritual y universal, encarnada en el latín eclesiástico (o en el italiano, que no obstante sea lenguaje mononacional, es la lengua global de la jerarquía eclesiástica). Tal vez por eso con tanto gusto nos afanamos en recordarle al papa su origen polaco: para darle lugar a nuestro origen mexicano. Y crear así un nuevo espacio de cercanía y complicidad pretendiendo ir más allá de lo formal institucional, que de alguna manera en nuestra larga historia colonial siempre ha sido impuesto, lejano, no apropiado. Cuentan por ejemplo que cuando los conservadores mexicanos del siglo XIX decidieron traer a gobernar al Archiduque Maximiliano de Austria para que por fin pusiera orden al caos post independista, las damas mexicanas se prepararon para recibir a su esposa como la nueva emperatriz Carlota. Enjoyadas y vestidas a la moda europea asistieron al evento protocolario

de bienvenida, que incluyó un fastuoso banquete. Cuando al término de los platillos los varones se retiraron al salón fumador a hablar de cosas importantes que sólo a ellos atañían y que constituían la esencia del acto político oficial, las encorsetadas damas mexicanas se quedaron con Carlota, sin saber muy bien qué hacer. Una vez dejadas a su aire, decidieron que era tiempo de desencorsetarse –metafóricamente hablando–, de “entrar en confianza” digamos, y gustosas invitaron a la princesa: “Pos chupemos, Carlotita” le dijeron a una azorada emperatriz ante la manera campechana de invitarla a fumar, costumbre además improbable en una dama decimonónica. Dejémonos de las incómodas formalidades, -después de haber demostrado que nos sabemos desenvolver en ellas, no piensen mal- y acerquémonos a lo que de verdad es “lo nuestro”. Con el papa polaco resultó algo parecido: Tú vienes del Vaticano, pero sabemos que quieres a tu virgencita, la Czestochowa, que es como la Guadalupe polaca. Aquí ya nos entendemos. Tú eres como nosotros. Delante del gran público vestirás como todos los papas, pero en la sede de la Nunciatura te vamos a preparar los platillos polacos que más te gusten, para que te acuerdes de lo de veras importante, lo que comías en tu tierra. (Por cierto, el restaurante encargado de las cenas “domésticas” papales, mantuvo en su carta un “menú papal” compuesto por los platos polacos servidos a Juan Pablo II por lo menos por otros treinta años después de su primera visita). Con Ratzinger nomás no hubo cómo acercarlo a esa “cultura íntima” nacional. Pero con Bergoglio… (suspendo momentáneamente el juicio crítico sobre la evidente folklorización de lo mexicano que nos infligen y nos auto infligimos de manera constante, para enfocar la agencia del papa en este contexto) Hay que reconocer que recordar que es argentino tiene sus bemoles en este país. No hubo gritos de “Viva Argentina” en la misma medida que hubo “Viva Polonia” (No recuerdo ninguno de “Viva Alemania”, por cierto) Pero compartir la lengua, eso es otra cosa. Y eso, lo supo él primero. Cómo explicar, si no, el discurso del “Echarle ganas” dirigido a las familias reunidas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. “Echarle ganas” es ya una frase trillada en México, pero al mismo tiempo es la demostración de que uno tiene buena disposición, una actitud

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animosa frente a las dificultades, algo que sentimos puede ser parte de lo que nos define como mexicanos. Si las cosas no salen, “que por uno no quede”, que de todos modos y contra viento y marea, le sigue “echando ganas” a que salgan bien. Si te enfermas, si te quedas sin trabajo, si te pagan menos, por lo menos demuestra que tu esfuerzo sigue, que consten tus ganas de “salir adelante”. Aunque sepas que es casi imposible. Uno puede encontrarse en la calle al chico de la oficina que se dedica a la monótona labor de llevar y traer los cheques del banco demorándose deliberadamente en regresar, pero si le preguntas “¿Cómo estás?” te puede responder “Aquí, echándole ganas”. Haciendo lo que debo, no obstante esto no tiene salida. Me atrevería a decir que, con toda probabilidad, es la declaración más frecuente de los jugadores de la selección de futbol antes de entrar en la cancha a que nos masacre Brasil o Argentina: “El rival es muy bueno. Pero México le va a echar ganas”. Y Francisco, con ganas de acercarse a esa cultura íntima codificada en modos lingüísticos, elevó esa actitud detrás de la frase a dignidad teológica: lo que hace el Espíritu Santo es eso, “echarle ganas”, le dijo al chico minusválido cuya familia se ha dedicado a “sacarlo adelante”, a lo que el joven responde “echándole ganas”. También fue su dominio del español lo que lo libró, en ese mismo encuentro con las familias, de los intentos de reconducción del evento por parte los grupos pro-vida, que no lograron poner siquiera la palabra “aborto” en su boca: “ese recurso extremo” dijo sin nombrarlo a la madre soltera de cuatro hijos que presumió no haber abortado –como si fuera el camino fácil–, y haber asumido sola la crianza de su familia. Mucho menos se dejó colocar la estola adornada con los rostros de los niños que “no hubieran nacido” de no haber sido por la acción de estas militantes, y que le fue estratégicamente ofrecida al inicio de la reunión, ya frente a cámaras. Sorteó la situación que lo obligaba a la aceptación o al desaire público, bendijo, sonrió, agradeció… La sola mención al aborto, no digamos el uso de la estola, hubiera transformado por completo el eco mediático del mensaje papal, opacando el dirigido hacia la apertura hacia las parejas divorciadas, o hacia las madres solteras, cuyo impacto posterior estamos comenzando a ver en las distintas iniciativas parroquiales para convocar

específicamente a esos sectores de su feligresía. Ahora bien, su castellano no lo ayudó mucho a superar la abismal distancia cultural con los indígenas tzotziles y tzeltales de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas y tampoco buscó hacer guiños usando alguna expresión en esas lenguas. En ese entorno, el castellano mismo es el idioma colonial, y Francisco hubo de escuchar sendas lecturas bíblicas en los idiomas mayas, sin que hubiera la menor justificación operativa (si acaso, la población indígena monolingüe ahí presente habrá alcanzado un porcentaje mínimo), con el objetivo de reivindicar simbólicamente lo que por tantos siglos el catolicismo ejercido desde la metrópoli colonial ha combatido. Un gran montaje de reivindicación simbólica de las culturas indígenas fue la misa que en lugar de realizarse en San Cristóbal, se realizó en un set de cartón piedra que combinaba las fachadas emblemáticas del centro histórico de la ciudad, con imágenes de los hitos turísticos de la zona, como las Cascadas de Agua Azul y los bordados de las indígenas de los Altos de Chiapas. ¿Porqué en un set y no en el centro mismo de la histórica ciudad? Imposible, no había capacidad en el lugar para albergar un evento de ese tamaño (desde el levantamiento zapatista lo que San Cristóbal evoca y convoca es más grande que ella misma y parece condenada a parecerse a los sets que de ella hacemos). Un gran acto simbólico fue también visitar la tumba de Don Samuel Ruiz y no decir nada, pero dejar el hecho para ser interpretado: como una certificación de la orientación autóctona y descolonizadora de la pastoral indígena impulsada por este obispo desde la mirada de unos, o un mero detalle de deferencia a la iglesia local entre los grandes eventos de su apretada agenda desde la óptica de la transmisión de Televisa. Otras “primeras veces” me ocurrieron en esta visita papal. Nunca había visto a un papa regañar públicamente a los obispos, como lo hizo en la Catedral Metropolitana, instándolos a ser pastores, no príncipes; advirtiéndoles sobre conciencias anestesiadas y manos manchadas de sangre. Pero menos había visto yo que en el órgano oficial de la Arquidiócesis, El Semanario Desde la Fe, a escasos días después de la visita de Francisco, se cuestionara la autoridad papal y se subestimara su capacidad personal diciendo que su

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alocución crítica estaba basada en mala información acerca de la unidad inquebrantable entre el pueblo mexicano y sus pastores, que de acuerdo a su versión, ha resistido heroicamente embates y persecuciones anticatólicas a lo largo de su historia (http:// www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/03/06/descarta-arquidiocesis-que-papa-tenga-razon-para-reganar-a-obispos-8442.html). Ese tipo de críticas al papa habían cimbrado mi conciencia infantil cuando llegó a mi casa una revista de circulación muy limitada, por no decir clandestina, editada por los grupos católicos ultraconservadores de Guadalajara –hoy acogidos bajo el lefebvrismo- en el que denunciaban el supuesto “vínculo comunista” del entorno cercano de Paulo VI. El papa, decían, en el mejor de los casos está mal informado, y está siendo manipulado por los que, pretendiendo modernizar, están desacralizando los sacramentos y la santa misa. Debo decir que los ejemplares de aquella revista, “Réplica” creo que se llamaba, fueron virtuosa y públicamente quemados por mi mamá, y el incauto que los llevó a casa fue advertido: no volvería a ser invitado de persistir en su actitud difamatoria contra el representante de Cristo en la tierra. ¿Cómo se desplazó esta desafiante actitud ante el papa desde los márgenes –derechos, pero márgenes al fin- del catolicismo hacia sus representantes oficiales? ¿Cómo sostenerse como jerarquía, mientras minan su propia fuente de autoridad (ser nombrados por el papa)? Creo que las tensiones expresadas en este episodio nos conducirán a otras muchas “primeras veces” de nuestra historia. También pienso que ese vínculo sacralizado entre papa, obispo y fieles resultó clave para sortear la marea desatada por las reformas eclesiásticas impulsadas durante el papado de Paulo VI, pues para una generación de católicos como mis padres, sólo esa autoridad sagrada hizo posible que abandonaran la forma de practicar el catolicismo en la que habían sido educados: desterramiento del latín, radical racionalización de rituales sacramentales, refutación del “extra ecclesiam nulla salus”, diálogo ecuménico… Ya que no pude vivir como adulta la denominada “primavera de la iglesia” del Concilio Vaticano II, es la primera vez que veo esperanza en el futuro de la iglesia entre los católicos “progres” o “buena onda” de mi entorno: profesores universitarios que esperan un renovado compromiso

de la iglesia con la causa de los desfavorecidos; exsacerdotes y exmonjas casados, desencantados del giro conservador de la iglesia de los últimos treinta años, religiosos concentrados en el quehacer pastoral de su entorno inmediato, su “desde abajo”, escamoteando la vigilancia de la jerarquía; y jesuitas, sobre todo jesuitas, que se ven por primera vez en muchos siglos “hombro con hombro” con el papa en la línea de lucha por la transformación de la iglesia. Como Ignacio hubiera querido y a mayor gloria de Dios, como dicen. Yo no puedo saber si sus (y a veces mis) esperanzas son fundadas, pero no deja sorprenderme el renovado brillo de su mirada. También es la primera vez que veo un reclamo público y desafiante desde esa misma mirada: ¿Por qué no recibiste a los padres de los normalistas desaparecidos en Ayotzinapa? le plantearon airadamente desde distintos frentes y medios. ¿Porqué en lugar de perdonar a las mujeres que abortan dejas de culpabilizarlas? ¿Porqué no tocaste siquiera el lacerante tema de la pederastia de sacerdotes, en el país cuna de los Legionarios de Cristo? ¿Por qué no eres lo que esperamos que seas, lo que la esperanza que has alentado reclama? parecen decirle. Lo que más me interesa de todo esto es la creciente desacralización de la figura papal, que veo operar en católicos como en no católicos. Las abiertas críticas a la visita papal que se ventilaron en los distintos medios de comunicación y en las redes sociales mostraron la aparición de nuevos conceptos ciudadanos y políticos desde los que se piensa la relación con la iglesia y sus autoridades. Uno, muy importante, es ¿y porqué voy a pagar con mis impuestos la visita de un líder religioso? La pregunta pone en primer término no simplemente la condición de ciudadanía por nacimiento, sino ésta vinculada al pago de impuestos, condición que establece una obligación de reciprocidad en términos de cliente-proveedor, desde la que se exige a la autoridad el cumplimiento de compromisos. Asimismo, la pregunta se refiere a “un líder religioso”, que no a “el líder religioso”, colocando al papa como uno entre los muchos representantes de la diversidad religiosa que hoy vive México. Desde el punto de vista de esta diversidad, apenas puedo creer que haya sido un presidente priísta (el heredero ideológico del liberalismo anticlerical) quien haya proclamado que “Todos los

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mexicanos somos guadalupanos”, como lo hizo Enrique Peña Nieto. Otro síntoma de esta desacralización fue la aparición de nuevos discursos en la cobertura televisiva de la visita en algunos canales. Por ejemplo por parte de canal 11, se preparó con antelación un equipo de locutores bajo la conducción de Bernardo Barranco para realizar un análisis centrado no en la figura papal, sino en la interacción con la sociedad mexicana, buscando lo que ellos denominaron “desinfantilizar” la cobertura mediática de la visita, sacarlo del encuadre emocional-milagrero e invitar distintos especialistas y líderes de opinión para reflexionar conjuntamente sobre los contextos e implicaciones políticos y sociales de los sucesos de cada día de la visita en la vida nacional. Se trató de contrarrestar una videocracia que convierte a los académicos en intelectuales mediáticos (Hugo José dixit) y a la visita del papa en “El papatlón” (Renée de la Torre dixit, ambos en diversidadreligiosa.com.ar), un espectáculo televisivo que muestra de manera sublime cómo a través de la popularidad mediática es posible no sólo desacralizar, sino banalizar cualquier causa a través de la adoración-consumo masiva y machacona. Sería muy bueno hacer un recuento sistemático de los argumentos vertidos en contra de la visita papal, pero sospecho que predomina un desplazamiento desde el airado jacobinismo que repetidamente desde la primera visita de Juan Pablo II ha visto la mera presencia pública del líder de la iglesia católica junto a representantes gubernamentales como una violación a la sacrosanta laicidad del estado, hacia otros argumentos más pragmáticos: por qué pagar; por qué esperar tanto de una visita (“lo que no cambiemos los mexicanos, no lo va a cambiar la llegada de un personaje que dice venir del cielo” oí decir a una joven locutora de radio); hasta la denuncia de la utilización política del viaje para levantar la decaída popularidad del presidente; o el aguerrido #descolonízate (Facebook y twitter), en el que se posteo la imagen de Cuauhtémoc (último emperador azteca) con vestimenta de guerrero águila espetándole un “¡Nadie te pidió que vinieras!!!” a un anodino Bergoglio. Entre desencantos, frustraciones e impaciencias, acaso habrá otras muchas “primeras veces” en lo que resta de su papado.

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Reseña Creer y practicar en México. Comparación de tres encuestas sobre religiosidad. Renée de la Torre, Cristina Gutiérrez Zúñiga, María Eugenia Patiño López, Yasodhara Silva medina, Hugo José Suárez y Genaro Zalpa Ramírez. UAA, CIESAS, COL-JAL. México 2014 Luis Rodolfo Morán Quiroz Universidad de Guadalajara En este libro se presenta el análisis analiza de tres encuestas, pero además contiene un atractivo adicional: un análisis de la encuesta del módulo de religión del ISSP (Programa Internacional de Encuestas Sociales, fundado en 1984 en Chicago). Los autores presentan sus análisis de una manera clara y primordialmente descriptiva. La lógica de cada uno de los capítulos consiste en exponer algunos de los hallazgos más sobresalientes para los temas de religiosidad en el país para luego concentrar, para cada capítulo, la discusión de la encuesta aplicada en Aguascalientes, Ciudad de México y Guadalajara. La primera parte del libro, consiste en tres capítulos monográficos, en donde se habla de las tres encuestas aplicadas y un capítulo en el que se discuten las continuidades y discontinuidades. Cabe señalar que una de las encuestas, la de Jalisco, repite una aplicación de años atrás en un contexto geográfico comparable. Una segunda parte del libro ofrece un segundo análisis, esta vez estratificado y en comparación con datos disponibles de otras encuestas a nivel internacional. En esta segunda parte, los seis capítulos plantean las cuestiones, sucesivamente, de la compatibilidad de las encuestas para el análisis estratificado, y las relaciones entre religión edad y generación, entre sexo y religión, entre escolaridad y religión, entre religiosidad y contexto de vida (urbano-rural), además de uno dedicado a la comparación de las encuestas aplicadas en Guadalajara y Aguascalientes con el módulo de religión del Programa Internacional de Encuestas Sociales (ISSP). Un capítulo final presenta las conclusiones de las tres encuestas aplicadas por los investigadores mexicanos y se contrastan con los hallazgos de la encuesta del ISSP.

Es notable del libro su perspectiva sociológica (referida a las sociedades y fenómenos contemporáneos), aunque en algunas discusiones se añaden algunos datos históricos, en especial en cuanto a las variaciones en las respuestas de una aplicación a la siguiente de la encuesta de Guadalajara. La lectura es fluida, presenta datos que en ocasiones parecen ir en contra de las expectativas para las poblaciones encuestadas y en otras partes reafirma lo que ya se sospechaba, por otros medios como entrevistas u observaciones anecdóticas, de las sociedades analizadas. En cuanto a las encuestas, resalta que se pudo comparar un total de 180 ítems: 19 para Guadalajara, en donde existía ya un antecedente de la investigación de Paty Fortuny, cuyo libro Creyentes y creencias en Guadalajara, fue presentado en CIESAS en la década de los noventa; 47 ítems para Aguascalientes; 56 para la zona del Ajusco, en la Ciudad de México y 69 del ISSP. Este libro resulta una importante obra de consulta al menos por dos razones: por la información que contiene respecto a las ciudades o zonas en que se aplicó la encuesta y por la estrategia de recolección de información de la que da cuenta. Respecto a esta última razón, es posible recalcar que es una obra importante metodológicamente en el sentido transversal y longitudinal, pues permite comprender varias aristas de la religiosidad de una ciudad a otra y los cambios que se han dado de una época a otra. No obstante, hay que resaltar que este estudio (a diferencia de otros análisis en los que han participado varios de los miembros de este equipo señaladamente el de la Diversidad religiosa en México, que analiza varios años de datos censales) no cubre un amplio lapso temporal ni analiza las tendencias en las ciudades mencionadas más allá de periodos cercanos a la aplicación de las encuestas. De esta forma, aseguran no generalizar demasiado ni aventurar afirmaciones temerarias. Lo que se afirma en el libro se basa en los datos analizados en las encuestas y si acaso se reporta algo más, se señala siempre con gran cuidado la fuente de la que se cita. Resalta que este libro muestra un snapshot, es decir, una imagen de un instante de la religiosidad en tres ciudades (zonas) específicas). Sus

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hallazgos se plantean con sumo cuidado, bajo la perspectiva de que la estadística tiene un enorme factor de error y no es posible generalizar ni siquiera a los propios encuestados en otro momento. Lo que respondieron a las encuestas podría estar influido por otras variables además de la pregunta que se les plantea. Constituye una muestra de las respuestas de las poblaciones en determinados momentos. No sólo el humor y las opiniones de los encuestados pueden cambiar, sino también la manera en que interpretan las preguntas que se les plantean. Mientras leía este libro, cavilaba también en lo que menciona Camilo Contreras en la introducción del libro que él coordina (Las Calles de Monterrey, COLEF, y Gobierno de Nuevo León 2015): en las calles hay muchos tipos de personas, que piensan diferente y tienen distintos proyectos para ese día y para el tiempo que les quede de vida. Y entre la gente que se encuentra en la calle están los encuestadores, que suelen ser una lata para los transeúntes y los que estamos dedicados a nuestros asuntos no siempre tenemos ganas de contestarles. Así que me uno a la sospecha de que cuando a las personas en las calles se les plantean preguntas y alguien se le planta con un cuestionario de una, veinte o cincuenta y tantas preguntas, no sólo sufre la paciencia sino también la verdad. Con todo y que la longitud de las encuestas puede ser una ventaja por el detalle en que dan oportunidad de elaborar las respuestas, también pueden ser una limitante por el cansancio de algunos encuestados que probablemente a la tercera parte de los ítems ya estarán un poco agotados y quizá hasta arrepentidos de haber respondido con un “sí” a la pregunta de “¿me permite aplicarle un breve cuestionario sobre religiosidad?” Así que existe el riesgo de que las respuestas no sean las más sinceras ni las más caviladas después de una andanada de preguntas llenas de reflexiones por plantearse, pero que, al llegar a esa esquina de su ciudad, quizá no se les habían ocurrido jamás. Al leer este libro, he tratado de aplicar la famosa fórmula de Hubert Blalock (con quien alguna vez tomé un curso de estadística y autor del libro Estadística Social) para entender la complejidad de cada una de las respuestas:

Y : X1 + X2 + X3 + … + Xn + Z + e En donde “Y” es el fenómeno que deseamos explicar y las “X” las variables que nos ayudan a explicarlo, además de otras variables desconocidas “Z” por las que a los encuestadores no se les ocurrió preguntar, además de un factor de error “e” que podemos achacar básicamente a nuestros formas de registro e incluso a la manera en que planteamos las preguntas. En general, los expertos en estadísticas insistirían en el factor de error (e), pero los autores de este libro no hablan de márgenes de error ni de grado de significancia de las diferencias entre los datos encontrados y los esperados, o de una población a otra (o secciones de esas poblaciones de encuesta, por ejemplo, diferencias entre hombres y mujeres o entre grupos de edad: ¿son significativas o no?). En otras palabras, aun cuando los sociólogos y los habitantes de las ciudades en las que se aplicaron las encuestas estaremos bastante contentos y hasta inquietos con los hallazgos que se discuten en Creer y practicar en México, los expertos en estadística probablemente criticarán que en este libro no haya estadística inferencial. En todo caso, parece que es algo que pocos necesitan para entender las relaciones entre variables, a no ser que se tengan inquietudes cuantitativas y demográficas o se sea un puntilloso experto en estadísticas. Lo que sí cabe comentar es que, en procesos complejos como aquellos de los que se quiere dar cuenta con estas muestras relativamente pequeñas, debemos actuar con extremada cautela. Cum grano salis, para usar una imagen bíblica: no vayamos a convertirnos en estatuas de sal al creer a la gente que lo que cree es algo ya elaborado antes de que se les preguntara. Quienes desconfíen de las encuestas podrían argumentar que algunos de los encuestados respondieron a partir de reactivos con temas que jamás se habían planteado entre alternativas que los encuestadores le acaban de plantear como posibles. Aparte de estas visiones que acabo de señalar, escépticas de las encuestas y sus reactivos, quiero enfatizar que vale la pena leer el libro para darnos una idea de lo que ES… o quizá de lo que FUE el pensamiento de los encuestados acerca de

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su creencia y su práctica en ese momento. Los pro- y en algún momento comparar con otras tendenblemas metodológicos y las incertidumbres son cias en poblaciones en esas regiones en el futuro. enormes, pero hay que hacer algo para saber qué pasa o pasó en la realidad… o qué PODRÍA PASAR. Uno de los autores, Hugo José Suárez, quien es Volver al índice también un notable sociólogo de la imagen lo plantearía de otro modo: las fotografías, como este libro que da cuenta de una instantánea k estadística, captan un momento de procesos que suelen transformarse al siguiente instante. En otras palabras, hay lindezas estadísticas que, de haberse publicado en otro contexto socio-académico y cultural, se echarían de menos en el libro (un análisis factorial, significatividad de las diferencias y pesos de las variables, por ejemplo). En este libro no se manejan y la verdad es que yo tampoco las manejo ni es probable que alguien en este contexto las solicite. Lo que quiero señalar es que estas encuestas dan para una mayor interpretación de detalles aún más nimios, como por ejemplo, algunas de las aristas asociadas con la religiosidad desde la actitud frente al divorcio de parte de hombres y mujeres, en las distintas ciudades, en distintas edades y a partir de diversas experiencias generacionales. Me parece que este libro deberían leerlo los interesados en los temas de la religión, los que quieren aprender acerca de cómo construir encuestas y aplicarlas, los que quieran conocer los distintos contextos de estas cuatro poblaciones comparadas (México, Aguascalientes, Guadalajara, Ajusco). También quienes quieran utilizar estos datos para analizar con métodos cuantitativos (y usar estadística inferencial) y quienes quieran plantear nuevos estudios de este tipo de temas. Un problema que vale la pena resaltar y que podría interesar a algunos lectores es el del significado de las preguntas (que se plantea en el capítulo de Yasodhara, por ejemplo, cuando habla de la traducción lingüística y dado el contexto cultural e institucional-religioso). Este libro marca un hito en el campo temático que se plantea, principalmente porque, a partir del análisis de estos contextos geográficos puede constituir la base para realizar otros estudios en otras ciudades o regiones del país y para hacerlos comparables con otros contextos internacionales. También para entender lo que sucedió en esas poblaciones en esos años

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Novedades Editoriales

Olivier, Carlos, María de Lourdes Jacobo y Carlos Mondragón González (Coords.), Cuerpo y protesLibros tantismo. Perspectivas heterodoxas en América Ramírez, Daniel, Migrating faith. Pentecostalism Latina, México, Universidad Nacional Autónoma de in the United States and Mexico in the Twentieth México, 2015. Century, EUA, The University North Carolina Press, 2015.

Garma Navarro, Carlos y María del Rosario Ramírez Morales. (Coords). Comprendiendo a los creyentes: la religión y la religiosidad en sus manifestaciones sociales. Ed. Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/División de Ciencias Sociales De la Torre, Renée, Gutiérrez Zúñiga, Cristina y y Humanidades/Departamento de Antropología/ Juárez-Huet, Nahayaelilly (eds.) New Age in Latina Juan Pablos Editor. México 2015. America: Popular Variations an Ethnic appropiations. Neide: Brill, 2016.

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Salazar Ugarte, Paulina Barrera, Saúl Espino Estado Laico en un país religioso. Encuesta Nacional de Religión, Secularización y Laicidad. UNAM/Senado de la República. 2016.

Padilla Rangel, Yolanda. (Coord.) Vientos del Este. Presencia de tradiciones espirituales de origen oriental en México. Ed. Universidad Autónoma de Aguascalientes, México. 2015.

Suárez, Hugo José. Creyentes Urbanos. Sociología de la experiencia religiosa en una colonia popular Cervántes-Ortíz, Leopoldo. Juan Amador, pionero de la Ciudad de México. Ed. UNAM, 2016. del protestantismo en México CUPSA/AyuntamienSe puede descargar en http:creyentesurbanos. to de Villa de Cos-CENPROMEX, México. 2015. com/libros.html

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El hombre, lo sagrado y la naturaleza. Ciclo 2016 Abril-octubre. Coordinado por la Dra. Yólotl GonRevista LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos. zález.INAH/ Secretaría de Cultura. Centro cultural Ed. Centro de Estudios Superiores de México y Cen- Isidro Fabela, Ciudad de México, los miércoles de troamérica. No. 13. Introducción de Antonio Higue- 19 a 21 horas. ra Bonfil. www.redalyc.org Seminario Institucional Permanente de InvestigaRevista Caleidoscopio. Revista semestral de Cien- ción del IIS-UNAM. Laboratorio de Observación del cias Sociales y Humanidades, de la Universidad Fenómeno Religioso. Autónoma de Aguascalientes. Año 18, Número 32. ¿Cómo estudiar el Fenómeno Religioso hoy? MéEnero-Junio de 2015. Coordinado por Genaro Zalpa todos y tendencias. Coordinadores: Dr. Hugo José y María Eugenia Patiño, eje temático: Las religiones Suárez, Dr. Fernando González y Dra. Karina Bárceen América Latina. nas. IIS-UNAM. www.iis.unam.mx Trabajos publicados en el eje de Sociedad y Religión en el congreso de COMECSO (Consejo Mexicano de las Ciencias Sociales). Coordinado por Cristina Gutiérrez Zúñiga y Alberto Hernández, disponibles en el sitio www.comecso.com

Premios El premio a la mejor tesis de doctorado en el área de Ciencias Sociales 2015 convocado por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) fue otorgado a la Dra. Karina Bárcenas Barajas por su trabajo titulado “De los Homosexuales también es el reino de los cielos: Las iglesias y grupos espirituales para la diversidad sexual y de género en el campo religioso de Guadalajara”. Dentro del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Antropología Social en el CIESAS y cuya tutora fue la Dra. Ángela Renée de la Torre Castellanos Una aproximación a éste trabajo puede ser consultado en la siguiente dirección: Bárcenas Barajas, Karina Berenice, Iglesias y grupos espirituales para la diversidad sexual y de género en México: intersecciones sobre religión y género. Revista de Estudios Sociales [en línea] 2014, [Fecha de consulta: 11 de mayo de 2016] Disponible en: <http://www.redalyc.org/articulo. oa?id=81530871004> ISSN 0123-885X

Exposición fotográfica “Fe, ritos y tradiciones en Jalisco” de José Hernández- Claire del 18 al 22 de mayo de 2016 en la Expo-Guadalajara. V Congreso Internacional de Ciencias Sociales desde el Sureste de México, 26 al 28 de octubre. Universidad del Caribe, Cancún. www.ucaribe.edu.mx Encuentro de la Red de Investigadores del fenómeno Religioso en México. Creencias y prácticas religiosas en el contexto de la movilidad espacial. 1,2 y 3 de Junio Rectoría de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Tlaxcala, México. www.rifrem.mx

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