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Huehuetenango Ferretería La Colina, legado histórico y familiar

Alba Julieta Herrera Castillo, hija de don Romeo Herrera y Victoria Castillo, es la primogénita de ocho hermanos, nació en Colomba Costa Cuca, Guatemala. A la edad de un año viajó junto a sus padres, para residir definitivamente en Huehuetenango, pues don Romeo, su padre, era ciento por ciento huehueteco.

Ella estudió en la escuela Amalia Chávez, cursando hasta el sexto grado. Uno de sus sueños fue pertenecer a la orden de las damas que se llamaban Madres religiosas de “El Verbo Encarnado del Sagrado Corazón de Jesús”, pero por falta de recursos económicos no pudo realizarlo. Tiempo después conoció a don Aurelio Cardona Monzón, elegante caballero que luchó por conquistarla y que, en definitiva, se robó su corazón. Formaron una hermosa familia de 6 hijos: Sandra Patricia, Edgar Aurelio, Carlos Stuardo, Hugo Alberto, Erika Lorena y Alba Yulissa. Tenían una vida familiar envidiable, pues ella era muy querida en la familia de su amado esposo y él era como un hijo más para la familia de ella. Doña Alba, para ayudar a su amado, además de ser una excelente esposa y madre, emprendió un negocio: un molino, en su hogar. Se levantaba muy temprano para atender a sus clientes que, desde las cinco de la mañana, llevaban su maíz para el nixtamal. Vendía helados y topogigios de frutas naturales. Don Aurelio laboró muchos años en la gasolinería Corona Roja, propiedad de don Rafael y doña Rafita Minera. Don Aurelio tenía la carrera de Perito Contador, y era el encargado de llevar la contabilidad de los Minera. Tiempo después, adquirió la gasolinería San Rafael, de don Leocadio Alfaro (actualmente, es la gasolinería de El Triángulo).

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Don Aurelio tenía la inquietud de emprender su Ferretería “La Colina”. Quería un negocio que cubriera las necesidades de construcción de los huehuetecos y empezó a poner anuncios en la radio donde decía: “La Colina, ¿qué es la Colina?”. Y dejaba con la duda a los oyentes. Hasta que inauguró su negocio el 12 de diciembre de 1977, y fue allí donde empezó la Ferretería La Colina. Don Aurelio:

Patrocinado por: hombre muy visionario, trabajador, emprendedor, alegre, muy amable, platicador, de carácter fuerte. Siempre saludaba a todos y estrechaba la mano, y si estaba cerca de una cantinita, sin duda, que invitaba un trago y una amena plática. Tenía muchos amigos. Era fanático del Cornavin (equipo de fútbol Xinabajul).

El 28 de diciembre de 1980, don Aurelio sufrió un derrame cerebral, tenía 37 años. Tras la trágica noticia, su esposa doña Alba se lo llevó inmediatamente a Guatemala, al Hospital Herrera Llerandi y, después, al hospital San Juan de Dios, donde tenían el equipo necesario para atenderlo. Doña Alba estuvo con él todos los días, por un mes exacto. Pero tuvo que volver para ver a sus pequeños hijos, que habían quedado al cuidado de su nana Aurora y su suegro don Florencio Monzón. Al día siguiente de haber llegado ella a Huehuetenango, recibió la fatídica noticia de que su amado esposo había fallecido. Fue un sepelio conglomerado, se recuerda que eran tres cuadras de personas que asistieron a dar el pésame a tan irreparable pérdida. Pasado el mes de haber fallecido don Aurelio, doña Alba retomó el camino, tomó fuerzas de donde ya no había más y empezó a atender la ferretería. Cabe mencionar que don Polo Barillas, don Luis Sosa y don Roberto Díaz, fueron de los pocos que se quedaron con ella a decirle y enseñarle cómo llevar la administración de la ferretería. Ella tomó el mando y demostró ser una gran empresaria.

Muy callada, humilde, generosa, y muy trabajadora. Doña Alba siempre fue una gran hija, esposa, madre, hermana y cuñada, con un gran corazón y don de servicio.

Sacó adelante a sus seis hijos. Es una mujer admirable. Hoy, a sus 80 años, al ver el rostro de sus hijos, ¡sonríe! Y al escuchar las campanadas de la catedral, desde su casa, le preguntan si quiere ir a misa y hace un gesto de aprobación, estamos seguros que en su mente está el deseo de entrar a la iglesia y ver que la está esperando su amado, el que sigue vivo en su mundo, el que la hace sonreír e iluminar su rostro al escuchar su nombre.

Información proporcionada por Alba Yulissa Cardona Herrera, hija de doña Alba.

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