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MiraBA 126.qxp_Maquetación 1 28/2/19 18:57 Página 109

Rovito Coreografía y Trabajo Físico: Martin Piliponsky Colaboración Coreográfica: Lucía Mouján Registro documental & Fotografía: Guillermo Barbuto Testimonio en video: Luisa Acosta PR+Media+CM: Mutuverría PR Meritorio de Producción: Santiago Paz Producción: CC RRojas y gruposalvaje Dramaturgia y Dirección: Alfredo Staffolani

Duración: 85 minutos Viernes a las 21 horas Centro Cultural Ricardo Rojas Corrientes 2038 Localidades: $130.Reservas al 5285 4800 o en http://www.rojas.uba.ar/ Última función: 29 de marzo RESERVÁ TUS ENTRADAS

bién Un lugar a dónde ir – comisionada por The Royal Court Theatre de Londres – El Ardor (dirigida por Luciano Cáceres, premio Estrella de Mar al mejor texto de la temporada 2018) y Los Golpes (Primera mención en el Concurso Nacional de Dramaturgia del INT 2018) Dirigió además Mishelle di Sant´Oliva de Emma Dante, Un día de verano de Jon Fosse. Como actor trabajó con Rubén Szuchmacher, Francisco Civit, Analía Fedra García, Luciano Suardi, entre muchos otros. Se formó principalmente con Rubén Szuchmacher, Federico León, Alejandro Tantanián, Ariel Farace, Rafael Spregelburd, Horacio Banega; Alicia Steimberg combinando actuación, dramaturgia y dirección. Fue además artista residente del Copycat Academy del Festival Luminato de Toronto, y la usina de creación Experimenta Sur en Bogotá. Sus obras fueron traducida al inglés y al catalán. Por su trabajo recorrió festivales nacionales y en el exterior. Fue nominado a los premios ACE, Teatro de Mundo. ROJAS. Motivaciones de la obra en palabras de autor:

Alfredo Staffollani (Buenos Aires, 1982) es actor, autor, docente y director de teatro. Escribió y dirigió Por culpa de la Nieve, El hijo después, La Mecánica del Sol, Harley – en el marco del Obrador Obrador d’Estiu de la Sala Beckett de Barcelona - Ejercicio para una mujer y un puma y About the campo. Escribió tam-

“A principio de los años 60, mi mamá tenía 17 años y trabajaba en una fábrica algodonera en Florencio Varela. Una tarde salía a fumar en un pasillo cuando escuchó llorar a gritos a un bebé en la casa que lindaba con la sala de máquinas. El chico estaba envuelto en una frazada sobre la mesa, y hacía dos días que no comía ni se cambiaba el pañal. La madre, una prostituta del barrio, no había tenido a quién dejarlo,

.PAL. BAT.A A. entonces, luego de que el bebé se durmiera, lo envolvió con cuidado y le dejó un plato de leche cerca para que intentara alimentarse por sus propios medios. Pero con apenas seis meses, el bebé no sabía comer, ni hablar, ni podía aún gatear para lamer un poco de leche que había en el plato. Cuando la mujer llegó de trabajar su hijo estaba ya en silencio, acompañado por la atención de mi mamá que lo acunaba rodeada de muchísimas operarias que se habían acercado a hacerle compañía. Ella preguntó si podrían ocuparse de él durante algunas noches mientras ella solucionaba algunos problemas de trabajo. Mi mamá aceptó y lo llevó a pasar esa misma noche a la casa que compartía con mis abuelos, sus seis hermanas mujeres y sus tres hermanos varones. Pero la prostitua regresó a buscarlo recién seis años después, cuando ya era un chico inquieto que se asustó al verla cruzar la puerta, casi como si recordara su cara de alguna pesadilla. Mi mamá recuerda a esta mujer intacta ese día que volvió, sin preguntas, ni congoja, ni susto: seguía trabajando durante la noche, y le había comprado al chico una campera azul con abrigo de regalo. Entre la película de Pasolini y esta historia hay pocas coincidencias: algunas tienen que ver con la época, otras con la música. Las mejores son las que inventamos: que la Portuense en Roma podría ser Florencio Varela, que Ana Magnani podía ser la mujer prostituta que mi mamá conoció a los dieciséis años y le entregó a su hijo para que lo criara, y que ahora mi tío podría ser el futuro de Éttore, un


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