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RUTA O META María Carmen Álvarez González Psicóloga clínica y editora de SOMOS-Psicología www.somospsicologia.com
A veces perseguimos un objetivo y al alcanzarlo iniciamos el desencanto. El camino hacia los deseos es ilusionante, pero la meta es un reto que cuando finaliza te obliga a recapitular. Tal vez esa sea una de las razones por las que los caminos largos se disfrutan más. Porque en ellos hay descansos en los que recargar energías. En nuestra trayectoria vital sucede algo parecido. Algunos se imponen metas rápidas y las consiguen con estrés positivo y algo de ansiedad, pero reinician pronto una nueva meta sin saborear la ruta ni los retos conseguidos. Las metas son objetivos interesantes que acaban cuando se consiguen. Valorar los resultados a largo plazo permite asumir con más tranquilidad el recorrido y añade metas intermedias que refuerzan el resultado final. Pero también puede suceder lo contrario: Descubrir durante el recorrido que la meta final no es tan interesante como se esperaba, o que las metas intermedias pueden llegar a convertirse en el objetivo final. Desde las reflexiones del escritor Paulo Coelho, la vida es el tren, no la estación. Y el tren sólo tiene valor si avanza, si va circulando. En ese sentido podríamos pensar que la ruta es más enriquecedora que la meta. En ocasiones, el camino es gratificante, reconfortante y hermoso. En esos casos la meta puede esperar. Pero, también podemos encontrarnos con caminos arduos, complejos, inseguros, difíciles; en cuyo caso superarlos es alcanzar la meta, y el esfuerzo reclama que llegue pronto. Sin duda, la vida es mucho más que camino y meta. Podríamos decir que las metas son pasos de nuestra trayectoria vital que nos acerca a metas posteriores. Por tanto, cuantos más caminos se recorran, con sus respectivas metas, más pleno será el proyecto final.
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