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by AMIB
Definir una estrategia de inversión
Mauro Mauleón Director de Inversiones en Inverso Capital mmauleon@inverso.mx
El tipo de cambio modifica la rentabilidad de diferentes instrumentos como el Exchange Trade Funds (ETF), por lo que es necesaria una vista panorámica del mercado.
La inversión en Exchange Trade Funds (ETFs), a través del Sistema Internacional de Cotizaciones (SIC), tiene como trasfondo invertir en un índice bursátil, en un sector específico o en una tendencia determinada.
Cada inversionista construye argumentos que sustentan su tesis de inversión y en consecuencia ejecuta su estrategia para que genere un rendimiento, asumiendo el riesgo asociado.
El punto que no debe perderse es que la liquidación de esos instrumentos se hace en pesos mexicanos considerando el precio del ETF en su mercado de origen, la paridad peso-dólar y la propia operación de esos instrumentos en las bolsas de valores del país (la Bolsa Mexicana de Valores y la Bolsa Institucional de Valores).
La rentabilidad de la estrategia está en función del desempeño del ETF y del tipo de cambio; estos dos componentes pueden actuar de manera favorable o de forma adversa.
Para ilustrar lo anterior analicemos esto: en 2023 se vivió un apetito por activos de riesgo (sobre todo hacia el final del año), que derivó en un retorno de dos dígitos en los mercados accionarios a nivel mundial; el índice accionario S&P 500 avanzó en dólares 24%, los ETFs que replican su desempeño lo hicieron aproximadamente en la misma magnitud, pero el retorno medido en pesos fue de 8.4%. Recordemos que el peso finalizó el 2022 en niveles de $19.50 por dólar y en 2023, la cotización terminó en $16.97, lo que significó una apreciación de 13% que impactó negativamente los rendimientos calculados en pesos.
A mi consideración, el racional de inversión en ETFs debe basarse en el deseo de invertir en un mercado accionario, en un sector o en una tendencia especifíca y no en la especulación del tipo de cambio, ya que si lo que se busca es invertir en la fluctuación de esta paridad, existen otros vehículos que logran capturar de forma más eficiente estos movimientos.
Cuando un inversionista mexicano con sede en México invierte en un ETF, principalmente busca participar en el crecimiento del subyacente (benchmark) y es una segunda derivada la depreciación o apreciación del tipo de cambio. Las alternativas de inversión en dólares pueden ser a través de fondos de inversión especializados en dólares, trackers o ETFs (al margen de lo que el mercado de derivados ofrezca). Todas estas alternativas invierten generalmente en instrumentos de deuda denominados en dólares y, en consecuencia, son un buen proxy para invertir.
Lo anterior cobra relevancia actualmente que el peso se ha apreciado respecto al dólar (por aspectos especulativos y por los propios datos de la economía real que tiene que ver con el diferencial de tasas entre Estados Unidos y México, el intercambio comercial y la inversión extranjera que está llegando al país, entre otros puntos) y en consecuencia se asume que puede ser un buen momento para invertir en dólares —adquiriéndolos a $16.50 pesos, su cotización actual— y esperar a que exista una depreciación que lleve a una conversión de $18.00 (mediana de las estimaciones para fin de año de la encuesta de Citibanamex del 5 de abril). Esto supone un rendimiento de poco más de 10%.
Adicionalmente, la diversificación para reducir el riesgo de un portafolio es otro factor para tomarse en cuenta en la composición de carteras que hoy el inversionista está considerando.
En ese sentido, es oportuno reflexionar sobre el concepto de razonabilidad. Es decir, encontrar el producto adecuado para un objetivo particular y que además empate con el perfil de riesgo del inversionista. Por ejemplo, si desea invertir en un sector específico del mercado estadounidense, su tarea primero es validar su perfil y después identificar el instrumento.
En este caso, existen varios ETFs que cotizan en el SIC y que ofrecen esa exposición (incluso algunos apalancados o inversos), debe revisar la composición de la cartera, la concentración de la misma, la liquidez en el mercado (tanto de origen como local), las comisiones, el racional de inversión, la compañía que lo administra y los efectos fiscales entre otros puntos, y a partir de ahí, seleccionar el que mejor se ajuste a su estrategia. Este proceso es clave, y el inversionista lo debe de hacer apoyándose de su asesor.
Como dato, en años recientes ha habido un auge en la inversión en fondos de inversión y en la inversión directa en el mercado accionario a través de contratos de intermediación (de 2017 a 2023, el número de clientes en fondos de inversión pasó de 2.3 a 6.4 millones; y en contratos de intermediación, la cifra se elevó de 232,000 a 6.8 millones en el mismo lapso). Esto representa un cambio significativo en el patrón de consumo de productos de inversión en la población del país, que se traduce en una oportunidad para la industria (autoridades, instituciones y asesores) y que debe estar acompañada de buenas prácticas, educación financiera y de mayor vigilancia.
Para robustecer este ecosistema es necesario acompañar al público inversor para que profesionalice sus decisiones de inversión y aprenda a distinguir y analizar las diversas opciones que ofrecen los mercados financieros, así como a estar atento a promociones de productos de inversión de empresas y plataformas que no necesariamente están reguladas por leyes mexicanas y que operan al margen de las disposiciones emitidas por autoridades del país. Me parece prudente advertir la existencia de esas compañías ya que ocasionan un severo daño y elevan el riesgo sistémico y la confianza de los inversionistas.
El propósito es definir objetivos de inversión claros y encontrar el producto que más se acerque para alcanzar dicha meta.
En México, operan casas de bolsa y operadoras de fondos de inversión constituidas bajo normatividad mexicana y que son vigiladas por autoridades del sistema financiero mexicano que garantizan la salud del ecosistema y la salvaguarda de los recursos que gestionan. Propician un círculo virtuoso de creación de riqueza, crecimiento económico y de inclusión.
En conclusión, este texto no tiene que ver con la conveniencia de invertir en dólares o en un instrumento en particular, sino que tiene el objetivo de reflexionar sobre el papel protagónico que tiene un asesor financiero en las decisiones de inversión de su cliente y también de la tarea que el inversor debe hacer.
El propósito es resaltar el concepto de razonabilidad, que no es otra cosa que definir objetivos de inversión claros y encontrar el producto que más se aproxime para alcanzar esa meta, sin perder de vista el perfil de riesgo que cada persona tiene.
No sé si sea momento de invertir en dólares, lo que sí es que es el momento de profesionalizarnos. •
* Este artículo no pretende ser una recomendación de inversión ni fomentar la inversión en pesos o dólares. Se escribe con fines educativos y reflexivos.