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La educación financiera: el primer paso para cuidar el patrimonio

Es muy importante que todos aprendamos lo básico de finanzas, no solo para evitar ser víctimas de timos o fraudes, sino para proteger nuestros bienes, nuestro patrimonio.

Todos, en algún momento, tenemos contacto con productos y servicios financieros, por lo que se vuelve necesario entender su funcionamiento y el impacto que generan en nuestro día a día, y para eso debemos adquirir los conocimientos que nos provee la educación financiera.

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Pero, ¿cómo lo logramos? ¿cuáles son los beneficios de abordar este tema desde temprana edad? Si no tengo estos conocimientos, ¿ya es tarde? Sobre este tema, Luis Moyano, director de Educación Financiera en Grupo Financiero Actinver, nos comparte su visión de cómo podemos hacernos de esta valiosísima información.

¿Cómo comenzó tu camino en el sector bursátil? Mi carrera en el sector bursátil empezó cuando todavía era estudiante de la Licenciatura en Administración de Empresas, en el itam. En 1987 me invitaron a colaborar en una prestigiada casa de bolsa. Ahí empezó mi aprendizaje como asesor financiero. Ese mismo año obtuve mi certificación AMIB y viví el llamado lunes negro de octubre, mi primer crack bursátil. Después, en 1996, me incorporé al Grupo Financiero Actinver.

¿Qué es para ti la educación financiera? Es el aprendizaje y la puesta en práctica de habilidades y aptitudes financieras con las que todas las personas deberíamos contar. Todos, de una u otra manera, interactuamos con el dinero; por lo tanto, la educación financiera debe ser una asignatura prioritaria.

Existe el dicho “el dinero no compra la felicidad”, pero la pobreza no compra absolutamente nada. Si no ahorras e inviertes adecuadamente tu dinero, lo estás dilapidando, malgastando o, probablemente, te encuentras sobreendeudado, tienes un enorme inconveniente. Aquí es donde la educación financiera hace su aparición para apoyar a la gente en la formación y conservación de un patrimonio, a ser previsibles económicamente y a enseñarles cómo administrar sus finanzas de forma sana y responsable. Puntualmente, la educación financiera es desarrollar las habilidades, destrezas, aptitudes y, sobre todo, el compromiso y la responsabilidad para cuidar mi patrimonio. Que mi esfuerzo y mi trabajo no se vayan entre los dedos, sino que realmente obtenga un fruto, que alcance un objetivo y una meta, que mi esfuerzo diario para ganar dinero se vea correspondido, y sea el artífice para mejorar mi propio nivel de vida.

¿De ahí radica su importancia? Para contestar esta pregunta me remonto a los estudios realizados por Bernheim y Garret, en 1996, que concluyeron que a mayor educación financiera, mayores son los niveles de ahorro, tanto en términos generales como los dedicados para el retiro. Un año después, en 1997, Bernheim, Garret y Maki publicaron que existe una relación positiva entre los niveles de ahorro de la gente y la acumulación de riqueza durante la edad adulta. Y así podemos citar muchos otros estudios que se han hecho hasta nuestros días, los cuales llegan a la misma conclusión.

Todos coinciden en que los conocimientos financieros y los niveles de ahorro y riqueza tienen una clara correlación positiva, que las personas tienden menos a endeudarse, son más proclives a las inversiones en renta variable y tienen una mayor propensión para planear su jubilación cuando se les ha educado financieramente.

Es un hecho que los hogares con mayor riqueza son lo que tienen mayor educación financiera. Y no me refiero a riqueza en el sentido de volumen o cantidad; todos, dentro de sus posibilidades y nivel socioeconómico pueden generar riqueza, considerando siempre los cuatro pilares: ahorro, gasto, endeudamiento y protección.

El primer pilar, ahorro e inversión, es la manera de hacer que tu dinero trabaje para ti. Lo vamos a volver a platicar un poco más adelante.

El segundo pilar es el gasto. Es de suma importancia tomar conciencia en la manera en cómo gastas y para ello nada mejor que un presupuesto. Con él te vas a dar cuenta que tienes gastos que puedes evitar en beneficio de tu patrimonio y, una recomendación, cuando hagas tu presupuesto, en el primer renglón anota ahorro, y ponle una cantidad porque si lo haces al revés y decides ahorrar lo que te sobre, de antemano te digo que rara vez te va a sobrar algo.

El tercer pilar es el endeudamiento. Hablar de endeudarse no es un pecado, endeudarse no es malo. El endeudamiento sirve para hacer crecer nuestro patrimonio, siempre y cuando se haga con responsabilidad y en la medida que uno pueda hacer frente a los compromisos financieros. De lo contrario, la deuda que no podemos pagar nos puede llevar a vivir al día o a la ruina.

Y, por último, el cuarto pilar, uno que las personas pasan por desapercibido muchas veces, la protección, es decir, los seguros. Conseguir nuestro patrimonio nos ha costado una vida y lo podemos perder en cualquier momento. Hay partes de él que podemos asegurar, como por ejemplo nuestra casa o coche, o nuestra salud y vida. En México, el uso de los seguros es muy bajo. Pregúntales a tus allegados ¿quién tiene su casa asegurada?

En su momento se plantearon iniciativas para que se abordara el tema desde la primaria, aunque no se concretaron. ¿Cuál consideras que es la mejor edad para empezar a hablar sobre el tema? Un comentario recurrente es escuchar a alguien decir que sus hijos ya crecieron y no se les enseñó los fundamentales de educación financiera, o que él mismo, como adulto, no tiene las bases. A estas personas siempre les digo lo mismo: nunca es tarde para aprender.

Lo que sí es un hecho es que la educación financiera debería enseñarse desde muy pequeños, en casa. Entre más temprano se adquieran los conocimientos, más rápido se desarrollarán las habilidades. Esto lo sabemos todos, pero en realidad se hace muy poco.

Todos tenemos la obligación de brindar educación financiera y qué mejor que aprenderlo en familia. Empieza a hacerlo a través de dinámicas y juegos donde enseñes el valor del trabajo remunerado, cómo se gana dinero, cómo se ahorra y se invierte, y los beneficios tan grandes que es tener y mantener tu patrimonio. Para enseñar educación financiera a los niños hay muchas dinámicas. Lo más importante es que sean divertidas y amenas. Entre más se diviertan, más fácil será la enseñanza.

Te doy un ejemplo de una dinámica para los niños. Supongamos que hoy quiere un juguete y le dices que no te alcanza, que solamente traes para la mitad, pero que le das ese dinero ahorita, con tal de que no se lo gaste, que lo ahorre para que la semana que entra le des otra parte y, entonces, ya le alcance para lo que quiere. Con un ejercicio tan sencillo como éste le enseñas a sacrificar el consumo inmediato por una recompensa futura, colateralmente, ayuda a que los niños no vean a los papás con cara de cajero automático.

Un segundo paso sería enseñar el valor de la inversión aplicando la dinámica de que por cada peso que él ahorre, tú le vas a dar una cantidad extra y, así de sencillo, estás enseñándole los conceptos de interés simple y compuesto, los cuales son fundamentales en cualquier decisión de inversión. Aquí te sugiero que el dinero guardado y los intereses se coloquen en una jarra transparente, así el niño, visualmente, se va a dar cuenta cómo crece su dinero.

Conforme el hábito del ahorro se forma, y a su vez el de la inversión, se descubre que se van ampliando también los objetivos y metas; algunos serán de corto plazo y otros probablemente requieran mayor tiempo de ahorro e inversión. Un concepto fundamental en la educación financiera.

Como consejo para todas las personas, deben acercarse a las finanzas, invertir el tiempo para aprender lo básico, no lo mínimo, porque las finanzas son para todos.

Luis Moyano. Director de Educación Financiera en Grupo Financiero Actinver.

¿Consideras que la población tomó con mayor seriedad la importancia de la educación financiera a raíz de la pandemia? En lo más mínimo. El comportamiento de las personas frente a la decisión de educarse financieramente no cambió. Lo que sí sufrió un cambio radical y, en beneficio de las instituciones que proveen educación financiera, fue que las personas aprendieron a comunicarse a distancia. Usando las plataformas nos podemos comunicar con más personas para propagar el mensaje de que las finanzas

son para todos, que la educación financiera es imprescindible y, además, que es muy sencilla de entender y aplicar en tu beneficio.

Mira, no contar con los elementos básicos de educación financiera conlleva un alto riesgo. Por un lado, porque las personas se creen los mitos que todavía hoy en día rondan las finanzas y las inversiones. Mitos como que las finanzas son algo monstruoso y que solamente lo comprenden grandes mentes que se la pasan estudiando todo el día, o aquel que dice que para invertir se necesitan grandes sumas de dinero, o que invertir en acciones es como ir a un casino y, el peor de todos: que el dinero corrompe, así que mejor me lo gasto rapidito. En fin, constantemente estamos luchando para erradicar esos y otros tantos mitos que existen alrededor de las finanzas y las inversiones, insistiendo en el mensaje de la necesidad y responsabilidad de saber los fundamentos de cómo cuidar nuestro dinero. Y por el otro lado, muy importante, el hecho de que falte o se carezca de educación financiera deja a las personas vulnerables a timos, fraudes y engaños, y los hace presas fáciles de ladrones y mentirosos que se aprovechan de sus anhelos y de sus deseos para robarles lo más que puedan.

Alguien con educación financiera sabe que cualquier persona que nos venga a ofrecer asesoría financiera o productos de inversión, debe estar obligadamente certificada por la amib. La certificación es su carta credencial de que conoce y puede hablar del tema porque el trabajo de asesoramiento conlleva una responsabilidad gigantesca; los asesores financieros brindan sugerencias sobre cómo invertir el patrimonio de otras personas, por lo que no debe de quedar en manos de cualquiera. Los asesores financieros tienen que comprobar su capacidad técnica, certificándose.

Aprendiendo los fundamentos de unas finanzas sanas y con ayuda de un profesional certificado por la amib, ayudas a que tu dinero trabaje para ti, a que tu patrimonio crezca y logres mejorar tu calidad de vida.

¿Cuáles consideras que son los beneficios de estar certificado por la amib? Un asesor financiero debe estar certificado, es el primer paso para demostrar que cuenta con los conocimientos necesarios para ejercer esta profesión. La certificación es fundamental, así como un doctor, contador, un abogado u otro profesionista la posee para ejercer su profesión, los asesores financieros también debemos estar certificados ya que asumimos una enorme responsabilidad cada vez que emitimos una sugerencia de inversión. El asesor financiero debe seguir estudiando, aprendiendo y recertificándose constantemente, porque un profesional debe tener una visión de 360° del mercado, los instrumentos y las oportunidades que pueden resultar benéficas para las personas, conforme a los objetivos y metas de cada uno.

Lo que sí veo es que el público, los asesores y el gremio en general, no conceptúan la importancia y el valor tan grande que es estar certificado para hacer nuestro trabajo. Si nosotros no lo reconocemos y lo presumimos, la gente no le va a dar el valor que se merece.

Hablamos de la importancia de acercarse a instituciones financieras reguladas y con asesores certificados, pero ¿cómo puedo cooperar a fomentar la cultura financiera en el país? Así como lo estamos haciendo: hablando y hablando el tema. Pregunta a tus amigos si ya están y cómo le están haciendo para enseñar a sus hijos lo básico de las finanzas, qué están haciendo para enseñarles a manejar el dinero, cómo están fomentando el ahorro, cómo están ayudándoles a alcanzar los objetivos y metas de los niños, o pregúntale a quien acaba de comenzar a trabajar, qué porcentaje de su sueldo está ahorrando o a los recién casados, cuánto de sus ingresos en conjunto están invirtiendo para su futuro.

En fin, quienes tienen conocimientos financieros tienen la obligación de transmitirlos a la mayor cantidad de personas posibles y la mejor manera de empezar es cuestionándolos —no interrogándolos— para meterles la inquietud sobre si lo están haciendo bien o están fallando en algo. •

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