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Invirtiendo durante la tempestad

Anticipar una crisis es imposible, pero sabemos que es un ciclo y así como nada crece para siempre, tampoco se contrae para siempre.

Edgar Arenas Sánchez Asesor en Estrategias de Inversión @garoarenas

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El doctor Guadarrama había pedido verme con urgencia. — Esta pérdida en mi portafolio, voy a pedir que se la cobren a usted, señor Arenas.

Las risas nerviosas del especialista en traumatología se mezclaban con sorbos de café en una mañana que amenazaba con ser cálida. El reloj apuntaba las nueve en el consultorio del médico que había pedido verme con urgencia. ¿El motivo? Las noticias que generaban un entorno incierto: una guerra, la inflación y los remanentes de la pandemia estaban causando estragos en la economía mundial.

Desde inicios de este año los mercados de renta variable han sufrido una resaca como resultado principalmente de dos cuestiones:

• La inyección de recursos más grande en la historia de la economía para aliviar la pandemia.

• El inicio del retiro de dichos recursos.

Los mercados de valores se acostumbraron a un océano de liquidez que ahora empezará a secarse. Nada es para siempre. El tobogán de rendimientos negativos de los poseedores de bonos de largo plazo y de los tenedores de acciones o fondos de renta variable han generado nerviosismo entre los inversionistas. ¿Estamos en una crisis? La pregunta que el médico me hacía y se respondía él mismo con una respuesta afirmativa buscaba una salida fácil. — Ustedes los economistas deberían de haber anticipado esto —agregó el doctor Guadarrama—. Estos rendimientos negativos son su culpa.

Anticipar una crisis es imposible. Los tiempos y las formas de cada evento donde los mercados de valores se contraen no los conoce nadie. Lo que sí sabemos es que la ciclicidad de la economía es perfecta. Nada crece para siempre y nada se contrae para siempre. El índice bursátil más buscado por los jóvenes y no tan jóvenes como un indicativo financiero de las grandes compañías que dominan la sinfonía del mundo es el Nasdaq100.

En la canasta de valores de este índice existen empresas que valen más que el Producto Interno Bruto de muchos países medianos y no tan medianos. Este índice es un recordatorio del mensaje más importante que los inversores experimentados tienen tatuado: Los mercados siempre caen y siempre regresan. Esta vez, los números expresan más que las palabras:

Hasta la tercera semana de mayo 2022, el Nasdaq100 había tenido uno de sus peores arranques de año desde que fue creado, en 1973. Los inversores especulativos que compran y venden en períodos cortos activos de renta variable tienen preocupaciones que se mueven en paralelo con su horizonte de inversión: el corto plazo.

Sin embargo, para el inversor patrimonial que tiene claro su objetivo de inversión con un horizonte de largo plazo, esta caída es un bache cuesta arriba que no debe de inquietarle, todo lo contrario, para muchos inversionistas experimentados el momento actual es una fiesta de precios de descuento que no se repetirá en mucho tiempo.

Vivimos épocas de aprendizaje macroeconómico donde las inversiones han visto mermas en sus rendimientos de corto plazo. La gran moraleja para los novatos y la confirmación para quienes tienen más experiencia es que el sacrificio de corto plazo tiene recompensas en el largo plazo. Nada cambia en la gestión patrimonial, sólo se transforma.

Hoy nos sumergimos en pláticas de sobremesa que hablan de la desgracia de la guerra en una tierra ajena y lejana de Europa Oriental y de cómo el precio de todo ha subido como hace mucho tiempo no sucedía. Años atrás, sin embargo, conversamos sobre una crisis financiera como resultado de la mala gestión de activos hipotecarios de los grandes bancos estadounidenses; y si regresamos más el tiempo, a los años noventa, el tema de preocupación era el desmantelamiento de las empresas punto com. La historia no se repite exactamente, pero suele rimar bastante bien.

Lo único cierto es que, los mercados de valores vuelven a encaminarse hacia su recuperación cuando el panorama parece más nublado.

Vivir las crisis es equivalente a sobrellevar una tormenta. Nada podemos hacer para evitarlas, pero en nuestras manos está tomar decisiones mientras transita la tempestad. La primera cosa que debemos de saber es que ninguna tormenta dura para siempre, hasta Noé lo supo aliviado cuando una paloma le llevó entre su pico una rama de olivo.

Les sugiero no prestar atención a los gurús que ya le ponen una conclusión a este mercado bajista en el calendario de sus fantasías. Así como es imposible pronosticar la fecha y hora en que inicia una corrección bajista en el mercado, también lo es definir un momento en que comenzará la recuperación. Lo que es cierto, porque se ha cumplido siempre, es que los mercados de valores vuelven a encaminarse hacia su recuperación cuando el panorama parece más nublado.

Tomar decisiones sobre desinversión y reestructura de portafolios en un mercado tan nervioso es una mala decisión. Nunca sabemos si a la vuelta de unos días el mercado regresará al camino de su recuperación; si vendemos reconocemos nuestra pérdida y nos bajamos del tren que puede empezar la cuesta arriba en cualquier instante. Si no existe una emergencia o un motivo que apremie la desinversión de los recursos, la decisión prudente es no vender con minusvalía. El doctor Guadarrama lo entendió y eligió no desinvertirse y con las ideas más claras y los nervios menos revueltos me aportó algo con su experiencia de traumatólogo.

— Señor Arenas, entendí perfecto. Una fractura la arregla una buena atención médica, pero sobre todo la arregla el tiempo.

No es la primera vez que el mercado de valores se enfrenta a una tempestad, tampoco será la última. Los resultados dentro de algunos meses le entregarán la razón a la historia: la recuperación será un escarmiento para quienes vendieron con pérdida y una recompensa para quienes invirtieron con prudencia, disciplina y constancia. Les deseo felices inversiones. •

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