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LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA 212 entrega Año VI/ 22 de mayo de 2015

Gregorio López Sanz: Alcalá del Júcar

Federico de Arce: La vieja

Javier Cantero y Fernando Glez Atienza: Historia de la Villa de La Toba,

Baltasar Magro: La hora de Quevedo

Antonio Laguna Platero: Carceller

Antonio Salinas: El vino, de cepa en cepa Sisinio Pérez Garzón (coord.): Experiencias republicanas en la Historia de España


Federico de Arce (Descrito Ediciones, 2015), y que presentó el 14 de mayo en la Feria del Libro de Toledo.

„La Vieja‟: una “herida” de Federico de Arce en defensa de la memoria histórica Esta obra incluye un conjunto de relatos donde mezcla elementos de su biografía con reflexiones sobre la infancia, la memoria histórica, el anarquismo y la muerte “Solo habrá reconciliación cuando no quede ni un solo español en las cuentas”, afirma Un joven es testigo y autor de algo terrible durante una alocada y descontrolada noche madrileña de los años 80. Eso le marca para siempre, y decide viajar a su pasado haciéndose escritor, pariendo a través de la literatura todas las reflexiones y recuerdos de su pueblo natal a través de otros ojos, que son todos ellos su memoria. Tras lograr la fama, regresa a su tierra y descubre la conexión extraña entre dos crímenes misteriosamente relacionados. Estos son los tres bloques que componen el conjunto de relatos de „La Vieja‟, la nueva novela del escritor

Concebida como una “denuncia” contra “el odio entre los españoles” y en defensa de la memoria histórica, „La Vieja‟ arranca con el relato „En el nombre del padre‟, narrado en una kafkiana y “falsa” tercera persona, donde De Arce introduce al lector en el mundo del adolescente Ismael, un guiño al magistral inicio de „Moby Dick‟. Es el alter ego del autor, quien tras una experiencia traumática, se convierte después en los recuerdos de toda su infancia, que comprenden el núcleo central y segunda parte de la obra. Hay, por tanto, mucho (si no todo) de biografía en estos relatos. Con ellos, Federico de Arce dice haber dado forma a una novela que comenzó con 17 años, cuando los anarquistas de Cieza (Murcia), su pueblo natal, montaron el Consejo de Unificación Espartera y dotaron al pueblo de su propio sustento. Los propios vecinos defendieron a estos miembros de la CNT cuando quisieron ejecutarlos tras la Guerra Civil. Al autor, su juventud y su pertenencia a una “desquiciada familia” le impidieron terminar entonces esa obra. Ahora, con „La Vieja‟ resucita esa memoria, la de Ismael, la suya propia. Y también una memoria colectiva. Según detalla, los cuentos llegaron a tener el triple de extensión que la publicada ahora, eliminando aquellos que caían en el “esperpento” y el “tremendismo”. En ellos, “la vieja” se mira siempre “desde los ojos de los niños o los ancianos”, los que “nunca humillan con la mirada, porque no


pueden mirar desde arriba”. Pero ante todo, la novela es una “purga de dolor”, una “herida” para exorcizar todo lo vivido en su infancia, un “esquizoanálisis”, que diría Gilles Deleuze. Entre la filosofía y el realismo mágico El realismo mágico -“mi realidad de todos los días”- bebido de Juan Rulfo y de su „Llano en Llamas‟, las supersticiones, las apariciones, los muertos de la guerra y la posguerra, configuran este canto del autor a “la muerte como límite del mundo”, como “algo que no nos pertenece”. Es decir, también se pasea por sus páginas la filosofía de Spinoza, de Wittgenstein y de la propia Biblia. “Y no porque quiera seducirla (a la muerte), sino entretenerla para que no mate, es decir, declarar la guerra no a la muerte, sino al crimen”. Pese a los amargos recuerdos, a la crudeza de muchas de las páginas de „La Vieja‟, Federico de Arce asume sin embargo su novela como una llamada a la reconciliación. “Los españoles se odian desde siempre y tienen que dejar de hacerlo. Solo el amor puede salvar eso”, señala. De hecho, explica que la figura de „La Vieja‟ es Franco, que “sigue vivo en el corazón de la derecha española, a la que no podemos odiar, sino educar, porque todavía no podemos amarla”. “La Vieja sólo quiere pedir educación y respeto, y eso pasa por derogar entre todos la Ley de amnistía de 1977 -como todos los años propone Amnistía Internacional- para que de verdad podamos reconciliarnos. Y eso sólo será posible cuando no quede ningún español en las cunetas”. Federico de Arce (Murcia, 1968) es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Murcia y actualmente

ejerce como profesor de Lengua y Literatura en Toledo. Es autor del estudio preliminar „El diario de Paco Esteta y otros relatos‟, de Francisco Rojas; de la presentación, epílogo y biografía del escultor Alberto Sánchez, que aparecen en el libro „Alberto. Encuentro en Toledo 1895-1995‟; y de la novela „¿Por qué no hay una Hofbräuhaus en Toledo?‟, que sirvió de excusa literaria para una exposición de más de un centenar de artistas en el Museo de Antropología de Madrid. Ha publicado el poemario „Miel de brujas, la novela „La Voz de El Shaday‟ y en el año 2005 obtuvo el premio del certamen literario Dulce Chacón con el relato „Piratas‟, incluido ahora en „La Vieja‟. Página web de Descrito ediciones

Baltasar Magro La hora de Quevedo Alianza Ed. 2015


Una novela de gran calidad literaria e histórica, a la vez que humana. Quevedo va alternando el relato con el recuerdo de su actividad política al lado de poderosos, sobre todo su amistad y lealtad a Don Pedro, Duque de Osuna, virrey de Sicilia y de Nápoles, adonde le siguió como amigo, como consejero, como privado, e incluso como espía. Un libro que deleita por el lenguaje con que está escrito, que informa sobre la época, y que nos hace partícipes de los sentimientos de un poeta ,un guerrero, un solitario, un fiel amigo, y, por encima de todo, un hombre. Un libro muy ameno por los acontecimientos históricos de la época, las intrigas palaciegas, las luchas internas y las interminables guerras, alianzas, traiciones y conjuras en la Europa del siglo XVII. Era sin duda un reto mayúsculo: ponerse en la piel y la pluma de Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, hijo de una familia de la modesta aristocracia cortesana, secretario de honor de S.M. Felipe IV, caballero de la Orden de Santiago y señor de La Torre de Juan Abad, (CR) inmenso escritor en prosa, más aún en verso. Nos presenta el toledano Baltasar Magro a su protagonista cuando, en ese momento en el que nada puede ya «deshacer la contumaz trama hacia el vacío que a todos nos alcanza», empuña su mejor arma y escribe una larga confesión dirigida a su sobrino Pedro Alderete aunque a todos destinada. Porque es la historia de su vida, y su vida se confunde con la historia de España.

Tirando del ovillo de sus recuerdos, recupera lo acaecido a ese muchacho cojo, falto de vista y contrahecho, criado en la periferia de la corte aunque nunca trabajaría en palacio, y que tras reemplazar las faldas por las sotanas descubrió el poder demoledor de la palabra. Al hilo de sus preguntas: por qué fue castigado con saña, por qué provocó tanto odio en algunas gentes, por qué le encarcelaron sin pruebas, por qué hubo quien quiso acabar con su vida, por qué le acusaron de estar al servicio del enemigo francés… teje la crónica de esa España en la que reinaron los Felipes Tercero («no se le conocía otro ejercicio que la obediencia») y Cuarto («ha entregado su entendimiento y gobierno») y rigieron los validos, Lerma y Olivares, agostando el empuje de quienes, como el duque de Osuna, creían posible frenar el declive, y el de aquellos otros que, es el caso del propio Quevedo, osaron participar en un juego que les sobrepasaba. Y llegada La hora de Quevedo, el maestro se reconoce en sus ambiciones e ideales primeros, admite su debilidad de hombre tentado por el aplauso y el halago, y se entrega sumiso a lo inevitable: “Ya formidable y espantoso suena dentro del corazón el postrer día; y la última hora, negra y fría, se acerca de temor y sombras llena. Si agradable descanso, paz serena, la muerte en traje de dolor envía, señas da de su desdén de cortesía; más tiene de caricia que de pena”.

Página web de Alianza Ed.


que él accedió “como humilde pedidor” cuando era alcalde de La Solana. El también presidente de la Diputación ha dejado patente, ante una sala del pabellón Dionisos de FENAVIN repleta de público, la bondad y humildad de Salinas, su talla humana, su sonrisa sincera y sus buenas dotes de estudioso del tema que más le apasiona, el campo, la agricultura, el medio ambiente, el vino, la vid y la uva. Ha asegurado que es un gran entendido, que siempre ha recurrido a él cuando ha querido ser informado o asesorado sobre estas cuestiones sin miedo a equivocarse. Porque Salinas encarna la realidad de que al conocimiento profundo de las cosas se llega por estudiar de forma permanente.

La BAM presenta “El vino, de cepa en cepa”, de Antonio Salinas Prologado por el presidente de la Diputación de Ciudad Real Nemesio de Lara El libro “El vino, de cepa en cepa. De la viña a la cepa”, obra de Antonio Salinas, ha sido presentado esta tarde en el marco de la Feria Nacional del Vino por el presidente de este importante acontecimiento expositivo, Nemesio de Lara, quien también ha prologado la obra, publicada por la Biblioteca de Autores Manchegos, dependiente de la institución provincial. De Lara ha basado su intervención en describir el contenido de la obra y en la meticulosidad con que Salinas ha abordado una temática que domina en profundidad, aunque ha dedicado más tiempo a dar pinceladas sobre el autor, a quien conoce desd! e hace años, desde que el ejercicio de responsabilidades políticas los cruzó en un despacho al

Ha revelado De Lara en otro momento de su intervención que antes de ser presidente de la Diputación ya le habló Salinas de lo importante que sería llevar a cabo en Ciudad Real una gran feria monográfica de vino que ahora es una realidad. Con respecto a la obra ha comentado que Salinas ha trabajado meticulosamente, de ahí que el libro tenga grandes tintes enciclopédicos. Y ha añadido que el libro está perfectamente estructurado, es accesible, comprensible y directo. Por su parte, Antonio Salinas ha agradecido a De Lara su disposición a colaborar con su proyecto y ha dedicado su obra a los viticultores y enólogos que a lo largo de la historia se han esforzado por mejorar la viticultura y también a los que cada día se esfuerzan por hacerlo mejor. Ha comentado que su origen ha condicionado su vocación vitivinícola ya que es oriundo de un pueblo vinatero valenciano y agente de extensión


agraria de profesión. Salinas ha calificado su obra de divulgativa, que sirve para los que quieran iniciarse en el maravilloso mundo del ! vino. Ha explicado que se trata de un repaso por el vino español y de la vid, un cultivo muy adaptado a España que ha generado un rico patrimonio varietal. También aborda Salinas el tema de la producción y cree que en este país deberíamos haber aprendido ya que ponen el cultivo al borde de la rentabilidad la política de las cantidades, excedentes y bajos precios. Ha remarcado, no obstante, que hoy en España se produce mejor que nunca gracias al esfuerzo de técnicos agronómicos, al desarrollo biotecnológico, a los enólogos y a los comerciales. Aunque hay que aprender que el destino final de la producción es el consumidor y que la calidad del producto final empieza en la uva. La plantación, la poda, las técnicas de cultivo, las plagas y enfermedades son otros epígrafes que Salinas aborda con rigor, así como el consumo del vino, su relación ! con la salud y su incidencia en la dieta mediterránea, entre otros apartados como la riqueza del vocabulario vitivinícola. Una obra completa, muy redonda y profesional y, sobre todo, divulgativa.

Página web de la BAM

Alcalá del Júcar: Piedra, tierra, agua y sus gentes Gregorio (coordinador)

López

Sanz

Inst. de Estudios Albacetenses, 2015

Para las gentes del mundo rural cualquier ocasión es buena con el fin de celebrar el paso de la vida. Que hace 650 años se otorgara el privilegio de villazgo a Alcalá del Río Júcar es la excusa perfecta para que hoy, las gentes de La Gila, las Casas del Cerro, las Eras, Tolosa, Zulema y Alcalá del Júcar, su Ayuntamiento y el Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel" se hayan puesto manos a la obra para publicar un libro, que a modo de miscelánea, haga un repaso de los elementos principales que configuran esta porción de la antigua Tierra de Jorquera y Ves, hoy conocida como La Manchuela. Los/as autores/as que han colaborado en esta obra colectiva han


puesto en orden sus conocimientos sobre diferentes ramas del saber y las han plasmado en los capítulos que conforman el presente libro, con espíritu científico riguroso y divulgativo a la vez, movidos por el noble interés de divulgar y dejar constancia de sus saberes para los alcalaeños/as de ahora y de mañana. Porque a partir de los saberes vividos, compartidos, mezclados, respetados, adaptados y guardados, quienes nos precedieron en el tiempo nos legaron una tierra rebosante de dignidad. El primer bloque temático del libro aborda la PREHISTORIA E HISTORIA: Amalia Gil Cebrián, en el capítulo titulado "Contribución a una catalogación de los yacimientos arqueológicos de Alcalá del Júcar: la Edad del Bronce y la Cultura Ibérica", nos recuerda otros pueblos que antes de nuestra era pasaron y vivieron en esta tierra. "El poblamiento islámico de las tierras de Alcalá del Júcar (siglos VII al XIII)escrito por José Luís Simón García., nos muestra las aguas de nuestro río, su cañón vertical y su ribera fértil como la conjunción de elementos proclives a los asentamientos humanos, donde el techo y el pan eran más fáciles de conseguir. "Alcalá del Río Júcar: del islam al concejo castellano" es obra de Aurelio Pretel Marín. José Cano Valero aborda el estudio de "El privilegio de villazgo de la villa de Alcalá del Río Júcar". "La cofradía de nuestra señora del Rosario de Alcalá del Río Júcar. El pan bendito asociado a su culto" es el título

del capítulo escrito por José Antonio Almendros. Ramón Carrilero y José Sánchez Ferrer son los autores del capítulo "Aportaciones documentales sobre el Cristo de los Tolosa (1650ca.- 1840). "La desamortización en el municipio de Alcalá del Júcar en el contexto desamortizador de La Manchuela" es desarrollado por Antonio Díaz García El segundo bloque de capítulos del libro se agrupa bajo el epígrafe de MEDIO URBANO: "Introducción al patrimonio arquitectónico de Alcalá del Júcar" es el capítulo elaborado por José Luís Valiente Pelayo. Gumersindo Fernández Serrano es el autor del capítulo que lleva por título "Alcalá del Júcar y su alfoz: aproximación a la construcción y articulación del territorio alcalaeño entre época medieval y moderna" La tercera parte del libro incluye cinco capítulos referidos al MEDIO NATURAL de Alcalá del Júcar "Las fuentes de Alcalá del Júcar" es el título del capítulo escrito porGregorio López Sanz y Rafael Molina Cantos. De nuevo Rafael Molina Cantos y Gregorio López Sanz, junto con Margarita Melgoso Navarro escriben un capítulo sobre "Los tollos de Alcalá del Júcar". "La flora y la vegetación en Alcalá del Júcar. Dinamismo de las comunidades vegetales y espacios de interés botánico" es el capítulo redactado por Rafael Molina Cantos, Arturo Valdés Franzi y José Gómez Navarro.


Pablo Jutglá Monedero desarrolla un capítulo bajo el título "Algunos aprovechamientos vegetales en Alcalá del Júcar a lo largo de los tiempos". "Etnobiología del cañón del Río Júcar" es el capítulo escrito por Diego Rivera Fajardo, Alonso Verde, Concepción Obón y Rodrigo Roldán. La última parte del libro agrupa tres capítulos bajo el epígrafe ECONOMÍA Y SOCIEDAD: Carmen García Martínez y Miguel Panadero Moya son los autores del capítulo "El paisaje del Valle del Júcar y de su entorno, en el nordeste de la provincia de Albacete". "Perfil socioeconómico de Alcalá del Júcar a través de la historia" es el capítulo que desarrolla Miguel Ramón Pardo Pardo. Y finaliza el libro con la aportación de Isidro Sánchez Sánchez con el título "Alcalá del Júcar: el paisaje vivido" Entre los capítulos, uniendo, que no separando, contamos con las fotografías de Eugenio Roldán Martínez y Antonio Manzanares Palarea Página web del IEA

Javier Cantero González y Fernando González Atienza La Thova. Historia de la Villa de La Toba, Guadalajara, Ayuntamiento de La Toba, 2014, 176 páginas. El índice del libro que comentamos no es muy amplio, pero es proporcionado a la realidad histórica del pueblo de que trata. En lo que a su Historia se refiere abarca desde la Edad del Bronce hasta la Edad Contemporánea, pasando por el Hierro, la Romanización, la época visigoda, y las Edades Media y Moderna, para llegar al momento en que le fue concedido el título de villazgo -en 1632- y desde allí, a través de sus numerosas vicisitudes alcanzar el momento en que La Toba contesta al cuestionario que constituye el Catastro del Marqués de la Ensenada, datado en 1750. Otro apartado está formado por lo que podríamos considerar como las señas de identidad de la localidad, especialmente su escudo y su bandera. Un tercer apartado, que desde nuestro punto de vista debería haber sido un complemento o apéndice del primero, recoge una serie de episodios históricos, a través de la publicación de los correspondientes documentos originales. El libro continua con una serie dedicada a los lugares más sobresalientes del pueblo: la iglesia, las ermitas y la fuente de “Los Tres Caños”, además de otros lugares, para completarse con un álbum fotográfico, y finalizar con un apartado destinado a las tradiciones populares y recetas, que completa eso otro texto que dimos a conocer en nuestra reseña de la semana pasada, editado también por el Ayuntamiento de la localidad, titulado La Toba. Leyendas, Poemas y Cantares.


Dos grandes bloques, uno histórico y otro artístico-monumental, costumbrista y fotográfico, a través de los que “se han querido recopilar los hechos históricos más relevantes de los que se tiene constancia desde el origen de los tiempos, pero también pequeñas historias que hacen las personas que habitan un lugar, el pueblo propiamente dicho y verdadero protagonista de este libro, y que derivan en leyendas, tradiciones, cantares, usos, costumbres… formas de vida, en definitiva, que dan un carácter determinado a un pueblo”, con los que se ha pretendido que el investigador del mañana pueda servirse de los datos que en este libro se recogen y crezca el interés por La Toba. Después van analizando cada periodo pormenorizadamente. A la Edad del Bronce, que los autores sitúan del 1.800 a. C. hasta 1.000 a. C. (aproximadamente), pertenecen varios yacimientos situados en los lugares conocidos como “La Torre Chica” -junto a “La Torrecilla”- donde se encuentra “La Peña Escrita”, descrita por el profesor Valiente Malla en su Guía de la Arqueología de Guadalajara, que Javier Cantero y Fernando González consideran un “santuario”, dado que también aparecen signos paleocristianos; en el paraje conocido por “Las Majadas”, que figura en la Carta Arqueológica de La Toba, se constata la existencia de un taller lítico, con fragmentos cerámicos y de metal, clasificado como perteneciente a la “Cultura de las Cogotas” y, muy cercano el yacimiento de “Santecilla”, donde han encontrado cerámica y pequeños fragmentos metálicos. Este último inédito. La Edad del Hierro, que abarca desde el año 1.000 a. C. (aproximadamente), hasta el 98 a. C. (año de la toma de Tiermes por Roma, última polis celtibera), está representada por diversos materiales localizados en los castros anteriormente citados de “La

Torrecilla” y el probable de “Santecilla”, habitados por los Arévacos, puesto que La Toba se encontraría en su zona de expansión por la vega del Henares. Respecto a la Romanización -del 98 a. C. hasta el 410 d. C. (caída del Imperio Romano)- los autores del libro aluden a la existencia de, al menos, dos poblados romanos, concretamente en el antiguo término de Alcorlo, donde se encuentra “Santecilla”, en el que aparece con frecuencia numerario romano desde época republicana hasta las últimas etapas del Imperio: cronológicamente de Calígula, Vespasiano, Gallieno, Tétrico Padre, Claudio II Gótico, Quintillo, Aureliano, Constancio Cloro, Licinio Padre, Constantino Magno, Constancio II, Crispo, Magnencio y Constantino III, junto a cerámica roja de paredes finas, terra sigillata hispánica y objetos metálicos de uso cotidiano. Más conocido es el yacimiento del “Villar”, que aunque enclavado en el término municipal de Membrillera siempre perteneció a propietarios de La Toba, en el que apareció una moneda celtibérica de Ekualakos. No figuran datos acerca del periodo visigodo, por lo que se podía haber prescindido de ese apartado y haber pasado directamente al correspondiente a la Edad Media, que es el periodo donde debería haberse incluido el periodo visigótico, y que en el libro incluye la invasión musulmana y la Reconquista. En él se da una versión, basada en mitos y leyendas, sobre el posible origen del pueblo, que se otorga a la reina doña Urraca, cuando, según dicen, en el camino hacia su encarcelamiento en el Real de Manzanares, al pasar por el paraje ahora llamado “El Arroyo” encontró manantial de buen agua, por lo que mandó construir una fuente -que es la Fuente de Abajo o de los Tres Cañosy, muy cerca, un “palacio”. Al parecer, la fuente fue construida al estilo árabe, pero


con materiales romanos… Lo cierto es que esto no son más que leyendas, por lo que más adelante se ofrece una colección de documentos para dar una explicación más fehaciente sobre la formación del núcleo urbano de La Toba: en el primer documento, de 21 de octubre de 1231, el obispo seguntino don Lope dota al Arciprestazgo de Atienza para el establecimiento de un maestro de Gramática en dicha villa para que escolarice a los niños de las noventa y dos aldeas pertenecientes a ella, entre las que figura La Toba con el nombre de “Val de la Tova”; el segundo corresponde al reinado de Alfonso XI y es su Libro de la Montería, y el tercero indica como en 1353, el rey Pedro I ordena al obispo de Sigüenza, Don Pedro Gómez Barroso, una estadística de todas las iglesias que había en su diócesis, con el fin de recaudar los diezmos que le pertenecían. Antes de penetrar en la Edad Moderna se ofrecen al lector algunas puntualizaciones breves sobre el topónimo La Toba, basadas en el Diccionario de Toponimia de Guadalajara de José Antonio Ranz Yubero. Indudablemente para La Toba el hecho más importante de cuantos sucedieron en la Edad Moderna fue el otorgamiento del título de Villa y sus privilegios, que fue posible gracias a Doña Ana Hurtado de Mendoza de la Vega, que, un año antes de su muerte, “a instancia y suplicación suya”, lo consiguió del rey Felipe IV. Lo cual significaba la “exención de la jurisdicción de la villa de Jadraque al Consejo de Justicia y renombra el lugar de La Toba intitulándola Villa para que tuviera Jurisdicción y alcabala” (12 de enero de 1632). La “Transcripción del Título de Villazgo” ocupa las páginas 51 a 64 y va seguida de las “Respuestas Generales de la Villa de La Thova” al Catastro del Marqués de la Ensenada. El escudo y la bandera ocupan el capítulo cuatro y en él se deja constancia de la

documentación surgida con el paso del tiempo, del 29 de enero de 2010 al 31 de enero del siguiente, consistente en la Justificación Legal y Social, los antecedentes históricos y la propuesta de escudo, además de su justificación armera, así como la propuesta de creación de bandera. Como dijimos más arriba, el apartado quinto consiste en una recopilación de diez “Episodios históricos” realizado según los documentos originales. Son datos que han sido comentados a lo largo del libro, especialmente en el capítulo primero, y consisten principalmente en pleitos de hidalguía, o surgidos entre los propios vecinos del pueblo o con los de los pueblos circunvecinos, y un documento más sobre la guerra contra los franceses, el llamado suceso de Valdeolivas, del que por el momento se desconoce su localización exacta. El capítulo dedicado al patrimonio histórico-artístico y monumental se centra principalmente en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, restaurada entre los años 1995 y 1996, y su patrimonio religioso, y cuya descripción arquitectónica queda reflejada en el Informe elaborado por el entonces Delegado Diocesano de Patrimonio Cultural Juan J. Asenjo Pelegrina, que se incluye completo, además de en las principales manifestaciones artísticas conservadas en dicha iglesia: los retablos de San Blas, quizás el más antiguo, datado en el siglo XVII; de la Virgen del Pilar, del XVIII; el mayor, dedicado a San Juan Bautista; el sagrario, las hornacinas y sus imágenes, así como otras piezas de interés como una puerta de sagrario, una imagen de vestir del Niño Jesús, la pila bautismal, el vía crucis -exterior al templo-, la lauda sepulcral del doctor Zumel (que no Zumiel como figura en el texto de los documentos, en el apartado quinto)… aunque mención especial merece la cruz


procesional del siglo XVI, firmada por Covarrubias, platero seguntino. Sigue una descripción de las ermitas: San Roque, San Bartolomé y las de Nuestra Señora de Quita Angustia (no confundir con Quinta Angustia) y de la Soledad. Se incluye una interesante descripción e historia acerca de la Fuente de los Tres Caños. Siempre con fotos en color. Casi una veintena de páginas se destinan al álbum fotográfico de La Toba, donde aparecen lugares, paisajes urbanos, personajes y colegiales, además de escenas agrícolas tradicionales. Las tres primeras fotos, interesantes, son de la picota. En el último capítulo se recogen algunas tradiciones de posible origen pagano perdidas en el recuerdo, entre las que se figuran las antiguas medidas (la fanega, la legua, y tantas otras que hemos venido utilizando hasta hace relativamente poco tiempo); “las vaquillas” del carnaval, semejantes a otras como las de Membrillera, Robledillo de Mohernando y Villares de Jadraque, que se perdieron a comienzos del siglo XX; las calabazas del Día de Todos los Santos, que duraron hasta los años cuarenta; el “echar el torero”, es decir, esa competición entre labradores jóvenes consistente en ver quién traza el surco más recto con su pareja de mulas; el juego de “las charpas”, equivalente a lo que en otros lugares se conoce como “cara y cruz”; junto a alguna que otra tradición culinaria como pueden ser las rosquillas, las judías “colorás”, la tradicional matanza del cerdo y la elaboración de un vino local, que dicen era de muy buena calidad.

José Ramón López de los Mozos

Vicente Miguel Carceller: el éxito trágico del editor de La Traca Antonio Laguna Platero El Nadir Ediciones 196 pags.; 20 € Dibujante, periodista, autor teatral, empresario y, por encima de todo, editor, Vicente (o Visént) Miguel Carceller fue un personaje clave de la cultura popular de la España del primer tercio del siglo XX. Dueño en pocos años de un vasto negocio editorial radicado en Valencia, sus provocadoras publicaciones -entre las que sobresalió el "obsceno e impúdico" semanario satírico La Traca- conocerán un enorme éxito en toda España, sobre todo a partir de la proclamación de la II República. En una etapa decisiva que coincide con la irrupción de una incipiente sociedad de masas y en la que la cultura tradicional adquiere una nueva dimensión industrial, Carceller será el máximo impulsor de "la filosofía traquera", cultura popular de connotaciones republicanas y anticlericales rebosante de humor y sexo, a la vez que el mayor promotor de la literatura y el teatro en valenciano de su tiempo, con iniciativas tan señeras como "El Cuento del Dumenche" o "Nostre Teatro".


En junio de 1940 la justicia franquista lo fusiló -junto con el caricaturista "Bluff"- por "auxilio a la rebelión", lo sepultó en una fosa del cementerio de Paterna y borró todas las huellas de su pasado. La transición, con el pacto de la desmemoria, ha dificultado la recuperación de su enorme patrimonio editorial y cultural. Hoy empezamos a cerrar el descomunal paréntesis del legado de Vicente Miguel Carceller. Antonio Laguna Platero es doctor en Historia por la Universitat de València. En la actualidad es decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCLM, en Cuenca. Ha sido profesor de Historia del Periodismo en la Fundación San Pablo CEU. También ha sido director de comunicación de distintas organizaciones e instituciones y se ha especializado en el ámbito de la comunicación política. De la web de Marcial Pons

Experiencias republicanas en la historia de España J Sisinio Pérez Garzón (ed.), Francisco Alía Miranda, Óscar Bascuñán, José Antonio Castellanos , Vicente Cendrero, Lucía Crespo , Eduardo Higueras y Á Ramón del Valle.

¿Qué sabemos del republicanismo y de los republicanos en la historia de España? ¿En cuántos libros no se enfoca la Segunda República española como la antesala de una guerra civil, como si llevara en su misma proclamación el germen del fratricidio? ¿Por qué la idea de federalismo se ha convertido en sinónimo de separación y caos nacional? Los monárquicos que en 1874 dieron un golpe militar contra la primera República fueron los propagadores iniciales de esa imagen de caos que luego cultivaron, a lo largo de cuarenta años de martilleo constante, quienes trataron de justificar su insurrección violenta contra la legalidad de la segunda República. Sin embargo, una importante nómina de historiadores, vinculados casi todos ellos al departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, ajenos a cualquier mitificación, ha replanteado la complejidad y el significado de las trayectorias y aportaciones del republicanismo español en los siglos XIX y XX. A esas investigaciones rigurosas y objetivas se suma ahora este libro, cuyos autores documentan y explican las teorías y prácticas, no siempre unánimes, de un republicanismo que fue mucho más allá del cambio en la jefatura del Estado, a la vez que subrayan, sin argumentos partidistas, la riqueza de la cultura republicana, que convierte la garantía colectiva de los derechos individuales en el primer asunto público. Por eso es necesario conocer cómo y en qué condiciones se han desarrollado en España las experiencias republicanas, con sus intrigas y fracasos, con sus contribuciones y logros, siempre con el afán de abrir horizontes de democracia y de organizar un porvenir más justo para todos los ciudadanos.

Catarata, 2015; 368 pags.; 20 € Página web de Catarata


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