REDACCIÓN Iván Mata Montserrath Campos Sánchez Jessica Romero Antonio Meltis Ligelia Edwards Luis Rey Nambo Laura Isabella Martín Alizzia Rmz
DISEÑO GRÁFICO Dulcinea Peña
La Sombra Roja. Número 2, Febrero 2013. Esta es una publicación bimestral redactada en Guanajuato, Gto. Derechos reservados. Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta publicación. Los textos son responsabilidad de los autores. Las imágenes tomadas de diversas fuentes de internet se utilizan únicamente con fines ilustrativos.
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ADVERTENCIA: DEBIDO AL GENERO DE ESTA PUBLICACIÓN, ALGUNOS CUENTOS EXPUESTOS EN ESTA REVISTA PUEDEN TENER CONTENIDO VIOLENTO.
Nota editorial
H
ace frío allá afuera. Al otro lado de la ventana veo amontonarse la nieve encima de los años, escucho la voz del invierno lamentando la muerte de primavera.
¿Cuántos significados tiene el invierno? ¿Cuántas historias tendrá para contarnos? Seguro una por cada árbol desnudo en un bosque tenebroso, una por cada niño corriendo entre la nieve. Una por cada beso bajo el muérdago, por cada accidente en la carretera, por cada risa junto al fuego y por cada fuego en la profunda ciénaga, por cada aullido en la selva de cristal. Una por cada sombra roja en la pared. Este invierno les traemos sólo una muestra de ellas, aquellas flores blancas que germinaron alimentadas por las nieves y los débiles rayos del sol. Siéntate, amigo lector, aquí junto a la fogata y deja que la sombra roja te cuente su propia historia.
4
II
III
Es bajo la delgada piel de sus
Y toda ella desnuda frente al
párpados donde se descubre comple-
espejo de las copas de vino rotas del
ta y absolutamente sujeta a la volun-
otro hombre que se adueñó de su
tad de sus recuerdos. Ahí se mantie-
ropa, a cambio de una locura y de un
ne, arrepentida y firme en aguantar el
juego que perdió con el maquillaje
hambre que se pide entre mareas de
corrido, con las piernas inquietas y
pétalos del blanco y del negro, y del
el olor a pólvora llenando la antesala
amarillo y del azul que le gritan todas
del infierno, del baúl de sus anhelos
las voces detrás de sus oídos, debajo,
ejecutados al amanecer de un in-
debajo de la gritonería que el humo
vierno. Se mira y se toca mientras la
de su cigarro se creía perdido, cuando
vergüenza de la bala se le escurre por
esa tarde se perdió esa mañana, la
la frente, baja por sus mejillas y hace
noche de las sábanas empapadas de
su nido en el principio de su húmeda sonrisa.
Antonio
Un texto corto, críptico, que exige paciencia y buen jui-
la libertad de sus ojos completamen-
Meltis
cio, es lo primero que nos ofrece Antonio Meltis al
te, absolutamente, momentáneamen-
unirse a nosotros en este proyecto. Lleno de imáge-
te cerrados para nunca confesar ese
nes confusas pero hermosas, una poesía y un acertijo.
secreto que es el más oscuro.
bajo su membrana más íntima[...]”
I Ahí abajo, donde se encuentra el camino más oscuro de la memoria y los demonios,
tirado en su pozo de piedras y gritos;
ahí está su silueta en pose delicada
la realidad y la consciencia, buscan-
y elegante. Se sienta bajo el árbol del
do una salida, una escalera de piel y
más oscuro relieve, corteza húme-
cuerda que la eleve a la superficie de
da que le abrasa con musgo y agua
luces, del calor más intenso bajo su
salada de todas las lágrimas que ha
membrana más íntima.
6
“[...]del calor más intenso
ahí esta ella, símbolo erótico de un pasado perdido entre los pliegues de
7
IV
V
Despertaste bajo el aura inquieta del viento sobre tu cuerpo húmedo, esa tarde que le siguió a tu metáfora de abandono etílico, de cuerpo y alma y mirada exhausta, buscando la entrada al paraíso de la verdadera felicidad que soñabas con poseer para toda la eternidad de tu memoria secuestrada por el instinto que absorbiste del jardín de su encuentro, donde la nieve y el fuego caminaban a paso lento como el tuyo esa mañana de invierno cuando te creías viva y en realidad dormías a la sombra del único árbol desnudo. Abriste los ojos y la boca, y de tu boca no salía más que el elogio del murmullo húmedo bailado bajo luces de tenue y de amarillo, y música que te despertaba al cerrar los ojos y olvidar tu cansancio y abrir las piernas, pero de tu mirada sólo salía una palabra que aún escondes bajo llave en el cajón de los recuerdos.
Y bajo tu árbol desnudo comenzaste a conjurar nombres perfectos que te miraban y tocaban desde el otro lado de la cama del cuarto infinito en el centro de tu mente, donde todos tus fracasos y todas tus victorias se acostaban en una orgía ordenada en colores y licores y calor, mientras esperaban que hablaras el manifiesto final y que tu boca se abriera y tus ojos y por fin culminara en un último acto inmortal y ahí abajo tu último suspiro en la oscuridad.
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Monserrat Campos es la autora más experimentada del
Montserrath
círculo. Poetisa de gran talento imprime en este cuento
Campos
mucha de la tinta de su poesía, musical y a un tiempo tan
Sánchez
terrena. Siempre provocando admiración y escándalo, mirando con curiosidad la experimentación sexual, respirando profundamente el aliento de la marihuana, nos muestra un poco de esa extraña locura auto infligida en este texto.
No estabas seguro de asistir a la bienvenida de tu facultad,
Peca hizo que tuvieras una extraña
traías una resaca de mezcal que te
erección, al sentirle sus dedos peque-
mantuvo durmiendo por veinte horas
ños cuando te daba el vaso con agua
seguidas, pero tenías un presenti-
loca; lo bebiste de golpe. Últimamente
miento, y lo corroboraste cuando dos
llevabas semanas sumergido en la
moscas se encamaron en tu camisa.
botella —Escapismo, enajenación,
Quizá por eso te vestiste de negro.
abrir— cerrar los ojos, cerrar-abrir
Apenas llegaste a la fiesta, la
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el mezcal, abrir-expulsar el humo,
Esa última pregunta en especial,
cena, en cuanto terminaron, te
caminar erguido, por las ocho cua-
cerrar-tragarlo— Te molestaba la acti-
tenía que ser obligada, sobre todo
llevó a su habitación, y comenzó a
dras que faltaban hasta tu casa, y ahí
tud de la mayoría de tus compañeros,
después de la chava que conociste en
desnudarte. Ella subía y bajaba con
ibas, tembloroso, sollozando de rabia
siempre mirando hacía arriba cuando
la sala de espera del Seguro Social;
su mano por tu cuerpo. Acaso te pa-
porque no podías creer cómo no lo
hablaban de libros; tema que te pro-
estaba dando su servicio profesional,
reció tan similar, a una de las manos
adivinaste cuando ella lamía sus de-
vocaba ganas de volver a tu colchón y
te lo dijo luego de que intercambiaran
del mural pintado en la pared. —Se
dos. Pero qué dedo fue, el del medio,
quemar la poca hierba que quedaba.
un par de oraciones sobre la burocra-
llama la Creación de Miguel Ángel—,
el índice, qué carajos importaba ya,
Por qué tenían que caer en la misma
cia y los amoríos que se daban entre
te lo dijo entre suspiro y quejido.
pero sí, si importaba, tenías que saber
pregunta: ¿Qué libro estás leyendo?
enfermeras y médicos. Su madre duró
En lugar de que preguntaran: ¿Cuán-
siete años de amante con uno, pero
tos gargajos habías pisado camino a
eso no te lo dijo, porque ella también
porque le comenzaste a hacer el amor
podrías demandarla, ¿podrías? Pero si
la fiesta, a cuántos gatos habías visto
estaba cursando su último año de
de manera muy convencional, nada de
esa mujer tenía una mirada tan limpia,
coger en toda tu vida, o cuántas veces
Enfermería y más de una vez había
posturas que la hicieran pensar que
si la propia mano, ésa que te había
te habían cogido a ti sin preguntar
fantaseado con el médico de guardia,
te la pasabas mirando pornografía
ofendido, horas antes había acaricia-
antes, si te gustaba que te metieran el
cuyo pantalón del uniforme le ajusta-
japonesa; pero justo cuando estabas
do tu barbilla, tu cuello, desabotonado
dedo por el ano?
ba en la entrepierna. Intercambiaron
a punto de rendirle homenaje a sus
tu camisa, esa misma que te hablaba
números y la viste al día siguiente
finas caderas, a su sexo Vulcano, ella
cuando ella movía la boca, que era tan
afuera de un café a pocas cuadras de
se metió los dedos en la boca, luego
distinta a su otra mano, menos torpe,
su casa, ingenuamente creíste que
los pasó a la tuya, y quisiste terminar
esa traicionera, querías tenerla en
se quedarían a beber un par de ame-
entonces, pero aquello era tan subli-
frente para cercenarle los miembros
ricanos, pero ella te tomó del brazo y
me, tan líquido, que tal vez por eso
con las pinzas que tenías en alguna
te dijo que fueran a su casa a mirar
no te percataste en seguida, cuando
parte de la casa, lapidarla, escupirle
películas, debiste notar una señal,
sacó los dedos para acariciarte la
alcohol y prenderle fuego, quemar
porque te puso una película francesa
espalda, descender lentamente hasta
cocaína sobre ella, sólo necesitarías
en donde a la actriz le gustaba que su
tus nalgas, hacer círculos en tu coxis,
aluminio y luego la inhalarías con el
novio la amarrara a la cama y le diera
para luego, sin preguntar, meterte uno
cuero del dedo ofensor, pero si tú no
bofetadas mientras la penetraba. Que
de los dedos tan profundo, que te hizo
fumabas piedra, entonces podrías
va, debe de ser una chica muy alivia-
estremecer, acalambrarte, recordarle
utilizar ese cuero como sábana para
nada, lo pensaste cuando saliste de
a su madre, y a la tuya, ¡Pero si no soy
la mota, pero no, porque entonces el
su casa a media noche. A los tres días
puto!, articulaste mientras te vestías
dedo que estuvo en tu trasero pasaría
volviste a verla, esta vez te preparó la
rápidamente pensando cómo ibas a
a estar en tu boca, fumarías tu propia
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cuál de los dos cabrones te había vioQuisiste ser todo un caballero
lado, porque eso era, violación, hasta
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“[...] querías terminar entonces, pero aquello era tan sublime [...]
mierda —Coprofagia, canibalismo,
llevarías contigo un juego geométri-
casi anémica. Quizá por la posición
abrir-cerrar los ojos, cerrar abrir-las
co… Estabas pensando en eso, cuan-
en la que estaban sentados, sólo
trabas de nuevo en el baño, esta vez
nalgas, abrir-invitar al placer, cerrar-
do una mujer se te acercó, parecía
alcanzaste a ver una de sus manos,
lograste expulsar todos los dedos,
contener el orgasmo—
ser de recién ingreso porque aún no
estaba tan impávida, como dormida,
uno, dos, cinco, sonriente te levanta-
tomaba postura de diva, se le quedó
no reaccionaba a ninguno de los mo-
bas de la tasa. De pronto, te desper-
mirando a tus tenis y te preguntó, sí
vimientos de sus labios, ni siquiera se
tó una mano que saltó de la pared,
tienes el mismo sueño recurrente,
era requisito traer un par de convers,
agitaba con la risa, incluso te rechazó
mientras la otra, la de ella, recuperó
te miras sentado en la tasa del baño
ya que lo único que había visto en la
cuando le ofreciste ayuda para levan-
el movimiento y te sujetó boca abajo,
y cuando comienzas a pujar, te das
facultad, eran pies cubiertos de negro
tar su cuerpo.
sentiste unos dedos recorrer tu espal-
cuenta que estás cagando un dedo,
con blanco, apenas dijo eso, recor-
dos, cuatro, luego te despiertas,
daste a las moscas de tu camisa, le
¿pero por qué no expulsas al número
sonreíste, era ella, tenía que serlo. No
a caminar por los túneles, esta vez
ción, gozar sin abrir los ojos, abrir sin
cinco?, ¿acaso será Él?, ¡Carajo!, cómo
recuerdas cuantas horas, cuantos
tampoco hubo una señal, o no la de-
cerrar las nalgas, abrir-meter jeringa,
odias no poder estar consciente en
vasos de agua loca, ni cuantas pala-
tectaste. No sabes si fue el toque que
cerrar- expulsar jabón—.
ese baño para analizar el tamaño
bras se dijeron, porque estabas como
te dio la Peca, o el mezcal, o la com-
de tus deyecciones, si fuera posible
salido, mirando su piel transparente,
binación de ambos, pero conocías el
Ya pasaron cinco meses y aún
El sueño te venció, te encon-
da, hacer círculos en tu coxis. Primero Salieron del lugar y comenzaron
fueron cinco, después uno. —Precau-
camino hasta su casa. Ella te invitó a pasar con el pretexto de mostrarte el mural del que aseguró, se pasó horas hablándote en la fiesta. El mural estaba en la habitación de cuyo aroma recuerdas como en trazos. Te invitó a la cama, le coqueteó a tu boca y esperó paciente a que la desnudaras; la mano torpe seguía inmóvil, incluso cuando la llevaste dentro de tu boxer, eso te dio tranquilidad, de nuevo el macho apaciguaba a su hembra— Virilidad, Misoginia, abrir-cerrar los ojos, abrir-penetrar su cuerpo, cerrarvaciar tu esperma—
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Prólogo La historia que estoy por narrar acaeció en tiempos ya muy distantes, aunque no tan remotos como aparentan los hechos mismos que aquí se tratan. Es la traducción de un texto encontrado en la biblioteca de la Universidad de Brathan el pasado mes de abril y me entristece tener que decir que no fui yo el afortunado que dirá en un futuro “he recuperado la epopeya nacional Brathana”. No, ha llegado hasta mí por una reciente traducción alemana del original - pese a que Brathan se encuentra tan al norte, en el punto justo en que Oriente se encuentra con Occidente – puesto que los Duques de Brathan profesaron una gran admiración por la lengua teutona, al grado de que antiguamente, la corte sólo hablaba ese idioma, como hubo un tiempo en que la corte rusa sólo sabía hablar francés. Este es sólo un fragmento de un libro que se empezó a Luís
Un extraño cuento de hadas, si tal puede ser llamado, prove-
escribir en Brathano antiguo por eso del siglo VII u VIII después de Cristo, y no
Rey
niente del folclor Brathano, abundante en reiteraciones, es
dejó de crecer hasta la revolución rusa.
Nambo
lo que nos presenta Luis Rey Nambo este número. No se trata de un texto de rápida lectura, ni por su extensión ni por el estilo. Pesado a ratos, aún así, creemos que vale la pena ofrecer esta historia, llena de fantasía, de horrores, crímenes, lujurias asesinas y avaricias destructoras finalmente castigadas por el aliento del invierno, Los lobos ofrece el brillo de esa narrativa tan complicada y reveladora que es la mitología escrita, el sustento de los pueblos y la esencia misma del hombre y su comprensión del mundo que le rodea.
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Rico en reiteraciones, los múltiples autores del Ka’Kyrlengaer, Relato de los Señores, gustan de retomar los relatos anteriores del mismo libro y reintroducirlos o reconstruirlos dentro de las nuevas historias. Es más que una relación de los hechos de lo nobles de Brathan, es además una recopilación minuciosa de la mitología de un pueblo que abrazó el cristianismo sin por ello renunciar a su alma pagana. Seleccioné este fragmento precisamente porque, dada su relativa contemporaneidad, estaba escrito originalmente en alemán y no en Brathano, lo que reduce el abismo casi inevitable con que se enfrenta el traductor y más aún, el distanciamiento a que sometemos al lector. Espero que mi terrible sentido del ritmo no aleje al lector curioso, e insto al conocedor de la lengua a aventurarse entre sus páginas, hasta las murallas que contienen el mar y el castillo en lo alto del acantilado, a la tierra de Aquel Que Brama En La Tempestad. Luís Rey Nambo Arcos
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I Del festín y el compromiso de Angelique
Por tanto, el señor Fenriete, su
quedaron sordos al resto de las voces,
padre, convocó a todos los príncipes
excepto a la suya y muchas fueron las
nobles con quienes mantenía tratos o
riquezas que se ofrecieron al Señor
guardaba promesa de lealtad, sumi-
de Brathan a cambio de la mano de
de su padre, remontándose hasta los
sión o alianza y celebró un gran festín
su hija. Entonces el deseo de paz que
Kyrie , la hija menor del duque de
lejanos tiempos del Señor Wolfgang,
que duró tres días con sus noches. El
anidara en un principio en su corazón
Brathan había cumplido los catorce
domador de lobos. Pero la inherente
gran salón del Señor de Brathan se
fue suplantado por un buitre negro
años y ya entonces era la damita más
crudeza de aquella tempestad que
llenó de luz y canciones, músicos de
hambriento de oro y tierras. Dicen que
hermosa entre todas las nacidas en
arrastraba consigo a cada descen-
toda Asia y Europa entraron ostentan-
en el preciso momento que esto su-
Brathan o en cualquier región a orien-
diente de la casa de Kyrie , se había
do banderas Eslavas, Escandinavas,
cedió el gran festín se corrompió y se
te o a occidente. Dicen que cuando
suavizado, hasta convertirse en una
Germanas, Hesperias, Musulmanas,
transformó en una orgía abominable.
anochecía, la luz del sol aún brillaba
platinada llovizna capaz de lavar la
Semitas3. Se comió y bebió tanto que
en su cabellera y que su rostro era
sangre que manchaba los muros del
se podría haber alimentado un país
capaz de doblegar el corazón de
castillo de su padre tras más de un
entero por todo un mes con lo que ahí
las montañas. Pero por sobre todo,
milenio de guerras y horrores.
se consumó en esos tres días con sus
Sucedió que Angelique von 1
2
estaban sus ojos, grises tal cual lo
noches.
fueron los de su padre y los del padre Pero no había manjar tan apetecible como la hija del duque, ni can1
Kyrie, es la palabra griega para “Señor”. No se sabe exactamente por qué la pala-
ción tan hermosa como la entonada
bra sobrevivió intacta al contacto con la lengua Brathana o alemana, ni siquiera cómo
por su aliento al resoplar emberrin-
llegó tan al norte, si no es por la influencia rusa. En todo caso, la teoría más aceptada
chada, negándose a entrar de buen
es que fue tomada de la oración Kyrie eleyson, Christe eleyson, mencionada en el La-
grado al salón principal.
mento del Señor Wolfgang. Ver Ka’Kyrlengaer, libro primero. El von en el nombre de los
Pero en cuanto lo hizo, los ojos
Kyrie no fue utilizado hasta principios del siglo XIV, cuando el Duque Fandral IV contrajo matrimonio con Margareth von Eisenhaim e introdujo la cultura germana a Brathan. El
olvidaron toda otra luz y los oídos
nombre Angelique le fue puesto por su madre, que era francesa. Eso habla de la multitud de culturas que aún hoy subsisten en aquel pequeño ducado al norte del mundo. 3
Para la maldición de los Kyrie, ver Ka’Kyrlengaer, Libro primero, canto tercero.
2
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Común en el Ka’Kyrlengaer es hacer referencia a las etnias y no a las naciones, o lla-
mar a las naciones con nombres que ya no se les daba en la época: Hesperia = Italia.
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El vino corrió rojo como sangre por el
hasta el verano próximo. Pues era tra-
así el otoño sin noticias del príncipe
corta), se sentía un pájaro abatido por
mentón de los príncipes y no pocas
dición y aún hoy se mantiene, que una
y Angelique enfrentó la estación sola
la flecha en pleno vuelo.
veces se mezcló con ella. Las flores
dama Brathana no conozca hombre
en su alcoba. Negábase a comer o
del castillo fueron arrancadas, algu-
alguno hasta cumplidos los quince5
a beber y el miedo le espantaba el
nas por voluntad propia, otras tron-
años al lado de su madre.
sueño, pues antes de ofrecer riquezas
ño, creyéndose perdida. Pero llegado
a su padre, Ferdinando había inten-
el invierno un gran navío atracó en los
tado poseerla por la fuerza y sólo el
puertos rocosos de Brathan y con él
chadas a la fuerza, pero ninguna por su belleza, pues los príncipes ya sólo
A pesar de esto, hubo paz, pues
Lloró amargamente todo el oto-
pensaban en la hija del Duque y fue a
el resto de los príncipes fueron re-
Dios había impedido que su ponzo-
nuevas del señor Ferdinando. El hijo
ella a quien llamaron cuando yacieron
compensados y aquellos que durmie-
ña se consumara en su frágil carne.
de Rey7 había muerto a manos de sus
con sus hermanas.
ron con las hermanas de la Duquesita
Pero ahora, condenada por su propio
amigos más cercanos durante una
las llevaron de buen grado a sus
progenitor a servirle de mujer el resto
larga orgía. Con su muerte acababa
Y de entre todos, no hubo
dominios en calidad de esposas, pues
de su vida (que lamentablemente fue
la línea sucesoria en Gudomina y la
hombre más perverso que el príncipe
aunque no eran tan hermosas, recor-
guerra civil parecía inevitable. Por
Ferdinando de Gudomina, una lejana
daban mucho a la menor. Y dicen que
tanto, en un intento de evitar el inútil
y poderosa tierra al occidente, en la
muchas fueron grandes señoras y
derramamiento de sangre, su padre
nariz misma del gran caballo del norte
madres de reyes y a través de ellas el
Rey había tomado la decisión de ser
. Fue él quien mayores riquezas ofre-
linaje de Kyrie no murió, pero de esto
él quien llevara a la cama a Angelique,
ció al Señor Duque de Brathan a más
no se habla más.
y así perpetuar el dominio de su casa
6
de tierras y dominio sobre rutas en el mar del norte4. Pudo entonces más
sobre Gudomina. Mucho se alegró Partió entonces el príncipe Fer-
el Duque ante la nueva, pues no sólo
la codicia del Señor Fenriete que su
dinando y con él su gran hueste con
convertía a su hija en Reina inme-
amor de padre y a él la entregó, con
la promesa de volver terminada la pri-
diatamente, sino que a cambio, se le
la condición que tendría que esperar
mavera por la mujer prometida. Pasó
ofrecían riquezas mayores a las ofertadas por Ferdinando. Juntó un gran séquito y mandó tesoros y palabras de aliento en la hora de necesidad
El caballo del norte, es la península escandinava. ¿Noruega quizá?.
4
escritas por los más sabios y alados Pues hasta los quince, aún es una infanta y no se le deja de llamar niña (Amnen) hasta
5
que sus propios hijos puedan llamarla mamá (Manen). Nótese cómo nunca se le da otro nombre. Esto es porque en la cultura Brathana, Rey no
7
Ver K’Kyrlengaer, Libro XXI: Del fin de la dinastía Kyrie.
6
18
era un título, sino un nombre.
19
poetas de Brathan, así como la con-
ame más que a mi pequeña. — en-
la oscuridad de Be’Lier oculta por las
firmación de que el trato se mantenía
tonces, atormentado por la pena y la
nubes y las ramas de los árboles y los
en pie… Mas el rostro del mensajero
belleza de la Duquesa, en todo seme-
grandes peñones. Pues le dijo, “más
estaba sombrío, aquejado por un gran
jante a su hija, el mensajero habló.
te vale muerta que en la cama de un
dolor que el Señor de Brathan, cega-
asesino.
do por su ambición, no veía. Sólo su
Pese a ser tan sólo un rumor,
esposa, la Duquesa alcanzó a hora-
todos lo daban por cierto, pues Rey
dar en lo profundo de su corazón. Lo
era afamado por su crueldad y ma-
abordó en el muelle, antes que la hora
licia. Y decían las lenguas (malas y
de partir se llegara y preguntó:
buenas por igual) que Rey, enterado
II De Be’Lier y el Señor Negro El viento sopló con más fuerza
de la belleza de la hija del Duque, y
en cuanto Angelique cruzó la última
convencido de ella por la gran riqueza
vereda. Frente a ella se extendían
corazón, algo que puede pesar sobre
que se pagó por ella, conspiró contra
los árboles negros y desnudos como
mi hija. Anda, dilo que yo guardaré tu
su hijo para arrebatarle a la niña.
Adán antes de conocer a Eva, resis-
— Veo que algo hay oculto en tu
nombre en silencio, pues nada hay en esta tierra o en cualquier otra que
tiendo con valor el ardiente peso de — Ha sido él quien ordenó su
y reveló todo cuanto había aprendido
la nieve sobre sus hombros. Pero
asesinato. Prometió riquezas a sus
de su interrogatorio, y dolida por tener
ella, cubierta por el caluroso amor de
asesinos, pero pagó el hierro con hie-
que alejarla, hizo que su hija escapara
su madre, ¿sería incapaz de andar
rro, la traición con traición y la muerte
al sur, al bosque oscuro de Be’Lier,
aunque fuera unos pasos más sobre
con muerte. Ahora son carne para las
fuera de los dominios del Duque.
la nieve?
gaviotas en los desfiladeros a occidente. ¡No permita que su hija caiga
La armó con el más fulgente re-
Parecía un sueño que apenas
en manos suyas! Escóndala. Más vale
volver en la armería del palacio y so-
unos días antes afrontaba el frío fren-
una vida de miseria que la muerte en
bre sus hombros puso una fina túnica
te a la gran hoguera del palacio con
el Castillo Rojo.
de piel de armiño, tan blanca como
una gran taza de chocolate calien-
la nieve de aquel invierno, con flores
te entre las manos. Ahora su única
bordadas de oro y la hizo adentrarse a
realidad era el vasto infierno blanco
Mucho se horrorizó la Duquesa
8
al escuchar estas palabras y con el corazón constreñido, corrió hasta el
20
cuarto de su hija cuando su padre
8
estaba todavía en el muelle. Le habló
que la historia se desarrolla alrededor de 1814, más o menos.
Por las referencias a armas y según la historia “de Angelique en el Harz” podemos decir
21
prolongándose sin fin por los confines
Una pálida sonrisa, casi nívea,
final. ¿Y por qué tendría que ser de
relámpagos atrapados en la tormenta.
del mundo, paso tras paso, sin cuento
acabó por dominar su gesto. Había
otra forma? Ella no quería morir,
Eran sus colmillos el rayo que hiere
ni medida, implacable, impenetra-
dejado el último sendero atrás hacía
deseaba estar viva, viva y siempre
la tierra y quema el alma, y su voz el
ble, desolado: Muerto. Angelique se
diez minutos. Con eso basta.
viva. ¿Por qué tenía que ser ella la
trueno a media tempestad, un recla-
que pagara la avaricia de su padre, o
mo de guerra en la inmensidad celes-
la lujuria asesina Rey de Gudomina?
te. Mas sus ojos eran grises, como si
cubrió el rostro con la caperuza de la túnica y dentro una lágrima con-
Angelique von Kyrie, hambrien-
gelada le cortó la mejilla. ¡Ni siquiera
ta tres días atrás, sedienta hace dos,
¡Por Dios! Si aún era demasiado joven
la tempestad misma viviera confinada
poder llorar…!
enferma uno, se tumbó sobre la nieve
como para haber pecado. Y aunque
en ellos y en ellos creyó reconocer el
y decidió convertirla en tumba.
las lágrimas le cortaban las mejillas,
linaje de sus padres y por tanto ha-
lloró por sí misma y por la vida que
blóle de este modo:
Tenía los labios color púrpura desde hacía dos días y ya ni siquiera
Lo único que le molestaba, era
perdía. Y entre las lágrimas, una sú-
le dolían los dedos, lo que resultaba
que después de muerta seguiría es-
plica se alzó, demasiado tímida para
todavía más preocupante. La caricia
tando igual de fría.
que la escucharan los ángeles, pero
negro! ¿No tendrá tu corazón piedad
suficientemente clara para él.
de una niña perdida en el desierto?
del invierno en sus mejillas empezaba a hacer mella en ellas. Sentía como las uñas de La Dama Fría9 le cortaban
Su corazón latía cada vez más rápido conforme se acercaba la hora
— ¡Oh, tú, Señor del Bosque
Muchos días llevo caminando por — Lejos de su hogar está la
el bosque, escapando de un desti-
la piel y los copos de nieve que en su
hija del Duque. — Pronunció con voz
no aciago, indigno de cualquier ser
niñez tanto deleitaron su imaginación
profunda — En tierras que ya no son
humano. Por favor, tened piedad de
ahora le inspiraban el más profundo
suyas.
esta pobre niña perdida en el desierto,
repudio y horror.
pues todo bien que hagas el Dios os El frío y el miedo hicieron
Pero había cruzado y nadie
lo pagará por triplicado.
temblar su cuerpo entero. Frente a
podría decir que no. En la primavera,
ella, el Gran Lobo de los bosques
Pero el lobo rió en su cara y
cuando los hombres de su padre en-
permaneció inmóvil, fija la mirada en
contraran su cadáver sepultado entre
Angelique. Era negro, como la noche
los hielos, sabrían que ella cruzó, que
más oscura en los albores del mun-
dejó atrás los límites del castillo y que
do cuando la luz todavía no existía
tiene conmigo el señor de todo reino,
aún pagando con su vida, nadie pudo
más que en la inquieta imaginación
pues estaba hambriento y me trae
atarla a un asesino.
del Dios, pero relucía con el brillo de
el alimento y le pone ante mis patas,
las estrellas y la Luna, surcada por
después de dos semanas errando
contestóle estas heladas palabras: — ¡Piedad! Piedad es la que
Ver K’Kyrlengaer, Libro I, Canto segundo: Del mundo.
9
22
23
“[...] pero relucía con el brillo de las estrellas [...]
solitario por el bosque. Mas no tienes
es la que procuran. Así que el lobo dio
Un miedo secreto calentó el
del Señor Fenril, hijo de Nadie, padre
por qué temer, niña, pues no pagaré
tres vueltas alrededor de la hija del
corazón de Angelique, hasta hacer
de Muchos, y con esta decisión, una
piedad con impiedad, y la tuya será
Duque y al estar por tercera vez frente
sonrojar sus mejillas, pues para em-
niña escribió la historia de muchos
una muerte rápida, sin llanto. Ningún
a sus ojos grises, dijo:
pezar, ni siquiera sabía cómo con-
hombres.
dolor pesará sobre tu alma y así, tú descasarás y yo al fin me saciaré.
cebían hombre y mujer a sus hijos
12
III De cómo vivió el duque Fenriete la desaparición de su hija y de la fundación de Brathan13
— Has de saber que yo soy
, mucho menos cómo lo haría mujer
Fenril , hijo de Nadie, pero destinado
y lobo. Pero el frío empezaba a hun-
a ser padre de muchos. Y largos han
dirse en su pecho y no sabía si tenía
del Duque, mezclando lamentos y
sido mis días en esta tierra buscan-
más miedo de los colmillos del in-
llantos con las palabras. Su rostro en-
do compañía. Mas estoy cansado de
vierno o los de su compañero. Así fue
tonces asomó de la caperuza blanca
tanto andar. Si continúo así enveje-
como Angelique aceptó la propuesta
y tan hermoso era que el frío corazón
ceré y no podré criar ningún cachorro,
furiosa contra el rostro de su esposa.
del lobo se entibió, su mente quedó
pues todos ellos morirán presa del
No supo a que tuvo más miedo, si a la
nublada y cualquier hambre olvidada.
frío, el hambre o mis enemigos. Este
guerra, o a la muerte inevitable de su
trato te ofrezco: te salvaré la vida,
hija. Tres días la buscaron, pero aque-
y cuidaré de té este y todos los in-
llo era inútil. Be’Lier era una fortaleza
coma. No estoy aquí para hacerle mal,
viernos hasta el fin de tus días. Pero
en sí mismo. Nada que entrara ahí
sólo trato de salvar mi alma y la de
a cambio, me darás un hijo que me
podía vivir más de tres días, devorado
mis hijos. ¡Por favor, tened misericor-
llame padre y me ayudarás a criarlo
por los lobos, por los osos o por los
dia, y si no lo hace el Dios, entonces
según las leyes del Dios. Mas has de
mismos árboles.
yo pagaré este favor tres veces!
saber que si no aceptas, no tendré
11
Pero nuevamente habló la hija
— ¡Por favor, Señor lobo! No me
reparo en saciar mi hambre, porque Caras fueron cobradas estas palabras, pues los lobos jamás olvi-
La mano de Fenriete descendió
Había mandado un ejército
mucho ha sido lo que he viajado y
entero en su búsqueda, pero todos
grande mi apetito.
regresaron sin noticias. Mucho re-
dan una deuda y su moneda es la carne . Pero no siempre la carne10 muerta Estaba tajantemente prohibido hablar de sexualidad con las hijas de los nobles, para
12
así proteger su virginidad. Funcionara o no, esto sirve para hablar de la pureza de alma e Frase proverbial Brathana.
ingenuidad de la protagonista.
10
11
Préstamo lingüístico, el Fenrir de la mitología escandinava.
24
Ver K’Kyrlengaer, Libro I Canto tercero: De la fundación de Brathan.
13
25
volvía en su corazón la posibilidad de
oscura. Mucho se arrepintió de haber
va, cuando sólo las estrellas podían
que ni siquiera hubieran entrado, y lo
tomado por mujer a la hija de unos
mirarlos mientras se amaban.
entendía por completo. ¡Cómo podía
extranjeros, ignorante por completo
ser aquella mujer tan estúpida para
de las sabias leyendas de los tiempos
mandar a una niña a Be’Lier justo en
paganos. Un gran dolor hundió sus
región fue azotada por un horror in-
el invierno!
dientes en el corazón del Duque, y
contenible, que entraba en las aldeas
amargado por él, decidió compartirlo
las noches de tormenta y raptaba a
con su compañera.
los niños de sus camas en medio de
— ¡Ha sido tu mano la que le
<< Acaeció entonces que la
quitó la vida, al darla en matrimonio a un asesino! — le gritó la Duquesa, tratando de contener las lágrimas y protegiendo su mejilla de la llegada del rojo dolor. Pero el Duque no pensaba ya en Rey de Gudomina, pues más peligroso era Rey de Be’Lier, y de alma más
las sombras, para llevarlos a donde — ¿Sabes acaso lo que has hecho, mujer?
Al’Galaad le llamaban, que significa
— He salvado a mi hija — con-
Aquel Que Brama en la Tempestad.
testó con firmeza, pero el Duque rió
Pues su voz era como truenos y sus
enloquecido por el sufrimiento y dijo
dientes más brillantes que los rayos.
con la lengua emponzoñada:
un día dos bravos caballeros, lobos de
Tras los primeros ataques, los nobles
la misma camada. Wolfgang llaman
del reino se reunieron y planearon
Be’Lier, que en lengua antigua signi-
hoy al primero, y Thornefal al segun-
una incursión. Se sabía que Al’Galaad
fica “Jardín de los Cadáveres”. Así se
do. Exiliados por las conjuras de los
dormía todos los días en una caverna
le llamaba en tiempos antiguos, antes
nobles, los hermanos se marcharon
que se ocultaba entre las aguas, en
que la Cruz derribara los templos de
en direcciones opuestas buscando
un pico que sobresalía del mar. Ahí
los dioses.
tierras y hombres a los qué dirigir.
enviaron tres legiones de hombres
Muchas aventuras encontró Thornefal
bravos para dar muerte al monstruo,
en su camino, pero Wolfgang, más
pero este se alzó del mar y con él
astuto, consiguió ser aceptado en el
las olas encabritadas y los vientos
que la tierra en que estás parada dor-
castillo de un noble no muy lejos de
fustigados por el demiurgo. Tragóse
mía en el fondo del mar. Nada había
aquí y quedó enamorado de su hija
el mar las barcas y Al’Galaad la carne
aquí excepto mar y hielo. Mi linaje
y ella de él. Pero siendo él de menor
de cada soldado y sólo dejó con vida
procede del Este, en las tierras inter-
jerarquía, no podía aspirar a tomarla
a uno. Nadó por tres días con sus
minables de Rusia. De ahí, en un reino
por mujer, así que se encontraban
noches hasta llegar a la costa, donde
ya completamente olvidado, partieron
en secreto las noches de luna nue-
reveló la voluntad del dios que brama
— ¡Tan estúpida! Aquello es
— ¿Y por qué habría de prestar oídos a los delirios de un pagano? — Porque hubo un tiempo en
26
nunca nadie más podía encontrarlos.
27
en la tempestad: que cada séptimo
del mar le llevara hasta la entrada
maravilla de las estatuas en que se
ción. Arrancó un gran trozo de carne
día del mes un niño y una niña, no
de la cueva. Mucho esperó, pues la
representaba a los grandes siervos
y mascó mientras perforaba el alma
mayores de diez años, fueran puestos
noche era tranquila y el mar dormía
del Dios, derrotando a los enemigos,
de Wolfgang con los ojos… Grises,
en una barca en el Mar Blanco, sin
en paz. Se sumergió en el agua, y
las pinturas en que las gemas de su
atiborrados de nubarrones cuyo in-
alimento ni bebida o de lo contrario,
nadó con dificultad entre las piedras
corona danzaban en los bosques,
quieto sueño había sido sesgado de
el mar se tragaría la tierra entera y
afiladas que custodiaban la entrada,
desnudas en su inocencia, mientras
improviso.
ni las más altas montañas podrían
pero finalmente estuvo dentro y vio al
las sombras las espiaban ocultas
protegerlos, pues el cielo también se
fondo del gran túnel, una luz tenue y
en los árboles… Nada hubo que no
inclinaba ante él. Así habló y una vez
enfermiza. Sus pasos lo llevaron con
maravillara cada uno de sus sentidos,
levantar nuevamente la espada, pero
que terminó, murió.
prudencia hasta ella, pisando huesos
hasta que un ruido extraño lo sacó
Al’Galaad la tenía firmemente asida
de bestias y de hombres.
de su ensimismamiento. Wolfgang
con su tercera mano. Entonces se
empuñó con fuerza a Fulgor y bajó
irguió tan alto era y mostró su mons-
por una escalera con los peldaños
truosidad a su adversario. Seis eran
<< Por largos tres años así se hizo, hasta que harto, el Señor de
<< Grande fue su sorpresa al ver
<< Wolfgang temblaba, trató de
aquellas tierras ofreció la mano de su
lo que ahí había, pues en nada se ase-
apenas dibujados en la roca viva. La
los brazos que nacían de su espalda,
hija a cualquiera, noble o campesi-
mejaba a lo que esperaba. Un vasto
luz del salón se marchitaba conforme
largos como las patas de una ara-
no, capaz de librar al país de aquella
salón de marfil con tapices de oro y
avanzaba, pero nunca dejó de ver con
ña, con tres huesos articulatorios de
peste.
en todos y cada uno, la representa-
absoluta claridad, hasta encontrarle
gran longitud, y mano había en cada
ción de la misma mujer, con piel de
al fondo, sentado en un gran trono he-
nieve y cabellos rojos como las hojas
cho con cráneos humanos. Al’Galaad
pero nadie fue tan veloz como Wol-
del otoño trenzadas en el cabello de
se tragaba lo poco que quedaba de
fgang, que en unas cuantas noches
la brisa . Las columnas se alzaban
una niña, y arrojaba sus huesos al
partió rumbo al Falden Al’Galaader,
hasta una bóveda de hierro sólido
suelo para que se reunieran con los
el colmillo de Aquel Que Brama En La
y en él había murales que contaban
insepultos restos de su hermano.
Tempestad. La noche era fría, oscuras
infinidad de historias más viejas que
Horrorizado, Wolfgang corrió contra
las olas del mar agitadas suavemen-
el mundo mismo.
el monstruo, espada en mano y lanzó
<< Rápido se esparció el rumor,
14
te por la brisa nocturna. Wolfgang
un tajo tan regio que el viento chilló
soltó los remos y desenvainó su gran espada, Fulgor, dejando que la inercia
<< Wolfgang caminó tres horas enteras por el salón, admirado por la
de dolor. La espada detuvo su curso con gran estrépito, pero Al’Galaad no soltó la presa, apenas se dio cuenta que había alguien más en la habita-
Ver K’Kyrlengaer, Libro I Canto segundo: Del mundo.
14
28
29
brazo y boca en la palma y seis ojos
corazón, te ofrezco un trato. Traedme
juntos le venceremos.” Así engañó a
en el dorso. Pero de hombre parecía
a alguien, un hombre fuerte y vale-
su hermano, pero una vez en la bata-
su cuerpo, aunque mucho más alto.
roso contra el que pueda combatir,
lla, Wolfgang no desenfundó a Fulgor,
Dos brazos nacían de cada hombro,
y una vez que le derrote, tomaré su
y vio a su hermano luchar contra
tan largos que le colgaban hasta
cuerpo como mío y en él morará mi
Al’Galaad, sentado en las mesas del
las rodillas, de lobo las piernas, de
poder y espíritu. Serán sus rodillas y
salón, comiendo y bebiendo a pla-
abismo oscuro su vientre dentado.
no las mías las que se humillen ante
cer, ignorando las maldiciones de su
Pero ningún horror semejante al de
ti.” Habló con voz de trueno y una vez
hermano, hasta que al caer la séptima
su rostro, oculto tras las cascadas
oscurecido, desapareció para hundir-
noche, Al’Galaad esgrimió su propia
oscuras que escurrían de su cabeza.
se en el sueño nuevamente, hasta que
espada, Rigel, el Rayo, y con ella dio
La amplia boca modelada para de-
el hambre le despertara.
muerte a Thornefal. Y dicen que entró
vorar, los lobunos colmillos brillantes
en el cuerpo inerte y le llenó de nueva
como el rayo y esos rasgos cánidos
<< Corrió la suerte de que por
marcando la cara de un hombre que
vida. Cumplido estaba el pacto. Los
aquellos días, Thornefal llegó al reino
dos hermanos salieron de la cueva,
ha visto demasiadas lunas rojas… ¡Y
no era ni de triunfo ni de mofa, sino de
atraído por la sed de aventuras y el
y Al’Galaad levantó alto las tierras al
la tempestad finalmente despierta en
verdadera emoción, pues en seiscien-
apetito de mujeres. Un fuego empe-
fondo del mar hasta que se elevaron
su mirada!
tos años que llevaba dormitando en
zó a quemar el alma de Wolfgang,
sobre las montañas. Una noche le
esa cueva, su único placer fueron los
pues sabía que su hermano era más
bastó para edificar la gran ciudad que
<< La desesperación se apoderó
cuadros por él pintados, las estatuas
fuerte y que pronto conquistaría el
fue llamada Brathan, que significa
de Wolfgang, siete fueron los días que
que resucitaban las antiguas glorias
corazón de la doncella y de su padre
Abismo. Wolfgang tomó esposa y go-
combatió contra el Hircosordio y siete
de él y sus hermanos y sobre todas
mismo, aún sin necesidad de matar
bernó Brathan por quinientos y cinco
las veces que este le derribó sobre el
las cosas, el recuerdo de la brisa de
al Hircosordio, pues grande era su
años, servido fielmente por Thornefal.
suelo, hasta llegada la noche del últi-
otoñales cabellos, milenios atrás
fama y altas sus proezas. Además,
Domador de Lobos le apodaron, pues
mo día, cuando hambriento, sedien-
arrancada de su lecho. Así que dobló
su armadura había sido fabricada
con ayuda de Thornefal les dominó
to y exhausto, el guerrero tuvo que
sus rodillas, hasta quedar frente a su
con escamas de dragón y su espada,
y puso en los bosques a proteger las
soltar la espada y arrodillarse ante su
rival y dijo: “largamente he esperado
Centella, forjada en su propio fuego.
fronteras, y ninguno fue tan afamado
adversario.
un guerrero capaz de despertarme de
Entonces decidió librarse de él, apa-
como el bosque de Be’Lier, pues ocul-
mi sueño, y ahora, tú lo haz hecho.
reció ante su hermano esgrimiendo
to en su corazón está el templo de
Os ofrecería mi lealtad, de no ser yo
una sonrisa y dijo “he peleado contra
Al’Galaad, y en él mora hasta nues-
los lobos hacen pasar por sonrisa,
quien ha vencido. Por tanto, viendo
el monstruo y sobreviví, pero no pude
tros días. Grandes fueron las batallas
apareció en la cara de Al’Galaad, pero
que hay amor y odio por igual en tu
darle muerte. ¡Ea! Vayamos juntos y
que entre sus ramas se libraron y
<< Una sonrisa, o aquello a que
30
31
altas las victorias, pero crueles, pues
<< ¡Pero tú mujer, fuiste tan
— ¿Quiénes sois y que hacéis
el apetito de Al’Galaad sobrevivió aún
estúpida para arrojar a nuestra hija,
aquí, en la tierra de las nieves y el
en este nuevo cuerpo, y se alimenta-
sangre de los que le desterraron, a
lamento? — preguntó una voz colérica
ba como un lobo de la carne de los
las entrañas de sus dominios! De un
y feroz en los confines de la cueva. El
soldados vencidos, cuyos fantasmas
asesino trataste de alejarla, pero que
miedo hizo presa de Angelique y los
todavía buscan lo que ya no es ni
quede grabado para siempre en tu
lobos lo supieron, pero entonces Fen-
siquiera polvo. Devorador de Hombres
memoria, que a un monstruo la entre-
ril alzó su voz, tan grave y profunda
le llamaron por quinientos y cinco
gaste. Manchadas están tus manos
como el aullido de los rayos que toda
años, hasta la muerte de su amo.
con la sangre de sus entrañas. Mas
otra voz silencian.
Cuando los hijos de su señor subie-
no las mías. >>
— Yo soy Fenril, hijo de Nadie.
ron al trono, él se negó a humillar sus rodillas ante ellos, pues el alma de
La mujer que me acompaña es AngeY diciendo esto, se marchó a
lique, de la casa de Kyrie, mi compa-
Thornefal había subsistido, confun-
llorar la muerte de su hija en soledad,
ñera. Llevamos varios días viajando
dida con la de Al’Galaad. Por tanto le
hundido en la miseria hasta que llegó
solos por el bosque, buscando dónde
desterraron a sus dominios de Be’Lier,
la primavera.
y ningún hombre entró en él que haya salido, pues los lobos nunca olvidan, y la carne es su moneda.
IV De la cueva de los lobos y la hospitalidad del Señor Amarok
resguardarnos. Esperamos poder
invernal.
recibir asilo en su hogar, Mi Señor. No venimos con las manos vacías,
— Largos y luminosos sean
como seguro lo ha notado su olfato,
los días de mis señores sobre esta
traemos presentes para mis señores,
tierra — saludó Fenril. Tantos fueron
y nuestros servicios para lo que resta
los gruñidos con que le recibieron
del invierno, si nos socorren un par de
corazón al entrar y ver las flores re-
que apenas cupieron en la caverna.
meses.
sistir los embates del vendaval con-
Un instante Angelique contemplaba
tra el nevado flanco de la montaña.
las flores y al siguiente se escondía
Parecía imposible que aún quedara
detrás de la mole oscura que la llevó
pies no paraban de aconsejarle que
un solo tallo en pie y sin embargo,
hasta ahí, hurgando la oscuridad
saliera cuanto antes, lo más lejos
ahí estaban, un bordado multicolor
hasta encontrar los ojos dorados de
posible de aquel lugar. Un halo de
en el corazón mismo del invierno.
los lobos brillando ferozmente en los
irrealidad cubría aquello, se pensaba
Los tiernos lobeznos chillaban dulce-
abismos de la caverna, como fuegos
todavía dormida sobre la nieve, espe-
mente, apretando su cuerpo contra la
fatuos que conspiran en las profundi-
rando la llegada segura de la muerte.
piel caliente de su madre, demasiado
dades de la ciénaga.
¡Cómo era posible estar entre flores,
Una grata sorpresa entibió su
32
jóvenes para afrontar solos el hielo
Angelique estaba aterrada, sus
33
pidiendo la hospitalidad de un lobo,
— Cortos son los días, oscuras
sus arrastre y las que provocaron su
siendo llamada compañera por otro!
las noches e interminable el invierno.
muerte. Sköl y Mormólice fueron los
Pero el frío a su espalda parecía muy
A oriente y a occidente escucho los
primeros en hablar a favor del extran-
real, y también la tibia piel de Fenril.
aullidos de otras manadas reclaman-
jero, pero nada habló mejor de él que
Sólo supo ocultarse tras su guardián,
do autoridad sobre los territorios en
la prueba de gran valía y ferocidad.
como cuando niña escondía la cara
que aún se esconden los conejos o
en el largo manto blanco de su madre.
los ciervos amamantan a sus crías.
Así fueron recibidos en la
Además, no es novedad que más al
madriguera de Amarok en calidad de
sur los osos se apoderan de las ma-
huéspedes, y largo fue su hospedaje.
La manada alzóse de las tinieblas. Eran tres machos, Sköl, Amarok,
yores presas. Cinco lobos no pueden
Hati, y dos las hembras, Mormóli-
hacer frente a manadas de ocho o
ce, y Luperca15 . Amarok, de intenso
diez, especialmente con mi señora
pelaje gris se acercó hasta Fenril
Luperca protegiendo una camada na-
con el rostro muy en alto, Angelique
cida fuera de tiempo. Necesita colmi-
reconoció de inmediato su forma de
llos que puedan cazar, y garras para
andar como la de un monarca largos
proteger a los niños. Yo ofrezco más.
años entronado. La majestad de sus
Esta mujer carga plomo en su cintura.
pasos rivalizaba con la de su padre el
Dejadla cuidar de los lobeznos, pues
Duque, incluso con la de Rey mismo.
ni los osos resisten el embate de las
rros la despertaron no muy entrada la
Pero si bien, Fenril se mantuvo dócil y
balas. Entre seis podremos alimentar-
mañana. Su sueño había sido difícil
sumiso, aún su postración resultaba
nos el invierno entero, y hacer frente
e incómodo, muy complicado resulta
millos. Y mírale las garras, parecen
orgullosa, como sólo puede ser la de
a los inevitables ataques de nuestros
dormir entre la tierra cuando la vida
palitos. — Las risas de los cachorros
aquellos por cuyas venas corre un lar-
enemigos. Como prueba de nuestra
entera te recostaron en colchones
eran tan dulces como la suya propia.
go y gran linaje.
lealtad, le traemos un presente.
de pluma, cobijada con sedas y lino.
Angelique se sentó frente a ellos y
Angelique pensó en el cuento de la
contestó:
— ¿Qué ofreces, Fenril, hijo de
Los lobos salieron e inmedia-
V De cómo desempeñó Angelique su labor de nodriza de los lobeznos, el cumplimiento de la promesa de Fenril y sobre los cuentos de Mormólice
— Ella no parece un monstruo — le dijo una vocecita a otra. — Ya, pero es que todavía es un
Las lengüecitas de los cacho-
princesa y el guisante y eso le arrancó
monstruo chiquito — le respondió la otra, más dulce y cariñosa. — Pero si ni siquiera tiene col-
— Lo que pasa es que yo no soy
Nadie? — preguntó Amarok. Esta res-
tamente quedaron maravillados con
una sonrisa contra su voluntad. Si un
un monstruo, me llamo Angelique
puesta le diste, Fenril, Devorador de
el presente. Un gran bisonte, todavía
chícharo le quitó el sueño, ¿qué sería
y soy una niña. ¿Y cómo se llaman
Hombres.
intacto, sin más marcas que las de
de ella recostada sobre las piedras y
ustedes?
el desnivel del suelo, a unos cuantos Nombres todos de lobos mitológicos.
15
34
metros de un bisonte destripado?
— Yo me llamo Cachorro. —contestó uno.
35
— Y yo me llamo Cachorro. —
que los cuatro quedaran cobijados
ca de alimento. Tal alegría le causa-
haciendo temblar a sus hijos. Un acto
por el abrigo de armiño. Entonces
ron que ni siquiera se quejó cuando,
como aquel era más que insensato,
miró a sus amiguitos y les dio nom-
completamente dormido, Falden le
era peligroso. Si los hombres creían
ta. Teníamos un hermanito llamado
bre en contra de la voluntad de sus
mordió suavemente el pezón izquier-
que los lobos se estaban aventurando
Cachorro, pero ya hace mucho que
padres. Volgen llamó al primero, que
do y empezó a mamar, aún con la tela
hasta Brathan no tardarían en formar
no lo veo. Salió de la cueva a buscar
en la vieja lengua Brathana significa
del vestido interponiéndose.
alianzas contra ellos, y ni todos los
a Mami y ya no volvió. Mami dice que
Lobo. Falden bautizó al segundo, Col-
encontró un campo donde siempre es
millo, y a la pequeña, Be’Melier, que
primavera y se quedó ahí. Le pregun-
significa, Jardín de Hielo, pues era su
manada! Hundiendo los dedos entu-
tamos si podíamos ir y dijo que no,
pelaje tan blanco como el invierno.
midos entre los cabellos de Be’Melier,
respondió el otro. — Y a mí me dicen Cachorri-
porque ella no sabe donde queda. Los animales se quedaron Una mota de tristeza ensombre-
nuevamente dormidos. El calor de sus
árboles encantados del mundo po¡Así que ese era su lugar en la
drían detener el cabalgar del fuego. Fenril aceptó humildemente su
pensó que aquello era bueno, y que no
culpa y ni siquiera trató de excusarse.
se sentía tan feliz desde hacía mu-
Pero sacó la gallina del caldero y lo
chos, muchos años.
llenó de nieve. Juntó un buen montón
ció el rostro de los cachorritos. Ange-
pieles le penetraba hasta el alma, ti-
lique supo de su dolor y con cariño,
bias olas de ternura acrecentadas por
recogió a los pequeños y les calentó
los gemiditos de los pequeños entre
hasta el anochecer. No había más
dentro del cual colocó la madera. La
con un largo abrazo.
sueños lejanos al infierno blanco en
novedad que un conejo muerto por
llamaste entonces, Fenril, Devorador
que se adentraron sus padres en bus-
los colmillos del invierno y no del
de Hombres, y ordenaste a la niña
lobo. Pero Fenril se había aventurado
que arrancarla las plumas de ave y
sonido era el lamento del viento al
más lejos, hasta las tierras mismas
le sacara las entrañas, pues no eres
otro lado de la cascada nevada que
de Brathan, y regresó con una galli-
ignorante de las necesidades de los
cerraba la entrada a la cueva.
na dentro de un caldero abollado, un
hombres, por contrario, los cono-
par de patatas y zanahorias apenas
ces como si tú mismo fueras uno, e
dignas de llevar aquel nombre. Quizá
instruiste bien a tu compañera, hasta
para un lobo — sugirió Angelique
la mayor adquisición fue la cuchara
que el guiso fue apetitoso al olfato, a
para tratar de hacerlos olvidar por un
y una navaja arrebatada de la mano
la vista y al gusto.
segundo a su hermano. Tal vez para
misma de su dueño, aún manchada
olvidar su soledad también. Llevó a
con un poco de su sangre.
La cueva estaba sola. El único
— Cachorro no es un nombre
de leña seca adyacente a la cueva y Los mayores regresaron ya
los animales a lo más profundo de la cueva, donde el aliento del invierno llegaba menos frío y se acurrucó para
36
con algunas piedras, hizo un círculo
Pero noble era el corazón de Angelique, lejano a las ambiciones
La voz de Amarok se hizo escuchar con violencia en toda la cueva,
de su padre, nada atesoró para sí y alimentó bien a los que bajo su manto
37
ahora crecían. El resto de la manada
— ¿Conoces algún cuento?
mundo, muchos escaparon, algunos
el mundo con la luz en su melena,
se alimentó de la grasa y la carne del
Aún no tenemos sueño, pero la hora
terriblemente poderosos, ocultos en
la encontró y descendió hasta ella
bisonte, dejando incorrupto el conejo.
de dormir ya se pasó. Cuéntanos un
la oscuridad de la noche, vagaban por
ordenándole su regreso. Ella se negó
Bien sabían que Angelique no sopor-
cuento que pueda hacernos dormir.
el jardín del Edén buscando la opor-
e invocó el nombre de su padre como
tunidad de vengar su derrota en carne
protección y este apareció de inme-
de los hombres. Así que el Dios llamó
diato para defenderla. Larga fue la ba-
pues no había nadie en todo el pa-
a sus dos mayores soldados, El León
talla, pero finalmente El Lobo se alzó
chorros dispusieron juegos con que
lacio que contara cuentos tan bien
y El Lobo, para que fueran guardia-
victorioso. Sin embargo, el Hombre
entretenerse. Corrieron y pelearon
como lo hacía ella, pero su sonrisa no
nes de los hombres. León protegió al
había encontrado a la Mujer y trató
largas horas, hasta que el cansancio
duró mucho. Cada cuento que empe-
primer hombre, y Lobo a la primera
de robarla en secreto mientras sus
les dominó por completo, pero no así
zaba terminaba a mitad de su camino:
mujer. Y se cuenta que él la amaba
padres reñían. Al enterarse, El Lobo
el sueño, por lo que se acurrucaron
en cada uno de ellos, era el lobo quien
como si fuera su propia hija, nacida
ordenó a sus siervos que la buscára-
en su lugar dentro del manto blanco y
hacía el mal y por tanto la justicia de
del vientre de su compañera Brisa.
mos y eso hicimos, hasta que los en-
preguntaron:
los hombres pesaba sobre ellos, has-
Así que cuando ella conoció al hijo del
contramos en lo profundo del bosque.
ta darles muerte.
León, se entristeció que lo prefiriera a
Pero no todos los lobos creían que
él.
fuera bueno separar al Hombre y a la
taría el hambre. Angelique sonrió al momento, Terminada la cena, los ca-
¿Cómo continuar? Mormólice leyó la indecisión en sus ojos, y
se habían vuelto leales al Hombre, al
al oído, y él con pesar en el corazón
ser este marido de su señora. Así fue
mortecino junto al que reposaban
lo aceptó. Pero llegó el día que El
como nos levantamos en guerra con-
Angelique y sus protegidos.
Escorpión pudo finalmente entrar al
tra nuestros hermanos y tanta sangre
corazón del mundo y llenó el alma del
derramamos que el Dios hizo temblar
hijo del León con ambición y deseos
la tierra con su voz. Pero la Mujer se
entre nuestra raza — dijo — que hubo
de dominio. Y ningún dominio fue
negaba a regresar con el Hombre,
un tiempo en que las estrellas tenían
más fuerte que el sentido hacia la
pues su corazón bullía en avaricia.
miedo de brillar al ocultarse el sol.
mujer. Aterrada llamó a su padre entre
Con mucha tristeza, el Dios permitió
No todos los ángeles caídos habían
llantos y le pidió que la alejara lo más
a la mujer partir, pero prohibiéndole
terminado en la prisión al final del
lejos posible, como lo hizo. La llevó
que tomara otro compañero, pues
hasta una cueva adyacente al jardín y
había renegado del que Él le había
la ocultó a los ojos del hombre. Pero
dado. Fabricó otra Mujer, más dócil y
su padre El León todo lo ve al recorrer
frágil y la dio al Hombre en calidad de
Ver K’Kyrlengaer, Libro I Canto segundo: Del mundo.
38
“Así tiene que ser” le decía Brisa
entonces se acercó hasta el fuego
— Largamente
16
Mujer, y de entre ellos, muchos otros
16
se ha contado
39
“[...] era el lobo quien hacía el mal [...]
a odiar a los que le arrebataron a su
encontró una gran roca al fondo de
sobresaliendo de sus labios, brillantes
compañera: Perro llamó a su sirviente,
la caverna, derrotada por la erosión
como sables frente al chiquillo, cada
y hasta la fecha cazan juntos al lobo
muchos años atrás. La cuchara le de-
cabello en su cuerpo erizado por arte
que se alimenta de su ganado y de él
cía Volgen, porque se parecía mucho
de electricidad. Angelique jamás vio
mismo… como Fenril.
al metal con que Angelique comía.
criatura más tenebrosa y pasados sus
Todos los días, la niña prendía un
años, el horror pasó a ser sólo una re-
fuego grande y llenaba el caldero con
definición de esta imagen en distintas
que mira a los ojos a la escopeta
nieve. Pasadas unas cuantas horas,
situaciones. Amarok reaccionó de in-
después de ser él quien la empuñara,
tenía una gran cantidad de agua hir-
mediato, pero con vacilación. Cuando
quizá tanto como la de Angelique al
viente. Llenaba con ella la cuchara y
intentó hacerle frente, los ojos grises
escuchar las últimas dos palabras.
mezclaba nieve hasta templarla bien.
de su huésped se volvieron contra él y
Junto al fuego, Fenril dormía. No lo
Amarok era el primero en reír. Ella se
podría jurarlo, la tormenta que se de-
había visto comer en todo el día.
desnudaba y tiritando, perseguía a
sató fuera de la cueva, estaba dentro
los cachorros hasta tenerlos a todos
de ellos… Amarok tuvo miedo, y todos
entre sus brazos. Ellos se retorcían
lo supieron, pero Fenril simplemente
y gimoteaban, tallaban el lomo con-
tomó al cachorro del lomo y lo metió
tra las todavía pequeñas y sensibles
en el agua caliente. Desde entonces
tetas de Angelique, pero siempre
los tres eran más dóciles, pero no de-
Grande es la sorpresa de aquel
compañera, y dijo “A quien dominar me has pedido y te lo entrego, mas
VI De la matanza del oso
ahora tu destino está sellado, a ella serás anclado y tu fuerza será sólo
Nada pudo aminorar el avance
para compensar su debilidad, hasta
del invierno, ni detener la lluvia de hie-
perdían. Después de cinco minutos
masiado. Los niños tienden a olvidar
que ella misma recupere su fuerza.
lo o el acumulamiento de nieve sobre
de pelea, con los pies entumidos y
muy rápido. En fin. Después de unos
Y aunque olvidara lo que has hecho
las montañas. Pero aquello no im-
cada parte de su cuerpo teñida de
minutos se les olvidaba también que
por ella, jamás podrás dejarla, pues
portó mucho y Amarok moría de risa
púrpura por el frío, la niña conseguía
aquello les molestaba y pasaban el
de hoy en delante sólo vivirás por ella
cada medio día, dejando de pensar en
meterse en la ducha. ¡Cómo aullaban
rato jugueteando con su nodriza has-
y para ella”. Así fue, pero su corazón
el frío por un momento. Angelique, era
los cachorros! “¡Quédense quietos!”
ta que el agua se empezaba a enfriar.
jamás olvido a su primera compañera
el motivo, ella y su empecinamiento
ordenaba Angelique, pero ellos pa-
Angelique recogía un trozo de piel de
y es por eso que enseñó a sus hijos a
por mantener las costumbres de su
taleaban y ladraban… Falden incluso
bisonte (Fenril le enseño a curtirla e
amar a los que le ayudaron a pelear y
casa, aún entre una cueva . Para ello,
la mordió una vez. Aquella ocasión
incluso cómo podía hacer abrigos con
fue especialmente tensa. Angelique
la piel de sus presas) y los secaba lo
17
soltó al cachorro y sus patas apenas
mejor que podía. Fenril nunca dejaba
17
pisaron el suelo, cuando quedaron
de mirarla. Si su cuerpo parecía inal-
para limpiar su cuerpo de la tristeza.
congeladas. Fenril tenía los colmillos
terable, su alma se agitaba como el
A diferencia del resto de los europeos, los nobles Brathanos se bañaban diariamente,
40
41
mar en medio de una tormenta todas
ban atrapados en la una tormenta de
las mañanas cuando su compañera
dudas e incredulidad. Pero el aroma,
esperada, las primeras desnuda sobre
empezaba a quitarse las ropas y nue-
hasta entonces oculto, fue un heraldo
la nieve, limpiando su sexo y sus
vamente al salir del agua y secar su
presagiando muerte.
piernas compulsivamente con el agua
hermosa piel sonrosada.
Angelique lloró por horas, des-
helada, tratando de olvidar la humilla— ¡Recoge a los cachorros! —
Pero nadie lo notaba, excepto
ción y el horror.
gruñó Luperca desesperada antes de
Luperca, y siendo Angelique su com-
ocupar lugar junto a Fenril. Entonces
pañera, nada había de malo. Más le
la pared cedió a las embestidas y la
trueno. Pero no quería voltear, no que-
importaba la obsesión de la niña de
oscuridad insondable de la montaña
ría ver nunca más esa mirada, ni esa
regar el agua por el suelo y barrerlo
vomitó al oso como el infierno escupe
boca oscura hasta lo indefinible.
con una escobilla hecha con delgadas
diablos cuando está demasiado lleno.
ramas secas.
Un gruñido proveniente del abismo
ro irme a casa! — Él guardó un breve
más profundo del averno le congeló
silencio.
En fin… Un mes estuvieron en
mejor que pudo. Lamentablemente,
el alma. El oso cayó a cuatro patas y
paz. Los mayores salían todas las
era torpe en este sentido y se le res-
ante su peso, la montaña entera tem-
tardes, después que Angelique hu-
baló. Asustadísima, la niña soltó su
bló. ¡Huir! Dejarlo todo atrás como se
biera terminado de bañarse y regre-
asa y se alejó dando saltitos. El agua
lo ordenaron sus pies la primera vez
saban antes del anochecer, a veces
escurrió al fondo de la cueva, ardiente
que estuvo dentro.
con suerte, otras no. Luego llegado
como lava y se filtró por una pequeña
el primer día del segundo mes, la paz
grieta que conectaba el salón de los
se terminó, quizá por culpa misma
lobos con el adyacente. Largo fue el
como un roble, justo frente a ella, la
de Angelique y su terquedad. Ha-
lamento… Corta la duda. Un peso des-
orina escurrió ardiente por su pierna.
bía dejado especialmente lleno el
comunal fracturó la pared de la cueva,
caldero y ahora le costaba mucho
haciendo eco al rugido de la bestia.
trabajo arrastrarlo hasta la cuchara. Los lobos decidieron alejarse de ella,
— ¡Fenril!, ¡¿Qué pasa?!
—Estás en casa — contestó. Durmió largo rato cobijada por sus brazos. Un sueño inquieto y lleno
El brazo del oso se alzó alto
Un grito de terror. Un corazón llenando el vacío. Un oso muerto al fondo de la cueva, con la mitad del
Pero Fenril no escuchó, rápida-
no podía dejarla sola. Sostuvo una de
mente tomó primera línea y esperó
las asas con las fauces y la ayudó lo
el asalto. El resto de los lobos esta-
42
— ¡Quiero ir a casa, Fenril! ¡Quie-
que se detiene. El aullido de los lobos
Luperca incluso se interpuso entre sus cachorros y la niña. Pero Fenril
— Mujer. — ordenó con voz de
cráneo en la puerta como advertencia.
43
de pesadillas. Jamás pudo olvidar el
Por las noches dormía abraza-
momento en que Fenril saltó sobre el
da a él, apretándolo como si soltarlo
oso y de un solo movimiento, le arran-
significara la muerte, pero mientras
có la parte superior del cráneo. Ja-
hubiera luz de día, no habría palabra
más pudo olvidar el sonido de aquel
para él, ni caricia ni agradecimiento.
cuerpo inerte al caer en seco sobre
Al cabo de unas semanas la magia se
el suelo, ni la sangre al escurrir por el
murió. Los lobos volvían a comuni-
fue Mormólice a quien se encargó el
suelo mientras el cráneo rodaba has-
carse en su propio e ininteligible idio-
cuidado de los cachorros. Por primera
ta la entrada de la cueva. Jamás pudo
ma, ladrando, gruñendo o aullando.
vez en todo el invierno, Angelique em-
olvidar los ojos de Fenril ni el placer
Ni los pequeños hablaban ya, aunque
puñó su revolver y ahora que las pre-
absoluto que obtenía con la matanza.
jamás se separaban de ella y se deja-
sas eran más abundantes, los lobos
ban acariciar, bañar y apapachar.
le enseñaron a cazar, a rastrear, y a
VII De la última cacería, el sueño de Angelique y su despertar entre las flores
voz de trueno para hacer una pregunta y respondió: — Me salvaste del invierno.—Pero no dijo más. Durante la siguiente semana,
obtener su alimento por propia mano. El frío y el miedo le escarcharon
Fenril además le enseño a reconocer
el corazón. Sólo de noche sentía el
Pero el invierno no dura eterna-
plantas medicinales y venenos pode-
calor de Fenril tan cerca como para
mente y después de meses confina-
rosos, algunos capaces de matar en
hacerlo latir al ritmo del suyo. En sue-
das a las profundidades de la cueva,
un segundo y otros tan lentos y suti-
ños veía a Fenril, los dientes refulgen-
las flores empezaron a extenderse por
les que ni el mejor médico sería capaz
Angelique después de eso. No tenía
tes como el rayo dando muerte una y
el campo. Be’Lier empezaba a des-
de reconocerles. Escuchó y aprendió,
cariño más que para los cachorros,
otra vez al oso, como seguramente lo
pertar de su sueño y a sacudirse la
y pronto se convirtió en una cazadora
se alejaba de los lobos cuanto podía
hacían con los hombres de que se ali-
nieve de la cara.
tan hábil como sus maestros, silen-
y cuando estaban todos reunidos,
mentaba, y sin embargo, era a Fenril a
ella salía de la caverna, cubierta con
quien abrazaba para que la protegiera
la piel del oso, del bisonte o el armi-
de Fenril. Tanto más miedo tenía de
ras nieves, Fenril habló por primera
ño y daba largas caminatas entre los
él, más segura la hacía sentir. Cuanto
vez en semanas y le dijo a su compa-
árboles muertos. Deseaba escuchar
mayor su repulsión, mayor el amor
ñera:
el trinar de algún pajarillo y sólo oía
que se gestaba entre la escarcha.
Fría como el invierno se volvió
el chillido de las bestias a lo lejos, o alguna rama rota delatando (siempre intencionalmente) a Fenril.
ciosa como una sombra, imparable Entonces, derretidas las prime-
muerte. Y al caer la séptima presa de
— Angelique, mi Angelique. ¿Confías en mí?
Maldecía su nombre en la misma medida que rezaba a Dios por él.
cual terremoto, ineludible como la
Angelique, Fenril se le acercó y preguntó. — Angelique, mi Angelique.
La niña miró a su guardián sor-
¿Confías en mí?
prendida al escuchar nuevamente su
44
45
La niña miró a su guardián sorprendida de escuchar nuevamente su
adelante nadie les llame cachorros, pues hoy ganaran sus nombres.
voz de trueno para hacer esa pregunta y respondió:
Su voz se escuchó por todo el
— Me enseñaste todo cuanto
La tarde era siniestra, llena de
ra la purpúrea sangre del desdichado,
presagios en los cantos secretos
así fue su ataque y el maremoto no
de las luciérnagas. A occidente, ya
es tan imparable como lo fue la jauría
sólo quedaban los rastros de sangre
finalmente unida.
bosque y no hubo criatura en él que
dejados por los leones a su paso.
no temblara de horror. La boca de la
Entonces Fenril buscó la mirada de su
cueva era oscura y fría como el hoci-
compañera, y pronunció un “te amo”,
nombres, y fue Gal19 quien antes fue-
co mismo de los lobos. Esta vez, diez
tan solitario como lo fue él antes de
ra Volgen, y Faldereng su hermano20 ,
vera. La Mariposa18 volvió a revolo-
salieron de cacería. Una gran manada
encontrarla.
pues pocos dientes derramaron tanta
tear sobre Be’Lier. Ya el trino de los
de bisontes acampaba a la orilla de
pájaros desperezaba a las semillas
un río sin nombre, que no desemboca
adormiladas en la tierra. Avanzó con
en el mar directamente, sino en un
mente desarmada, y aunque no dijo
futuro, todos la apodaron Melirev21 ,
la misma firmeza que el invierno y
lago cuyo fondo está quebrado como
nada, la primavera en esas palabras le
al ser la única que gozaba tanto de la
entro a la casa de Amarok para tocar
un huevo vacío y escurre sus aguas
derritió la escarcha del corazón.
matanza como su hermano. Cuentan
a sus crías. Volgen y Falden perdie-
hasta un río subterráneo y secreto.
sé.—Pero no dijo más. El invierno dio paso a la prima-
Ahí ganaron los jóvenes sus
sangre. Sólo su hermana conservó Angelique le miró completa-
el nombre de su infancia, pero en el
que ella fue señora de la jauría una
ron el color oscuro en sus cabellos y
Entonces salieron de las som-
vez muerta su madre, y sus herma-
volviese el primero más gris que las
bras, bajo el manto rojo del atardecer,
nos cabezas de grandes manadas de
nubes veraniegas. Mas Falden enro-
zarpa con zarpa, colmillo a colmillo,
las que los lobos todavía hablan en
jeció como la sangre del oso muerto
alma con alma. Como la tormenta que
canciones.
ante sus ojos y las fuentes de que
agita el mar atormentado con su frío
bebía Angelique al mirarlo a la cara se
aliento, cuya alma no demora en invo-
Alrededor de un fuego cálido y
llenaron de oro y rubíes. Su padre los
car el nombre del Dios al ver la morta-
crepitante, fue el último lugar en que
llamó entonces y les dijo:
ja negra de los fantasmas en el cielo,
los vio. Los lobos comieron y bebie-
— Tal vez sean aún jóvenes,
como la espada de plata de Aquel Que
ron como debe hacerse en un gran
pero sus espíritus pugnan por pe-
Brama En La Tempestad al abatir a su
festín y ella compartió el alimento
lear como el resto de los de su raza
enemigo, fuego argentino que evapo-
de buen grado, sintiéndose feliz por
y tomar el lugar que les corresponde en la casa de su padre. Que de hoy en Tempestad.
19
Colmillo ensangrentado.
20
Ver K’Kyrlengaer, Libro I Canto segundo: Del mundo.
18
46
Hielo rojo.
21
47
formar parte de ellos. Luego, Fenril
dan forma al mundo y refuerzan a las
que cae en la batalla. Y ella quería
se levantó del suelo en actitud sobria
valerosas sombras. Así cantaron los
guardarlo eternamente en su seno
y firme. El viento hizo hondear su
lobos, y no silenciaron su voz hasta
para jamás dejarlo ir. El rayo se hun-
cabellera, arrastrando el aroma de las
dormida la última estrella.
de, profundamente en el vientre de la
flores y las cenizas de la fogata.
tierra. Una supernova que se consuLa noche se cierra en sí misma,
— Mucho tiempo estuve exiliado
me en un instante pero deja tras de
lenta en su andar, tranquila, obser-
sí el recuerdo de una luz, de un calor
de mi patria — dijo Fenril, coronado
vando cada maravilla que hay en vela
que supera cualquier palabra y va
por la noche y las estrellas — Largos,
o reposando bajo su túnica salpicada
más allá, hasta donde sólo el fuego y
muy largos años, ocultando mi rostro,
de luciérnagas.
la tormenta escuchan sus latidos.
escondiendo mi nombre, haciéndome pasar por un vagabundo de los cami-
Ahí a ras de suelo duerme
nos cuyos pasos carecen de rumbo
Angelique, dueña de su tiempo y de
fijo. Pero ya no más. Pronto, antes de
su vida, Señora de su Señor en la
— Angelique… Angelique… mi Angelique. — ¡Mi Angelique! — gritó el Du-
la primera tormenta mostraré mi cara
los años de su vida, y ni siquiera la
misma medida que este es Señor de
que al verla tendida sobre las flores.
en los muros de mi patria, y haré que
armonía de los ángeles en Empíreo
su Señora. En medio del sueño, unas
Los labios le temblaban de emoción
mi nombre se escuche largamente
fue más valiosa para su corazón. La
manos rodean su cintura, dedos se
al pronunciar el nombre de una muer-
entre los hombres. Pero antes, quiero
voz de Amarok entrelazó un profundo
entrelazan con los suyos. Un beso
ta que está viva. — ¡Hija mía!
que mi voz se escuche aquí, en la tie-
contrapunto, reiterando las penurias
reposa en su mejilla y la despierta.
rra donde empezó mi exilio, y donde
de su viaje por el invierno y la cer-
Es un hombre quien pronuncia su
encontré amigos, un hogar, y una
canía del bravo estío. Uno a uno, los
nombre junto a su oreja, la boca de
que la despiertan, la voz incorrecta la
compañera a la que amo por sobre
lobos se unieron al coro y aullaron
un varón la que busca el sumo impe-
que pronuncia su nombre. Pero por
todas las flores del cielo.
largamente, haciendo callar cada
recedero custodiado por sus labios.
más que los buscó, Angelique von
palabra en la noche, seduciendo cada
Él tiene la llave que abre la puerta al
Kyrie no encontró rastro de los lobos,
oído, hasta que ni el murmullo del
interior de su alma y ella lo recibe
ni las cenizas de la hoguera, ni un ca-
nar una canción, magnánima como
viento rompió la armonía de los exilia-
pronunciando su nombre con ternu-
bello de su esposo. Junto a ella, sólo
el caer de la cascada, tan feroz como
dos. Entonces, mientras lloraba enter-
ra, iluminando la noche con su voz
estaban los sirvientes de su padre, El
el aullar del trueno, triste suspiro del
necida, la voz de Angelique brotó de
y el brillo de unos ojos enamorados.
Duque, y la marca del sendero, uno
viento. Angelique no escuchó ja-
su pecho, como una luz en la noche,
Fenril. Pronuncia una y otra vez esta
diez metros atrás.
más canción más hermosa en todos
de esas que no perturban la paz, pero
palabra, aliento último del guerrero
Y al decir esto, empezó a ento-
48
Son los brazos equivocados los
49
VIII De la primavera en Brathan
lo ve, y les ha llegado el momento de
comía. La única vez que la encon-
responder por la sangre de sus her-
traron bebiendo no fue el vino en las
manos, malditos bastardos.
bodegas de su padre, sino las aguas
Se dice poco de Angelique al re-
frías de un río lejano, proveniente de
gresar de su largo sueño en la nieve.
Y sin más vacilación, se arrojó
Be’Lier, cargado con los últimos hie-
Porque poco fue lo que hizo. Pasaba
contra ellos, como una loba a la que
los del invierno pasado. Ya no lloviz-
la mayor parte del tiempo caminan-
le han matado sus cachorros. Los
naba en sus ojos, pero llovía a cánta-
do por los bosques, como un furtivo
sabuesos ni siquiera la reconocie-
ros todas las noches, cuando estaba
rayo de luna perdido en una noche de
ron como humana. Todos a la vez la
sola en su habitación.
tormenta.
atacaron, traidores una vez, traidores siempre, pero, ¿quién puede parar la
Algunos comentan que ya no hablaba, ni cantaba, que su voz solo
Largos e infructuosos eran sus
marcha de las nubes, o silenciar la
baños, amargos sus días, insoporta-
voz del rayo?
bles sus noches.
respondía al aullido de los perros y al encontrar su fuente, se tornaba en
sos reposaran frente a su mesa. Ahí
un desgarrador gruñido, asfixiado
los encontró Angelique, dormidos a
tes desgarró carne y regó entrañas
mensajeros con la buena nueva a Gu-
por el odio y el repudio. Rumoran que
sus anchas como las ratas tendidas
sobre el suelo, uno a uno, manchando
domina, en la esperanza que un nuevo
fue ella la que envenenó a sus canes,
en la alcantarilla después de saciar su
su harapiento vestido con sangre y
mundo y nuevos amores pudieran
pero nadie cree eso. Los lobos matan
apetito en la inmundicia.
fluidos. No dejó uno sólo con vida,
aliviar su alma.
de frente, y lo demostró, después de una larga cacería en que su padre
Con sus manos, con sus dien-
Entonces el Duque, despachó
a todos les dio muerte frente a la — Malditos asesinos… ¡Raza
mirada desquiciada su padre y cada
regresó con la piel de seis soberbios
de traidores! — gritó consumida por
noble en el castillo, e hizo poner sus
ejemplares. Gris, rojo, blanco, negro,
la ira. La corte entera estaba aterra-
cráneos, arrancados por propia mano,
cada tono posible para que con ellos
da de verla, una belleza salvaje, con
a la entrada del bosque, como adver-
se confeccionaran túnicas con que
los cabellos revueltos y los brazos
tencia a los cazadores22.
obsequiar a su hija, en la esperanza
desnudos. La furia animal centelleó
de regresar la sonrisa a sus labios
en sus ojos grises, ¡sí!, finalmente
rojos.
tempestuosos, como los de su padre,
Jamás cruzó el mar del norte.
IX De la boda Alguna vez fue la playa acaricia-
Pero a pesar de tal hazaña, no
da por las olas del mar en su infini-
y el padre de su padre, remontándoSe llegó la hora de cenar y el señor Duque permitió que sus sabue-
50
se hasta los tiempos de Wolfgang,
22
Domador de Lobos. — Pero Dios todo
tución castiga la caza furtiva del lobo con penas semejantes al homicidio.
De hecho, la cacería del lobo fue prohibida en toda la región, y hasta la fecha, la consti-
51
to ir y venir. Pero el rumor de aquel
Regresó a paso lento, derra-
La ceremonia avanzó lentamen-
toque era distinto aquí arriba, pues
mando una lágrima a cada paso, y
te, en un silencio casi total, quebrado
en Brathan no hay playa. El batir de
rezando sin muchas esperanzas, del
de vez en cuando por las oraciones
la ola contra el acantilado no era un
mismo modo que lo hizo en la más
y los chismes entre los invitados.
acto de amor, sino una declaración de
fría noche de invierno. Demasiado ba-
Aquella elogiando a la joven novia,
guerra y una batalla interminable por
jito para que los ángeles alcanzaran a
aquel maravillado por la forma de
la posesión del espacio que se alza
escuchar.
su cuerpo, demasiado maduro para
del abismo.
una chiquilla. Más atrás, donde no En la ciudad, las campanas ta-
Entonces… ¿por qué tanto an-
podían ser escuchados, los hombres
ñían llamando a fiesta, pero para ella,
seguían comentando lo del ataque de
siaba estar ahí, envuelta en las cres-
era el repicar de un funeral. La música
los lobos al séquito de Rey. El eco de
tas del océano como la espuma nívea
y el aroma a comida y vino envolvían
los disparos todavía se escuchaba
alumbrada a cada embate?
cada rincón de la ciudad, se escucha-
en Be’Lier, y jamás dejaría de reso-
Sólo tenía que dar un paso
ban palabras de felicitación, augurios
juran los bardos que era su luz la que
nar. Para muchos, si no para todos,
de buena fortuna. Sólo había una
daba brillo al atuendo y no la del sol.
la hazaña de haber cruzado el Jardín
más… Quitar las manos de la estatua
boca en Brathan que no sonreía. La
a que estaba asida y entonces se
más hermosa de todas, convertida en
uniría al tumulto del mar para toda la
luna que mengua hasta desaparecer
buscó el rostro de Rey de Gudomina.
colgado en los hombros era suficiente
eternidad. Ahí no habría lobo que la
en el olvido.
Como tampoco el día anterior, cuando
para merecer a Angelique.
salvara, o más bien que la engañara, arrojándola después contra los riscos
de los Cadáveres y salir de él con un Pero en ningún momento ella
trofeo de la categoría del que llevaba
llegó cruzando Be’Lier con su enorme La voz de mil ángeles la recibie-
séquito, ataviado con la piel del lobo
Palabra a palabra más cercano.
del oso. Sólo un paso más… Un paso
ron en cuanto dio el primer paso en
negro que matara con sus propias
Tiemblan sus manos de ansiedad, de
más…
la casa del Padre. Cada hombre, cada
manos. Bastaba con mirarlo de lejos
temor, sí, pero sobre todo, de una furia
mujer, cada niño se puso en pie, con-
para saber que aquella cosa era más
apenas sometida por un temple que-
movido hasta la última fibra del alma
un fantasma que un hombre, una
brado lentamente como aquel muro
más del que pudiera admitir. La muer-
con la belleza inigualable de aquella
sombra negra que ronda los rincones
de roca ante el embate del oso.
te es en extremo incierta, cambiante
criatura angélica, deslizándose cual
del castillo buscando un rayo de luz
como la superficie del mar. Además,
luz de sol por la puerta de la catedral.
que le haga más fuerte. Angelique se
morir entre la patas del hipocampo no
Como los diamantes que se alzan a la
sabía aquel rayo de luz y aquello la
mos acabar con esto de una vez? Las
era diferente a ser arrastrada entre los
luz del mediodía, así refulgía Angeli-
aterraba.
palomas revolotean mientras el pue-
caballos de su prometido.
que von Kyrie en su vestido blanco, y
Pero tenía demasiado miedo,
52
¡Tarda demasiado! ¿No pode-
blo entona el Kyrie. Sus largos dedos
53
tamborilean contra la ropa, esperan-
— Acepto.
do que en su impaciencia, el tiempo
Los aplausos apagaron la voz
espolee a su caballo y cabalgue más
del cardenal al repetir la pregunta,
rápido.
pero él no necesitaba escucharla, la sentía venir desde hace tanto, tan-
Angelique aprieta los puños
X Del retorno de Al’Galaad a Brathan — ¡Larga vida a Thornefal Fenril
La voz del pueblo se convirtió
to tiempo en el exilio. Sus colmillos
von Kyrie, Aquel Que Brama En La
en un único grito desesperado, clamor
casi con rabia, mientras exprime las
lobunos asomaron de los labios. ¡Al
Tempestad, Señor de Los Que Nada
que aún se escucha en las noches
últimas lágrimas que le quedan a sus
fin! ¡Al fin había acabado!
Valen! — gritó Amarok al tiempo que
de tormenta. Dicen que cada lobo de
se ponía en pie.
Be’Lier se puso en pie desenfundan-
ojos. Y una voz de trueno acalló cual-
— ¡Larga vida al Duque de las
do la espada para cobrar la deuda de
— Son de alegría — se dice el
quier otra en Brathan, retumbando en
Tierras Desoladas, Aquel Que Brama
los Kyrie. Y en la profundidad de la
Duque, tratando de convencerse de
cada rincón, en cada hueco… En cada
En La Tempestad, Señor de Los Que
confusión, sobreponiéndose a toda
que no mandó a su hija al matadero.
alma.
Nada Valen! — respondieron los lobos,
otra voz, Fenril miró a Angelique y
erguidos en su nobleza ante el pueblo
preguntó:
— Acepto. Entonces, finalmente, después de que las tortugas llevaran a Cronos en su espalda, el cardenal abrió su
de Brathan. El exilio de Al’Galaad había acabado.
¿Confías en mí? — y esta vez le resEntonces Angelique buscó su
boca, seca y avejentada, quebrada
rostro. Fiera y firme fue la boca que
con las mil grietas del desierto, y con
le sonrió, afilados sus colmillos como
voz pausada, pronunció:
en el primer día; valeroso el rostro que
— Angelique, tomas a este hom-
—¡Angelique, mi Angelique! pondió. —¡Casi tanto como te amo! La mano de Fenril se cerró alre-
desafió a los hermanos en el salón
dedor de su espada, y al reconocerla,
bre como compañero, para servirlo y
donde se suponía, descansaría por
el Duque de Brathan encomendó su
honrarlo, en la salud y en la enferme-
todos los siglos; y la tempestad en
alma al Dios.
dad, en la riqueza y en la pobreza…
sus ojos la arrastró hasta la locura. — Entonces cierra los ojos, y
Las palabras llegaban hasta ella
Luperca metió la mano en una
canta. — Angelique obedeció. Porque
como traídas por un aliento lejano y
bolsa que llevaba colgada a la cintura
era hora de que Al’Galaad cobrara
seco. Pero supo cuando se esperó
y arrojó su contenido a los pies de
por sus largos años de servicio y las
que hablara. En esa palabra, estaba
Fenriete: el cráneo arrancado de tajo
centurias en el exilio. Pues un lobo
segura, vertería lo poco que le queda-
a Rey de Gudomina, con la imagen de
nunca olvida una deuda, y la carne es
ba de humanidad, y así fue.
Fenril para siempre gravada en sus
su moneda.
pupilas.
54
55
to clases y que no continuó con la
saber, me comentó que tenía planea-
universidad, la cual se encargaría de
do un viaje por las costas del sur, no
traerme la despensa así como todo lo
obstante, en el momento que él me
que requiriera del exterior. Sin em-
pregunto qué tenía planeado hacer,
bargo esta situación me hastió, pues,
le mentí. Le dije que aún no lo sabía
después de llevar seis años encerrado
pero seguramente visitaría alguna
comencé a añorar mis paseos por la
familia. Esa tarde regresé a casa,
avenida principal y mis largas horas
Claudia me había dejado un recado
de lectura en el parque. Claudia me
sobre el refrigerador que decía: “tengo
sugirió que usará una sombrilla para
planeado salir a visitar a la familia de
la calle, pero yo soy un hombre un
mi novio, lo más probable es que no
tanto flojo y no me gusta cargar con
vuelva hasta dentro de quince días”.
Jessica
Esta es la primera entrega del primer cuento largo que nos
algo en mis paseos, de esta forma
Cavilé unos segundos y llegué a la
Romero
trae Jessica Romero. Podemos ver un relato claustrofóbico,
descarté esa opción de inmediato. Ni
conclusión que lo mejor sería salir por
el encierro y aislamiento de un profesor enfermo de cáncer
siquiera un sombrero serviría como
las noches a comprar lo necesario, al
de piel vomitado por la luz del sol. Los recuerdos y las po-
alternativa, ya que desde joven los
fin y al cabo quince días no era mu-
sibilidades abalanzándose sobre el mientras la vida de sus
he detestado a causa del sudor que
cho tiempo y podía sobrevivir com-
allegados se tambalean en la indecisión. Sólo una breve pro-
producen en mi cuero cabelludo. Por
prando comida preparada. El diván
bada y una fuerte promesa de nuevas páginas en un futuro.
tanto, me resigné a mi encierro por
de rayas verdes y la tele serían mis
todo lo que me restaba de vida, fuera
compañeros, siempre lo habían sido
poco o mucho, el cáncer me estaba
y jamás me hacía falta nada, lo sabía,
matando paulatinamente y lo sabía.
pues mi salud era más importante
Así pues, el camino de casa a la se-
que nada.
Capítulo I
cundaria y de la secundaria a casa en
Para un hombre que está a punto de alcanzar la tercera edad y que ha perdido todas sus
años y me fue diagnosticado cán-
energías en las aulas de una escuela
llevar al cabo viajes innecesarios.
secundaria, le resulta complicado to-
Hace poco, eso mismo me condujo a
días con exactitud, para que las cla-
a donde fuera si el tiempo y el dinero
mar decisiones, y más aún si implican
contratar a Claudia, una joven egresa-
ses terminaran. Javier, uno de mis
nos permitía. Mariana era su nombre,
dejar la casa en vacaciones.
da de la secundaria en la que impar-
alumnos más inquietos me lo hizo
bella, enérgica y lo suficientemente
56
A partir que cumplí cincuenta
taxi sería entonces mi único contacto con la luz exterior.
cer en la piel, evito salir por el día y
Si regresara el tiempo treinta años atrás todo habría tomado sentido, tenía entonces a una mujer
Faltaba una semana, cuatro
a quien amaba, con la que paseaba
57
carismática para sacar una sonrisa
de una sonrisa jubilosa que podría
vida. Los últimos meses, días y horas
introducirme dentro de mi lectura y
en los momentos más agobiantes.
contagiar de alegría a un centellar de
de mi vida estaban siendo desperdi-
olvidar mi propia vida para asumir,
Lamentablemente un ataque cardíaco
personas. Mujeres así deberían de
ciados de alguna forma, encerrado
entonces, la del protagonista de una
nos sorprendió una noche de junio
vivir por siempre, pero como cualquier
y manteniendo una rutina mecánica,
novela de aventura o policiaca, por-
hace once años. Tuvo que pasar una
ser humano, estaban condenadas a
¿qué rayos hacía con mi vida? Me
que esas eran mis historias favoritas.
semana para entender realmente qué
un final, a una muerte.
preguntaba a cada instante. Quizás
había sucedido, y que Mariana no estaba más a mi lado; un mes después
Capítulo II
de su muerte para que me decidiera a guardar sus cosas, sus ropas, sus
Capítulo III
si mi madre nunca me hubiera hecho prometerle vivir a pesar de cualquier circunstancia conflictiva ahora ya no Había pasado sólo tres días
En el séptimo día me lleve una
estaría vivo. El encierro y la soledad
sorpresa al ver una carta debajo de la
perfumes y aquellos accesorios con
desde el momento en que las vaca-
serían los verdaderos causantes de
puerta, hacía bastante que no recibía
los que gustaba arreglarse y lucir
ciones comenzaron. Mi refrigerador
mi muerte, y no el cáncer al que tanto
alguna, por lo que quise conocer de
preciosa ante mí. De esta manera lo
por primera vez se encontraba lleno,
me hacen temerle y cuidarme.
inmediato a su remitente. Se trataba
regalé todo, todo lo que alguna vez
pues Claudia siempre preparaba la
usó o era de su propiedad. Sin embar-
cantidad justa, nunca hacía menos
go mantuve a mi lado su retrato pre-
ni más la comida, siempre estaba a
dito verano y todos los recuerdos que
sur había sido suspendido, ya que la
ferido, donde aún lucía joven como en
su medida, por lo que pocas veces se
traía consigo, los días en Silva, esa
persona quien lo acompañaría había
el momento en el que la conocí, llena
necesitó refrigerar algo. La casa no
pequeña población al norte del país,
cancelado en último momento, se
era un desorden, pero quizás podría
donde acostumbraba a ir desde niño
encontraba muy deprimido porque
estar mejor, arreglada con ese toque
con mis padres y después, cuando me
llevaba todo un año esperando el
que sólo las mujeres son capaces
casé con Mariana, no había ningún
viaje; finalmente, me pedía venir a mi
de dar, sin duda le hacía falta Clau-
verano en que dejáramos de ir los
casa para conversar conmigo de algo
dia. No obstante yo me esforzaba
dos solos. Pero, para mi mala fortuna,
bastante importante y que necesitaba
por organizarla, por limpiarla y abrir
Silva era un lugar muy caluroso, no
contarme.
las ventanas cada mañana, se había
existía el día en que el sol no saliera y
convertido en parte de la rutina va-
en vano sería ir para permanecer en-
Javier siempre fue uno de mis
cacional, mas, la ausencia de alguien
cerrado tal y como ahora me encon-
alumnos más cercanos, muchas ve-
en la casa me ponía nostálgico y
traba. Sin alternativa, no tenía de otra
ces se aproximaba a mí para contar-
todas las noches me entraba una
que permanecer en mi diván de rayas
me los problemas por los que atra-
depresión terrible hasta el momento
verdes, tomar algún libro de la biblio-
vesaba, la relación compleja de sus
de llegar a pensar en poner fin a mi
teca patrocinada por mi tío, relajarme,
padres, el odio a su hermano mayor
58
nada menos que de Javier, mi alumOdiaba las vacaciones, al mal-
no. En ella me decía que el viaje al
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por hacerlo sentir inferior a él y la
Le pedí que tomara asiento en
ha apoyado con mis estudios, me ha
de compartirlo con otras personas
represión de su sexualidad. Segura-
cualquiera de los sillones de la es-
escuchado, aparte de usted claro, mis
y que por primera vez, como hace
mente ese viaje significaba el escape
tancia, pero él prefirió permanecer
problemas así como las complicacio-
meses vengo soñando, dormiríamos
a todos esos conflictos, y tenía justa
parado y hablar de esa forma, yo,
nes que tiene todo adolescente a mi
cerca. Hace tres días me ha dicho que
razón por sentirse de esa forma. Sin
por mi parte me senté en el diván de
edad. Yo siempre lo había visto como
no va a poder llevar a cabo ese viaje,
embargo, me pregunté quién era el
rayas verdes. Cinco o diez segundos
la imagen paterna que mi padre era
se disculpó conmigo y a cambio me
sujeto que lo acompañaría y por qué
de silencio pasaron hasta que Javier
incapaz de brindarme, lo juro, pero
prometió una computadora portátil
había cancelado en último momento.
comenzó hablar, su manera siempre
no fue hasta hace algunos meses que
como disculpa, no obstante yo no de-
había sido un tanto extraña, puesto
descubrí mis verdaderos sentimien-
seo nada más, sólo deseo estar con él
que jamás miraba a los ojos de su
tos por él, y como es obvio no tiene ni
y olvidarme de este mundo de mierda
contestar la carta, cualquier tarde po-
receptor, parecía que hablaba con él
idea de ello. No me puedo imaginar
en el que vivo.
dría llegar a mi casa, después de todo
mismo y que no esperaba ninguna
la reacción que tendría porque estoy
jamás tenía nada interesante que
respuesta a finalizar cada idea.
completamente seguro que sólo me
De inmediato me apresure a
hacer y su visita me haría bien.
Mi ser no supo cómo debía
ve como el hijo varón que siempre
reaccionar, ni siquiera se me ocurrió
anheló, Rafael mismo me lo ha dicho.
nada que decir al respecto así que de-
bre que dobla mi edad, vive en una
Por eso, ese viaje significaba mucho,
cidí ir a la cocina y preparar dos cafés,
vacaciones que recibí la visita de
de las colonias más acomodadas de
era la única oportunidad de tenerlo
mientras tanto Javier se recostó en
Javier. Justo en el momento en que
la ciudad y, por si fuera poco todo
solo para mí, de olvidarme que debía
un sofá cama que hace más de tres
me disponía a leer mi novela policiaca
eso para usted profesor, debo agre-
él llamó a la puerta, al mirarlo me dio
gar que es casado y tiene dos hijas.
la impresión de que hubieran pasado
─ Javier se aventuró rápidamente a
años sin verlo, pero la verdad era que
contestar mi gran duda, no hizo falta
profesor, me gustaría vivir con usted.
hace apenas nueve días que no lo
preguntárselo, al parecer él sabía de
Lamentablemente a pesar de que mi
veía. Me sonrió al abrir, parecía que
antemano qué debía aclarar antes de
familia no me estima lo suficiente mi
se alegraba bastante por estar allí,
dar comienzo a su historia. — Supon-
presencia es indispensable para ellos,
conmigo. A pesar de la emoción que
go que intuye alguna relación entre
así que no tardaría ni dos días en irme
me transmitía por nuestro encuentro,
nosotros, sin embargo esto no es así.
a buscar hasta dar con mi paradero.—
su cara no podía ocultar su tristeza
Él es como una clase de protector
ahogada que no había dejado liberar y
para mí, siempre lo ha sido, mientras
te aquí y esperar a que tus padres
que ahora venía corriendo hasta aquí
que mis padres prefieren vivir toda
vengan a buscarte tal y como me has
tratando de hallar una salida.
una vida discutiendo, este hombre me
dicho, por mí no hay ningún problema,
—Se llama Rafael, es un homNo fue hasta al noveno día de
60
años que no lo he vuelto usar. —Su casa es tan tranquila
—Si quieres puedes quedar-
61
“descubrí mis verdaderos sentimientos por el.”
además, desde que Claudia, la chica que me ayuda, se tomó unas vacaciones mi casa no es la misma.— Le contesté mientras le ofrecía una taza de café. — Creo que lo tomaré sólo por hoy. Mañana tengo que ayudarles con el invernadero, y si no estoy seguramente me castigaran todo el verano, tendré que arreglar y regar plantas en todo este tiempo de descanso. De esta manera me será imposible
Lo que nació como un proyecto alocado ahora es uno de
Laura
reunirme con Rafael.
nuestros más logrados trabajos. Se trata de la serie C. Car-
Isabella
mesí, del cual ya les ofrecimos una probadita el número pa-
Martín
—Pues, hombre, este sofá está disponible siempre, no dudes en venir.
sado. Un juego, un reto. ¿Quién ganará más puntos en esta
Además tú y yo somos parecidos,
apuesta enfermiza? Eso lo decidirán ustedes. Laura Isabe-
nos hemos quedado sin un viaje de
lla Martín es el nombre con el que se les ofrece esta historia.
verano y, por si fuera poco, sin un
¿Qué tan lejos puede llegar la brutalidad? Un corto pero con-
acompañante.
ciso ejemplar de la literatura gore que prometemos seguir ofreciendo a los lectores ávidos al rincón de las entrañas.
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No suelo ponerme vestidos así, rojos, que caigan sobre mi delgadez. Pero ya le había pues-
me daba asco hablarle, para continuar
to el ojo a la gorda que siempre iba
amigables, inofensivas. Me dijo la
al mismo cafetín. Creía que no nos
gorda, la muy hipócrita, que tenía frío
dábamos cuenta que compraba ropa
porque ella venía de donde hace calor.
barata de maternidad para no buscar
Frío, con tanta caloría en las lonjas y
la ropa bonita para ballenas que eran
la cadencia mocha en su acento que
obviamente más caras. Fingí que no
ni costeño ni norteño. Le tiré algo en
con la pretensión de que los guanajuatenses somos personas buenas,
63
los pliegues de piel y aproveché para
puras, de sus tacos dorados y su Ais-
invitarla a cambiarse y cubrirse “del
puro. Gritaba y me miraba con terror,
frío”. Apenas era agosto, comenzaba
pidiéndome piedad. Conocía bien esa
a escampar y junto se iba el calor del
mirada. Eventualmente se desma-
verano lentamente.
yó para dejarme modelar su cuerpo en paz. Cuando despertó y volvió a
Ya en casa me preguntó por
gritar decidí ir por algo para comer.
semejante palacio para una sola se-
Regresé y ya había muerto, y yo que
ñorita; tan joven, bonita, delgada y sin
quería presumirle mi helado de piñón.
casarme. No le dije que era viuda, que
Aunque ahora, sin grasa, sin caloría,
la casa era de la familia de Alonso.
le podría dar frío. Después de todo, ya se acercaba el otoño.
Le ofrecí una bebida con algu-
“Era tan gorda que no se podía retorcer en el aire.”
nas drogas mínimas, para atontarla
La grasa la guardé en cubetas
nomás. Le amarré un trapo para que
que abandoné en una cueva, no sin
Iván Mata es la gran promesa de la literatura fantástica mexi-
Iván
no gritara cuando le metí los ganchos
antes convertirlas en lámpara. Ardie-
cana. O más precisamente, de esa literatura fantástica que
Mata
en la gordura. La colgué del techo,
ron durante horas.
tantos complementan con la leyenda “épica.” Con la clara in-
con ayuda de algunas poleas, no soy
fluencia del maestro J. R. R. Tolkien guiando sus pasos, tiene
ningún toro. El trapo sirvió a su pro-
la habilidad de separarse de su sombra y crear una mitología
pósito. Era tan gorda que no se podía
más oscura, donde las criaturas tenebrosas no siempre son
retorcer en el aire. Me reí una buena
malignas y en que los héroes de los hombres se manchan
hora completa. Cuando se cansó me
de vicios y defectos capaces de equilibrar sus proesas. Esta
dispuse a hacerle sus cortes de cola-
es sólo una muestra breve de esta fantasía, llena de refe-
dor con una bonita espada que tenía
rencias a personajes y situaciones presentes en otros tra-
de recuerdo. Cortó perfectamente. No
bajos, consigue con su apariencia incompleta invitarnos a
sólo cayó sangre en las charolas que
buscar las piezas faltantes en el todo de Adgar y su historia.
tenía dispuestas debajo, principalmente cayó la grasa. Allí la dejé, ayudándole con unos golpes, secándola de sus tem-
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Sobre tantas cosas han escrito los escribas que no recuer-
magno espesor de una floresta inter-
mientras las nuestras confundíanse
minable.
con la maraña de un cráneo con ca-
dan aquellas historias que inventaron y olvidan otras tantas para no
bello cuando, escuchando voz emerCon sus voces tranquilizaban
ger de la sombra, voz tibia, el mismo
plasmarlas ni perpetuarlas. En esas
nuestro ímpetu, el corazón salvaje de
calor que es estar bajo la Reina Blan-
historias olvidadas a placer estamos,
nuestro cuerpo veíase domado por
ca, escapé; no sé cómo, mis grilletes
encarcelados en las memorias obscu-
las caricias de manos viejas y cálidas.
se rompieron, haciéndose polvo la
ras repletas de extraño lenguaje, tan
Las canciones de cuna, que las muje-
injuria que mis viejos amos hacían
hermoso y melódico, el cual nuestros
res cantan a los niños para dormir, se
cuando aprisionaban a maldita criatu-
señores amos manejaban para en-
nos cantaban para continuar odiando
ra. Entonces observé las caras de mis
cantar. Compartimos ese habla desde
sin importar que aguas claras inun-
amados y vi en ellas el anhelo de huir
el momento de nuestro despertar,
daran nuestros pensamientos y nos
a mi lado, de conocer esas tierras en-
desde que ellos excavaron la tierra
ahogaran hasta la muerte.
cantadas, vedadas por nuestros amos
para tejer los sortilegios de nuestro
porque estaban temerosos de lo que
espíritu e introducir en nuestros cora-
En esa tierra gris, en la que
ahí habitara. Ellos, mis viejos seño-
zones el designio de los suyos. Sobre
vivíamos, no existe ni existirá el deseo
pero yo no quería vivir así, no quería
res, no eran diestros con la espada y
todo, ellos acostumbraron nuestras
de libertad porque el único propósito
continuar perteneciendo al ejército
sus flechas quemábanse en el aire.
manos a matar, a gustar la sangre y
por el cual nos despertaron fue el de
malicioso, no estaba preparado para
Todas sus esperanzas dependían de
festejar la guerra. Ellos nos dijeron
servir. Éramos sirvientes de la som-
enfrentarme a los peligros que exis-
nuestro éxito; sólo sabían parafrasear,
tantas cosas obscenas del mundo
bra, soñadores en páramos sin sol ni
ten bajo las grandes murallas y temía
eran excelentes domadores de las
que usábamos el puño para aniqui-
luna. No había nada entre el cielo y
mirar los ojos del mago.
palabras y por consiguiente grandes
lar lo concebido por los reyes de los
la tierra que nos desencadenara de
cielos y en consecuencia, nos hemos
nuestro pesar, no existía encanta-
ganado el odio de los ojos beatos; día
miento para vivir libre albedrío, sólo
pesar de nuestro insistente titubear
y noche nos maldicen en la espera
si del reino bendecido una licencia
de seguir en marcha, hacia las aldeas
otorgaba la libertad tan fácilmente?
de ver el metal incrustado en nuestro
se otorgara para pertenecer a una
olvidadas por reyes mortales quienes
No podía permitirme no coger ese
pecho, chamuscan con su divina luz
jerarquía y de nuevo servir, ahora por
deciden deshacerse del vulgo vejes-
pequeño hilo; lo sujeté tan bien que la
nuestra piel pútrida. Pero nuestros
siempre jamás, a la reina sacrificada.
torio para reparar en la vieja nobleza
tela comenzó rápido a deshilacharse.
amos nos protegían, o eso creíamos
Éramos genios atrapados en la boca
y en sus hipócritas. Contemplábamos
cuando la espesa neblina cubría el
y las palabras de nuestros amos;
las sombras deformes de los árboles
domadores de nuestros espíritus. Andábamos con paso rápido, a
transcurrir alargadas y tenebrosas,
66
¿Qué podía hacer yo si se me
Los caminos del bosque eran tan luminosos que mis ojos silvestres
67
comenzaron a divisar figuras que yo
dirme y hacer que me extraviara en
de ser descubierto por los espías
Mis ojos terminaron por cerrarse, la
jamás había visto en las profundida-
sus laberintos. Pero aunque mí razón
de mis amos. Mis pequeñas piernas
bebida no llenaba mi estómago, y
des de las cuevas. Los árboles que
se hundía en las sombras, algo en el
respondieron para correr, corrí y seguí
entre la somnolencia lo distinguí. Él
ahí contemplé eran hermosos, de
aire hizo que mis oídos escuchasen
corriendo hasta muy entrada la noche
venía a mí, él sabía de mi existencia,
recio tronco y de pomposos ramajes.
atentos y se alimentara la leña de mi
del siguiente día.
la sombra que había roto los grilletes
Líquenes caían desde las copas para
valentía. Continué andando por los
formar túneles verdes, maravillosos
senderos zigzagueantes, siempre con
pasadizos donde transcurrir la vida
el corazón podrido en la mano.
entera, y plantas amarillas, de esas que siguen al sol y que se pueden
El día menguó sin atender como
yacía entre mis ojos. Lo vi hermoso, lo Nosotros sabemos guardar
vi como un niño iluminado por halos
el hambre, pero aquella carrera ha-
color plata y estrellas azules brillaban
bía despertado mi deseo por comer.
en su vestir. Sus cabellos, sueltos al
Comíamos sólo bellotas y nueces,
viento, ondeaban como una espiga en
hallar en las planas tierras cultivadas,
se debía. Las aves pasaban encima
la carne y el agua hacía que se pu-
un mar subterráneo en la tempestad
embellecían el fondo turquesa de una
de mí chillando; unas cuantas caían
drieran nuestros cuerpos. Bebíamos
de un día sombrío y de un día tor-
pintura incorruptible. Era un bosque
de golpe entre las hojas para terminar
sangre, en ese bosque no había nada
tuoso. No sabía quién era ni conocía
encantado por el manto de la Reina
muertas, muertas estaban y atrave-
de jugo rojo y además temía arrancar
su nombre, pero comprendí que ese
Blanca y sus doncellas.
sadas por flechas, a mi tropa jamás
los frutos de los árboles; entonces
joven era más valeroso que mis amos,
escapábales criatura viva. De pronto
encajé mis garras en mi gruesa piel
más recio que cualquiera que haya
cundió por todo mi cuerpo el miedo
y la bebida diaria se derramó por mis
visto hasta entonces. Un cambia-
prohibida y descubrí su odio por esa
manos a caer en la hojarasca azul.
forma es. Fue cuando hablóme sin
floresta de fachada azul. Odiaban
Bebí lo que pude, lo hice hasta har-
articular palabras, sino que lo escu-
todo aquello que no semejara su
tarme y me di cuenta que la sangre ya
ché invadir mi cabeza con rítmica voz,
cuerpo. Sí, mis amos gozaban de las
no tenía el delicioso sabor de otrora.
producir frases gallardas en un hueco
tinieblas porque en ella cubrían su ser
En las cavernas de Geyla el flujo sabía
inexplorado y hostil, sombra ensimis-
verdadero, la luz del día mostrá-bales
diferente, era miel. Ahí en el bosque
mada en una más grande, para des-
lo que no eran y por tal razón abo-
nada era como antes porque también
pués sentir sus manos divinas pene-
rrecían su condición. Yo por mi parte
comencé a olvidar las canciones de
trarme y derribar puerta tras puerta y
sentí en momentos sofocarme. Sentía
cuna.
descubrir los secretos que pensé no
Me hallé de pronto en la tierra
que los árboles conspiraban para
tenía o había olvidado. No opuse nada
deshacerse de mí; y los compadezco,
Pensé en mi muerte ya que el
de resistencia. Él conocía su labor. Yo
haría yo lo mismo a aquel que haya
Bosque Goeth es poderoso, opresor
sólo soy una criatura simple y peque-
maltratado mi piel. Creí verlos mover-
contra los forasteros y sus enemigos.
ña, con garras y ojos silvestres contra
se, levantar sus raíces para confun-
68
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un poder muy por encima del mío. Me
tro. La casa era impresionante, una
cosas diversas, como leer la tierra y
dejé llevar por sus suaves palabras y
mansión de extrañamiento impere-
hablar con los dragones. Se dedicó a
me dijo algo que ya no recuerdo.
cedero donde guardábanse encanta-
alimentarme. Tenía tanta miel como
mientos en cada objeto. ¿O sería que
néctar y nueces en sus gabinetes,
la admiré así porque él com-partía el
ora sacaba frascos repletos de miel,
su lecho en lo profundo de Goeth. Su
mismo gusto por la simplicidad y la
ora mezclaba la miel con el néctar,
casa ubicábase entre dos inmensos
tierra que yo? No lo sé.
ora pelaba las bellotas para bañarlas
Alzó mi cuerpo y condújome a
con mermelada de mora, ora movía
robles, añejos guardianes de una morada humilde de piedra y madera don-
¡Qué hermosos ojos tiene él!
las sillas para sentarnos a la mesa.
de el joven esperaba su protagonis-
Exclamé y pensé en mis adentros.
¡Maha era un excelente anfitrión con
mo en la historia que llegó después.
Ojos de cristal y agua, añadí. No había
sus invitados, sobre todo a los que él,
Había una cerca de insípidas varas
visto figura mortal con tales posesio-
por gusto, salvaba de la muerte!
la cual protegía un jardín de flores
nes. Él no era normal sino extraordi-
rosas; los rayos de la luna caían sobre
nario, uno de los muchos habitantes
un techo de enredaderas purpúreas
extraordinarios de la tierra de Adgar;
to, y vi, de reojo lo hice, que Maha no
en donde bellas florecillas blancas
empero Maha tenía más historia que
probaba bocado, entonces pregunté.
abríanse a la noche; anillos de humo
muchas generaciones de héroes, aun-
alzábanse de la chimenea tronando
que su delgada y suave figura no co-
en el viento y desprendiendo olor a
incidiera con el porte de los hidalgos;
azúcar ¡Qué maravillosa imagen me
sin embargo, parecía todo un príncipe,
Maha miróme solemnemente.
pareció! Yo, que había vivido en las
un hijo de los hijos del cielo, consenti-
En su rostro se formó una mueca de
tinieblas sin nombre, oliendo la putre-
do por la luna y el sol y amado por las
ingenuidad y sonrió entre dientes.
facción de los muertos y aceptando
estrellas. Deseé escuchar sus histo-
¡Estaba seguro que era un infante!
el castigo de los amos, me encontré
rias, saber más de él de lo que ya se
de pronto en una mansión de magia
podía saber, pero Maha no dispuso a
insondable. La casa del extraño la
contar nada.
Llevóme al interior y todo lo que vi por fuera no comparábase por den-
70
¿Qué comida era aquella que mencionaba? ¿Quiénes eran sus
—¿No comerá, mi Señor?
abuelos? Despertó en mí el fuego de comer y beber de sus suministros. Pensaba robarlos, si tuviese alguna oportunidad… —¡No puedes!— dijo Maha, alzando la voz. Entonces sentí enco-
—¡No! Yo no puedo probar la
germe.
comida que alimenta a los huéspedes de Adgar, en cambio como y bebo de
admiré como lo hacía con las descripciones fúnebres del amo cuentista.
Siempre el mismo procedimien-
Solté los frascos de miel y me
Curó mí herida, untando me-
los banquetes que me traen los heral-
agazapé en la silla con temor a lo que
dicina aromática en mi brazo para
dos de mis abuelos. Aquellos cuencos
pudiesen hacer esos ojos relampa-
vendarlo después con seda real.
llenan mi hambre.
gueantes.
Maha conocía de curación y de tantas
71
“Lo ví hermoso.”
— No pienses en lo que no pue-
si viese a través de él una pureza
gros temían. Retrocedí al pensar que
dados, empero a fin de cuentas era
des alcanzar. Ya no estas al servicio
inalcanzable pero al mismo tiempo
aquello fuese una trampa, pero Maha
yo su invitado en la asamblea que se
de los Hámanes, te hallas en la casa
posible ya que Maha yacería tras de
volvió sus ojos a los míos y mostró-
celebró enseguida.
de Maha y es preferible, para tu segu-
mí para indicarme cómo alcanzarla.
me su autenticidad; no era como los
ridad, olvidar todas las intenciones de
Tenía un extraordinario marco de jade,
Hámanes, no era un traidor, ahora
robar.
como el pasto de Bermenos, tañado
estaba para procurar mi bienestar en
y ciudades, en la alta Oroch de Adgar
en él extrañas insignias, como letras,
Adgar y debía confiar en él.
donde el mundo veíase vasto, donde
¡Había adivinado mis pensa-
como dibujos, como árboles, no lo sé,
Arriba, sobre muchos pueblos
las águilas reuníanse para celebrar
mientos! ¡Los había leído! La ver-
porque mi curiosidad esa vez no fue
güenza me embargó, así que no tuve
expresada. Me indicó que cerrara muy
como si hubiese atravesado un sim-
ciones imperecederas para calmar la
intención de seguir comiendo.
bien las ventanas y colocara doble
ple marco de puerta sin puerta. ¡Im-
inquietud de las montañas, detuvióse
cierre a la puerta. Lo hice con preste-
presionante es verlo hacer su magia!
el tiempo. Entonces el dosel del cielo
za, no quería escuchar la reprimenda
Del otro lado lo observé, mirando al
se abrió, un camino de luz bajó desde
de un silencio angustiante, aprendí
de Maha otra vez. Siguió a extender
interior de su casa, mirándome a mí,
lo alto para cubrir el cuerpo de Maha y
mi lección. Maha limpió la mesa, de
su mano y me invitó a seguirlo.
esperando a que decidiera seguirlo.
fue cuando contemplé a dos divinales
Me indicó que fuera. ¡Ven!, decíame,
seres. Ellos tan hermosos, tan pul-
Corrí hacia él mientras habla-
sonreía, creo para mostrarme su su-
cros, beatíficos, de rizados cabellos
menea comenzará a apagarse hasta
ba al espejo en una lengua antigua
perioridad en esas artes, así que sin
y divinos cuerpos. ¡No hay nada en
que la casa quedó en penumbras. Aún
esperando a que su artilugio obrara
titubear fui tras su llamado. Ese lugar
el mundo comparado a ellos! Aquélla
la seda real desprendía el olor de las
a sus órdenes. De pronto el espejo
no era una ilusión, era la cumbre de la
era una doncella y aquél un caballero;
plantas aromáticas que había utili-
comenzó a transformarse: vióse el
montaña más alta del oeste. ¡Estába-
llevaban en sus manos cuencos, la
zado en mi brazo; en tanto, incendió
cielo perpetuo azul zafiro como los
mos en Oroch, en la noche de Adara la
comida para el mago.
varias velas rojas, las cuales soltaron
ojos de Maha; vióse abajo frondosos
estrella del 30 de agosto!
un olor penetrante pero igual de bello,
bosques apacibles en los valles y las
y las colocó frente a un espejo enor-
llanuras; vióse las gigantes montañas
me que abarcaba toda la pared. Éste
vestidas de blanco para una celebra-
se pronto al verme llegar, piaron con
de los bien-aventurados terrenos del
estaba cubierto por una manta ma-
ción. Fue entonces cuando descubrí
razón del miedo que provocaba en
cielo. Él me dijo:
rrón que difuminábase perfectamente
que Maha era el mago azul al que mis
mi viejo trabajo, pero Maha sujetó mi
con la pared de madera. Maravilloso
viejos amos temían, al que yo también
mano y las aves entendieron que yo
espejo me pareció entonces, como
temía, al que todos los servidores ne-
era el invitado del mago azul, quizás
más un Godojk, sino tierra, que es lo
su nueva adquisición para sus man-
que eres; sólo tierra, y serías secues-
Después de aquel descontento,
regreso acomodó los frascos en las alacenas; dejó que el fuego de la chi-
72
Caminó al espejo y cruzóle
carrera, donde el viento cantaba can-
Maha comía polvo de estrella y Las aves ahí reunidas alejáron-
bebía lágrimas de fuego provenientes
—Si comieras esto, no serías
73
elfo; esa dama ni siquiera atendía
mientos que sin atenderlo, estaba
de tu raza, de tu nacimiento, de tus
mi presencia. En cambio el caballe-
frente mío, mirando fijo a mis sil-
antiguos señores.
ro, más atento a los alrededores del
vestres ventanas, sonriendo. Habló,
comedor, me veía detalladamente,
pero no mi lengua ni la lengua común
tratando de buscar en sus listas mi
ni siquiera la lengua de Maha, una
tención hablar de mí, pero así lo hice.
raza y mi procedencia. Al mirarme
lengua poco conocida en el mundo,
Maha no puso atención y la dama
sus ojos tenían odio, tristeza, amor,
tan olvidada como las historias de mi
tampoco. El caballero se acomodó en
desespero… todos los sentimientos
raza y de muchas otras. Era extraor-
la tierra fría mientras yo solté la len-
que sienten los mortales cuando
dinaria, rítmica, maravillosa, sencilla,
gua para contar mi historia. Así dije:
sus vidas se han visto arrancadas
y provocaba en mí el deseo de correr,
amargamente de la paz. Si el heraldo
gritar, saltar, volar… ¿Cómo podría
divino tuviese forma mortal en Adgar,
responderle si apenas mis palabras
Hámanes, ellos combinaron mu-
seguro fuese el más alto rey del mun-
eran vulgares e inentendibles para
chos hechizos para forjar nuestros
do, un líder sabio, justo y peligroso; no
muchos? Cerré mi garganta para no
cuerpos, ellos lo empezaron todo,
trado por el aire y llevado al fin del
habría ni héroe ni ladrón o brujo que
pronunciar ni un sonido.
dándonos voz, pensamiento y sentir.
mundo para nunca volver. ¿Lo deseas
no estuviese bajo su capa.
o no, Úhuod?
—“Nacimos en los tarros de los
Somos tierra, agua, metal y carne, a Seguía hablándome, insistía en
—No— respondí. Callé hasta que
No quería hacerlo, no era mi in-
comparación de los Enanos, nosotros
Venían desnudos, porque, como
sacarme voz, hasta que harto de no
amamos la tierra, las plantas y los
Maha me dijo alguna vez: Los beatos
responderle, se dirigió a Maha. Para
árboles; no codiciamos riquezas, ya
habitantes del cielo van sin vestido
mi sorpresa, el mago sabía hablar y
que somos oro, plata y cobre, pero
entre las calles, allá no se conocen las
entender el idioma del cielo, de pronto
nos ocuparon para matar y saquear.
en tanto yo miraba muy en silencio a
modestias de Adgar ni tampoco pa-
entendí que Maha era uno de ellos,
Nosotros somos los responsables de
los divinales heraldos. Uno de ellos
decen la desgracia de la muerte. Ellos
con forma en Oroch, nacido aquí para
tantas desapariciones de niños, de te-
observaba a Maha sin distracción, no
conocen al de túnica negra y hasta
obrar empresas más allá de mi com-
soros; somos el verdugo de los hom-
parpadeaba y de veces alcanzaba a
ser burlan de él. ¡Son privilegiados!
prensión.
bres libres. Cuando marchábamos al
los últimos cuencos fueron vacíos. Tardó en terminar su cena,
notar que sus ojos se tornaban azules, dorados, violetas, platas, como
campo de batalla, nuestros corazones Entonces yo quise ser como
—¡Habla, Úhuod! Solo quiere
anhelaban estar en el jardín cuidando
los ojos del mago. Su divino cabello
los divinos para olvidar mis viejos
saber de ti. Jamás había visto y escu-
las flores y los animales. Los Háma-
ondeaba al ritmo del celestial aire del
recuerdos y volver mi atención a ellos
chado hablar de un Godojk— me dijo,
nes siempre nos hacían odiar lo que
cielo y, cuando sonreía, al ver a Maha
y burlarme de mi creación. Quizá el
mientras el caballero asentía con su
queríamos, nos ordenaban quemar
comer sin pausa, parecía a una niña
caballero comprendió mis pensa-
cabeza— Sería bueno que le contaras
las flores, las hierbas, los pastos
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75
verdes y apuñalar a las bestias; llorá-
Primero observé el mundo des-
nuevo, por lo tanto quedé quieto. En
cabría la posibilidad de ir junto a mis amados compañeros.
bamos cuando llevábamos a cabo el
de los cielos, rápido siguió la imagen
cambio el introdujo, como si fuese
deber. Nuestro hogar era lo profundo
por encima del océano, a las prade-
sólo agua, sus manos en el orbe y
de las cuevas, encerrados en cárce-
ras, atravesar ciudades y ver bos-
entonces miré cómo desataba las ca-
les adamantinas. Nos llamaron, en
ques, hasta toparse con mis amados
denas invisibles que aprisionaban los
pondió— Ahora son libres y necesitan
su lenguaje, Godojk, que se traduce a
Godojks en Gedda, el pueblo que los
anhelos de mi raza. Las deshacía sin
de su líder. Bajaremos al bosque y les
la lengua común como “Los buenos
Hámanes nos habían indicado atacar
dificultad hasta que cada uno quedó
hablaras de lo que has presenciado.
Ojks”, nombre que ellos dan a los
antes de mi liberación. Lloraban, ya
libre de los hechizos de los Hámanes,
sirvientes. Nací para servir. Aunque
que el fuego quemaba los jardines,
y en sus adentros, sintieron fuera el
mi señor Maha me liberó, ahora estoy
gritaban, ya que sacaban el corazón a
peso del costal. Entonces el caba-
hacía Maha, lo amé y lo seguiré
atado a sus designios. Eso soy yo.”
los animales. Bañados en sangre de
llero sopló con poderío en la esfera
amando, donde quiera que él se en-
los hombres, mujeres y niños cum-
y éste cayó en los Godojks como un
cuentre, donde quiera que yo me halle,
plían su tarea con pesar. Los llamé,
torbellino. El viento se llevó el fuego
en Oroch subiré para besarlo y cuan-
había logrado tocar el corazón beato.
pero no hubo reacción, aunque por
y el miedo y a ellos los condujo fuera
do muera mis ojos siempre seguirán
Asimismo yo también solté a llorar,
un momento creí ver alguno de ellos
del pueblo hacia el sur, a un pequeño
sus pasos. Y en compañía de la Reina
era abrumadora la tristeza que ema-
alzar su vista en busca de mi voz. El
pero misterioso bosque cercano a
Blanca bendeciré la descendencia
naba del celestial heraldo. Me lamen-
caballero me señaló no hacerlo de
la frontera con el país de Mayge; allí
de sus acciones, y a todos aquellos
té con demasía, incluso seguí lloran-
terminaron, dormidos y tranquilos,
tocados por él serán siempre perdo-
do cuando el ser celeste ya hab-ía
mientras el celeste heraldo extraía del
nados porque un resquicio del mago
dejado de hacerlo. Fue en ese preciso
orbe las cadenas oxidadas y se las
estará guardado en sus corazones.
instante cuando volví mis ojos al ser
tragaba para que el sortilegio termi-
divino y lo miré introducir sus manos
nara al fin.
Creí ver lágrimas en sus ojos,
—¡Claro que la hay!— me res-
De repente sentí un gran amor
en su cuerpo para extraer del interior un orbe; de cristal o de diamante
Muy agradecido me encontraba
parecía, una herramienta para mos-
con el divino heraldo que fue me-
trar tantas cosas. Me indicó que me
nester abrazarlo, pero el celeste ser
acercará a ella y comprobé que era el
se alejó rápido al lado de la dama.
artilugio que él utiliza para manejar el
Le agradecí con mi vulgar lenguaje y
destino. El divinal ser no sólo era un
luego pregunté al mago, quien había
heraldo, sino el hacedor del pasado,
contemplado todo lo sucedido, si
del presente y del futuro.
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La primera fue la putona de Fragola. Ese no es su verdadero
ella si no la hubiera escuchado ha-
nombre, pero es lo que decía la banda
blar. Un español absurdamente malo
que llevaba esa noche. La encontré
(ignorando lo peda que estaba) se
cuando iba saliendo del Chely Oh! a
mezclaba con algo parecido al mu-
eso de las tres de la mañana con su
sulmán o iraquí, una de esas lenguas
séquito de acompañantes. Todos iban
raras que hablan allá en Medio Orien-
disfrazados de algún animalejo: una
te. Así fue como supe que era extran-
gata, una zorra, un perro, una rata, al
jera y que no debía dejarla escapar.
parecer muy acordes con su perso-
Al principio, por lo prieta y cejona
nalidad los trajes… Ella llevaba puesta
que estaba, pensé que era una india
una ridícula corona de lucecitas tri-
cualquiera —incluso la hubiera man-
baleñas, de muy pésimo y naquísimo
dado por la canasta básica— pero eso
gusto. Aun así, andaba de zorrona con
que hablaba era inconfundiblemente
el cadenero, el cual cansado y fasti-
medio oriental.
Seguramente habría pasado de
Ligelia
Como competencia se presenta este excelente cuento de
diado de su trabajo (y sobre todo por
Edwards
nuestra amiga Ligelia Edwards. Casi pareciera respuesta al
la falta de carnes en la gata esa) la
polémico primer texto que publicamos de ella en esta re-
hizo un lado y la mandó a la fregada.
operesca y la gabardina que llevaba
vista. Contrario al irónico y semiinfantil sentido del humor
Esto no la desairó, al contrario, siguió
(además de que, al menos en teoría,
aparece este cuento crudo, lleno de agrio desprecio y rasis-
puteando con cuanto hijo de vecino
yo estaba dormitando en mi casa) me
mo, alimento perfecto para los más perturbadores pensa-
pasaba por el lugar.
hice pasar por un hombre y fácilmen-
mientos. Contrario a los dos textos anteriores, el gore pasa
Aprovechando la máscara
te me la llevé de ahí. Ahora que lo
a ser reemplazado por un natural lenguaje reflexivo aún
Creía verse divina, con su
pienso, incluso las putas profesiona-
sobre las cualidades del crimen. Mi favorito personal, de-
disfraz, su bandita y su corona, pero
les acuerdan primero el pago, el lugar
muestra por qué es una d las mejores autoras del círculo..
se veía más bien como una libélula
y la duración de los servicios antes de
malparida (tal era el animalucho que
irse a talonear con alguien, en cam-
había escogido). Tipejas así abundan
bio, esta lo hacía por amor al arte. Ni
en Guanajuato y más en estas fechas
siquiera tuve que hablar: la tomé por
de tardío verano - no entiendo eso
la cintura y le mostré un condón, con
último, esa noche hacía frío.
eso fue suficiente para convencerla.
[Cuento perteneciente a “La india esa”, publicado en el número anterior.]
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Bajamos rápidamente el callejón y
hecho al edificio había memorizado
por fin me alcanzó en la azotea del
que no huyera. Cuando una familia
dimos vuelta en la esquina, antes de
la disposición de las rampas y las es-
edificio. Desde la pétrea avenida
castiga al niño malcriado primero lo
que uno de sus sirvientes nos viera y
caleras, todo de forma muy discreta.
ocasionalmente llegaban los sonidos
encierra en su cuarto, luego viene el
me impidiera llevármela.
Papá nunca lo sabría.
de los comunes ebrios proletarios.
suplicio. En su caso, primero tuve que
Con los guantes puestos, lo primero
atacar su vanidad. Le arranqué las…
que hice fue taparle la boca y atar sus
Eso no podía ser llamado ropa, era
manos con algunas de las franelas
uno de esos remedos de tianguis de
que dejaron abandonadas los escuin-
pueblo, pero al parecer lo era. Sólo le
No recorrimos una gran dis-
Papá.
tancia, entramos en el edificio que acabábamos de rodear, ese que sirve
Padres, familia, como si a esta
como estacionamiento, justo enfrente
estúpida le importaran un carajo. Lo
cles que “trabajan” durante el día en
dejé las alitas — una niña de primaria
de la Alhóndiga. Ya había preparado
que hiciera durante su estancia en la
el estacionamiento. ¿Qué si protestó?
consigue mejores cosas que esas—.
las llaves y desactivado las cámaras
ciudad nunca lo sabrían en su casa.
Por supuesto que lo hizo, pero en su
Asco mil, tenía estrías en las chichis y
para poder usarlo sin ninguna moles-
Pero yo me encargué de aplicarle el
inconveniente estado no podía hacer
era celulítica. Whatever, comencé. Cír-
ta interrupción. Descendimos por la
castigo adecuado.
gran cosa. En todo caso, no podía
culo tras círculo, marca tras marca, el
confiarme, así que tomé un tubo y
diseño fue cubriendo su piel. No suelo
le rompí la rodilla. Comenzó a soltar
fumar, pero esta ocasión lo amerita-
rampa, abrí la reja y entramos en un lugar de quieto silencio. Decadencia
Después de su penoso ascenso
a donde fuera que volteara, autos
—se cayó dos veces, pero no se rom-
unas lágrimas con terror en su esen-
ba. La tercera colilla se fue desha-
abandonados por sus dueños, sólo
pió la horrible jeta que se cargaba—
cia, sin embargo, eso sólo era para
ciendo tras cada nueva aplicación,
fantasmas del día era lo que podría-
igual que las anteriores, y después de
mos encontrar.
apagarla por última vez la guardé en una bolsita plástica con las demás.
Pero claro, esa idiota no se dio cuenta de nada. Doña Cejas veía sin
No paraba de gritar, y aunque
ver, avanzaba por inercia. Después de
ahogados por la mordaza los gritos
todo, la lujuria la impulsaba. Ella es
me crisparon los nervios. Volví a
una perra que nunca duerme, pero sí
tomar el tubo y la golpeé en la sien.
que apaga las luces del intelecto.
Rebotó en el piso. Una explosión de color inundó su visión, rojo y escarla-
Hablando de eso, no encendi-
ta, la nube tomó dominio de sus ojos.
mos ninguna luz, no era necesario.
Ahora las lágrimas salían cual pulque
Entre todas las visitas que había
de rancho, intolerable.
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Perra, tienes que dejar de llorar.
Supongo que era incredulidad lo que
dos. Cómo es ciega la gente de esta
vi que en el fondo no les movía nada
quería expresar. No importa ahora.
ciudad, hasta ahora oigo los gritos de
lo que veían. En su interior, helado y
“¡Dios mio! ¡Hay fuego en el edificio!”
macizo cual piedra, al fin de cuentas
provenientes de allá abajo en la acera.
nadie se preocupaba por la puta que
Dicen que un dolor más grande hace olvidar al anterior y calma el
Para aprovechar mejor el
espíritu, pero no era cierto. Tuve que
poco líquido que traía —un volu-
aplicarle una segunda mordaza des-
men reducido es fácil de esconder y
pués de que le arranqué las uñas, una
ardía. Ni siquiera la habían visto, sólo De nuevo el tubo (con imagina-
se encontraban momentáneamente
transportar— le hice varios cortes en
ción puede usarse de muchas mane-
absortos por el fulgurante brillo que
a una. Y es que no las soportaba, eran
la terrosa piel que me faltaba usar.
ras) fue mi ayudante. Con él la empujé
veían. Sus ojos eran un par de lajas
las clásicas uñas de Niurka que se
Las cortadas las inundé con una es-
hasta el borde de la azotea, y usando
pintadas con circulitos. Ni siquiera yo
ponen en cualquier peluquería barata,
ponja para no desperdiciar nada, y a
la rampa que previamente había pre-
tengo una mirada tan vacía.
esas Unisex donde trabajan aquellas
la vez para sellar las aberturas. Total,
parado, la lancé al vacío. Su caída no
que las dan de estilista. Que horror, la
sería fácil deshacerse de la esponja.
duró mucho tiempo, se quedó atorada
verdad. Empezó a sangrar de forma
Igual le di un bañito especial en la
en el árbol de al lado del edificio la
amaneciera, pero el Sol ya había
incontrolable, y realmente exagera-
herida de la cabeza. Otro gritito. Otro
gorda esa. El fuego comenzó a ex-
aterrizado en esa plaza. Algo anti-
da para ser sólo sus uñas. Empezó
cerillo y otra vez el show comenzó.
tenderse, y la gente —al fin al chisme
natural para esa gentuza, altanera
salen las comadres— comenzó a
y de crudos sentimientos. Así es la
reunirse alrededor. Arrojé la esponja a
gente de Guanajuato. Así es la ciudad
a soplar el viento, sólo un poco, y la sangre empezó a secarse en mi ropa.
5 segundos. No sé de dónde
Faltaban dos horas para que
Así no podía lavarla por mí misma y
saca fuerzas (o huesos sanos) para
la pira y en chinga bajé a la entrada, y
misma, en el fondo de cerros asque-
sería imposible sacarla sin tintorería.
moverse, pero comienza a hacerlo
entre las sombras me deslicé. No fue
rosos y sin chiste. Una fortaleza de
Decidí acabar de una vez.
en el piso. 8 segundos. Se retuerce y
difícil, la atención estaba en el árbol.
piedra excavada a la fuerza, rodeada
chilla como los puercos en las car-
Salí sin ser notada.
de sombras y oscuros deseos, una
—Vil estropaja. Me manchaste la ropa.
nicerías antes de hacerlos jamón. 12 segundos. Está totalmente cubierta
glacial e insensible existencia que se Crucé la calle y desde los árbo-
refleja en las pulgas que la habitan.
por las flamas. 15 segundos. Pare-
les de enfrente miré la hoguera. Era
ce esferita de árbol navideño por el
curioso el contraste entre lo cobrizo
dije — prometí ser más cuidadosa la
intenso color. 22 segundos. Es muy
que se había vuelto el árbol y la fría
siguiente vez— o lo único que me en-
vistoso y caluroso su cuerpo, perfecto
expresión que tenía la barriada ahí
candente y consumida por sus pasio-
tendió. Volteó y me sostuvo la mira-
para usarse como leña. 26 segun-
reunida. Si, corrían, gritaban, busca-
nes. El árbol rompe su tranquilidad,
da, aunque no creo que en su estado
dos. Pero es leña barata de vil cerro
ban a los perros tecolotes, alguien
su resplandor les quema y derrite su
pudiera haberme visto claramente.
pelón, no me quita el frío. 37 segun-
que detuviera el incendio, pero incluso
quieta naturaleza. Por eso es que les
desde la distancia que nos separaba,
prestan atención, son diferentes, son
Quizá eso fue lo único que le
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Frígida, eso es. Fragola rompía sus esquemas,
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“Después de todo, la lujuria la impulsaba.”
una amenaza, pero al fin de cuentas,
Perdí mucho tiempo contemplando mi
no son nada más que algo ajeno, que
experimento.
como llega y se enciende, así de pronto se apaga, se aleja y se olvida.
—Que otra vez saliste en la sección de Espectáculos Papá. —¿Qué, por lo de la muerta? Sí,
Emprendí el regreso, y una mari-
no esperaba ese tipo de publicidad
—Hija, otra vez con eso. Seguramente la dejaste en casa de una de tus amigas. Ya aparecerá. —Señor Vives, teléfono —pinche
posa cruzó mi camino. Estaba envuel-
en el negocio. Creen que el asesino la
ta en llamas, y aun así intentaba volar.
arrojó desde ahí, y que posiblemente
ron suficientes 38 minutos para que
Curiosamente adecuado a la ocasión,
la torturó en el techo. No sé cómo va-
mente es el detective de nuevo. Me
el árbol colapsara y la mayor parte de
así me imaginé a la cerda de Fragola
mos a explicar que no tuvimos nada
voy hija, cuídate mucho.
las llamas se extinguieran. Por fin la
camino al árbol, aunque sus alas se
que ver.
policía llegó y comenzó a disipar a la
volvieron cenizas antes de llegar. Una
plebe, que con expresión insatisfecha
libélula fácil y traicionera, que recorre
habían robado las llaves de la entrada
y aburrimiento se empezó a alejar.
el infinito en su camino de fogosidad
hace una semana?
Y como el remate de un mal chiste
y frenesí incontrolable. Lástima que
los bomberos llegaron al final de la
vino a la ciudad equivocada. A la ciu-
dencia. Las cámaras no funcionaban
te vez escogeré un lugar totalmente
función. Quizá lo demás lo descubri-
dad témpano de hielo.
y no hay ninguna huella de alguien
ajeno a ti para ensayar, pero igual de
ajeno al estacionamiento. Me temo
controlable. Al menos ya sé que no
que alguien es muy buen mentiroso,
usaré fuego otra vez. Es muy tardado
después que la noticia salió en los
frío y calculador. La única que pode-
y vistoso, necesito algo más rápido y
periódicos. Sólo puedo agregar que la
mos descartar es a ti, tus huellas apa-
discreto.
tipeja fue descubierta por los bom-
recen en mi escritorio pero estabas
beros al hacer la limpieza del lugar.
dormida aquí esa noche y de ninguna
Ah, qué tal, era de Egipto. Eso
Obviamente, un hueso y una rama
manera pudiste haber sido tú. Sólo un
me ha de conceder muchos puntos.
son distintos, pero entre las cenizas
psicópata pudo haberlo hecho. Hija,
se confunden y se hace difícil distin-
ya no vayas al negocio, por favor. No
guirlos. La autopsia reveló que había
al menos hasta que esto se resuelva.
Precisamente eso ocurrió. Fue-
rían por la mañana. Mierda, tenía que caminar hasta mi casa y llegar antes de descubrieran que no estaba ahí.
No fue sino hasta seis días
muerto antes de llegar al árbol, pero
—Pero, ¿qué no dijiste que te
—Exacto, pero es mucha coinci-
Matilde, ya déjanos en paz. —Sí, ahora lo atiendo. Segura-
—Sí Papá. ¡Cuídate, vales mil! ¡Besos! Lo siento Papá, no quería meterte en problemas. A la siguien-
—No te preocupes papá, no pen-
yo recuerdo que hacía ruiditos cuan-
saba hacerlo. Pasando a otras cosas,
do la empujé, creo murió durante la
¿recuerdas mi gabardina negra? No la
caída.
encuentro, creo una de las empleadas la robó.
—Fanny, ¿qué lees?
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Agradecimientos
D
ar agradecimientos dignos a todas las personas que se los merecen sería escribir un libro en sí mismo. A las influencias, a las musas, los amigos que no cesan de empujarte hacia adelante... pero ten-
dremos que limitarnos a agradecer a aquellos cuyo trabajo directo levantó esta torre. A los autores, Ligelia Edwards, Jessica Romero, Antonio Meltiz, Iván Mata, Luis Rey Nambo, Laura Isabella Martín, Montserrath Campos Sánchez y todos aquellos que pese al deseo no contaron con el tiempo para escribir. A Dulcinea Peña, queremos agradecerle especialmente por el gran trabajo de diseño y a Ana Luisa Mata por su gran dirección en el departamento de corrección. Y finalmente, gracias, mil gracias a ti, amigo lector que nos regalas tu tiempo para compartir con nosotros los ensueños de nuestra imaginación. ¡Largos días y noches placenteras!