“Y dijo Dios: no es bueno que el hombre esté solo”
Leyenda tradicional de Inza1
Ligelia Edwards
Inspirado en la tira “Ángel”, de Alejandra Gámez.
H
ubo una vez, hace mucho tiempo, un ángel cuyas alas no pudieron sostenerlo más y cayó del cielo. El ángel no era hermoso, especialmente virtuoso o tierno
o compasivo. No tenía ningún sentimiento que lo sostuviera en el aire. Estaba lleno de cosas mundanas, cosas que no necesitaba. Las alas no aguantaron más y fue cuando cayó a la tierra.
i
Esta leyenda data de los tiempos de la colonización europea sobre el pueblo de Inza, por
eso concepciones cristianas como la figura del ángel y las deidades del pueblo se mezclan en un solo relato.
4
Al precipitarse al vacío, su
Kitzé, la de aliento de cervatillo,
cuerpo se quemó y desapareció. Sólo
se acercó al lago y buscó lo que las
sus alas alcanzaron a tocar el suelo
estrellas habían rechazado. Estaba
y se hundieron en un lago que hasta
próxima a casarse con Maktún, el de
entonces no tenía nada de especial.
manos de oso. En una noche sin el
Los ángeles son seres cuya fuerza se
Dios protector Finkii había salido sola,
transmuta en la cantidad de plumas
y con un futuro en puerta era como si
que tienen sus alas. Éste ángel no
quisiera encontrarse con la fatalidad.
tenía muchas plumas, y fueron fácilmente tragadas por las aguas del
Al no encontrar lo que había
lago. Los seres celestiales no visitan
caído del cielo, decidió tomar un baño
por mucho tiempo nuestro mundo,
en el lago, ya que había caminado
pues corren el riesgo de desaparecer.
hasta ahí. Su cuerpo se cubrió del
Las plumas del ángel, sin posibilidad
agua con plumas de ángel, su cora-
de regresar al firmamento y convertir-
zón fue tocado por el frío del caído. Al
se en polvo estelar, se disolvieron en
salir de las aguas, su corazón había
el lago casi al instante.
quedado vacío de sentimientos y su mente se había esfumado de este
Esto ocurrió en una noche sin
mundo. Ahora sus pensamientos eran
luz, sin nubes o viento. No muchos
como humo que flota en el viento, tan
ojos vieron el camino dorado del
livianos que no alcanzaban a sobre-
ángel; pocos de ellos supieron dónde
vivir por más de unos segundos. Las
cayó. Sólo un par de ojos curiosos
cosas complicadas no las entendía
quisieron ir a ver lo que había caído
ya, sólo aquellas que eran simples y
del cielo.
que tenía a la mano.
ii
Nombre de la Luna como deidad en el pueblo Inza, de género masculino. La expresión
“noche sin luz” se refiere a una noche con luna nueva. Recordemos que Fink expresa su protección por medio de la luz que emite.
5
Nim-na se sentó a la sombra
Se volvió mundana como el mismo ángel lo había sido, y Maktún
del Árbol Sagrado y le imploró que
no la quiso más. Los padres de Kitzé,
regresara a su hermana a como era
preocupados por el destino de su hija,
antes. El infante recibió como única
le preguntaron qué había hecho la
respuesta el lento y suave ondear de
noche que regresó cambiada. Ella, sin
las hojas del árbol. Escuchó entonces
mucha memoria, sólo atinó a decirles
el graznido de un Tzinzago azuliii y vio
que había estado en el lago del otro
que se había posado en un arbusto
lado del Árbol Sagrado. Mandaron al
cercano. El Tzinzago levantó el vuelo
hermano pequeño de Kitzé, Nim-na, el
y Nim-na lo siguió hasta el lago. Ahí
de ojos de lechuza, a buscar respues-
el ave empezó a dar saltos sobre un
tas entre las aguas quietas y silencio-
montón de rocas y a emitir sonidos
sas del lago.
cada vez más fuertes y agudos. Nimna comenzó a mover las rocas que el
El pequeño nada encontró en
Tzinzago le había mostrado y al fondo
su visita, pero notó que los árboles
de ellas encontró la pluma no disuelta
que lo rodeaban estaban poniéndose
que quedaba del ángel.
amarillentos y morían poco a poco. Se preguntó si lo mismo le sucede-
El niño llamó a sus padres y
ría a su hermana, pero ella estaba
los llevó a ver la pluma. Los padres
en perfecta salud física. Lo que era
llamaron a los sabios del pueblo y
verdaderamente preocupante es que
pidieron su consejo. Mitpa, el de ha-
cada día recordaba menos cosas y
bla de zorro, después de meditarlo un
sus frases eran día a día más cortas y
rato les dijo las siguientes palabras a
sencillas.
los padres de Kitzé y Nim-na:
iii
Recordemos que los Tzinzagos azules son manifestaciones de la diosa Tza-Tza, her-
mana de Copca, diosa de las aguas. Ambas son hermanas de Fink, pero Copca fue elegida como su esposa. Desde entonces, Tza-Tza siempre busca la forma de dañar a las criaturas protegidas por la diosa del Sol (Copca): los niños.
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No había manera de que algo
Su hija, collar precioso, se olvidará poco a poco de este mundo. Se
así fuera posible, era como cavar con
olvidará de la casa de sus padres, del
fuego un símbolo en una montaña, y
sonido del río, y por último, se olvida-
después quitar esa marca sin que hu-
rá de que viva está. Entonces morirá.
biera rastro de que alguna vez estuvo ahí. Los padres se encerraron con
Los padres, horrorizados ante tal predicción, perdieron toda espe-
Kitzé en su casa, esperando lo inevitable. Nim-na no lo soportó y salió.
ranza. El padre lloraba gotas gruesas cual huevo de ave, la madre no solta-
Se encontró con el Tzinzago y
ba a su hija, pidiéndole que no la olvi-
empezó a seguir su sombra azul. Éste
dara. Nim-na preguntó al sabio si no
lo llevó hasta la pluma del ángel y, to-
había forma de evitar la muerte de su
mándola con el pico, se la dio. Enton-
hermana, y éste respondió que la úni-
ces Nim-na supo qué hacer. Fue por
ca forma era haciendo un imposible:
su hermana y a pesar de la negativa
grabando un recuerdo en su mente,
de sus padres, la llevó hasta el lago.
uno tan profundo que hiciera regresar
La sentó entre las rocas, Mim-na le
a lo demás, y una vez hecho esto, que
sonrió y se clavó la pluma del ángel
luego lo olvidara. Solo el sello del ol-
en el brazo. Usando su sangre como
vido se llevaría la desgracia del ángel
tinta, dibujó una pequeña silueta de
con él, pues algunas cosas se hacen
un niño en el antebrazo de su herma-
tan nuestras que las olvidamos.
na, y, dejando la pluma en la herida,
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esperó pacientemente. La pluma se empezó a disolver en Nim-na, hasta desaparecer. Su rostro se volvió ceniciento y envejeció 60 años en un instante. Su hermana, al ver la transformación tan prematura, se asustó y empezó a llamarlo por su nombre. Tristemente, el proceso fue indetenible. El tiempo encerrado en la pluma consumió la vida del niño. Cuando los aldeanos llegaron encontraron el cuerpo débil y frágil de un anciano, y a Kitzé abrazada de él. Había estado llorando, tan fuerte que se había desmayado. Empezaron a caer unas gotas de agua y la marca en forma de pequeño niño empezó a lavarse con ella. Un Mitlu rojoiv llegó dando saltitos y se colocó junto a Kitzé. Al ver la escena, la pequeña ave soltó unas lágrimas sobre el dibujo y emprendió el vuelo. Se escuchó un canto lento, melancólico, con finos ecos por todo el valle. Kitzé no volvió a recordar a su hermano, y por temor a perderla a ella también, nadie lo volvió a mencionar. Se dice que desde ese entonces, ir al Lago del Ángel está prohibido para los habitantes de Kumbala. Y en ese pueblo, hay cierta familia con una peculiar marca en el antebrazo izquierdo: la cara de un niño, con ojos de profunda tristeza.
iv
Los Mitlus de pecho rojo son los fieles sirvientes de Copca. Prote-
gen a las familias y las cosechas.
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Luis Rey Nambo
ORIGEN
E
l principio, si tal cosa puede decirse alguna vez, no fue el vacío que tanto tardó en llegar. En el principio fue la nada y en la nada, la palabra yacía dormida sin nadie que fue-
ra capaz de escucharla ni quién se molestara en interpretarla.
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El Dios yacía en un profundo
inalcanzables) y de tal modo dio ser al
sueño y no hubo cosa por la que
primer viviente. Y aunque muchos son
valiera la pena despertar porque nada
los nombres con que le han llamado
estaba hecho. Así, por ese intermi-
y ninguno alcanza a contenerlo por
nable tiempo que no es tiempo, que
completo, el más conocido es Caos.
es eterno y a la vez breve, El Dios permaneció suspendido en la nada,
Caos llenó el infinito vacío a
minúsculo porque no había motivo
voluntad del Dios, moviéndose en
para ser inconmensurable. Entonces
él a voluntad suya. Su movimiento
un día entre los días apareció el com-
despertó al Dios como al hombre le
pañero del Dios, a quien este llamó
despierta el mosquito cuando zumba
Aburrimiento. El Dios, todavía dormi-
en su oreja y una vez conciente de lo
do, finalmente le dio importancia a su
que había pasado mientras dormía,
suprema grandeza, la que superaba a
la palabra se hizo oír a lo largo del
la nada y descansaba en él presa de
vacío ocupado por Caos y más allá,
su embotamiento.
extendiéndose El Dios sobre sí mismo y encerrando al caos en el único límite
Por tanto, para aliviar su divino
de sí mismo.
tedio, creó sueños para acompañarle mientras dormía.
Dio El Dios forma al primer orden y una gran montaña surgió del
Vacío se llamó su primero, pero
vientre de la existencia. Era ahí don-
Vacío perdió pronto su encanto, pues,
de la voz del Dios se hacía escuchar
aunque es distinto de la nada, se pa-
con mayor claridad y todos cuantos
recen mucho. Entonces soñó con algo
siguieron, creyeron que ahí se encon-
para llenar al vacío, capaz de aliviar
traba su morada, cuando en realidad,
su aburrimiento por más tiempo. En
Él es morada del Ser.
ello vertió cuanto a su imaginación pudo ocurrírsele en aquel momento
Muchos se preguntaron en el
(que no es todo cuanto puede imagi-
pasado cuál fue la palabra y muchos
nar, pues los límites de la palabra son
lo harán en el futuro, aunque todos
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saben que jamás lo descubrirán. Pero
él la abraza y ahuyenta el frío que sus
no importando cuál fue, al Dios le
dientes lanza contra el ser amado, el
complació el primer orden, y se sentó
Dios amó a su compañera con total
en su trono, todavía más alto que la
quietud y fecundó con su imaginación
cima de su montaña para poder gozar
la carne fresca de Caos.
desde ahí la vista de Caos llenando al vacío, infinito y aún así más chico que El Dios.
Cuentan que la cima de la montaña fue moldeada como el metal ardiente sometido a la fuerza del mar-
Esta vez no sólo no perdió
tillo, y de su centro, brotó un árbol, he-
su encanto, sino que la exuberante
cho con el polvo mismo de la cima y
belleza de Caos excitó la imaginación
sostenido por el aliento del Dios, pues
del Dios. La hermosa Caos estaba
si bien, hacía todo esto para aliviar su
llena de posibilidades, seduciendo a
tedio, se entregó al placer de la crea-
su señor y amado. El Dios respondió
ción con amor infinito por los hijos de
a su llamado y se acercó a ella para
su imaginación. Alto y más alto, cada
acabar su aburrimiento, mas no lo
vez más, se elevó el primer árbol,
pienses como el holgazán que des-
hasta llenarse de frutos y de flores.
pilfarra su tiempo entre las piernas
Los frutos una vez maduros, cayeron
de una prostituta. Fue semejante al
de las ramas y antes de tocar la tierra
joven esposo que despierta a mitad
firme se alzaron sobre sí mismos y El
de la madrugada y encuentra los ojos
Dios les dotó con el don de la palabra.
de su amada fijos en los suyos. Como
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Así les llaman hoy, Aquellos que
el nombre que sea, fue la primera
Hablan y aunque nadie sabe cuantos
noche estrellada. El suelo (cielo para
son, conocen su su poder, pues Él les
nosotros) llenose de flores de mil
permitió penetrar en su mente y estos
colores distintos, tan hermosos que
aprendieron con deleite a su padre,
aún cuando no había luz, ni la más
conocimiento pleno y ser perfecto.
absoluta oscuridad podría ocultar su
Tiempo, Cosmos y Potencia, Destino
hermosura, pues era color real y no
y Casualidad, Suerte y Posibilidad,
ilusorio.
Cambio y Permanencia, Trascendencia y Olvido, Amor y Odio, Pasión y
Una vez que tocaron el suelo,
Deseo, Pérdida y Resignación…. ellos
los pétalos empezaron separarse de
y muchos más giran en torno al gran
sus hermanos uno a otro. Ahí ya-
árbol y al girar, sus tronos mantienen
cían, dormidos en el capullo como si
en orden la creación del Dios.
siempre hubieren estado esperando tan sólo un beso de buenos días. Un
Varios eones pasaron antes
palabra… Palabra. Palabra no, Música.
que el primer viento, producido por la
Palabra implica significado. Música
carrera de los tronos que hiciera caer
es significado en sí misma, y más que
las flores del gran árbol. Muy hermo-
significado, esencia total. La palabra
sa fue la canción de su descenso, el
apela al intelecto, pero la música es
suave vaivén de mil y un pétalos y
más fuerte, rompe barreras de carne y
aún mil millones más, dispersos por
tiempo y se aferra al alma con fiereza,
el caos entero, llenando de hermosura
toca las más profundas fibras del es-
la oscuridad serena del primer tiem-
píritu y en ellas deja su huella eterna.
po. La tierra les recibió con amor y las semillas germinaron pronto en la
No describiré lo que la palabra (la del hombre, no la del Dios) ya no
eternidad entera.
puede decir. La voz del Creador entoEse fue el origen del campo
nando la música del nuevo día llamó
Sagrado. Empíreo llamado otras
al mundo a unirse a él y los Durmien-
veces, Eliseo y también Nirvana. Sea
tes desde sus flores cantaron a una
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voz en respuesta a su señor. ¡Todo era
Corrió el rumor de que había
más hermoso con Dios en él! Pues la
marchado sin que nadie le viera y que
belleza no es egoísta y al tocarlo ella,
se adentró en las profundidades de lo
todo parece más hermoso.
desconocido, en mundos sempiternos a los que sólo el ojo omnisciente de
Sin embargo, no todas las flores
Dios podía ver.
se abrieron al mismo tiempo. Aquello fue un proceso largo, un momento
Tras cuarenta largos días, medi-
que se repetía para cada una y en la
dos por la luz que ilumina la concien-
cual, había que descubrir que su be-
cia de los ángeles, aquella bellísima
lleza era sólo completa al ser tocada
flor regresó de sus viajes y corría el
por la de los demás.
rumor de que traía consigo la más hermosa de las creaciones.
Y ya saben, que no todas lo descubrieron. De entre todas las flores
Todos los ángeles se reunie-
del árbol, una, particularmente her-
ron en torno a ella, y la encontraron
mosa, consiguió aferrarse a la rama y
efectivamente, más hermosa que la
no caer. Ella contempló el movimiento
más bella de entre todas. Asomaba
de las flores al flotar rumbo a la tierra,
su hermoso rostro por encima de sus
y escuchó su música al abrirse. Pero
pétalos, sólo parcialmente abiertos,
por sí misma no cantó, sino que se
y sus manos cálidas y fuertes, eran
encerró más en sí misma, contem-
cofre de la excelsa maravilla.
plándose para sí, descubriéndose para sí, negándose a ver más allá de
—Perdida en lo más profundo
sí. Y en su deseo de ser bella para
del desorden que rodea al Empíreo
sí, se soltó del árbol y flotó hacia un
— clamó ante todos— yo la he recupe-
riachuelo lejano que nacía de la cima
rado, y la traigo aquí para gloria mía y
de la montaña y donde creía, había
de mi señor.
visto algo especial, que deseaba para embellecerse más.
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Mas el Señor guardó silencio, pues bien sabía que se acercaba el día de la deshonra que tanto había temido, no por él, sino por su servidora, a quien amaba por encima de todas. Los ángeles del cielo se congregaron alrededor de la flor aventurera, inundando el cielo con sus voces. En sus rostros bullía la más profunda admiración y curiosidad, y con ella se sació la flor aventurera. —¡Muéstralo! —clamaban las multitudes. Y ante el grito del público, ella cedió. Separó las manos, y he ahí que una energía sublime se esparció por todo el cosmos, corriendo veloz en todas direcciones. Luz fue su nombre, y a ella por tal hazaña, le llamaron Portadora de la luz. Hermosa y apacible, iluminó el Empíreo, dando al mundo una nueva perspectiva; lo que antes conocían por su naturaleza angelical, ahora lo conocían a través del sentido de la vista, y fue hermoso lo que vieron. Una gama infinita de colores llenando de nueva vida la existencia. Los Durmientes en el cielo cantaron alabanzas a la luz y al Dios que la había creado, pero olvidaron a la viajera que se aventuró hasta el desorden a recogerla, y eso hirió su ego. —¡No! —gritó furiosa la hermosa florecilla— he sido Yo quien la ha traído, he sido Yo quien la rescató del desorden que impera fuera del reino de Dios y Yo quien reordenó… Pero entonces el aullido acalló su voz. Y el horror se hizo en el Empíreo, pues, así como nuevos colores nacieron de la luz,
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¡Pobre florecilla, que pierdes el
una forma extraña fue abortada, que no hallaba lugar en el paraíso. La luz
tiempo intentando dominar lo indómi-
corría veloz, pero… las figuras de los
to! Hubiste de ver cómo tus hermanos
durmientes se torcieron en el suelo,
se alejaban hacia el árbol del Dios,
se distorsionaron, convirtiéndose en
suplicando su perdón mientras tu
obscenas parodias de ellos mismos.
sombra te acosaba y atormentaba. Y mientras los durmientes llora-
Y los cantos sublimes de los durmientes se tornaron en lamentos,
ban, El Dios habló por vez primera en
pues la luz engendró horribles bestias
mucho tiempo, y dijo:
que reptaban por el piso, persiguiendo a los ángeles.
—Me han preguntado por qué yo no produje sombra. Y hoy les contesto: que no produzco sombra porqué
Largos fueron los días en que
está en mí. Yo soy fuente de toda luz
las sombras les torturaron y todos
y toda sombra y todo aquello que es
suplicaban al Dios que les librara del
lo es por mi voluntad, aunque no sean
horror pues les perseguía día y noche.
mis manos las que lo moldeen. Yo
Mas el Dios guardó silencio en su
alejé la luz de ustedes porqué si esta
trono.
aparecía, los dividiría. Como lo ha hecho. La sombra que les persigue es
La portadora de la luz tomó su joya e intentó usarla como arma con-
parte de ustedes y jamás los abandonará.
tra las sombras, pero mientras ahuyentaba unas, otras crecían más. Y
Los durmientes suplicaron y
algo peor sucedió, pues al andar la luz
lloraron ante el Dios, temerosos a lo
en su veloz corcel, los ángeles descu-
desconocido. Y supo Dios que era
brieron que habían estado rodeados
el momento. Pues aunque los dur-
de oscuridad siempre. La luz corría y
mientes temieran a su sombra, era la
corría, pero las tinieblas siempre pa-
sombra buena y necesaria y llegaría el
recían lejanas y su fin inalcanzable.
día de su regreso.
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Así que separó a los durmientes de su sombra y a las sombras de su durmiente y les dijo: —Marchad a donde una vez escondí la luz, en compañía de la Madre Caos, de quien siempre he sido yo alfarero. Y sabed que van al exilio, pero no al destierro, pues el destierro es para los que han perdido la honra y ustedes no lo han hecho. Llegará el día en que la sombra será una sola y será por sí misma diferente e independiente de los ángeles que temerosos de ella han venido a rogarme que les separe. Y sabed, que mi amor va con ustedes, pues el mal no está en su naturaleza, aunque su naturaleza sea monstruosa. Iros hijos míos, hasta que la luz reclame su presencia. Así fueron exiliados y se adentraron en el caos. Y en el caos sufrieron hambre. Y en el caos conocieron el dolor, la agonía y la soledad. Odiaron a las flores que les despreciaron cuando sólo querían amor. Y se odiaron a sí mismos, y se devoraron la una a la otra. Pues del caos hemos venido…
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CAOS —¡Y al caos he de volver! Pero no a la madre Caos. No a esa filicida que se erguía frente a ellos con sus ojos podridos de odio y su vientre nuevamente lleno de ellos. No, no a ese caos. La vieja víbora debía morir. Ignoraban cuanto tiempo había pasado desde su exilio. Ahí en los bordes de occidente entre el desorden y la nada, todo se había medido en gritos desde que tenían memoria. A ellos estaba reservada la amargura y el dolor creados por el Dios y sólo el sabía con qué propósito. Primero fue el dolor de la separación, luego el de la incertidumbre; luego fue el caos. Madre Caos. A ella acudieron en busca de consuelo ¿y qué encontraron? Su repudio y su voracidad. ¡Malditas flores! ¡Robaron el amor del padre! ¡Robaron el amor de la madre! ¿Cómo podía ser que ella de quien nacieron les odiara tanto? ¿Acaso amaba tanto sus bellísimas flores que todo lo que pudiera opacar su belleza debía morir? Muerte. Eso también les estaba reservado. Muerte y terror. Pues la madre que no quiere a un vástago, lo aborta, y si no ha podido abortarlo, le asfixia mientras todavía está en la cuna. Así empezó la era después llamada de los últimos gritos, pues durante toda ella, occidente lloró un gran clamor de agonía y de terror. Una era entera, en que las sombras desamparadas lloraron su destino lejos del jardín celestial, encerradas con la Ma-
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dre Caos, esa víbora filicida que los
Amante del desorden, siempre has de
devoraba uno a uno cual ganado.
traicionar al Padre… ¡Que tus bestias te devoren si no las devoras antes tú
Pues la portadora de la luz
a ellas!
era sabia y en su sabiduría no se le escapaba que una vez que algo es,
Madre Caos tuvo miedo, pues
no puede dejar de ser. Las sombras,
jamás había escuchado tales pala-
eran, y eran horribles, así que decidió
bras y menos de una flor tan bella.
librarse de ellas del único modo posi-
Así, engañada, odió a las sombras,
ble: transformándolas.
pues compartía por culpa de su ignorancia la aberración que ellas le
Tal vez en su poder no estaba
inspiraban a aquella.
destruirlas, pues la luz puede disipar la oscuridad, pero no a las sombras,
Cuentan las más viejas le-
pero sabía quienes sí: Aquellos que
yendas que Madre Caos, decidida a
hablan, ellos podían, y entre todos,
darles muerte pronta, fingió pena por
no había nada ni nadie tan poderoso
ellas, e hizo espacio en su gruta para
como Caos.
que durmieran junto a ella. Entre llantos de tristeza y alegría, las ingenuas
A ella se dirigió antes que las
sombras cruzaron el umbral y una vez
sombras llegaran a ella y habló contra
dentro, Madre Caos las atacó y devo-
las sombras con palabras como ella
ró. Pero eran demasiadas, tantas que
nunca había escuchado. Pues el repu-
mil años no le bastarían para comer-
dio es el camino más rápido al odio, y
las a todas, así que por una era, sólo
ese lo había robado para sí junto con
comió, y por una era, las sombras
la luz. Y dijo a Madre Caos:
fueron testigos de su propia ruina.
—Maldita tú y toda tu prole.
Su raza fue empujada al borde de la
Malditos monstruos los que pariste
extinción, como si La Flor, El Caos y
en la oscuridad y maldita la oscuri-
El Destino hubieran decidido que no
dad que les ocultó de nuestros ojos.
tenían derecho de existir.
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¡Pero lo tenían! Por encima del
Sin nombre, sin fuerza… sólo
odio, del terror, de la incomprensión,
esa demencia fundada ya no en el
tenían derecho de pisar el suelo, a
miedo, ni siquiera en el odio, simple-
caminar entre las flores, a cazar en
mente en su voluntad de ser.
los prados, a aullar en lo alto de las colinas. ¡Nadie se lo podía negar! ¡Nadie les quitaría su derecho a rugir
—Del caos hemos nacido, y al caos he de volver.
a los pies de la montaña! Pero no a la madre Caos. No ¿Cuándo se volvieron locos?
a esa filicida que se erguía frente a
Quizá poco a poco, a lo largo de
ellos con sus ojos podridos de odio y
muchos eónes en presencia de la
su vientre nuevamente lleno de ellos.
voracidad de su madre. O quizá fue
No, no a ese caos, sino a un nuevo
antes… quizá todo empezó con esa
río violento donde todo una vez más
pequeña sombra, la primera vez que
formará parte del mismo único ser.
gritó entre las flores y se dio cuenta que su alma deseaba más ese salvaje
De su ser.
testimonio de libertad que cualquier canción. ¿Cuándo se volvieron locos?
En un único momento de dolor,
La verdad no importa. Lo cierto es
algo se movió en ella, algo feroz y
que estaban decididos a defender su
desconocido… algo vivo que rompió
derecho a existir por encima de cual-
su carne y nació al mundo armado de
quier cosa.
terror, locura, y una voluntad inque-
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brantable convertida en colmillos y
de escapar, pero Aquél era más rápi-
garras, en fauces, en ojos, en lomo y
do; intentó pelear, pero Eso no sentía
patas…
dolor, ni pena; vivía una continua exaltación que crecía abrumadora-
Un gran aullido que se escuchó
mente conforme lo hacía su violencia.
por toda la creación y llegó hasta los
Un hijo que no era su hijo, un ser que
oídos del Dios en las alturas y él le
era muchos a la vez, mil voluntades
bendijo diciendo: sea la tormenta y
fundidas en una sola, la voluntad del
recorra el mundo sin pasar de largo
Lobo de Tres Colmillos y Dos Colas.
sobre nación alguna, y que los que son, y los que serán, sepan que ha
Ella o él, pero no ambos. Y en su
nacido Aquel Que Brama En La Tem-
desesperación, dejó que se acercara
pestad.
y cuando estuvo sobre ella, lo atrapó, formando siete anillos en torno a su
Y las flores se estremecieron
cuerpo. Con tres quebró sus patas
y el gran árbol crujió ante el aullido
delanteras y con otros tantos sus
de la libertad. Un grito tan intenso
costillas y ella dijo:
como no se había escuchado nunca, pero que se volvería a escuchar. Un
—Ven a mí, hijo. Deja que tu
reclamo tan fuerte que nadie lo podría
madre te abrace aunque sea una vez.
ignorar:
—Entonces contrajo sus músculos,
—¡Heme aquí! — ecía ese que
la serpiente y el lobo se miraron a los
es las sombras que fueron.— Sobre
ojos por primera vez. El demente, ella
las ruinas, sobre la locura y la desola-
también. La serpiente y el lobo en su
ción mis garras le abrirán el vientre al
mortal abrazo, mirándose por primera
mundo.
vez. —Entonces, ven a mí, madre.
Entonces todo se llenó de ruido, de su voz tonante y los quebrados
Deja que tu hijo te bese aunque sea una vez.
espíritus de sus enemigos. Caos trató
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Y la serpiente lanzó una última mordida contra su hijo el lobo, cargada con todo el veneno de su locura y su terror… Sus fauces se cerraron, sus tres colmillos de tormenta quebraron su quijada y el sonido el sonido de sus huesos dio cuenta de su fin. Ella todavía mantuvo su cruel abrazo un momento más, sólo hasta que las fauces del lobo se cerraron del todo, escondiendo la cabeza cercenada de su madre en el camino a sus entrañas. Todo había terminado con un beso de muerte y el cadáver convulso del Caos fue toda la herencia que dejó. Una herencia de la que el lobo dio cuenta con presteza y voracidad. JUICIO
21
Meg Muñoz
¿Q
ué diablos estaba haciendo aquí? Y todo por un puto sueño repetido, ¿por qué tuve que soñar lo mismo todas las noches desde hacía una sema
na? Mi mente jugaba conmigo y caía redondita en la trampa.
22
Mi fiel amigo Esteban preocu-
que esperará afuera un poco alejada
pado por mí, me dio la idea, dijo que
de la entrada, por si acaso. Suspiré de
eso no era normal y me sugirió ir en
alivio, no quería entrar ahí.
busca de una gitana que interpretaba los sueños, por supuesto que yo no creo ni una mierda en eso, pero como
–Tranquila, ya vuelvo – susurro mientras besaba mi frente.
él insistió y yo lo único que quería era
Él siguió caminando y se perdió
quitarme la angustia de cada noche al
en la negritud del local, estaba muy
irme a dormir, cedí y acepté ir.
nerviosa, mis manos temblaban así que me abracé, cerré los ojos y traté
Así que aquí estamos en busca
de calmarme. Estaba funcionando,
de una gitana en un barrio de mala
pero todo se vino abajo en cuanto
muerte. Las calles estaban oscuras,
sentí una mirada penetrante. Abrí los
apenas alumbradas por unos pe-
ojos de sopetón y un hombre desali-
queños faroles de algunas cuantas
ñado me observaba con sus enormes
casas. Había poca gente en la calle,
ojos amarillos, inmediatamente me
pero eso no ayudaba, pues las pocas
sentí como un animal herido a punto
personas que andaban por ahí no
de ser atacado.
daban confianza. El hombre comenzó a avanzar Avanzamos hasta un edificio
en mi dirección sin quitarme los ojos
lleno de locales, la mayoría de ellos
de encima. Asustada, comencé a
cerrados. Por suerte o tal vez no, el
caminar sin rumbo, no tenía idea de
que buscábamos estaba abierto pero
dónde diablos estaba, no veía ni una
a oscuras, no se lograba ver nada
sola alma por la calle, ni un maldito
hacia adentro, se me erizo el vello
auto pasaba, no había nadie que pu-
de la piel y di un respingo. Esteban
diera ayudarme. ¡Oh no! Este maldito
me calmo diciendo que él iría solo
sentimiento otra vez, soledad y culpa.
a averiguar si ese era el lugar que
¿Por qué tenía que recordarlo? ¿Por
buscábamos y si era seguro. Me dijo
qué?
23
El hombre estaba a escasos
ría salir de ahí y escapar del hombre
diez pasos detrás de mí, comencé a
desaliñado que nos observaba con
hiperventilar, la sangre me subía a la
atención del otro lado de la acera.
cabeza, traté de ir lo más rápido que pude, sin correr porque creía que eso
No dijo nada más y siguió
daría muestra de lo asustada y des-
caminando conmigo agarrada a su
esperada que me encontraba.
brazo izquierdo. Era extraño, no sabía si estar contenta o asustada de que
Entonces del otro lado de la
no me alejara, al fin y al cabo era una
acera distinguí a un hombre joven
desconocida. Volteé hacia atrás y el
vestido de traje, con una bolsa de
hombre aún me seguía, pero a una
papel en la mano. Se veía decente a
distancia más considerable, esto me
comparación de mi perseguidor. Cru-
calmo un poco, pero no lo suficiente.
cé la calle y sin pensarlo dos veces
Mi perseguidor era como mi sombra,
deslice mi mano alrededor de uno de
la sombra que siempre he tratado de
sus brazos.
ocultar a sabiendas de que tarde o temprano me alcanzará.
–Hola, te estaba buscando –dije con la respiración agitada. Se
Llegamos a una calle más ilu-
detuvo y me examinó, sus ojos grises
minada, entonces sentí la necesidad
(probablemente por la oscuridad) de-
de decirle a este joven lo que estaba
notaban sorpresa y confusión, mien-
pasando, tenía que ayudarme ¿cier-
tras los míos reflejaban el más puro
to? Me acerque lo más que pude para
de los miedos, pedían auxilio.
susurrarle al oído.
–Eh hola –dijo frunciendo el ceño, obviamente estaba confundido,
–Por favor ayúdame, no me
quizá pensaba que estaba loca, una
dejes sola. Ese hombre de allá me
enferma mental que había escapado
viene siguiendo desde hace rato. Por
del hospital psiquiátrico, pero no me
favor –le supliqué. El giró levemente
importó en lo más mínimo, solo que-
su cabeza hacia atrás y vislumbró al hombre que nos seguía de lejos.
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–Lo siento, pero aquí adelante está la entrada a mi casa. Además no te conozco, supongo que lo entiendes –se excusó. Llegamos a la entrada de un condominio privado, muy elegante con una enorme reja de color marfil. Se soltó de mi agarre, sacó unas llaves del bolsillo de su pantalón y abrió la reja, me dedicó una mirada de disculpa y se dispuso a entrar, dejándome a mi merced. ¡Listo! Esto es todo. Me lo merezco, lo sé. Sabía que tarde o temprano este día llegaría. Pero… ¡No! ¡No lo quiero! Aún debe haber salvación para mí ¿cierto? –¡Por favor! ¡Por favor! ¡No me dejes sola! –tartamudeé desesperadamente y coloqué un pie entre la reja para evitar que la cerrará. El hombre que me seguía ya estaba a tres pasos atrás de mí, podía oler su horrible aroma, quería vomitar del punzante miedo que sentía en todo mí ser. Decidí enfrentarlo. –No lo conozco, señor. ¿Por qué me persigue desde hace rato? Déjeme tranquila –musité–Por favor, ¡ayúdame! –le supliqué de nuevo al joven que por alguna extraña razón aún no se había alejado de la reja. –Eso se puede arreglar preciosa, me conocerás en cuanto este tipo se vaya y se meta en sus propios asuntos, aunque yo diría que ya me conoces. –escupió con voz áspera.
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Se me erizó hasta el último vello
–Te voy a encontrar linda –dijo
de la piel, no creí que pudiera estar
amenazante– Hoy te me escapas-
más asustada de lo que ya estaba,
te, pero mañana quién sabe… Estaré
mi cuerpo empezó a temblar y sentí
esperando mi oportunidad. Tarde o
que en cualquier momento caería
temprano caerás. –continuó mientras
de bruces en el suelo. El hombre dio
se alejaba con sus ojos amarillos fijos
los tres pasos que faltaban para que
en mí.
quedáramos frente a frente, su rostro era tosco, su asqueroso aroma era
Mi sueño esté era mi sueño
aún más penetrante, sus ojos eran
hecho realidad esas las palabras que
amenazadores y en sus labios se
me han estado persiguiendo desde
dibujaba una sonrisa maliciosa. Me
hace más de una semana me hacían
tenía atrapada, pues la enorme reja de
despertar sudando cada maldita
marfil se encontraba a mis espaldas,
noche por qué mi mente me trajo
estaba a punto de tocarme con sus
hasta aquí dispuesta a hacer reali-
manos peludas, entonces sentí un
dad mis más oscuros miedos mierda
jalón detrás de mí, era el joven, que
mierda mierda esto me pasa por ser
con nerviosismo cerraba la reja con
una asquerosa persona qué creía mis
doble llave dejando del otro lado a mi
fantasmas siempre me perseguirán
perseguidor.
mis sombras siempre volverán traté
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de huir una y otra vez hacer una vida normal olvidarme de toda la mierda de mi pasado pero siempre me alcanzaban las últimas palabras de ese hombre volvieron a traer estos putos recuerdos a mi mente una casa grande vieja vacía justo como sus almas y la mía muerte llévame contigo tristes y solitarias noches durmiendo en una litera su pinche cara de lastimera felicidad a costa de los demás mala comida sufrimiento castigos no volvieron donde estaban no siempre fue así dolorosa equivocación nunca podré enmendar lo ocurrido no tengo alma siempre me perseguirá no puedo quitar esas imágenes de mi cabeza una dos tres cuatro salieron estaban escondidas dolor rabia todo es su culpa mi culpa manipulaciones debilidad humana estoy completamente sola y hecha una mierda no hay salvación nunca tendré una vida normal estoy completamente jodida ese hombre tiene todo el derecho de hacerme lo que quiera soy una mala persona merezco lo peor de lo peor merezco morir lentamente sin contemplaciones merezco eso y más por corromper las leyes de la naturaleza incluso morir sería fácil merezco sufrir tantos años como sea posible lo merezco lo sé por hoy estoy a salvo pero mañana quién sabe…
27
Isabel Arreola
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Esta noche había pensado en escribirle Escribirle real y pau-sada-mente Tomándome tiempo…
[pensarle…]
Había pensado en describirle, su sonrisa sus ojos, su boca Quería escribirle
tan
largamente
Pero temiendo que esta noche no fuera (larga, oscura, bella) noche para acabar… Acabar de escribirle, acabar de pensarle Acabar de soñarle, no Por eso dejé de escribir, de pensar en usted Y de
alargar
mis
palabras… Me atrevo, solo un poco pequeñamente,
en un trozo de hoja
pensar en hacerlo… pero nunca terminar jamás de escribirle
[pensarle…] {soñarle,
quererle} Me atrevo pues a divid/irme Irme entonces, irme bien, irme lejos Lejos en silencio
en blanco
29
Eric Medina
E
l sexo se había vuelto agrio entre nosotros. Cada noche era lo mismo; moverse al mismo compás sin ninguna sensación de placer. Todo era rutinario, aburrido y convencional.
Bueno, casi todo… Era tedioso, aunque ella no parecía verlo así. .
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Aquella noche me miraba con
pude notar que parecía una sábana de
ojos de pasión, pero yo no podía co-
seda delgada que colgaba desde sus
rresponderle.
hombros. No usaba zapatillas, había estado descalza desde que había
– Esto no puede seguir, Verónica –le dije un tanto agobiado. – ¿Qué? –Contestó enojada– ¿No te gusta? – No… ya no.
vuelto a mí. El silencio entre nosotros abrumaba la habitación, sólo podía oírse avanzar el segundero del reloj que colgaba en la pared. Ya casi era medianoche. La vi avanzar hacia la puerta con cierta lentitud y ligereza,
Se quitó de encima y se volteó
como si avanzara sin mover los pies,
molesta hacia la ventana. Di un sus-
apenas tocando el suelo para despla-
piro y comencé a vestirme. Comenza-
zarse.
mos a discutir en voz alta como casi Negué con la cabeza y suspi-
todas las noches desde hacía ya una semana. Ella agitaba sus manos, aun-
ré. Traté de desviar la mirada hacia
que no parecía moverse en realidad.
otro lado en el espejo. Desde el reflejo
No cruzamos mirada alguna. Una
pude ver a mi vecina asomando la ca-
sensación de asco recorrió mi gar-
beza, tenía las manos entre cruzadas
ganta mientras negaba con la cabeza,
y esbozaba una expresión asustada
rehusándome a aceptar mi culpa. “Es
hacia nuestro cuarto. “¿Nos habrá
de ella, sí, sólo de ella” me repetía una
escuchado?” me pregunté mientras la
y otra vez.
veía.
La sentí levantarse de la cama,
– ¡Entonces me iré! –gritó de
el peso de su cuerpo apenas y era
pronto Verónica con una voz firme y
perceptible. Alcé la mirada en direc-
estridente.
ción al espejo para contemplar su figura. Pude observar su cuerpo blan-
– Haz lo que quieras –le respondí con la voz entrecortada.
co y delgado, era claro… demasiado claro. Ella tomó su vestido blanco y transparente, hasta ese momento
La puerta de abrió de golpe y ella salió de forma estrepitosa con
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ambas manos cubriendo su rostro. El
indicaba que ella no regresaría. “Debe
eco de su sollozo pareció esparcirse
volver”, me decía mientras sollozaba
por toda la casa. Me quedé pensativo
en las madrugadas.
con las manos cruzadas en la orilla de la cama y comencé a pensar en el
Cierta noche, estando ahogado
pasado. Todas aquellas peleas que
en tristeza y alcohol, la vi entrar de
habíamos tenido tiempo atrás, ella
nuevo por la puerta trasera. Estaba
siempre culpándome de todo. Me lla-
sonriendo, usaba el mismo vestido
maba celoso, inseguro de mí mismo y
blanco y su presencia me erizaba la
constantemente me repetía que debía
piel. Había vuelto cuando yo menos
dejar de beber de la manera en que lo
lo esperaba, pero volvió, ella siempre
hacía. Más de una vez se había apar-
volvía.
tado de mi lado yéndose a la casa de sus padres. “Volverá –me decía a mí
La alarma de las doce y cuar-
mismo–, siempre vuelve”. Y así lo ha-
to me hizo volver al presente. Alcé
cía, era nuestra rutina, nuestra forma
la mirada en dirección a la ventana,
de vivir.
la vecina se había ido. Bajando las escaleras aún se escuchaba el llanto de Verónica viniendo desde la cocina.
De todas las ocasiones en que peleábamos siempre recuerdo
Me levanté furioso y fui hasta ella. La
aquella noche… volvimos a pelear
puerta de la calle estaba abierta y las
por el inusual horario en su oficina.
luces de la habitación estaban apa-
Discutimos, forcejeamos y lo último
gadas. Lo único que iluminaba su si-
que recuerdo eran mis manos en su
lueta era la luz de la luna que apenas
cuello. Tal vez acariciándola, sí, debía
y era perceptible. Ella y yo volvimos
ser eso. Luego de aquél incidente ella
a discutir, esta vez con un tono más
se fue. Después de ese día empecé a
bajo, nos habíamos cansado de gritar
obsesionarme con cuidar el jardín de
y yo le había advertido que nos ob-
la casa, sólo puedo pensar en lluvia
servaban. Me asomé por el marco de
cayendo y en lodo, mucho lodo en mis
la portezuela y volví a ver a mi vecina,
manos… Pasados varios días, todo
tenía un teléfono en la mano y me
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miraba preocupada. Decidí ignorarla de nuevo. “¿Qué tanto estará viendo?” me pregunté. – Tú me llamaste –me replicó de la nada Verónica– ¡Lo único que extrañabas era coger conmigo porque sabes que nadie más lo haría! Golpeé la mesa con fuerza gritándole que se callara. Me concentré en mirar sus hematomas de los brazos que, según ella, yo había hecho. Pero eran mentiras, solamente eran mentiras. Apartó la mirada y se puso de pie tan rápido que fue difícil notarlo. Cuando menos lo pensé, ella estaba junto a la puerta que daba a la terraza. Debió salir tan velozmente que ni siquiera pude ver el momento en que abrió y cerró el portón. Me encaminé hacia el jardín siguiéndola. Abrí la puerta y ahí estaba ella, sonriendo como aquella vez, pero no con la misma intención. Me guiño el ojo y me mandó un beso desde lejos, luego, desapareció entre el césped que había nacido en ese lugar lleno de lodo. Yo sabía lo que aquello significaba, pero me rehusaba a creerlo. No era posible, no otra vez… Se había ido de nuevo. Mi vecina estaba del otro lado de la calle, mirándome con cierto recelo junto con otros miembros de la cuadra. Pero ellos no entendían, me juzgan loco, me han llamado demente desde que estoy con ella porque no pueden verla… “¡Ella es real, ahí está!”, les repetía una y otra vez señalando el césped. Las sirenas de la policía se escucharon por delante de la casa. Me tiré al suelo afligido, pateando la orilla del portón, lloré como nunca lamentándome de mi burdo destino. Los oficiales llegaron por detrás de mí y, entre risas y lamentos, comencé a gritarles: “¡Volverá… ella siempre vuelve!”.
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Antonio Lunante *Agradecimiento especial a Rufo Castelo por publicar este cuento en su blog.
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CAPÍTULO I LA VOZ DEL DIABLO “El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma. Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma percibida por los cinco sentidos, pasajes principales del alma en esta edad.” El Matrimonio del Cielo y del Infierno, William Blake
Ocurrió mientras estaba dormido, no recuerdo el momento exacto en que pasó, pero sé que fue cuando dormía, desperté sobresaltado, vi hacia todos lados en la obscuridad y aterrado encendí la luz, el cuarto se llenó de inmediato de un sinnúmero de destellos multicolores, extrañado volteé hacia el foco y vi que tenía una cubierta de papel celofán de muchos colores … La noche anterior lo único que estaba cerca del foco era una araña insomne en espera de que llegara la mosca diaria para alimentar su frágil y largo cuerpo, lentamente sentí como un sudor frío fue cubriendo mi cuerpo e instintivamente fui contrayendo las piernas hacia mi estómago, quedando sentado con la cobija entre las manos sin saber qué hacer. Ella había logrado encontrarme. Me había dejado un mosaico celofán como prueba, en ese momento no sabía si ella seguía allí o había salido de mi pequeño departamento, justo ahora podía estar sentada en el comedor de afuera destapando alguna cerveza de mi refrigerador o acostada en la cama de la habitación de al lado, escuchando cómo hasta hace pocos minutos dormía y riendo ahora imaginando mi momento de terror y desconcierto, no sabía qué hacer y únicamente pude sacar un cigarro del buró y ponerlo en mi boca, no se me ocurrió prenderlo y sólo sentí
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como el sabor del tabaco llenaba mi lengua mientras el terror inicial se despejaba y daba paso a un miedo frío, el instinto de supervivencia terminó por imponerse y decidí que si ella estaba en la casa la encontraría. Estaba aquí y tenía que hacer algo para escapar o deshacerme de ella, habían pasado diez años desde que escapé de aquél lugar y estaba seguro de que no había manera de que me hubiera seguido, no duraba más de una semana en el mismo pueblo y apenas el mes pasado había decidido durar un tiempo en esta ciudad, me había cansado de escapar y pensaba que en este pueblo diminuto perdido entre la nada sería imposible que me encontrara, en diez años las líneas de su rostro se había ido difuminando, pero esta noche su cara regresó a mí como un golpe, recordé su pelo largo y castaño, recordé lo mucho que me encantaba verla cuando había sol y tenía destellos pelirrojos, sus ojos verdes y su sonrisa siempre misteriosa, ahora debía tener casi 36 y entre el miedo que me atenazaba sentía una curiosidad casi suicida de ver si seguía igual que el último día cuando escapé.
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Me levanté, había dormido solo en calzoncillos y camisa de tirantes, el suelo frío terminó por despejar mi mente y decidí que tenía que salir, tomé el arma del cajón donde tenía los cigarrillos, lentamente saqué el cargador y conté las balas: 6, suficientes para lo que tenía que hacer y observé la primera , la saqué del cargador y la vi a contraluz, la punta era algo chata y el casquillo se veía en buenas condiciones, le regalé una sonrisa y la volví a colocar casi con cariño en el cargador, la Beretta 9mm era lo único que conservaba de aquél lugar, eso y la mujer que me había perseguido diez años. Caminé descalzo y abrí la puerta con normalidad, como si sólo se tratara de una visita común al baño del fondo del pasillo, me quedé parado mientras mis ojos se acostumbraban a la obscuridad, seguía sintiendo miedo pero una especie de resignación había tomado su lugar, ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Sabría desde el principio dónde me encontraba? ¿Había dormido en los mismos lugares que yo? Avancé un par de pasos hasta que llegué al comedor, las sillas estaban vacías, me dirigí al refrigerador, destapé una cerveza y me puse a beber, de pronto sentí algo frío en la espalda, sabía que era ella, que tenía el cañón de una pistola en mi espalda y que estaba acabado.
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CAPÍTULO II ALAS NEGRAS “El Enemigo, oculto bajo la apariencia de una serpiente, había salido de su retiro buscando el sitio donde más probablemente pudiera encontrar a los dos únicos seres de la especie humana, y en ellos, a toda la raza, que era su prometida presa” El Paraíso Perdido, John Milton
Al sentir el frío del acero rozar mi espalda, quise buscar una forma de escapar de esa situación, no era la primera vez que estaba en posibilidades de morir, ni la primera ocasión en que el frío de un arma apuntándome se posaba en mi cuerpo, pero aquella era diferente, si había estado durante diez años buscándome, estaba seguro que no había casi nada que le dijera que pudiera disuadirla de su propósito. Escuché cómo mi respiración se iba acelerando a medida que los segundos pasaban y un aura de silencio nos comenzaba a envolver, el refrigerador hacía su habitual ruido de máquina vieja y en alguna moldura de las ventanas un grillo amenizaba nuestro reencuentro con su canto. Decidí intentar darme lentamente la vuelta para verla de frente, giré mi torso y sentí como apartaba el arma unos centímetros de mi cuerpo, cuando se está frente a las puertas de la muerte, los recuerdos más dispares llegan a enfrentarnos, recordé por ejemplo el día cuando tenía catorce años y fui con mi padre a la tienda de herramientas en mi pueblo, un lugar pequeño que casi siempre pasaba desapercibido a los conductores que pasaban por la carretera que atravesaba como una espina dorsal a la población, en mi casa se había caído uno de los cuadros y no logramos encontrar por ningún lugar un martillo para regresar la cara del hombre angustiado a su lugar.
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Desde joven ese cuadro me
para que no tuviera que verla de nue-
había aterrado, era un hombre con
vo, ella había asentido y salimos de
el cuerpo rojizo, las pinceladas eran
allí sin mediar palabra. Ahora cuando
anchas y daban la sensación que
me estaba apuntando con el arma e
lo hubieran dibujado con los dedos,
imaginaba sus ojos fríos y desprovis-
como si cada línea que componía el
tos de emoción alguna, veía distante
rostro de la pintura hubiera sido for-
aquellos momentos en que habíamos
jada con las yemas, con las uñas, con
estado juntos, cuando terminé de
el vibrar de cada uno de los huesos de
girar y la vi de frente, observé sor-
la mano del pintor, del que no sabía
prendido la misma mirada que aquella
yo nada, nada más allá de la mañana
noche, ella no había cambiado nada
en que mi abuelo había puesto sobre
en los diez años que no le había visto,
un clavo esa pintura y me había dicho
el cabello largo y castaño caía en on-
que la cuidara y que cuando yo fuera
das por arriba de sus hombros como
dueño de la casa familiar no la ven-
las olas de un mar embravecido, su
diera ni la quitara de allí.
mirada estaba empapada de lágrimas pero su boca dibujaba una línea fina
Al paso de los años la pintura
en el rostro, sabía que detrás de sus
seguiría allí y cuando la había llevado
mejillas, los músculos estaban tensos
a ella a mi casa la había visto tam-
y fijos sobre el hueso, que cualquier
bién, se había acercado y con sus
insinuación de amenaza de mi parte
uñas largas había dibujado el con-
la haría disparar sin dilación, en ese
torno de los ojos abiertos, de la boca
momento la pistola que colgaba de
que a mi me había parecido siempre
mi costado izquierdo me pesaba y me
que tenía un grito ahogado, un sollozo
hacía sonreír el que hubiera pensado
inmortalizado por el tiempo, se había
que podía haberla matado, la amaba
quedado observándola largo tiempo
aún y el que hubiera pasado tanto
y cuando se dio la vuelta vi que tenía
tiempo no había hecho sino incre-
lágrimas en los ojos, corrí a abrazar-
mentar lo que siempre había sentido
la y le dije que cuando estuviéramos
en mi interior.
juntos en esa casa quitaría la pintura
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Ella no tenía forma de haber sabido la verdad, no existía ninguna persona que se la pudiera haber contado, estaba seguro que dentro de ella quería saber qué es lo que había ocurrido en realidad, sabía que aún había una posibilidad de salvarme si le explicaba lo que había pasado aquella mañana cuando me vi obligado a escapar dejándola sola y a merced del líder de aquella organización a la que habíamos entrado, él se había fijado en ella desde el primer momento y había visto en cada una de las sesiones una mirada de deseo y desesperación creciente en sus ojos. Tenía que explicárselo, decirle todo lo que pasó y sin embargo… Tenía miedo de que no quisiera escucharme. Vi como amartilló el arma con el pulgar, tenía que empezar rápido, no quedaba tiempo.
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Luis Rey Nambo
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XI1 Ayer llevamos a Alec al hospital por un brazo roto. Insistí mucho durante horas que era ridículo tratar de llegar hasta el techo de la Casa Maldita escalando por la pared, pero así es Alec a fin de cuentas, aventurero como sólo Indiana. Lástima que Alec no es amigo del director y resbaló a mitad de su camino. Lo llevaron a urgencias en una ambulancia y como no podíamos subirnos, tuvimos que ir en bicicleta. Seguro es la primera vez que estoy en algún nosocomio desde que naciera y me arrepiento mucho de haber ido. ¿Cómo puede uno recuperar la salud en un lugar como ese, entre la inmundicia, los gritos y el hedor? Es un edificio de dos plantas amartilladas en la saliente rocosa junto al mar. Estoy seguro que la idea era recrear ese impacto estético que provoca la magnificencia del Mar Blanco desde los muros del Castillo de Kyrie, pero está claro que el Seguro Social no puede levantar una obra maestra desde el fondo del mar. Las ventanas están cerradas y el delicioso aroma de la sal no llega a disipar la peste de los mil y un pies sudados que se mueven de aquí para allá en perpetua actividad. Tuvimos que esperar parados cerca de hora y media a que nos atendieran y todo para enterarnos que la señora Korback se había llevado a su hijo media hora antes del lugar. Diez minutos ahí me hicieron llorar. 1
Extracto de una carta escrita por Alan Darius el día 12 de Abril del 20** dirigida a Licaón
del Toro. Se sabe que entablaron relación tras la breve estancia del compositor en Brathan y mantuvieron correspondencia hasta la escabrosa muerte del mismo. Muchos la toman como el detonante de su aislamiento
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Creo que jamás podré quitarme aquel hedor a pies ni olvidar la tonalidad a sangre que la camilla de emergencias deja en el piso al pasar. Las paredes blancas no están esterilizadas y por más impolutas que quieran hacerlas pasar podía ver la infestación de gérmenes y bacterias que buscaban un miembro muerto en cual morar. ¿No resulta obvio en situaciones como esa, que a fin de cuentas eso es lo que somos en realidad? Alimento de las bacterias, cuartos de hotel a los que los virus van a reproducirse en secreto, casi siempre con vergüenza. Hoy me siento frente a esta hoja de papel y escucho aquel majestuoso Beni Creador de Gustav Mahler. ¿Cómo podemos compartir origen con esos bichos necios de la recepción? ¿O con los ignorantes campesinos del Seguro Social? Se que suena cruel y aún así no siento remordimiento de decirlo. Gustav Mahler seguro lo sabía también y por eso se encerraba a componer, lejos incluso de la vagina de su esposa. Pero hasta él estaba atrapado en toda esta peste. Él también se sentó a horcadillas y defecó en un hoyo, él también se alimentó con la muerte de un ser vivo… El mundo entero es un cadáver expuesto a los carroñeros. Las viejas sobre todo me resultan extremadamente irritantes, si te soy sincero. No puedo aguantar la forma en que la cera escurre en pliegues por sus caras y su manera de hablar, hosca y
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fofa al carecer de dientes me obliga a vomitar. Ahí va a parar la belleza femenina de la que Mischa o Linda tanto se ufanan. Las flores se marchitan pero no alcanzan a ver la nieve del invierno, no, el otoño no ha acabado y ya están muertas, dejando huérfanas semillas regadas por la tierra entera y estas enviudarán y morirán dejando más semillas huérfanas destinadas a ser caras secas y arrugadas en la pared de algún cuarto como recuerdo para unos nietos que apenas saben nada de quien ven ahí. El hospital estaba lleno de ellas, cadáveres frescos que ocultan bajo el rebozo la degradación del cuerpo humano, mientras las adolescentes apretujadas frente al televisor escuchan los chismes de desconocidos como si en ellos estuvieran las respuestas a los problemas más antiguos de la humanidad, todo esto amenizado por el ruido inaguantable de zapatos en los azulejos y los chillidos de algún bebé llorón. Ya pensaba en esto cuando la voz de Linda me escupió en la cara. —¡Qué asco! —Gritó a mi lado y con su dedo, señaló a un indigente en los huesos masajeando un pie de olor infecto. Tardé un buen rato en procesar aquello. ¡Dios! ¿Por qué no mantuviste mi alma y mente en una perpetua ignorancia, y me dejaste ser feliz como la tonta en la pantalla o la vieja loca que equivocó el rumbo y llegó al hospital camino a la funeraria? Pues hay signos que no se borran y quedan gravados en la piedra de los tiempos tan hondo que el aliento de mil eones no sería capaz de hacerles daño. Eso fueron las tres cucarachas que escaparon del zapato, Peste, Infortunio y Decadencia, el fin de todo rastro humano en el hueco que ha quedado aquí en mi pecho, donde una vez creo que tuve un corazón.
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XII2 Salí corriendo, buscando refugio en la ciudad, y sólo encontré más peste y humedad. Las cloacas hambrientas de más mierda, respirando junto a los carritos de Hot Dogs, o las salas de cine donde se estrena prostitución. No pude evitar pensar en mi madre con las piernas abiertas, recibiendo las envestidas de Papá, tal vez pidiéndole que le dijera “sucia” o algo más. Luego vino el orgasmo y el aroma penetrante de los fluidos de ambos lados, empapando sábanas y almohadas, y yo, nueve meses pasados, venido al mundo en un caldo de sangre y mugre, expulsado por el mismo tubo en que mi padre eyaculó quién sabe cuantas veces ya en el pasado. Vomité de inmediato. Igualmente rápido, las cucarachas se amontonaron a mi lado. No es que me de asco el sexo, hasta hace un par de días era lo que más deseaba en mi maldita vida, pero ahora, sólo veo placenta y cucarachas muertas. Sangre seca, tripas abiertas, Mamá pidiendo verga y una bala en algún lado matando porque un desconocido jaló un gatillo. Corrupción, ambición, hombres matando por papel moneda y contaminación. ¿Qué de bueno tiene el hombre, cuando hace falta un documento que diga “Yo Existo”?
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Extracto de una carta escrita por Alan Darius el día 12 de Abril del 20** dirigida a Licaón
del Toro. Continuación.
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Seguro te parece estúpido. Debería estar preocupado por el estreno de tu Fantasía coral y no contándote tonterías. Linda vino a verme ¿sabes? No hace mucho y fue para preguntar por ti. Te desea suerte y espera que nos visites pronto. Creo que quería presentarme también a su amiga, la muchacha con la que la vi besarse hace unas semanas. Parece buena chica. Quiero a Linda, pero… por Dios, si pudiera pedir un deseo ahora mismo sería que me muriera. No porque la vida sea dura ni por que esté triste, es simplemente… simplemente que ya no puedo estar con nadie, ¿entiendes? Ni con mis padres ni con ella, mucho menos con una desconocida cuya lengua tal vez toque en unos días un orificio semejante al que crucé bañado en sangre, placenta y demás fluidos. ¿Es cruel? ¿Sexista? ¿Homofóbico? Si, seguro que lo es. Deseo de todo corazón que tengas éxito en diciembre, de veras que sí. También deseo morir. O que los demás se mueran, creo que me da igual.
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XIII3 16 de Junio Siempre he tenido problemas para empezar a escribir. ¡Qué distinta de mi Alan!, él se sienta frente a su computadora y el único problema que experimenta es no poder mover sus dedos a la misma velocidad que sus neuronas. Pero creo que me cuesta escribir, porque lo que siento es mío, sólo mío. ¿Éstos? Estos son mis recuerdos, aquéllas, mis ideas, y esa llama ardiente es mi alma alimentada por la pasión que experimento por mi vida. Lo que siento, lo que pienso, lo que recuerdo… esa soy yo y sólo yo soy yo. :| Parece que Alan me pegó un poquito su forma de hablar. Es inevitable, dormimos juntos desde hace tres años y cada noche antes de descansar pasamos media hora al menos conversando, relatando nuestro día y las impresiones que tuvimos de él. Hablamos tanto que esta cama podría dar cátedra de casi cualquier tema en la universidad. Es inevitable… Inevitable. Por eso tengo que admitir que me cuesta escribir porque trato de evitar el tema que me llevó a coger esta libretita después de casi nueve años sin anotación alguna. Leo las páginas más atrás y recuerdo cómo fue mi vida cuando 3
Extractos del diario de Adelaida Draycott presentados por la fiscalía en el caso contra
Alan Darius.
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todavía era una niña y la vida parecía tan simple e invulnerable. Pero lo poco que quedaba de esa niña ya está muerto. Hoy me acosté con Alec Korback y creo que Alan se va a enterar. Fue sólo una vez, lo juro por Dios, sólo una vez… pero una vez basta para arruinar la vida entera y yo ya no me siento digna de mi hogar. Alan, si lees esto, por favor perdóname, mi amor, porque yo… Nunca te haría daño, querido, jamás haría nada que pudiera lastimarte, es sólo que fue… inevitable. Él se arrojó sobre mí, te lo juro y trató de besarme y yo me resistí le dije que no que parara que aquello estaba mal pero él no me hizo caso y siguió debatiéndose conmigo con tanta violencia que tuve miedo y traté de defenderme pero no puede ¡él es tan fuerte y…! y lo gocé. Te amo demasiado para mentirte, lo gocé. No supe que estábamos en nuestra cama, ni que dejamos la puerta abierta. Yo sólo gocé estar con Alec y él me gozó a mí… por fin. Fue sólo una vez. No volverá a pasar, esto es una tontería, ni siquiera es tan grave, bueno… sí es grave pero tú no te enterarás porque no te interesa lo que tengo escrito aquí y aunque quizás algo sospeches nunca te lo diré, ni a ti ni a nadie más. Este secreto es mío, mío y sólo mío. Ni siquiera Alec lo recordará como yo. Después de un tiempo tal vez no lo recuerde de ningún modo y tú y yo volvamos a como estábamos hace un par de horas antes que Alec Korback viniera con pretexto de buscarte, sabiendo que hoy, hoy precisamente, no estarías aquí.
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20 de junio Alec vino a verte. Fue temprano, no eran ni las dos de la tarde. Tú seguro estabas en Brathan, discutiendo con algún alumno sobre algún tema sin importancia alguna para ti. Quise decirle que se fuera pero hacía mucho frío afuera. Mucho frío. El reverendo dice que el infierno es frío. Lo vio en una revelación cuando yo apenas era una niña, “poquito más grande que un dulcero”. El reverendo siempre fue bueno conmigo. Aún después que lo dejó Mamá siempre fue bueno y me decía que Mamá era buena, pero el diablo va a por la gente buena porque los malos no le interesan. Y que el infierno es frío. Que en el infierno hace mucho frío. Ahora siento que me congelo. El viento gime contra la ventana de nuestra casa y tú duermes en nuestra cama como si nada. Eres tan hermoso cuando duermes, ¿te lo han dicho? Creo que sólo cuando duermes puedo tocarte y saber que eres un hombre y no ese fantasma en blanco y negro que todos me dijeron que eras cuando nos casamos. ¿Cuántas excusas podría encontrar para justificar mi infidelidad? Hace una semana que no me tocas. Me besas y me hablas cada mañana al despertar pero mi
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piel sigue como dormida, esperando que la despiertes con tus caricias y esa pasión que yo sé sólo me diste a mí, a mí y a nadie más que a mí; hace semanas que no veía a nadie. Paso los días en esta jaula, trinando para nadie más que un ausente tú porque además hace meses que me abandonaste; que comes en mi mesa sin mirarme, que duermes en mi cama sin amarme y que vives en la misma jaula, pero tu mente vuela libre en ese mundo de fantasía tan insoportablemente tuyo que mi recuerdo se vuelve pálido e irrelevante, un poco más con cada vuelo. Puedo encontrar mil más y todavía no podría dormir tranquila pues sé… sé que no puedo librarme de la pesada culpa que ahora cargo. Soy su amante y de ahora en adelante podrá tomarme cada vez que se le antoje. No tuve la fuerza para repelerle y ahora la nieve y el invierno me arrojan contra él para tratar de escapar un poco del frío infierno de mi alma. Alec es apenas una tímida braza que se consume en la tormenta a gran velocidad y apenas encuentre refugio en él se tornará rescoldo humeante. Pero no me queda más que aceptarlo pues apenas sepas quien asalta a tu esposa en tus ausencias, despertarás. Despertará mi lobo y se levantará de las flores rojas que nacen en el jardín de los cadáveres e irá a cobrar la deuda que adquirió al gozar el cuerpo de tu puta esposa. Porque los lobos nunca olvidan… y la carne es su moneda.
3 de septiembre Él sabe.
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XVI4 No había parado de llover desde
Adelaida todavía seguía con él
aquel día. Mi motocicleta resbaló y
y aunque Alan nunca tocó el asunto,
fue a estamparse contra un viejo du-
asumo que no volvió a su casa hasta
razno blanco de esos que crecen a las
después del incidente.
afueras de Brathan, sin mucho inconveniente al principio (ningún hueso
Yo veía las noticias cuando Alan
roto, apenas uno o dos rasguños…)
entró en la habitación, así que serían
pero obligándome a andar todo el
más o menos las diez y cuarto. Le dijo
camino de regreso a la ciudad. Termi-
a Linda que podía ir a descansar, él
né dándole aventón a una pulmonía
me cuidaría. Ella me miró preguntán-
que me mantuvo en cama varios días
dome qué debía hacer y yo no supe
y Linda casi histérica se encargo de
qué decirle ni que hacer. Pero ambas
cuidar de mí porque mi esposo no
sabíamos que era la primera vez en
venía.
días que alguien veía a Alan Darius y de cierto modo nos acabábamos de
Recién empezaba a recupe-
dar cuenta que su ausencia nos pudo
rarme cuando Alan fue a verme, un
haber hecho mear del miedo.
domingo por la tarde. Era día 21. Estoy segura que Linda se había No es lo que piensan, a Alan le
ido a las diez con treinta.
importaba Alec poco menos que un mosquito cuando ya se está dormido
Al principio no hablamos de lo
y como les dije, ni siquiera había ido
pasado, Alan se aseguró de que estu-
a dormir a casa, estaba en su depar-
viera cómoda, me preparó una taza de
tamento desde… bueno, saben desde
chocolate, muy cargada por cierto, y
cuándo. 4
Transcripción de la declaración prestada por Mischa Korback ante el Supremo Tribunal
de Justicia de la Nación, durante el caso El Estado contra Alan Darius, un cargo por homicidio en primer grado y uno por incendio premeditado.
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me preguntó si podía hacer otra cosa
de que uno hace esas cosas, pero
por mí.
el sostenía el aro dorado entre sus dedos y lo hacía bailar de arriba abajo
Me sentí extraña. Supuse que
por el anular a un ritmo lento y suave.
así se siente una madre cuando su
La lluvia chocaba contra la ventana,
pequeño hijito le atiende de una gripa.
por la rendija que Alan abrió en mi alcoba, se reventaba en mil estrellas
—No querido, todo está bien.
al chocar con la redecilla y abrazaba
Gracias. —le dije y él me dedicó una
a Darius con una ternura que nadie le
sonrisa.
había dedicado nunca, al menos no frente a mis ojos.
Abrió un poquito la ventana, puso una silla al pie de mi cama, de
Alan seguía soñando cuando
esas de oficina con rueditas en las
escuché que abrían la puerta. Por
patas, y se quedó dormido antes que
supuesto, Alec conservaba su llave de
yo pudiera darme cuenta, sin pedirme
la casa.
en ningún momento disculpas. ¡Qué estúpida! Lo corrí de la Afuera llovía.
casa y no se me ocurrió pedirle sus llaves para evitar que entrara. Jamás
Recuerdo verlo acariciar su
pensé en eso. Aunque una nunca
argolla de bodas. No sé que tan dor-
piensa que su matrimonio se va a
mido se puede estar sin darse cuenta
acabar, ¿o sí? Mientras quede un
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pistito de cariño siempre se tiene la
Y esperé. Esperé y esperé, pero
esperanza de que un milagro salve el
Alec Korback no venía. Alan, al pié de
matrimonio y en ese momento había
la cama, seguía abrazado por la lluvia.
una parte de mí dispuesta a aceptar que todo fue un malentendido y de
Para cuando me di cuenta del
algún modo lo que vi no era lo que
problema en que estaba metida ya era
creí que vi.
tarde. Alec abrió la puerta casi de gol-
pe, sosteniendo la botella de cerveza
No reparé en Alan al principio.
con torpeza desde la cocina hasta la
Esperaba que Alec abriera la puerta,
cama. Estaba ebrio, apestaba a licor,
maravilloso y apuesto como el día de
algún whiskey barato que le deformó
nuestra boda y se metiera a la cama
la cara y desgastó su sonrisa.
conmigo como siempre después de que peleamos. Yo iba a decirle…
Sé que me dijo algún piropo, tal
“Bienvenido, aquí es donde tienes que
vez vulgar, no estoy segura, no pude
estar” e iba a esforzarme la noche
entenderle.
entera por demostrarle que ese era su hogar.
—Alec, ¿qué haces aquí? —le pregunté asustada. Él me sonreía,
Pequeña zorra estúpida.
lujuriosa la mirada. —Vamos, mujer, que no estoy de
Me arreglé el cabello y alacié
ánimos para juegos.
las sábanas, incluso ajusté mi busto sobre el borde de las cobijas para
Yo no sabía que hacer. Pensaba
hacerlo ver más amplio... y esperé.
en Alan Darius, dormido al pie de mi
Esperé y esperé, pero Alec Korback
cama, completamente ignorante de
no venía. Escuché unos pasos, len-
que mi borracho esposo trataba de
tos y torpes ir y venir por la cocina; el
propasarse conmigo. Empecé a resis-
sonido del refrigerador que abría los
tirme y eso le enfureció.
labios y el silbido blanco que sigue a una cerveza cuando se abre.
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—¿No es esto lo que querías? —gritó— Ya volví, dejé a Adelaida por ti y ahora me vas a dar lo que me prometiste o… —Alec… mi amor, no es el momento… —Es el momento, es el momento —insistía mientras metía sus manos en mis pantaletas— Aquí lo dice, es el momento, ¡vida mía…! —Alec, basta, no estamos solos. ¿No es ridículo? Alec se acostaba con su esposa, pero apenas verle, se llenó de coraje y de ira, como si… ¡como si Alec no fuera el amante, sino Alan! Yo le dije que esperara, que le llevaría hasta la sala y volvería a la cama, pero Alec ni siquiera me escuchó. Se levantó tan rápido que casi se cae al suelo y apenas recuperó el equilibrio, levantó el índice izquierdo y preguntó: —¿Qué está haciendo ese aquí? —Me está cuidando —repuse—, estuve enferma y entre él y Linda me han cuidado todos estos días. ¡Dios, fue espantoso! —¡Cuidando! —me dijo— Zorra estúpida, te estás acostando con él, ¿verdad? Quieres verme la cara de idiota… —¡Cielos, no! Alec…—yo le dije— He estado preocupadísima por nosotros, no te haría tal cosa. —¡Mientes! Puta asquerosa, quien sabe que porquerías estuviste haciendo en la cama con éste mientras no estuve aquí para verte. Cerda estúpida… —¡Pues al menos no estuve jadeando como un animal cuando me follaba a Ady Darius! No tienes
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ningún derecho a hablarme así, eres
—Pues tal vez lo seamos pero…
tú el que lleva los últimos dieciséis
mira que acostarte con la esposa de
años pintándome los cuernos de la
tu mejor amigo, ¡es…!
luna con la primera mujerzuela que te topas por la calle, ¡no te permito que me hables así!
—¡Ese perro no es mi mejor amigo! —Gracias al cielo, empezaba
—¡Vete a la mierda, mujer! Y
a sentirme un poco culpable de no
para tu información, Adelaida es la
aguantarte igual que a los otros.
primera… —Pues según mis cálculos es
Alan se levantó entonces de
cuando menos la duodécima, la pri-
su asiento, me hizo una pequeña
mera fue Samantha, en la secundaria.
reverencia y caminó con rumbo a la
—Mentirosa embustera…
puerta. No es extraño en él, ¿saben? A
—A ellas las aguanté porque te
él le importaría un bledo que llegara el
quería. Me quedé callada haciendo
puto fin del mundo. Seguro que pensó
como que no pasaba nada y para
“van a seguir discutiendo otro buen
mí de verdad no pasaba nada. Pero
rato” y diciendo esto, salió a buscar
esto… esto ya es ir demasiado lejos,
paz para dormir. ¡Dormir! Sí, no me
Alec, ¡y tú lo sabes!
queda duda que era lo único que le
—¡Bah!
importaba en ese instante, alejarse de
—¡Tú lo sabes! Ady estaba
la contaminación auditiva a su alre-
fuera del juego. Sabías que era la
dedor y descansar hasta que fuera el
única compañía de Alan, ¡la única que
día siguiente, cuando podría volverse
cuenta de verdad! Y tú fuiste a por
hasta su casa como si no hubiese
ella, la perseguiste como si no hubie-
pasado nada.
ra montones de pirujas allá afuera y la acosaste por semanas enteras hasta que ya no pudo más y cayó rendida. —¡Ella lo quería! No se hagan las
Fue Alec quien lo atacó, estaba casi histérico; se plantó enfrente suyo, como un roble, grande y ebrio, y
santitas, ni tú ni ella, que todas son
de un empujón lo obligó a sentarse de
iguales.
nuevo. Yo estaba aterrada, sin saber
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qué mierda hacer para evitar que las-
Desde su silla, Alan sonreía. Esa
timara a mi hermanito. ¡Mi hermanito,
sonrisa horrenda que le hacía brillar
¿entiende?!
los dientes como punzones afilados a la luz de una luna ensangrentada. Esa
—¿Crees que puedes tirarte a
sonrisa que era suya mucho antes de
mi mujer sin que me entere, eh? —le
todo esto, de la fama y de los libros,
preguntaba— ¿Quién te crees para
la que ponía nerviosos a sus padres,
tomar mis cosas? ¿Eh? ¡Contesta! —y
a sus maestros, a sus escasos y cada
a cada pregunta, sus enormes palmas
vez más lejanos amigos. Te ponía esa
lo empujaban más y más contra el
cosa en forma de sonrisa y las manos
asiento.
te temblaban; te ponía esa cosa en
—Alec, es tarde, déjame ir a
forma de sonrisa y de pronto todo tu
dormir. —le contestó. Apenas y tenía
mundo colapsaba y la sangre se te
una cortés sonrisa en su boca grande
ponía fría, ¡fría! y la vejiga y el esfínter
y… y lobuna.
se aflojaban.
—Estás en mi casa y aquí no se hace nada hasta que yo lo diga. —Estás ebrio, no aguantaré el aliento de un borracho. —¿Te gustó cogerte a mi chica? ¿Eh? ¿Te pareció rica? Pues ¿qué
La sonrisa de los lobos cuando encuentran un conejo al que se le ha quebrado la patita, o del asesino serial segundos antes de hundir el cuchillo en la vagina de una niña.
crees?, que las putas cuestan y aquí el que cobra las mamadas soy yo. —¡Alec! Déjalo en paz o te juro que llamo a la policía. —Tú cierra el pico, o voy y te lo
—¿Eso pasa? —preguntó paladeando uno a uno los fonemas. Alec se alejó un poco como si hubiera encontrado un animal peligroso
cierro. Estamos conversando, ¿o no,
encerrado en el cuarto— ¿Te molesta
amiguito? Platicando como cuando
ya no ser el prota? ¿Pasar a ser un
éramos chiquillos. Dime Alan…
personaje secundario? ¿El amante y
—¿Extrañas ser el centro de
no el amado?
atención?
—Cállate, Alan, cállate o te callo.
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—Ya me he callado muchos
Eso lo desarmó. Y es que como
años y además, me hiciste muchas
de costumbre, Alan sabía más de lo
preguntas, algo he de contestar. Eres
que aparentaba. Su mirada… esa cosa
una cucaracha, la más grande y gorda
perforaba partes de ti que tú ignora-
de todas. Te he visto revolcarte en la
bas, era… es un hombre que conoce
inmundicia por tantos años que ya
todo en un instante y supo inmedia-
estaba acostumbrado, pero empie-
tamente por qué estaba ahí conmigo.
zas a enfermarme y no tengo porque
Después de todo, ya lo había dicho.
aguantarte más.
Alec era muy cobarde para afrontar la
—¡Tú eres la cucaracha, bastar-
noche él solo.
do! ¡Me lo quitaste todo! ¡Todo! —Yo no te quité nada, nada
—¿Hace cuanto te dejó Adelai-
tenías.
da? No fue esta mañana, porque no
—¿Crees que Mischa o Linda en
llegó a la casa, no… conociéndola fue
verdad te quieren? No, bastardo, están
en la tarde. Los ocasos siempre la ha-
contigo porque te tienen lástima y se
cen pensar en sus culpas, tiene miedo
creen que tienen la culpa de que tú
de despertar muerta y que el Dios del
estés loco. Pero no es cierto, ¡nunca
Reverendo le cobre la factura. Culpa a
fue cierto! Lo haces a propósito, sólo
su padre de eso, no a mí. Pero es muy
para parecer interesante. Lo haces
tarde para ir conmigo, eso significa
porque me tenías envidia, porque
que está… ¡Esperando a Linda! —Alan
sabías que soy mejor que tú y fue la
chasqueó los dedos. Efectivamente,
única forma que encontraste para
cuando Linda llegó a su departamen-
robar mi vida. ¡Tú eres la rata! ¡Vieja,
to, Adelaida la esperaba en la puerta,
hedionda y gorda rata! No sé que vio
empapada y rogando que la ayudara
Adelaida en ti, pero sea lo que sea, ya
a reconquistar a Alan. Me pregunto
se acabó. ¿Entendiste? ¡Se acabó!
todavía si hubiera persistido de ha-
—Si se acabó, ¿por qué estás aquí y no con ella?
berle visto abrir la boca endemoniada como para tragarse a mi marido de un bocado— Seguro tiene miedo de
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volver a casa sin llave y necesita un cerrajero. —le dijo— Y estoy seguro que no le pusiste un ultimátum, porque es mejor dormir con un fantasma que dormir a solas, cuando no queda absolutamente nada entre tú y tu alma. —Estás podrido, Alan. Tú ni siquiera tienes alma. —Así que volviste a casa, donde Mischa te esperaba, igual que siempre. No la amas, pero es una buena compañera de cama y mejor eso a la soledad de un cuarto de hotel, o a la cima de la montaña, donde no queda nada excepto la desnudez de tu cuerpo y el ojo de Dios devolviéndote una y mil veces la certeza de que “eres un don Nadie, un fracaso, una vergüenza constante y la humillación final de la puta que es tu madre.” —Mi padre está… —“No sé por qué no te has muerto. ¡Mira estas calificaciones! Patético. ¡Me jodo el lomo y tú te la pasas picándote el culo y chupándote los mocos!” —¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! —¡Alan, basta! —¡Esa mirada! ¡Esos ojos! ¡Esa boca! Tan terriblemente abierta que las palabras ya no fluían, se escapaban a borbotones y le dejaban vacío, con suficiente espacio en la barriga para tragarse a mi marido de un bocado. —“Eres débil. Al menos tu madre tenía unas tetas que vender, ¡a ti no podré sacarte ni para engrasarte el hoyo!” —¡Qué te calles te he dicho! Y en un arrebato de pasión homicida, Alec aferró la botella y se aventó como la pantera ha de brotar de entre las hojas de la selva. Momentos como éste son los que definen vidas. También los que las quitan.
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Dar agradecimientos dignos a todas las personas que se los merecen sería escribir un libro en si mismo. El tiempo que tardamos es mucho, pero mucho ha sido lo que todos hemos trabajado en esta revista. Agradecemos por tanto a aquellos cuyo trabajo directo levanta esta torre cada vez más alto. A los autores, Isabel, Alicia, Cristina, Iván, Jessica, Juan Antonio, Luis, Megan, Monserrath y a todos aquellos que escriben y escribieron y escribirán en esta revista, a nuestros invitados y esos jóvenes que han depositado su confianza en nosotros. A Dulcinea por el gran trabajo de diseño y a Ana por su gran dirección en el departamento de corrección. A nuestros amigos de las Jornadas de Lectura, que nos permiten presentar esta revista en lugares a los que no esperábamos llegar pero sobretodo, gracias, mil gracias a ti, amigo lector que nos regalas tu tiempo para compartir con nosotros los ensueños de nuestra imaginación. ¡Largos días y noches placenteras!
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DIRECTOR GENERAL Luis Rey Nambo Arcos
REDACCIÓN Ligelia Edwards Elizabeth Muñoz Antonio Lunante Isabel Arreola Eric Medina Luis Rey Nambo Arcos
CORRECCIÓN Y EDICIÓN Ana Luisa Mata Huerta
DISEÑO GRÁFICO Dulcinea Peña
Sombra Roja. Número 7, Marzo 2015. Esta es una publicación digital redactada en Guanajuato, Gto. Derechos reservados. Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta publicación. Los textos son responsabilidad de los autores. Las imágenes tomadas de diversas fuentes de internet se utilizan únicamente con fines ilustrativos.