III.
Precisiones preliminares sobre el código
III.1. Para seguir adelante es preciso aclarar un problema que en muchos estudios semióticos no ha sido resuelto satisfactoriamente. Nos referimos a la noción de código. En los párrafos precedentes se ha utilizado la palabra «código» en dos acepciones, una más restringida y otra más amplia. Volvamos un momento al ejemplo del teclado de la máquina de escribir. El código que reduce la igualdad de probabilidades iniciales estableciendo un sistema de recurrencias y excluye algunas combinaciones de símbolos, es un sistema de reglas puramente sintácticas (establece compatibilidades e incompatibilidades escoge determinados símbolos como pertinentes y excluye a otros como extraños). En el mismo sentido, el código de nuestro modelo comunicativo inicial (descrito en 1.II.2.) escoge un repertorio de símbolos por ejemplo, ABC, AB. BC, etcétera), excluyendo a otros (por ejemplo, ABD o BCD). Pero el código de nuestro modelo inicial hace algo más: establece que a cada símbolo escogido le corresponde un nivel hídrico; por ejemplo, dice que /ABC/ significa «nivel 0». Es decir, establece reglas semánticas. En general, y en las investigaciones semióticas, cuando se habla de «código» podemos referirnos a ambas operaciones. Hay una razón sutil para justificar esta confusión: la de que si un código ha seleccionado de una manera puramente sintáctica las unidades combinables, excluyendo a otras, obedece a que esta operación sirve para facilitar una función semántica. El código de nuestro modelo inicial solamente selecciona algunas combinaciones porque tiene la función práctica de indicar determinados niveles de agua. En el embalse podrían suceder distintos fenómenos. El agua podría alcanzar infinitos niveles, con diferencias infinitesimales. Si fuera preciso comunicar todos los niveles posibles, sería necesario un repertorio de símbolos muy vasto. Pero de nada nos serviría saber que el agua ha aumentado o disminuido un milímetro o dos. Por esta razón el código elige dos situaciones discontinuas discretas, recortadas del continuum de hechos posible, y las elige corno unidades pertinentes a los fines de la comunicación que interesa. Dejando sentado que lo que interesa es saber si el agua pasa del nivel -2 al nivel -1, el hecho de que el agua esté algunos milímetros por encima de -2 no nos importa. El nivel no será ya -2 cuando sea -1. Lo demás no es pertinente. De esta manera se puede elaborar un código que, entre las numerosas combinaciones posibles con los cuatro símbolos A, B, C y D, escoja algunas como las más probables. Por ejemplo:
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