Cuaderno Literario Nº 4 Los escribas 1ª de junio 2018

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Cuaderno Literario Nº 4

www.los escribas.soy LITERATURA Y PERIODISMO

MARICARMEN DELFÍN DELGADO

UN SECRETO MARAVILLOSO ALBERTO CALDERÓN P.

HABLAR DE CIENCIA EN EL PERIODISMO LILIA C. RAMÍREZ CARRERA

VARIACIONES DE LA MULATA DE CÓRDOBA

Poesía Carlos Eduardo Lamas, Luis G. Mendoza, Roberto Cárcamo y Mario Millán


AL CIELO Al cielo elevada tu cúpula para rozar con la punta la puerta del paraíso, dentro de ti la paz invade mi intimidad, espacios compartidos entre ángeles sin alas, pecado resarcido sólo con la luz de tu mirada. Capilla en el centro de Bogotá, Colombia , 2017

Maricarmen Delfín D.

Fotografía: Maricarmen Delfín D.

Tentación Brillante redondez entre alargada figura, pieles coloridas, aromas a dulzura, incitas al mordisco en tu jugosa pulpa.

Maricarmen Delfín D.


UN SECRETO MARAVILLOSO LA VIDA DE JOSEFA OCAMPO DE MATA POR / MARICARMEN DELFÍN DELGADO

Cuando pensamos en el licenciado Melchor Ocampo (1814-1861) nos remontamos a su recuerdo como brillante abogado, dedicado científico y destacado político liberal, pero también tuvo una vida familiar, donde fue padre amoroso con sus cuatro hijas y en especial con una, con la cual lo unía un vínculo muy fuerte, un vínculo fraternal y motivo de su felicidad, su hija Josefa. Entre ellos siempre hubo gran identificación y mucho amor, aunque su acercamiento y su convivencia se dieron cuando ella ya tenía 10 años. En 1839 Ocampo se vio frente a un problema que le ocasionaría un gran escándalo, cuando su ama de llaves y amante, Ana María Escobar, le dijo que estaba embaraza, que esperaba un hijo suyo. Él no la apoyó y se fue a viajar a Europa huyendo del problema, ella se fue a Morelia donde dio a luz a una niña, la cual fue enviada inmediatamente a un orfanatorio como huérfana abandonada por sus padres. Antes de su ingreso la madre la nombró Josefa, en honor de su sirvienta pues fue la única persona que la cuidó y apoyó durante su embarazo. El licenciado Ocampo visitaba a la niña esporádicamente, hasta que se presentó un momento decisivo en su vida, un encuentro que lo marcaría el resto de sus días llenándolo de sentido y motivación. Palpó en su hija la

comprensión, la amistad y el cariño, con su talento y su afinidad de pensamiento vio la supervivencia de su espíritu y que su vida se prolongaba a través de ella. A partir de ese día fueron una misma persona, a pesar de mantenerla escondida y en secreto. Don Melchor mantenía una buena relación con sus otras hijas: Petra, Julia y Lucía, pero con ninguna de ellas podía hablar de política, de ideologías, de autores y de libros, sólo con Josefa podía hacerlo pues entre ellos había una conexión especial. Josefa siempre se mantuvo cercana a su padre en todas las situaciones de su vida, tanto en su etapa de reformista y en sus cargos públicos, como también en las adversidades y tragedias. Cuando fue desterrado por Santa Anna partió a Tulancingo y para no preocupar a sus hijas mintió diciendo que iba a un viaje de negocios, prefirió el sufrimiento de la separación que decir la verdad, para no causarles gran pena. A pesar de su decisión, extrañaba a Josefa y se percató de que era fácil tenerla a su lado, mandándole una pequeña misiva, ella aceptó alcanzarlo en Estados Unidos y en enero de 1854 llegó en un lujoso buque a Nuevo Orleans. Se cuenta que meses antes lo había acompañado hasta San Juan de Ulúa donde estuvo recluido unos días. Con este episodio Ocampo demostró lo mucho que extrañaba a su hija, de su gran apego y cariño. 3


Dos años después sufriría una nueva angustia, su hija preferida le comunicaba que se casaría con José Ma. Mata. No dudaba de la convicción de Josefa pues se caracterizaba por su buen juicio y acertada al emitir su opinión acerca de los defectos y virtudes de las personas, además Mata era un hombre recto, de buenas costumbres y principios. Pero no le afligían ni el novio ni el matrimonio, era el miedo al distanciamiento y a perder a la única persona con la que compartía cada momento de su vida. La boda se celebró el 19 de septiembre de 1856 en su hacienda de Pomoca. Fue un instante devastador para don Melchor, pues nunca nadie le había visto llorar, al momento de entregar a su hija no pudo contenerse y sus lágrimas brotaron al soltar la mano de su heredera. Al año siguiente Josefa dio a luz a una hermosa niña, a quien bautizó como Josefina. En 1857 iniciaba la Guerra de Reforma y solo podía comunicarse con su padre por medio de cartas. Tiempo después seguiría sufriendo pérdidas, al morir su nana Ana María Escobar, de quien no sabía que era su madre hasta ese momento. Después muere su segunda hija, Mariana. En ese trance doloroso sólo puede comunicarle a su padre la tristeza y la depresión que la aquejaban a través de sus cartas.

Zuloaga quien dan la orden de fusilarlo sin causa alguna el 3 de junio. Antes de morir, Melchor Ocampo asienta en su testamento que su corazón le pertenecía al Colegio Nicolaita y literalmente esto sucede pues cuando es asesinado en Tepeji del Río, su cuerpo fue colgado en un pirul, hasta ahí llegó el doctor Arreguín del Servicio de Sanidad Militar del Ejército Republicano quien lo recuperó y lo trasladó a la ciudad de México, donde el doctor Ignacio Rivadeneyra le practicó la autopsia y le extrajo el corazón, entregándoselo al presidente Benito Juárez ,quien lo hace llegar a su hija. Josefa tuvo el corazón de su padre durante 23 años y en 1884, lo entregó junto con otras pertenencias al Colegio de San Nicolás en Morelia, donde permanece en una sala que lleva su nombre. Existen dos versiones acerca de este hecho, la primera cuenta que su hija entregó el corazón en un baúl bordado por ella misma. Otra versión explica que murió al terminar el baúl y fue entregado por la nieta Josefina Mata y Ocampo, acompañada de su padre don José Ma. Mata.

En junio de 1861 pasa el momento más doloroso de su vida con el asesinato de su padre. Escribe un poema en su recuerdo llamado “Horas de Tristeza”, donde describe su infancia sola sin la figura paterna, el cambio y la felicidad que vivió al conocerlo y la inmensa tristeza que la envolvía en ese momento, diciendo: “Una parte de mi ser estará en la tumba y tu muerte me relacionará con la eternidad y con el dolor” Se encontraba en su hacienda cuando el 1 de junio es sorprendido por un comando al mando del español Lindoro Cajiga, lo aprenden sin alguna orden que justificara su captura, es llevado a Maravatío y después a Tepeji ante Leonardo Márquez y Félix 4

Melchor Ocampo con su hija Josefa Ocampo


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HABLAR DE CIENCIA EN EL PERIODISMO Por. Alberto Calderón P.

Explicar la ciencia de forma más sencilla y objetiva, es una de las tareas imprescindibles del periodismo de divulgación para la sociedad. Romper con mitos, desechar la pseudociencia y ampliar las fronteras del conocimiento, es el objetivo de nuestra era. El enemigo a vencer es la información falsa que circula por las redes que sostienen mentiras acerca de los conocimientos, y divulgan lo que otros han escrito sin verificar si lo que replican es cierto o no, eso daña, confunde a muchos de los usuarios atrapados en una red de comunicación llena de falsedades, de mitos, y para colmo de males, los navegantes se encuentran atrapados en el mismo lugar como moscas en una telaraña, haciendo apenas débiles intentos por escapar, con la desgracia de ir absorbiendo toda la información. Para los comunicadores es difícil abrirse paso entre los más de 300 millones de usuarios del Twitter y los más de 2000 millones de usuarios de Facebook que comunican, viralizan, muchas veces se encuentran cerca de los acontecimientos. Cuando vemos información que se origina en esos sitios se amplifica más, afortunadamente dura menos. Lo trascendental es abrirse paso y demostrar que con la verdad y objetividad se puede avanzar, ya lo han hecho científicos y divulgadores desde antes de la era cristiana como Jenofonte el historiador griego del siglo IV a C. Así filósofos como Lurcecio y Paracelso o más reciente Fontanelle quien a través de una gaceta llamada Le Mercure Galant difundía la ciencia. Esto demuestra que no es un

asunto contemporáneo, pero si muy importante, debido a la gran cantidad de desinformación y a la carencia de divulgación en este tema. Cuando abordamos la información científica para acercarla a los lectores, les estamos ofreciendo a la sociedad el mundo en el que viven y las consecuencias de sus actos tanto para su vida personal como para el entorno y las posteriores generaciones. Ponerlos al corriente de lo que los gobiernos hacen o dejan de hacer por la ciencia, el medio ambiente y la cultura científica. Lo que no se realice en este primer tercio del siglo XXI repercutirá en el futuro próximo, por ello es imprescindible divulgar todo lo que nos está perjudicando y también las aportaciones en beneficio de la humanidad. La comunicación social de la ciencia es un atributo que debe tomar el periodismo como parte formativa, que abone a otros canales de comunicación, los museos son una muestra, las conferencias con especialistas, los cursos, libros, documentales, congresos y el acercamiento de los niños y jóvenes para que paulatinamente se interesen por este sorprendente mundo del conocimiento científico, tan olvidado y de poco interés por los medios. De vez en cuando se menciona una noticia que puede aportar conocimiento, lo único que hacen los medios es destacarla sin ahondar más en ella, como si fuera un fenómeno aislado.


Durante el siglo XIX surge la necesidad de la gente de informarse sobre la tarea científica y por parte de los investigadores de las diversas disciplinas científicas ofrecer el conocimiento de sus actividades, en el año 1869 inicia la revista británica Nature y en 1880 en los Estados unidos Sience. Las limitantes que tienen las revistas especializadas es que se encuentran dirigidas en su mayoría para un público con una especial preparación.

En nuestro país el Consejo Nacional de Ciencia Tecnología CONACYT nos indica que cuenta con algunas clasificaciones para agrupar las revistas de ciencias y estas son: Física, matemáticas y ciencias de la tierra en un tema. Medicina y ciencias de la salud, Ciencias sociales, Ingenierías. Biología y Química, Humanidades y ciencias de la conducta, Biotecnología y ciencias agropecuarias y multidisciplinarias.

El tema es hacer que el público se interese que lo sientan suyos, cuando nos acercamos a revistas en donde la divulgación se ofrece con un método sencillo y atractivo como las que se difunden en los kioscos, la ciencia llega más lejos y muchos de los estudiantes y profesionistas de las ciencias se motivaron en es información digerible para adentrarse más en los conocimientos y ahora lo tienen como una forma de vida, la tarea de los comunicadores de los medios impresos y digitales tenemos un compromiso, una responsabilidad enorme con la sociedad, así que manos a la obra.

DOS FORMAS DE CONOCIMIENTO

Por Alberto Calderón P. El punto de encuentro entre dos disciplinas que parecería se repelen el de la razón y el de la imaginación, en realidad se encuentran juntos, son complementarios los procesos creativos tienen diferentes formas de enfrentar las realidades objetivas y subjetivas. En 1726 Los viajes de Gulliver menciona en uno de sus viajes a la isla de Laputa se encuentra habitada por hombres y mujeres dedicados en su totalidad de las matemáticas y a la música, es una extraña isla que prácticamente flota sobre el aire debido a su magnetismo, en estas historias vemos la aparición y sorpresa que imprime el autor a un tema científico. Voltaire en 1752 con su cuento Micromegas en donde nos narra el paso por la ciencia y la sátira, otro de ellos es Johan W. Goethe quien hizo aportaciones a la morfología vegetal y humana en Las afinidades selectivas. Ya en el siglo XIX aparecieron con temáticas científicas Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievsky, sólo por mencionar algunos de ellos. Uno de los representantes de la novela científica fue Julio Verne en donde los logros científicos y técnicos de sus viajes echan a volar la imaginación, describiendo mecanismos y técnicas, investigación con el dominio de elementos, adelantándose a su época. Para algunos analistas Julio Verne es el que inicia con su obra la ciencia ficción, basta mencionar El hombre invisible como prueba de ello. Edgar Allan Poe el maestro del cuento corto y uno de los que mejor plasmó la ficción científica en sus relatos. No podía pasar desapercibido la figura creada por la novelista Mary Shelley con Frankenstein en 1818, que por cierto este año se cumplieron los primeros cien de que salió a la luz. Arthur Conan Doyle con su personaje Sherlock Holmes que utilizaba un método científico para resolver los casos más difíciles de su investigación policiaca. Durante todo el siglo XIX se incrementaron las propuestas literarias que abordaron el tema científico como parte central de las novelas, ya en el siglo XX esta tendencia se incrementó. 7


Esta triste tristeza Esta triste tristeza no me deja Luis G. Mendoza

me persigue se esconde debajo de la cama.

A veces es intolerante y persuasiva ¡me da lástima aburriéndose conmigo! Me come a pedazos me deshoja como hierba y me destapa a medianoche.

A veces me da de comer de su sopa mientras yo le convido de mi café para beberlo sorbo a sorbo mientras platicamos.

Algún día me desharé de ella. Por ahora es como mi sombra.


Variaciones de La Mulata de Córdoba 
 Las consejas populares cuentan su prodigiosa fuga marítima, desde una cárcel de la ciudad de Córdoba, la noche anterior a que se cumpliera la terrible sentencia de ser quemada viva en la hoguera. Estos hechos se desarrollaron en el país de México y es necesario hacer la aclaración porque todos sabemos de las tres Córdobas que hay en el mundo: Córdoba España, Córdoba Argentina y Córdoba México. Lo que nadie ha contado hasta ahora es el sitio donde desembarcó esta enigmática mujer conocida universalmente como La Mulata de Córdoba. Y he aquí que yo me enteré, por fortuna, cuál fue su destino. Comparto con ustedes la manera en que llegó a mí tan apasionante historia, tan real como este papel donde la escribo: Estaba yo por culminar un viaje a través de la cuenca del Río Guadalquivir -ése al que le cantó García Lorca: El río Guadalquivir/ va entre naranjos y olivos./ Los dos ríos de Granada/ bajan de la nieve al trigo.
 Al alcanzar Sanlúcar de Barrameda, un puerto en la margen izquierda de su desembocadura distinguí, yo que soy tan dado a hurgar en las zonas urbanas, un nombre de calle, casi ilegible, escrito en el azulejo roto de una esquina de la zona antigua de Sanlúcar: “Cæ de la mulata”. En seguida lo relacioné con las fotos que una amiga, de visita en México, recién me había enviado: un bello cuadro pintado por un artista cordobés, Martín González Villalobos, titulado “La Mulata de Córdoba”, acompañado de la leyenda sobre esa mujer quien, al parecer, en esa ciudad era muy conocida. Movido por una curiosidad tal vez proveniente del sentimiento de soledad que me dio la calle, como si la calle fuera un domingo, decidí indagar más. El único local abierto era una vinatería en cuya fachada, presa también del abandono y del tiempo, otros azulejos, también rotos, representaban racimos de uvas y barriles de tinto. Lograba verse media corona de un Dios Baco, regordete y fofo, apoltronado en un canapé. Caminé hasta la entrada: -¿Se sigue llamando aquí, calle de la mulata? Pregunté. Un hombre que frisaba los setenta años atendía el local y ni siquiera volteó a verme. Insistí: -Señor, ¿cómo se llama esta calle? - Calle de la Constitución de Cádiz. Contestó de mala gana el viejo vinatero. - ¿Y sabe usted porqué se llamó calle de la mulata? El hombre tomó un respiro, me miró con una profundidad que me dio un escalofrío, jaló una silla por fuera del mostrador y comenzó a hablar:


-Aquí vivió esa mujer, la que llamaron La Mulata de Córdoba, la que querían quemar por bruja en las Américas pero se les escapó. Cuando menos, eso fue lo que pensaron quienes la conocieron. Allá, cuando mi madre se vino a vivir por estas tierras al casarse con mi padre, un marinero, conoció a una mulata muy hermosa que nunca nadie en este barrio miró envejecer jamás. Nací yo, crecí, y ya era mayorcito cuando todavía la alcancé a ver la última vez que alguien supo de ella. Dicen que caminó hacia la bocana y se perdió en el mar. Nunca regresó. El vinatero me miró, un destello iluminó su mirada brevemente, dio la media vuelta y se perdió tras de una red de pescar a guisa de cortina que separaba el mostrador de la trastienda. Cuando regresé a mirar el azulejo con el nombre antiguo para tomar una fotografía, no pude dar con él. Caminé varias manzanas sin encontrarlo. Se me ocurrió entonces ir a los Archivos de Indias que reposan en Sevilla, capital andaluza, ciudad fuertemente ligada al Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición que fue el que sentenció a La Mulata de Córdoba. La historia registra que Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, solicitaron al papa Sixto IV una bula papal para la creación de este Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio como dependencia directa de la Corona “para descubrir y acabar con todos los falsos conversos”. La verdad oculta es que Tomás de Torquemada, confesor de Isabel de Castilla, fue quien propuso a los Reyes Católicos adoptar esa estrategia, que ya existía en Europa desde el Siglo XII, como una medida encubierta para paliar con la escasez de fondos del tesoro. De esa manera Isabel y Fernando decomisaron, a todo el que se comprobara fuera hereje, sus bienes y propiedades. Lo malo fue que Torquemada, como suelen hacerlo quienes ostentan el poder, se excedió, y las acusaciones no fueron investigadas en la mayoría de los casos. Fue tal el éxito monetario de la Santa Inquisición, que pronto se extendió a la Nueva España. En los Archivos de Indias que corresponden al Virreinato de la Nueva España, en el legajo No. 1570 inciso d, titulado “De la suerte de una mujer hermosa que fue tildada de bruja porque belleza así no era propia en la descendencia de negros traídos desde el África”, no encontré, como era de esperar, ningún dato sobre las razones por las que había sido sentenciada a morir quemada viva en la hoguera la bella mulata. Pareciera ser que fue su extraordinaria belleza lo que la condenó. Regresé a Sanlúcar y esta vez me dirigí al Archivo de la Alcaldía. Pasé semanas hojeando las carpetas de la década de 1570. Un legajo cuidadosamente dispuesto dentro de una caja de madera, atado con una cinta roja, llamó mi atención. Un pequeño pergamino escrito con letra antigua contenía la siguiente anotación: “Vecinos de Sanlúcar de Barrameda declaran haber visto en su ciudad aparecer un bergantín de la noche a la mañana sin que se le avistara de lejos. De él descendió una mujer sin duda perteneciente a la casta de los mulatos, pues a la vista parece ser descendiente de negro cruzado con español. 10


No se tienen noticias de tripulación alguna que haya venido en el bergantín lo que sí se puede asegurar es que éste hizo un viaje muy largo a juzgar por el desgaste de las velas. Los vecinos sospechan que se trate de un encantamiento o de magia negra tan común entre los descendientes de la raza negra.” Regresé a buscar al vinatero. Estaba seguro que sabía algo más que callaba. Esa tarde nos bebimos un tonel entero de vino verde acompañado de un jamón de jabugo que llevé cargando desde el otro extremo de Andalucía, carísimo, pero sirvió. El vinatero fue desentrañando la historia: -Fue mi madre, era mi madre y se fue, nunca la volví a ver. A Ella le encantaba viajar y ha de seguir haciéndolo. Con ojos llorosos me mostró una carta que guardaba con mucho cuidado en una esquina del mostrador y que aquí transcribo: “Cuando yo era pequeña quería viajar y sabía cómo hacerlo pero lo que no sabía era dibujar barcos con precisión. Un día, encontré un mapa en un viejo libro de oraciones. Un mapa que no entendí pero que tenía dibujados barcos que iban y venían en el mar que rodeaba lo que debía ser tierra. Ahí estaba la respuesta a mi incapacidad de dibujarlos con exactitud. Coloqué el trozo de papel sobre el piso, mis pequeños pies cupieron en la figura de uno de los barcos, el que se me hizo más grande para mis propósitos. Con mi voz de cuatro años, dije: ¡Córdoba! Yo quería ir a Córdoba, la del califato, aquí en España, pero la magia es la magia y fui a dar a otro sitio del mismo nombre, en la Nueva España. Así fue como inicié mi aventura en la ciudad de Córdoba México, en donde tuve una buena vida y me hubiera quedado muchos años más si no fuera porque estuve a punto de perecer, quemada por el Santo Oficio. Me vi entonces en la necesidad de regresar a casa dibujando un barco en la pared de mi celda.” El hombre se soltó a llorar desconsoladamente y yo, no supe qué hacer. Salí silenciosamente de la vinatería y caminé sin rumbo fijo por varias horas. Por eso escribo para ustedes esta historia.

Lilia C. Ramírez Carrera (Lilitt Tagle)


COSAS Abrazo la figura inexistente de tus besos exquisitos, aquéllos prófugos que fenecieron en la ruta irrevocable del pasado. Me aferro a tu recuerdo incandescente, de aquellas noches de carne, queso y vino. Y tus manos temerosas de soltar mis manos se rindieron en el esfuerzo, ante la fatiga de las estáticas horas. Y tus ojos... tus ojos me miraron con la replica de tu primer mirada, femenina, asombrosa, inefable. No fue adiós, sólo hasta luego... en la humedad de tu piel se quedaron insertadas mis ansias y deseos. Confluyeron nuestras respiraciones y se alinearon los latidos de nuestros amantes corazones. ...y partí, así como lo decía el libro indeleble de nuestro destino. Soy barco abandonado en un mar de risas extravagantes. Soy el lado oscuro de la luna de Júpiter, el solitario de las noches sin luz, el que camina sin encontrar rumbo. Allá en tu puerto te asomas por la ventana esperando ver la silueta de mi barcaza al acercarse. Cuentas los días y las horas muertas de las noches, cuentas los besos que debemos entregarnos cuando llegue a tu playa y hagamos una fiesta y de pasión, derroche. Así las cosas, tú en la paciente espera; yo, desesperado por volver a mirar la graciosa figura de tu andar. Carlos Eduardo Lamas Cardoso. México. Derechos reservados.

Optime odores eam rea jam aliquo rum unquam passim vulgus. Quin hac dico quo sit meis.


¿Quién eres? Caí del cielo, me he filtrado por la tierra, y camino entre las piedras, en mí sacia su sed el inclemente sol, y las plantas se alimentan.

En mi has visto por las noches temblar la luna, y destellar el sol por las mañanas, has visto tu sombra, y sumergido tu cuerpo. Roberto Cárcamo Fernández En mí caen las lágrimas del sauce que llora, y las redes con que llevas el sustento, en mis márgenes bebe el ganado, mojan su plumajes las aves, y los reptiles reposan junto a las tortugas.

Mi cause recorre las riberas alimentando los cultivos, a veces soy violento, a veces manso, como la vida misma, pero mi esencia es la bondad.

―¡Creo ya me conoces !―dijo el murmullo del agua. Yo sé de ti, te diré quién eres: has viajado sobre mi piel en tus canoas, me has librado con los puentes, has vertido basura, y líquidos indecentes. Te pido: no me arrojes lo que no te sirve, limpio he nacido y limpio me necesitas, conserva los jardines por los que paso, no laceres mis entrañas porque me duele, quiéreme, límpiame, rescátame… quiero ir pulcro, soy tu río: voy camino al mar. 7


He borrado ya tus besos Tus caricias , tus mordiscos He roto versos y discos Tus ternuras tus excesos Un tiempo los hubo presos Pero sí, hoy en la mañana Voté la carga penana Puse a la puerta remaches Te saqué entre cachivaches De mi bóveda craneana

Mario Millán Soto Xalapa Veracruz


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