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“Si estas convencido de lo que vas hacer, hay que lanzarse sin miedo y con todo”
A.M.: ¿Cómo es tu día a día? J.V.: Mi día comienza a las 5:30 de la mañana ya que vivo en una de las 32 comunidades rurales que tiene San Ignacio, a 5 km del centro del pueblo. Tanto mi esposa como yo sólo trabajamos por la mañana por lo que la tarde la dedicamos a labores pastorales y actividades relacionadas con la ONG. Los jueves o viernes intento hacer algo con los niños y niñas del Centro Lestonac. Además, siempre me piden actividades formativas en las diferentes capillas e incluso algunas escuelas.
A.M.: Estoy seguro que tus vivencias en el país, conocer su realidad y sus necesidades, fueron uno de los puntos clave para la decisión de crear una ONG. J.V.: Por supuesto, en Paraguay existe un gran porcentaje de niños que no acaba la educación primaria, sin contar los jóvenes que no terminan el instituto y los menos que llegan a tener un título universitario. La mayoría de ellos se ven obligados a trabajar para poder solventar los gastos de las universidades y ayudar al sustento de sus hogares. A.M.: ¿Cuál es el objetivo de vuestra ONG? J.V.: El objetivo de los dos proyectos en los estamos inmersos es, sobre todo, mejorar la calidad de vida y la educación tanto de niños como de jóvenes universitarios. Ese es nuestro mayor reto. A.M.: ¿Es tan difícil gestionar y ver los frutos de este proyecto, como uno puede percibir desde fuera? J.V.: Los frutos se ven en cuanto le cambias la vida al prójimo. Tenemos la suerte de contar con gente muy solidaria que aporta ayuda económica para sustentar nuestros proyectos aunque, claro está, que tenemos sueños grandes que ahora mismo no podemos llevar a cabo. Creo que lo más difícil es buscar financiación para cumplir tus expectativas, pero la situación que tenemos actualmente
AHORA Magazine · ABR’19
es idónea para la dimensión que tiene nuestra organización. A.M.: Este tipo de experiencias deben de cambiar mucho a una persona, ¿qué te han aportado todos estos años de colaboración y trabajo en Paraguay? J.V.: Si tienes la mente abierta y estás dispuesto a darlo todo por el que más necesita tu ayuda, es enriquecedor cambiar tu zona de confort para darte a los demás. La vida me ha cambiado por completo, aunque sigo siendo el mismo de siempre con otra visión del mundo. Todo el que trabaja con personas excluidas y necesitadas comienza a valorar mucho más lo que le rodea y la suerte que tiene por haber nacido en el lugar de donde proviene. A.M.: No puedes negar que eres un enamorado de tu tierra, de sus tradiciones, de los miles de amigos que aquí tienes y de tu propia familia. Ahora que acabas de comenzar tu propio proyecto familiar, ¿veremos a Jero sólo en contadas ocasiones por Écija? J.V.: Desde que estoy en Paraguay siempre he ido por Écija al menos una vez al año porque, aunque mi casa y mi felicidad están fuera de mi tierra natal, siempre es bueno coger fuerzas de tus raíces y visitar a la familia y amigos que tengo en mi pueblo. Tanto en Paraguay como en Écija, queda Jero para rato (risas). ■