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SANTIAGO DELGADO

SANTIAGO DELGADO

DON MANUEL, UNA TERTULIA

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Eran tres, aquellos tertulianos de la noche del domingo. Hablaban de fútbol, naturalmente. Pero hablaban del mundo. La única manera de hablar bien, –lo que se dice bien– del fútbol era hablar del mundo, entonces y ahora. O viceversa, no sé muy cierto. Acompañaban a Don Manuel, Don Alfredo, el Argentino de Madrid, Y Garci, el cineasta del Atleti, que traía Asturias con él siempre.

Eran tres poesías, la del verso, la de la cancha, y la de la gran pantalla. Y era una delicia verles y oírles. Una vez, hablaron de Labruna, el golero de River, inigualable. Y dijo Don Manuel: “para hablar de Labruna, hay que ponerse de pie”. Y se pusieron de pie, en la mesa de redacción. Una mesa de camilla, muy española y muy de siempre. Eran tres personas de muy de siempre.

Porque la poesía de Don Manuel era muy de siempre. De antes, de aquel ahora, y de este siempre, sea cual sea el tiempo en que esto se lea.

Don Manuel había llegado a Madrid, cuando el estadio Metropolitano. Y las meriendas familiares del domingo por la tarde en el Retiro. Un café en el Gijón con los perdis de la Literatura y el Arte, y un Carabanchel repleto de perdedores.

El verso se le hizo columna, y durante treinta temporadas, desde Zarra hasta Futre, conoció todos los sonetos. Era torero templado, con oficio, y lo mismo daba el natural del sentido común, que recibía a porta gayola con su fina ironía malagueña.

Su blanco bigote, y su aspecto de abuelo bueno, esclarecido, inundó aquella tertulia, o aquella constelación –entre los taconazos de Distéfano y las secuencias-plano de Garci–de una bendita palabra que no necesitaba verso para dar, cristalinamente, en el ser.

En verdad, en verdad os digo, que no hubo tertulia, ni la habrá como aquella en que se hablaba del mundo con el pretexto del fútbol. O viceversa, nunca sabré muy cierto cual fue la dirección que seguían. Pero, sabedlo: Don Manuel regía la escena.

Santiago Delgado (Murcia 1949). Catedrático de Lengua y Literatura, Profesor jubilado de Instituto, Académico de Número de la Real Academia Alfonso X el Sabio, de Murcia. Presidente de la Asociación de Amigos y Protectores del Museo de Bellas Artes de Murcia (APROMUBAM). Casado, un hijo, tres nietos. Ha publicado más de 60 libros en diversos géneros y obtenido varios premios literarios repartidos por España. Destacan, entre sus novelas, El corazón de la cruz (Los bienaventurados), novela histórica con la que ganó en 2011 el Premio “Caravaca, Ciudad Santa”, y Me llamo Francisco, dedicada al gran escultor Francisco Salzillo. Muchas de sus obras combinan el humor, el relato, la investigación histórica y etnológica con el periodismo cultural, como Zarangollo de murcianos. Patafísica de los habitantes de la Región de Murcia. (2007, Ed. Almuzara). Tiene también libros de estudios de la historia del arte murciano, como Iglesias de Murcia, y como crítico y antólogo de poesía publicó Murcia Antología general poética. Mantiene el blog:

http://oficiodescribir.blogspot.com/