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PÁNICO

PÁNICO

Otro ataque de pánico y van ¿cuántos? Hasta en el orden íntimo se impone la cuantificación. ¿Estamos locos o solo lo fingimos? Una injusta y odiosa filiación etimológica hace que el nombre ‘pánico’ derive del adjetivo ‘pánico’ y que este venga a su vez del Pan de la leyenda antigua, tan simpático y travieso que le cedió sus cuernos y pezuñas al Diablo de la iconografía cristiana medieval (y así hasta hoy). Rubén motejó a Pan de «padre ambiguo de milagros eternos» y Arthur Machen escribió una novela sobre él. No se merece Pan que se adjetive su nombre para dar nombre al ataque de ansiedad y terror que cada vez me atormenta con más y más frecuencia, especialmente ahora, con un virus señoreando el mundo y condenándonos a no salir de casa. Y lo peor es que, si analizamos este trance con realismo, vemos que es absurdo que venga a fastidiarme tanto pánico: tengo sesenta y nueve florecientes años que se rebozan en el lodo pandémico y terrestre, sin que me haya contagiado (por suerte y de momento); los míos —mi familia, mis amigos— están bien; no me duele la columna;

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los males que me aquejan van despacio, sin demasiada prisa por matarme; y para subrayar tan buena estrella, he encontrado hace poco a muy buen precio los tres volúmenes de Le Parnasse contemporain —los tres, el opus magnum con que se inicia en Francia el movimiento que se ha dado en llamar Parnasianismo— .

El hecho es que, a pesar de las bondades que se acumulan a mi alrededor, sigo sintiendo un pánico cerval más a menudo cada vez, un pánico que no tiene que ver con el dios Pan y sí con el siniestro laberinto sin puertas ni ventanas que es el mundo para mí en cada ataque; una cisterna bizantina infestada de bichejos dignos de Brian Froud, pero en malvado; un pozo en el que caigo y no consigo llegar nunca hasta el fondo; un comecome que inunda de picores mi trastienda mental; un cementerio en que los muertos abandonan sus tumbas y me dicen: «Ven con nosotros. Vamos a ensayar contigo la versión dramatizada de un famoso relato de Edgar Poe. Se titula El entierro prematuro».

Madrid, 24 de mayo de 2020

* ”Mientras duermo” y “Pánico” pertenecen al próximo libro de Luis Alberto de Cuenca Después del paraíso, que será publicado por Visor en 2021.

LUIS ALBERTO DE CUENCA (Madrid, 1950) es poeta, filólogo, investigador del CSIC, ensayista, traductor (Premio Nacional de Traducción con Cantar de Valtario, ed. Reino de Cordelia), y miembro numerario de la Real Academia de Historia. Recientemente ha obtenido el Premio de Poesía Federico García Lorca. Con La caja de plata fue Premio de la Crítica en 1985 y con Cuaderno de vacaciones, Premio nacional de poesía en 2015. En Los mundos y los días (Visor, Madrid, 5ª edición en 2019) recoge una amplia selección de su poesía, desde 1972. En la misma editorial Visor donde publicará próximamente su nuevo libro Después del paraíso, ha publicado Por fuertes y fronteras, La vida en llamas, El reino blanco, Bloc de otoño, Sin miedo ni esperanza (sesenta poemas escritos entre 1996 y 2002), Todas las canciones (que reúne las letras que el poeta compuso para Javier Gurruchaga y la Orquesta Mondragón, y para Loquillo, así como los poemas que convirtió en canciones Gabriel Sopeña e interpreta Loquillo en el CD Su nombre era el de todas las mujeres). De Cuenca ha publicado en 2021 Ítaca y otros poemas (Reino de Cordelia), donde traduce una selección personal de poemas de Constantino Cavafis. También en Reino de Cordelia, Hola, mi amor, yo soy el Lobo, con ilustraciones de Miguel Ángel Martín, quien ya ilustró la citada traducción Cantar de Valtario. Algunos de sus más importantes libros de poesía anteriores, como El hacha y la rosa, El otro sueño, Por fuertes y fronteras han sido reeditados en Reino de Cordelia en los últimos años, en bellas ediciones ilustradas.