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La Tecnología del Ladrillo como Medio de Diferenciación Ciro Najle y Francisco Cadau
UTDT EAEU, Programa en Arquitectura y Tecnología 2014, Taller. Excimetrio, axonometría, sector
Antes que como un artefacto irreductible de relaciones cristalizadas en normas que definen la combinatoria, traba y apilamiento eficiente entre piezas, un aparejo de ladrillos puede entenderse como una configuración circunstancial de un sistema abierto de transiciones entre modalidades de relación entre piezas: una topología de vínculos integrada en una organización con un comportamiento consistente.
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Visto de este modo, un aparejo de ladrillos constituye la expresión momentánea de una lógica superior de relaciones que lo precede y que racionaliza sus estados en un plano operativo o sistema de variación. Este plano contiene reglas simples de rotación y traslación que regulan el pasaje continuo entre organizaciones disímiles y las distribuyen en un vasto gradiente de disposiciones relativas y relaciones de enlace.
Estas reglas son capaces de modular el pasaje entre aparejos tradicionales, en principio irreductibles, desnaturalizando las convenciones que éstos implícitamente contienen, y permitiendo una sistematización que trasciende el catálogo de opciones mediante un conjunto de manifestaciones de un sistema que administra variablemente los atributos de la forma y su desempeño superficial, a escala local, regional y global. La variación de la forma puede entenderse así como el modo y el grado en el que se sistematizan las diferencias en un orden, superando el estatus de excepción que la diferencia ocupa en los sistemas de repetición y accediendo al dominio de los patrones complejos: rugosidad, permeabilidad, expresividad. El rol de la diferencia consiste en normativizar el orden y no en alterar accidentalmente sus formas idealizadas.
La diferencia toma todo: expande su espectro y su sentido desde los márgenes de la tipología, donde funciona como irregularidad, para ocupar la totalidad de un campo diferenciado que varía organizaciones complejas y superficies multivalentes con el objeto de desplegar el espectro de la forma (y de la performance) en una tecnología de la diferenciación sistemática, superadora de la dependencia de la tradición.
Es en este contexto, donde la diferencia es sistema, la astucia deviene inteligencia y la tradición se vuelve variación. Se abre el campo para un trabajo donde el cambio se halla embebido en el orden como una tecnología de la diferencia y donde lo accidental renuncia a su estatus mitológico, llevando al arquitecto a un rol afirmativo en el que la crítica es el sesgo de la operatividad, su humor, su gracia, su principio de exuberancia.
La idea de tecnología sobrepasa aquí la de técnica de facilitación, deviniendo un dispositivo virtual cuya variabilidad es relativa a la organización de la materia y cuya técnica se encuentra orientada a la diferenciación. Tal noción de tecnología integra la concreticidad de los sistemas constructivos y la abstracción de los sistemas organizativos, emancipándose de la idea de desarrollo lineal de la forma, para volverse transversal al vector de desarrollo en el que ésta se despliega.
La tecnología se vuelve un medio riguroso de mediación, un sistema que controla la variabilidad de las configuraciones mientras las produce, que sistematiza las relaciones internas de dichos sistemas de control, que regula los regímenes de variación de sus objetos, que evalúa formalmente los desempeños, y que especula sobre devenires y aplicaciones posibles. Sobre estos principios sienta sus bases la presente investigación.
Aparejos
Las disposiciones básicas del ladrillo (soga, tizón, sardinel horizontal, sardinel vertical, panderete horizontal, panderete vertical) establecen los formatos indiferenciados para la formación de aparejos, definiendo las características primitivas de la trabazón entre piezas y regulando los desempeños visuales, lumínicos, térmicos, acústicos y estructurales a los cuales éstos convencionalmente se asocian. La rotación del ladrillo según los ejes vertical, horizontal y transversal regula el pasaje continuo entre ellas.
Las rotaciones en el eje vertical, al mediar entre las disposiciones de tizón y soga, y de sardinel y panderete, despliegan un gradiente de ángulos de las piezas respecto de sus planos de referencia. Este gradiente rota de normal a tangente y posibilita el control selectivo de los flujos de luz, radiación y visuales, ecualizando desempeños espaciales y ambientales. La rugosidad variable posibilita, a partir de su capacidad de autosombrear y disipar calor y sonido, un espectro de desempeños térmico-acústicos.
Las rotaciones en el eje transversal al plano, al mediar entre el sardinel y el tizón, entre la soga y el sardinel vertical, y entre el panderete horizontal y el vertical, despliegan un gradiente de ángulos que determina los ritmos de apilamiento y posibilitan el pasaje continuo entre organizaciones superficiales y reticulares, condicionando el desempeño espacial y ambiental, la administración cuantitativa del pasaje de aire, luz, radiación y visuales, y la variación de los comportamientos estructurales de laminar a mallar.
Las rotaciones en el eje longitudinal al plano, al mediar entre el tizón y el panderete vertical, entre la soga y el panderete horizontal, y entre el sardinel horizontal y el vertical, despliegan un gradiente de ángulos de la normal a la tangente vertical, habilitando permeabilidades oblicuas y posibilitando el control direccional de los flujos ascendentes y descendentes de aire a través del plano, el manejo de la incidencia de la radiación, y el filtrado y la facilitación variable de las visuales transversales.
Complementariamente, las traslaciones del ladrillo median entre las proporciones de superposición entre las piezas de los aparejos tradicionales en el sentido horizontal y transversal (1/8, 1/4, 1/2), desplegando un gradiente de solapamientos y embebiéndolos en un régimen de variación continua, que determina patrones de aparejamiento y permeabilidad variables, vinculables a desempeños como la aislación visual, la lumínica, la térmica, la acústica, y el comportamiento estructural.
Las traslaciones en el sentido predominante del plano controlan la proporción y el ritmo del solapamiento longitudinal, desplegando un gradiente de permeabilidad inversamente proporcional a su cohesión estructural. Las traslaciones normales al plano controlan la rugosidad de la superficie y administran las salientes que resultan de las rotaciones, intensificando o atenuando el autosombreado y la disipación del calor y el sonido, e influyendo sobre el desempeño térmico-acústico.
Domos
Con sus componentes internamente rotados y trasladados, una superficie puede variar en su curvatura global hasta cerrar un espacio en torno al centro respecto del cual estas variaciones suceden, en segundo grado. Si en una superficie absolutamente plana tal centro se encuentra en el infinito, en una superficie variablemente curva éste se posiciona variablemente cercano a la misma, de uno u otro lado según la dirección de su convexidad y su concavidad. Un domo puede así entenderse, más que como un objeto tipológico en su forma, como una superficie revuelta alrededor de un punto que, en cierto momento, se conecta en sus extremos, encerrando un espacio y adquiriendo un comportamiento estructural global mediante la constitución de interdependencia entre sus partes. El momento en el que un plano se cierra sobre sí constituye, en este sentido, una singularidad, y no una cosa sin proceso. Interior y exterior se diferencian de manera absoluta, y la superficie se transforma en una membrana de mediación, pero tales estatutos se adquieren por exceso, no se estipulan como esencias.
Si la tecnología funciona como medio de diferenciación orientada a la experimentación (entendida como complejización formal y performativa, dirigida a la transformación tipológica y conceptual), la configuración de singularidad, en tanto instancia liminal en un proceso, constituye un campo en sí de investigación, antes (y por ende después) de asumirse como tipo: la variación constituye un espacio productivo en el que la fluctuación literalmente oscila entre cambios de clase, generando relaciones continuas entre gradaciones y saltos, en un sentido y en el otro. Los domos autoportantes, o superficies de revolución de comportamiento estructural de compresión predominante, se organizan a partir de tal instancia extrema en la relación entre rotación y traslación alrededor de un punto. En dichas operaciones, por lo tanto, se condensan y adquieren estatuto de técnica formal, operativa y constructiva, las múltiples relaciones que se despliegan entre la variabilidad geométrica de las superficies de revolución y el control físico de las organizaciones materiales que éstas controlan, y de las que se retroalimentan.
A diferencia de los sistemas de sustentación temporal y referenciación de la forma, que se basan en la idealización naturalizada de la misma, tales operaciones condensadas se configuran como un instrumento abierto o dispositivo virtual que establece niveles altos de precisión en las organizaciones globales que controla. En este proceso abierto, dicho dispositivo permite además el desarrollo de configuraciones sistemáticamente variables de sí mismo, trascendiendo la idea de técnica pasiva, orientada a la medición y verificación de una forma preconcebida, y adquiriendo el estatus de tecnología de diferenciación, dirigida a la vez a la generación de la forma (la curvatura de la superficie, es decir, su organización exógena o global) y a la articulación de la forma (la textura de la superficie, es decir, su organización interna o local). Y por lo tanto, a la relación más o menos coherente, más o menos autónoma, más o menos interdependiente, o más o menos externamente determinada entre ambas.
La variabilidad de este dispositivo de mediación, es decir, la variabilidad conjunta de las relaciones entre los sistemas de control de la variación, determina las regulaciones formales globales, locales y globales-locales de sus objetos (la forma de contacto con el suelo, la forma de su sección, las proporciones entre las dimensiones horizontales y verticales, las proporciones globales y de cobertura, las inflexiones), así como indican su performance (entre otras, su rugosidad, permeabilidad, grosor, transparencia, aislación, escabrosidad, lisura, protuberancia, erizado o agujereado).
Sistemas de Control de la Variación Continua
Los sistemas de control de la variación continua en la formación de una superficie de revolución se reducen a la administración de tres variables: la rotación de un pivot de articulación central, la longitud del brazo o distancia entre dicho pivot y un punto extremo, y la rotación de este último en torno a ese punto. Estas tres variables, en principio independientes, y las eventuales asociaciones o restricciones mutuas que pueden establecer entre sí, determinan la variación global de la curvatura de la superficie que construyen y las variaciones locales de rotación y traslación de sus componentes, estableciendo un medio continuo en el cual organización y construcción (y sus múltiples relaciones) devienen expresiones. Dicho sistema de control puede complejizarse indefinidamente, incrementando la cantidad de sus articulaciones y brazos, y escalando el ángulo de apertura y el largo de unas u otros. Los sistemas de control de la variación continua en la formación de superficies de revolución se han reducido, en el contexto de esta investigación, a la administración de cinco variables: dos longitudes de brazos, primario y secundario, y tres ángulos, los correspondientes a los dos brazos y el de la guía del ladrillo. Las longitudes controlan las distancias entre las piezas y un centro global o una serie, en sí misma variable, de centros regionales. La longitud del brazo primario controla la distancia entre el centro de rotación del conjunto y su articulación con el brazo secundario, punto de pivot de este último. La longitud del brazo secundario controla el distanciamiento entre dicho punto de pivot, o nuevo sub-centro, y la guía del ladrillo dispuesta en su otro extremo. Los ángulos administran las direcciones de dichos brazos relativas a sus centros, y afectan secundariamente las dimensiones de los brazos y de la guía, descomponiendo sus longitudes en componentes verticales y horizontales de signo positivo o negativo. Dichos sistemas de control funcionan en paralelo, y tienen la capacidad de variar de manera independiente. Sin embargo sus rangos de variación se hallan restringidos o exacerbados mutuamente, abriendo de ese modo todo un espacio de múltiples relaciones potenciales, capaces tanto de limitar como de amplificar sus efectos. Relaciones entre los Sistemas de Control
Las relaciones entre los sistemas de control de longitudes y ángulos determinan los parámetros que median entre la programación de la variación del dispositivo base y los regímenes de los objetos. La sistematización de la relación entre la longitud y el ángulo del brazo primario determina la altura del punto de pivot respecto del suelo y la distancia horizontal entre este pivot y el punto de giro del conjunto. La combinación de estas dos variables, a su vez, puestas en relación con la longitud del brazo secundario, determina el radio de la organización. Sobre la configuración preestablecida por las tres variables precedentes, el ángulo del brazo secundario fija simultáneamente el límite vertical y el radio de la abertura cenital de la organización. Finalmente, la rotación de la guía determina la saliente del ladrillo respecto del plano y la distancia libre entre piezas medida en dirección a la directriz de la superficie. Dichas relaciones abren un abanico de comportamiento, cuyas variabilidades locales se multiplican entre sí, incrementando el espectro de diferencia del conjunto, no en un espacio de infinita variabilidad, caracterizado por la mistificación de una supuesta flexibilidad absoluta, sino en uno de variabilidad consistente, que define las condiciones inerciales y los límites precisos pero abiertos de una robustez internamente relativizada.
Regímenes de Diferenciación de los Objetos
La altura del punto de pivot del brazo secundario respecto del plano de apoyo controla la forma del contacto de la organización con el suelo, determinando apoyos variables entre el ángulo recto y el llano, pasando por un gradiente de ángulos obtusos a medida que se
incrementa la altura de pivot. La distancia horizontal, entre el pivot y el punto de giro del conjunto controla la forma de la curvatura configurando secciones variables de semicirculares a ojivales, cada vez más verticales y agudas, a medida que su valor se incrementa. El radio de la configuración del dispositivo controla las dimensiones globales de la organización, regulando los diámetros variables entre la mínima y máxima extensión del dispositivo. El límite superior de la organización y el radio de la abertura cenital controlan las proporciones globales y el grado de cobertura, desplegando un gradiente de configuraciones caracterizadas por el desarrollo vertical y la delimitación variable del espacio. La dimensión de la saliente y la distancia entre las piezas controla la cualidad local, regional y global de la superficie, desarrollando un gradiente de permeabilidad y rugosidad que se incrementa a medida que la guía adopta posiciones crecientemente perpendiculares a la directriz de la envolvente. Los regímenes de diferenciación espacial y formal de los objetos resultan de la mediación del sistema, es decir de la sistematización de las relaciones entre las variaciones de sus sistemas de control.
Evaluación de los Desempeños
La forma global de la organización resultante de su régimen de diferenciación puede evaluarse en diversos términos, todos ellos asociados a los sistemas de control de sus variaciones, aunque mediadamente, y por ende en forma autónoma de éstas. La superficie de contacto de la organización con el plano de apoyo se relaciona con el desempeño estructural del conjunto en tanto índice de su eficiencia en la transmisión de las cargas al suelo, administrando las componentes vertical y horizontal de las fuerzas y minimizando o incrementando la magnitud del empuje lateral a la que está sometida la organización. La curvatura de la sección de la organización permite o inhibe en diversos grados la habitabilidad del espacio, al regular la proporción entre la altura útil del núcleo espacial y la del anillo perimetral, de altura reducida. El límite superior y la abertura cenital relacionan el desempeño formal y espacial en tanto regulan las proporciones entre la extensión horizontal y la vertical, y entre el espacio cubierto y el descubierto. La medida y proporción de las salientes y el distanciamiento de las piezas, por su parte, se corresponden con los desempeños visuales, lumínicos y térmico-acústicos, determinando la cualidad de la superficie a escala local, regional y global. La gradación de estos desempeños no necesariamente sigue patrones de linealidad, o si la tienen, ésta no necesariamente se corresponde linealmente con la de las variaciones de las variables del sistema de control. Si bien los sistemas de control determinan los efectos, éstos no son reductibles a sus causas.
Economía de la Complejidad
La incorporación de nuevas variables al sistema de control expande y complejiza su espectro de potencialidades generativas y organizativas mientras amplía y diversifica los alcances del dispositivo mismo. La incorporación de brazos sucesivos posibilita la regulación de toda una gama de escalas de control intermedias entre la organización global y la pieza que, concatenadas, ya no resultan solo mediadoras sino que se median mutuamente entre sí, no solo extendiendo sino magnificando la no linealidad del sistema. La incorporación de regulaciones angulares independientes en el eje transversal y longitudinal al plano completan, junto con la guía rotativa en el eje vertical, el conjunto de variables que permite generar transiciones entre aparejos diversos. Por último, el desarrollo de dispositivos operando a partir de multiplicidades de puntos de regulación y control interrelacionados, permite expandir los límites de control del instrumento y propagar su capacidad generativa, excediendo las configuraciones secuencialmente jerárquicas y focales del compás, y la curvatura constante o continuamente variable de sus objetos. Cabe en este contexto pensar en qué medida la complejidad de las variables de control del sistema y la variabilidad de sus relaciones
constituyen una economía en mayor o menor medida redundante respecto de la complejidad organizativa misma de sus objetos, de la variabilidad de sus formas, de la extensión de sus capacidades, o de la robustez de sus desempeños.
Emergentes y Loops
Las variables a escala local embeben en el dispositivo los sistemas de control de las relaciones de disposición y enlace entre las piezas, y permiten desplegar organizaciones intermedias que pueden ser evaluadas en función de diversas aptitudes y aplicaciones. Las organizaciones emergentes integran y ecualizan comportamientos estructurales, formales-espaciales y de control ambiental, nutriendo a las superficies de especificidad y heterogeneidad, sin por ello perder unidad formal ni acudir a la composición. La incorporación de variables de control intermedio entre el conjunto y la pieza posibilita el desarrollo de un universo de organizaciones regionales que administran las relaciones de jerarquía entre la escala global de la forma y la local del aparejo, dotando a la forma de capacidades expresivas y performativas nuevas y eventualmente abriendo el espacio para el desarrollo de nuevos tipos. En esta línea, los dispositivos, a partir de su capacidad de administrar la variabilidad de la curvatura, pueden no solo posibilitar el desarrollo de envolventes formalmente dúctiles a partir de la variabilidad continua, ni solamente incrementar su multiespecificidad, sino capitalizar sus emergentes y transformarlas tipológicamente para, por último, retroalimentar su propia complejidad y entrar en un loop donde la forma y el control de la forma se interdeterminan. Tal loop puede decirse que se autodespliega.

UTDT EAEU, Programa en Arquitectura y Tecnología 2014, Seminario Taller. Brick Jealousy, modelo material, sector