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PYMES MANUFACTURERAS, OPCIÓN DE DESARROLLO ECONÓMICO

Especial ¿Qué necesita Bogotá?

Alejandra Osorio, subdirectora ejecutiva de Acopi Bogotá-Cundinamarca

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Alcanzar un crecimiento sostenido en el tiempo es uno de los principales objetivos de la economía de cualquier país y que puede obtenerse mediante el fortalecimiento de los factores productivos o al aumento de la productividad de los mismos (Programa de Transformación Productiva , 2018).

En este sentido, tanto los esfuerzos institucionales del Gobierno y de articulación público-privados deben indagar de manera permanente en las estrategias, sectores y políticas a impulsar para cumplir con tal propósito.

El Consejo Privado de Competitividad afirmó que, en términos generales, Latinoamérica sólo podrá inclinarse a niveles de ingreso similares a los de las economías desarrolladas si fomenta cambios sustanciales a nivel productivo y tendiente a mejorar la competitividad, lo cual, agrega, sólo es posible si se propicia movilidad hacia sectores con mayores niveles de productividad y capacidad de generar valor agregado (Consejo Privado de Competitividad, 2017).

En ese sentido, las mipymes cobran gran importancia, pues, según los registros de Acopi, este sector representa aproximadamente el 98% del tejido empresarial, genera el 80% del empleo y aporta el 40% del PIB nacional (Castro, 2019). En el sector manufacturero, las pymes son el 66 % del total de establecimientos industriales generan un 62% del valor agregado nacional (Programa de Transformación Productiva , 2018). Las cifras muestran el aporte de este segmento empresarial a la economía del país, y en ese mismo sentido, el reto que representa el aumento de la productividad que propenda por mejorar la competitividad.

En particular, el sector manufacturero pasó de representar el 20,8% del PIB nacional en 1989 a representar tan solo el 11,2% para 2018, y su participación en valor agregado en el PIB pasó de 36,9% en 1989 a 26,5% en 2018. Esta paulatina desindustrialización ha causado perdida de la capacidad de crear riqueza; de industrias que requirieron décadas para su desarrollo y con ello de empleo calificado; fuga de capitales y cerebros; y aumento de la informalidad y la “desformalización”.

Estos problemas se le atribuyen a diferentes causas. Según la Gran Encuesta PyME de Anif de 2019, el principal problema que identifican los industriales es la falta de demanda. El reemplazo de productos nacionales por extranjeros sumado al bajo poder adquisitivo que tienen los colombianos para obtener los diversos bienes ofertados en el mercado han traído como consecuencia el cierre de empresas nacionales y algunas foráneas, quienes al no encontrar mercado para sus mercancías se ven abocadas al despido masivo de sus empleados y al cierre, como los casos recientes de CP Company y General Motors.

El mismo escenario y fenómenos se pueden ver en Bogotá. Para 2018, la capital aportó el 25,7% del Producto Interno Bruto nacional (Ministerio de Comercio, 2019). El valor agregado generado por la ciudad en este mismo periodo de tiempo fue de $19.464 millones, el 18,9% del total nacional (Confecámaras, 2019). En cuanto a la composición empresarial, las mipymes

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