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Guatemala, viernes 22 de junio de 2018
Primera página de la versión gráfica de El perro en llamas.
El detective Rosanegra es acosado por constantes pesadillas.
Portada de la versión cómic de la novela, publicada por Amorfo Cómics.
co, no simpatiza con los periodistas, no le hace el feo a la bebida ni a las drogas y es básicamente un solitario que alquila un cuarto en una casa de huéspedes en la zona 2. Y aunque nació en la capital, su familia es de Zacapa y él presenta rasgos de la gente de por allá: es alto, delgado y siempre anda con barba de tres días. Como policía, Rosanegra es un justiciero mala-taza y sus métodos no son nada ortodoxos. No duda en mancharse las manos para interrogar y castigar a los delincuentes y generalmente pasa por encima de la ley, pero no para perpetuar el crimen sino para erradicarlo. Es del tipo de gendarme que, si te agarra in fraganti, es capaz de llevarte a un callejón oscuro para darte tu merecido. Como le dice el Vidente del Crack en una escena de la novela Fauces: “Vos, que en el fondo sos un malvado, te metiste a policía para maltratar a la gente”. Eterno malhumorado, sigue la tradición de los policías duros de película setentera a lo Harry El Sucio. Diez años después, Rosanegra sigue siendo físicamente fuerte, ha visto cosas que lo han endurecido y es mucho más cínico. Es casi un Punisher con placa policial.
cuentos El ángel de la muerte, pero al final decidimos hacerla en grande y trasladar El perro en llamas al formato gráfico. Solo nos faltaba un ilustrador adecuado. Luján pasó varios meses buscando y un día de tantos encontró al diseñador y tatuador Byron Zúñiga, quien desde el principio compartió nuestro entusiasmo e incluso expresó su intención de dibujar la trilogía completa: El perro en llamas (publicada como cómic en 2015), Aquí siempre es de noche (cuyo primer tomo fue publicado en 2016), y Fauces. Entonces me di a la tarea de reescribir la novela para adaptarla al formato gráfico: le añadí escenas y modifiqué algunos diálogos. Fue un proceso bastante largo en el cual describía, cuadro por cuadro, el escenario del fondo, el ángulo de cámara, las expresiones faciales de cada personaje y su idioma corporal. Fue casi como escribir el guión para una película. Y como la novela original describe lugares reales de la ciudad de Guatemala como el Pasaje Rubio, el restaurante El Portal, La Plaza Central, la Avenida Elena, la antigua Facultad de Medicina y el Cementerio General, decidimos tomar fotos de esos lugares para reproducirlos en la novela gráfica. Luego definimos, entre los tres, el aspecto físico de los personajes que debía ser de guatemalteco, lejos de los estereotipos musculosos y perfectos de los cómics de superhéroes. Los personajes más difíciles fueron Theophilus y Pauli, por su índole sobrenatural. A la larga no quedé muy convencido con el aspecto final de Pauli, porque la imagen mental que tengo de ese personaje es casi onírica y difícil de trasladar al papel. Para Mendoza y Rosanegra nos basamos ligeramente en personas que podemos ver en cualquier calle de Guatemala. Y aunque admito que algunas veces fui dictatorial a la hora de decidir el aspecto de los personajes, admiro muchísimo el trabajo de Byron Zúñiga. Es un máster que nos reventaba
la cabeza cada vez que nos enviaba nuevas páginas por email. Eso sí, estoy consciente de que muchos lectores prefieren leer e imaginar las cosas, pero creo que ambos formatos se complementan. En un mundo ideal, el próximo paso sería convertir El perro en llamas en película o serie animada, pero eso ya será más adelante
La novela ha sido llevada al cómic y publicada en versión gráfica. ¿Cómo surgió esa idea y cómo fue el proceso?
El perro en llamas es la primera novela guatemalteca en ser trasladada al formato cómic. La versión escrita posee elementos cinematográficos y de cómic: el corte de escenas, situaciones y personajes, y varias personas me comentaron que podía funcionar muy bien como novela gráfica o como película animada. Años después, Pablo Luján, editor de Amorfo Comics, me propuso que la convirtiéramos en novela gráfica. La idea era fundar una editorial de cómics y formar equipos de escritores e ilustradores guatemaltecos para garantizar la calidad del producto final. Al principio me propuso graficar algunos relatos de mi libro de
Es importante hablar del lup 66. Hablanos de su gestación y de sus efectos.
El lup 66 sigue un poco la tradición de drogas ficticias como las que manejaba el escritor William Burroughs. Se trata de un poderoso alucinógeno cuya preparación solo conoce Pauli, el cocinero. Sus principales ingredientes son unas flores que no existen en este mundo porque Pauli las trae de otra dimensión, de un bosque donde reinan los hombres lobo. Es una sustancia que puede ser fumada, inhalada, inyectada o ingerida. Sus efectos son muy parecidos a los del LSD, pero te induce a cometer actos violentos. El peligro está en que la persona que la consume cree que se está convirtiendo en animal carnívoro y puede cometer actos de canibalismo.
Si tuvieras una conversación con el detective Rosanegra en estos días, ¿cuáles serían los temas que abordarías con él?
Lo más probable es que pararíamos tomándonos un par de picheles de cerveza oscura y escuchando marimba en El Portal. Hablaríamos de centros espiritistas, pesadillas, magia negra, literatura y conciertos de heavy metal en antros de mala muerte. En algún momento, Rosanegra se lanzaría un largo discurso sobre las ventajas de legalizar la droga: se acabarían los crímenes relacionados con la narcoactividad, porque los traficantes ya no lo verían como negocio rentable y no tendrían que andar matando gente. *Escritor
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