Guatemala, martes 3 de diciembre de 2013
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Opiniones
Trazos y retazos
Un olvido imperdonable Marco Vinicio Mejía marvinmedavila@yahoo.es
Guatemala no honra a sus héroes culturales. Este 26 de noviembre se cumplió el bicentenario de Juan Diéguez Olaverri. El acontecimiento pasó inadvertido, a pesar de ser uno de los principales poetas con sentimiento de “lo nacional”. En el siglo XVIII, Rafael Landívar fue el primero en expresar esa emoción de lo propio. En el siglo XIX, la poesía de Diéguez Olaverri también tuvo esa exaltación. El último gran poeta nacional fue Luis Cardoza y Aragón, en el siglo XX. Los tres compartieron la nostalgia y la amargura del exilio. Al quedar con las raíces en el aire, solo encontraron tierra firme en la palabra. Juan Diéguez nació el 26 de noviembre de 1813 en Huehuetenango. Obtuvo su Licenciatura en leyes en 1836. Su espíritu liberal lo condujo, en compañía de su hermano Manuel, a conspirar contra el dictador Rafael Carrera, a quien querían matar. Por esa intentona vivió desterrado en Comitán, Chiapas, y
en San Salvador. Pasó los últimos días de su vida en las tinieblas de la demencia. El amor por la patria lo llevó a escribir en el exilio su poema más famoso, A los Cuchumatanes, en el cual las brumas del crepúsculo vespertino que cubren gradualmente las montañas, terminan como brumas del alma, más que del paisaje. Es el desconsuelo por el hogar distante, imagen de los primeros años. La naturaleza es velo transparente, alusión más que presentación, ya que lo fundamental es la nostalgia por el tronco familiar, la tierra nativa en su calor humano: “¡Cuán dulcemente triste / mi mente se extasía, / oh cara Patria mía, / en tu áspero confín! / ay Dios, que me separa / de aquella tierra cara, / de América el jardín. / En alas del deseo / por esa lontananza, / mi corazón se lanza / hasta mi pobre hogar. / ¡Oh dulce madre mía, / con cuanto amor te estrecho / contra el doliente pecho / que destrozó el pesar! / ¡Oh, vosotros que al mundo / conmigo habéis venido, / dentro del mismo nido, / y por el mismo amor; / y por el mismo seno / nutridos y abrigados, / con los mismos cuidados, / arrullos y calor! / ¡Oh cielo de mi Patria! / ¡Oh caros horizontes! / ¡Oh ya dormidos montes! / la noche ya os cubrió: / adiós, oh mis amigos, / dormid, dormid en calma, que las brumas en la alma, / ¡ay, ay! las llevo yo.”
Cuotas indígenas La Usac no tiene instituido un sistema de cuotas para indígenas. En varios países de América Latina, se han establecido sistemas de cuotas de ingreso para estudiantes indígenas en las universidades públicas, y en las universidades privadas subsidiadas por el Estado. Las cuotas constituyen una medida de acción afirmativa. Otras medidas son los cursos de refuerzo para aumentar el desempeño académico de los miembros del grupo desfavorecido y ayudarlos así a ganar los exámenes de admisión, o bien el financiamiento del acceso y permanencia de los mismos en la universidad. La acción afirmativa es toda medida de carácter temporal para asegurar la igualdad de oportunidades, por medio de un trato preferencial, a los miembros de un pueblo o minoría étnica que es objeto de discriminación y marginalidad. Su objeto es establecer la igualdad de oportunidades no solo en términos formales de igualdad ante la ley, sino una igualdad de resultados, lo que signifi-
¡Y se nos vino diciembre! Martín Arévalo mceadel@yahoo.es
rutzijol qamaq’
demetrio cojtí tijonel@gmail.com
DIEU ET MON DROIT
ca que se dé una igualdad real en la práctica. Busca la igualdad real entre grupos o pueblos. El Gobierno de Brasil ha implementado un sistema de cuotas de acceso a las universidades públicas para afros, indígenas y pobres, el cual se inició en el 2012 con 12.5 por ciento para llegar al 50 por ciento en el 2016. Esta acción afirmativa se denomina “Ley de Cuotas”, y es digna de imitarse. Su objetivo es cambiar un contrasentido en la educación superior pública: “Los que tienen más recursos están mejor preparados para pasar los exámenes de admisión de las universidades del Estado, que son gratuitas. Ya los más pobres, en general desclasificados en esas selecciones, buscan las universidades particulares que pueden pagar, o dejan de estudiar”. La Universidad de San Carlos de Guatemala, la única universidad oficial por garantía constitucional, tiene un programa de becas, pero no aplica la acción afirmativa para pueblos y grupos étnicos discriminados. Claro, la beca completa o la beca-préstamo tienen requisitos para su otorgamiento; pero no existe un número significativo de dichas becas que estén asignadas para pueblos indígenas (mayas, xincas y garífunas). El sistema de cuotas puede resolver la desventaja en el acceso a la educación superior, pero no resuelve la educación asimilista que reciben los estudiantes miembros de pueblos indígenas.
Seguir consintiendo “chambonadas” o “güisachadas” es lo que no nos permite avanzar... Para la mayoría de los que vivimos de este lado del planeta, esta época, generalmente, es no solo de andar viendo cómo logramos terminar el año a mano (económica, sentimental y espiritualmente hablando), sino también de cómo proyectarnos para el siguiente año en el calendario. Una golondrina no hace verano, reza un dicho popular. Pero en la medida en que cada quien se asume como golondrina y hace verano su entorno, es entonces que vemos realmente el cambio de estación. Los cambios no son porque a un grupo, de repente, se les hizo la luz. Es la suma de la toma de consciencia de cada una de las voluntades y la disposición de lograr que esa toma de conciencia se traduzca en mociones y acciones que transformen nuestro entorno.
¿Qué dejamos de hacer, qué pudimos haber hecho mejor...? Algunas de las preguntas de la época. Pero más importante, creo, es preguntarse qué estamos haciendo hoy. El presente determina nuestro futuro, y por eso es el ahora, el hoy, sobre lo que debemos trabajar. Si hoy algo no nos parece, complace o satisface, hoy es cuando debemos trabajar para cambiarlo. Ojalá logremos que, cada vez más, haya una disposición para trabajar el hoy y transformar nuestro entorno de manera que vayamos limitando la mediocridad, la mezquindad, la corrupción. Nos merecemos que nos tratemos mejor, por lo que es necesario que apoyemos en general e indiscriminadamente la capacidad, la honradez, el profesionalismo. Seguir consintiendo “chambonadas” o “güisachadas” es lo que no nos permite avanzar, y lejos de eso, lo que nos hace estancarnos y retroceder. La realidad la construimos según como nos expresamos y vemos el mundo. Dentro de todo lo bueno que hay, siempre hay algo malo; y viceversa. El punto es sobre qué nos vamos a enfocar, y cómo lo vamos a trabajar. No gastemos mucho, pensemos más y proyectémonos mejor. Feliz diciembre.
La frase “Los golpes de la adversidad, y aun los de la violencia, son amargos, pero nunca son estériles”. Joseph Ernest Renan