Revista Viernes Año I. No. 19

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al mismo momento de su confección a finales del siglo XVI. Varios autores han abordado su historiografía desde distintos puntos de vista, pero siempre han dejado en el tintero su utilidad didáctica para la enseñanza del Evangelio, que es el motivo principal de su existencia, que fue utilizada como fuente de unidad por medio de su fama como imagen milagrosa, la cual fue certificada conforme se fueron concediendo indulgencias a los peregrinos que la visitan, lo cual le fue dando un lugar en el ideario del antiguo Reino de Guatemala y luego en la región de Mesoamérica. En esta exposición es importante tomar en cuenta que la imagen primigenia que inspiró la del Santo Cristo de Esquipulas, figura en manuales didácticos del Evangelio creado originalmente en Europa por Alberto Durero, artista de la Corte Española de Carlos V, quien era devoto de la Pasión de Cristo, que transmitió a su sucesor Felipe II. Este último monarca junto al II Arzobispo de México, Alonso de Montúfar, fueron los que dispusieron la supremacía de las imágenes para la enseñanza del Evangelio en el Nuevo Mundo, con el propósito de agilizar la unificación ideológica por medio del cristianismo, por encima de una campaña de alfabetización y su enseñanza directa de la Biblia. Esta eventualidad nos explica la influencia de los libros de imágenes de Durero con diferentes temas como: La Pasión de Cristo, Las Revelaciones de San Juan y Las Revelaciones de Santa Brígida, por encima de la lectura directa de la Biblia, debido a que estos materiales fueron tratados como material artístico didáctico, lo cual nos explica su presencia en las Indias Occidentales especialmente en los arzobispados de Nueva España y Lima, donde fueron copiados y reenviados a los obispados bajo su jurisdicción para que fueran reproducidos y se constituyeran en puntos de referencia insustituibles para explicar el origen del universo y el orden social. En los nuevos territorios, dichos materiales fueron difundidos y reinterpretados por artistas cultos y populares con el fin de contribuir en el proceso de universalización de las ideas; ante todo para provocar en los individuos y comunidades una reacción de la obediencia a Dios, que gobernaba el mundo por medio de sus autoridades terrenales encarnadas en el Papa y sus monarcas aliados. Es conveniente recordar que en el siglo XVI, el Renacimiento había replanteado las primeras explicaciones de carácter científico, en este proceso Jesús y su madre, la Santísima Virgen María, pasaron a ser parte de la humanidad en la que convivieron y sufrieron como cualquier otro mortal, para pasar a ser, desde entonces, modelos perfectos de vida para toda persona, acompañados de un enorme panteón de ángeles, santos, mártires, beatos y demás miembros de la corte celestial que servían de ejemplo de virtudes particulares al servicio de la Iglesia católica y los estados cristianos como garantes de la misma. Los manuales de imágenes flamencos y el de Durero debieron haber llegado a la arquidiócesis de Nueva España, a la que estaba adscrito el obispado de Santiago de Guatemala de 1547 a 1573, donde se comenzaron a realizar imágenes de la Pasión de Cristo, entre las cuales podemos citar concretamente, las conocidas actualmente como Jesús del Pensamiento y la Virgen Dolorosa del retablo de Jesús Nazareno de la iglesia de La Merced de la Nueva Guatemala de la Asunción. Los grabados de Alberto Durero también fueron reinterpretados por otros artistas y académicos de gran renombre, con el fin de adaptarlos para la enseñanza del Evangelio en el arzobispado de Nueva España. En este contexto, localizamos otro grabado con la misma escena de “La muerte de Jesús en la Cruz” también realizado por Alberto Durero, que fue

Este gran templo (Esquipulas) fue inaugurado el 4 de enero de 1759, entronizándose en él la escultura del Santo Cristo de Esquipulas, en la población de ese nombre. reinterpretado por fray Diego de Valadés para ilustrar su obra didáctica Retórica Cristiana, publicada en su primera edición en Italia en 1578, y que luego llegó a Nueva España para convertirse en libro de cabecera de los novicios franciscanos, dominicos y demás órdenes, que administrarían los llamados pueblos de indios de sus obispados.

Las imágenes de pasión

Las imágenes de Cristo en la cruz realizadas por Durero en los grabados citados anteriormente, fueron retomadas y ampliadas por los artistas locales en la arquidiócesis de Nueva España y sus obispados, influyendo profundamente la interpretación de los distintos temas religiosos abordados por los artistas desde el finales del siglo XVI y siglo XVII, porque en sus obras, más que crear arte religioso de libre interpretación elaboraban material didáctico para la enseñanza y recapitulación del Evangelio o bien la diseminación de devociones. Este aspecto es evidente en una de las ilustraciones que acompaña este artículo, en donde debemos atender un detalle muy interesante, al observar la imagen de Jesús Crucificado podemos relacionarlo al Santo Cristo de Esquipulas, que también pudo estar debajo de la pintura primigenia de la catacumba para entierro en la iglesia de Santo Domingo de Santiago de Guatemala, que posteriormente se convirtió en escultura en el siglo XVII, debido al enriquecimiento del boato en el culto a las devociones. Debe notarse también cómo la escultura de María Magdalena, en el arte local respecto de los cristos, figura de rodillas al pie de la cruz. El análisis del corpus de investigación nos permite inferir la presencia del libro de fray Diego de Valadés, y su uso simbólico didáctico que se desprendió de la obra de Durero. En este orden de ideas debemos ubicar la contratación y posterior elaboración del Santo Cristo de Esquipulas en el taller del maestro Quirio Cataño en la última década del siglo XVI, en donde trabajaban distintos maestros de arte y aunque en el contrato, dicho maestro se compromete a entregar la escultura, esto no implica que necesariamente la haya realizado él. Un grabado del taller de arte de Alberto Durero nos ilustra acerca de la vida de los artistas que confeccionaban las obras, que los talleres contaban con distintos especialistas en escultura, pintura, encarnado, dorado y demás ramas que tenían relación con la reproducción del arte, en el caso particular de la escultura. En este orden de ideas es interesante citar el aporte ofrecido en distintas clases por la recordada maestra Josefina Alonso de Rodríguez, quien comentó en más de una ocasión, que en su testamento el mismo Cataño afirmaba: que las esculturas de las obras encargadas a su taller las encomendaba a Luis Ortiz, quien puede ser otro probable autor material del Santo Cristo de Esquipulas.

El nombre de Luis Ortiz también figura en un listado de escultores del antiguo reino de Guatemala del siglo XVI, elaborado a partir de minuciosas investigaciones en archivos eclesiásticos por monseñor Marco Aurelio González Iriarte, que identifica a Ortiz y su autoría de esculturas, la cual se podría probarse al localizar el testamento mencionado por la difunta doctora Alonso de Rodríguez. Sobre este tema el historiador Walter Gutiérrez, agrega que en este análisis no debemos pasar por alto un documento citado por el historiador Heinrich Berlin. Historia de la Imaginería Colonial en Guatemala (Editorial José de Pineda Ibarra. Guatemala, 1952, páginas: 144, 145) donde el maestro Cataño sirve de fiador a Luis Ortiz, quien garantiza el pago de varias de sus deudas a cambio de la confección de esculturas, citadas en el documento (A1.20. Legajo1043. Folio 96) existente en el Archivo General de Centro América, que puede contribuir a la construcción de la idea de Cataño como maestro de un taller de artes que se basaba en las obras de Durero, en el antiguo reino de Guatemala, cuya responsabilidad final de firma de contratos recaía en él, pero que en su taller de arte contaba con artistas especializados que hacían las obras bajo su dirección hasta su acabado y entrega final.

Su piel morena

En el análisis de nuevas evidencias en torno al Santo Cristo de Esquipulas, no menos interesantes nos resultan algunos datos acerca de su policromía inicial que debió haber sido de un encarnado de color piel natural claro, blanco o moreno claro pero no negro como se presenta en la actualidad. Los restauradores Aura Rosa González de Flores y Jorge Alberto Carías Ortega, exponen dicho proceso en su obra: Restauración en Esquipulas. Instituto de Antropología e Historia. Guatemala, afirman en la página 11 de su reporte: “La sabanilla o cendal está dorada con laminilla de oro de 23K”. Esta eventualidad alude a una policromía fuera del negro total que presenta actualmente dicha escultura. Por otra parte en la iglesia de San Juan Bautista, también conocida como de Nuestra Señora del Carmen de la Nueva Guatemala de la Asunción, existe una escultura que es réplica del Santo Cristo de Esquipulas, la cual fue puesta a la veneración pública en 1701, según una tarjeta publicada en al año 2001con motivo de su III Centenario. Este documento puede refrendarse con la revisión de los numerosos exvotos de plata fechados desde el siglo XVIII, que han sobrevivido en su retablo. Dicha escultura presenta un encarnado blanco pálido con gran profusión de sangre, muestra de primer orden que nos permite deducir que a principios del siglo XVIII, aunque ya estuviera bastante oscurecida la policromía original del Santo Cristo de Esquipulas, aún se consideraba parte de su iconografía un encarnado diferente a la monocromía que hoy presenta la escultura. Es interesante señalar que la visita a la réplica del Santo Cristo de Esquipulas anteriormente mencionada, nos permite inferir, que la citada escultura y su devoción, fueron trasladadas de la iglesia de esta advocación de la ciudad de Santiago, hoy la Antigua Guatemala. La tradición popular consideraba su visita ya desde 1701, como una sustitución de la peregrinación a la escultura titular del Santo Cristo de Esquipulas en Chiquimula, según puede deducirse de exvotos. La concatenación lógica del corpus, nos permite afirmar que el fervor a esta advocación fue impulsado en primera instancia con motivo del proyecto de separación de la diócesis de Santiago de la arquidiócesis de México. En este contexto fue nombrado como obispo de Santiago de Guatemala, Pedro Pardo de Figueroa,

Guatemala, VIERNES 17 de enero de 2014

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