Testosterona, la lucha por el poder en un diario

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poder en un diario

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Sabina Berman

T

estosterona se estrenó en México en 2014. Ese mismo año se estrena en Buenos Aires y luego en Madrid. Se montó luego en Santiago de Chile y en Lima. El año que viene se repondrá en México y también en Madrid. ¿Qué tiene esta obra que la hace tan atractiva para los actores? Porque la mitad de sus puestas son producidas por los mismos histriones que la actúan. Me lo he preguntado varias veces. Es el tema: la competencia encarnizada entre los dos subdirectores de un periódico, Beteta y Miky, para suceder al director, Antonio, y lo cerrado de la situación: un 24 de diciembre, único día en que los periódicos están vacíos, los dos subdirectores y el director se enfrentan en las oficinas desiertas. Del segundo y final acto tomo una escena para el lector:

Oímos al elevador abrirse. Beteta entra a la oficina con ventanales desde donde se mira entera la ciudad. Va en una parca, con un gorro de cuero con orejeras de borrega y guantes de cuero. Se saca el gorro y le habla a Miky, que se encuentra pálida por la sorpresa, sentada en uno de los dos sillones. BETETA.- Miky. Lo lamento. Ambos tenemos méritos extraordinarios, pero alguien tenía que perder para que el otro ganara. ANTONIO.- Ahora desciende peldaño por peldaño del elegante palacio de la diplomacia y muéstrale tus inmejorables propuestas para el periódico. BETETA.- ¿En serio? Creí que eran un secreto entre nosotros. ANTONIO.- Cambié de opinión. Muéstrale tus inmejorables propuestas para el periódico a la subdirectora. BETETA.- Si así lo prefieres. Beteta saca de la parca su celular. Abre en la pantalla un archivo. Se lo entrega a Miky. ANTONIO.- Velos. Miky ve la pantalla. Desliza las imágenes con el índice 2, 3 veces... Alza los ojos y busca con la mirada. MIKY.- La cámara está dentro de la oficina. ANTONIO.- Son tres cámaras. Saca de la bolsa de su saco los tres pequeños ojos de cámara que minutos antes cortó de donde estaban. Los pone en la mesita. ANTONIO (CONT’D).- Una estaba allá. Otra allá. La otra oculta en el detector de humo. Ojos que rotan, enfocan las figuras que se mueven, almacenan las imágenes y al mismo tiempo la transmiten. Un silencio en que ninguno se mueve. MIKY.- ¿Y qué con estos videos? Por mí, Beteta, súbelos a las redes sociales haznos famosos en pelotas una


An á l i s i s

BETETA.- No jugó limpio, te sedujo, Antonio. MIKY.- ¿Lo seduje? ¿Esa es la historia que te cuentas? ¿La jovencita bailó con el jefe para robarte la Dirección? BETETA.- Te sedujo, Antonio, y cogieron. MIKY.- Y lo dice con esa vocecita aflautada del niño al que le han robado su pelota: “y cogieron”. BETETA (CONT›D) BETETA.- Bueno, ahí está. Espero que hoy mismo, y de buena fe, redactes mi nombramiento y lo envíes al Consejo, de forma que pueda tomar posesión mañana lunes. ANTONIO.- De acuerdo. Lo haré de esta oficina. BETETA.- Y espero que, es decir, con sinceridad quisiera creer, que en un par de meses, sentirán cicatrizada esta herida, y me invitarán a su boda. MIKY.- ¿No dejaste nada sin contarle, Antonio? ¿Le abres tu corazón a cada enemigo con quién te topas? BETETA.- Lo que me contó no tiene nada de vergonzante. Me dijo que le era insoportable no entregarte la Dirección y a cambio sentía que debía entregarte algo igualmente valioso. Lo que le resta de vida. Sus palabras. Una salida no sólo digna, una salida para la felicidad de ambos. Mis palabras. ANTONIO.- Eres un editor limoso, Beteta. ¿Por qué no dices por qué me era insoportable darle la Dirección? Porque yo pedí una propuesta para el periódico y ella me entregó una visión para su futuro y tú me entregaste esto. Treinta

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PERIODISMO

PERIODISMO Y TEATRO

semana. Por mí renta un cine en el centro de la ciudad haz matinés. Y a tí tampoco deberían intimidarte, Antonio. No será la primera vez que tu esposa enfrente un escándalo. ANTONIO.- No entiendes reportera. Estás enfocando la historia desde el ángulo más banal. MIKY.- ¿Qué quieres decir? BETETA.- Que nadie está pensando en la esposa de Antonio. Mucho menos en el gran público de las redes sociales. Yo pienso en el Consejo. Imagina que Antonio envía al Consejo tu nombramiento y un momento antes o un momento después el Consejo los ve a los dos en plena actividad erótica extramarital sobre ese sofá. Sobre ese escritorio. ¿Qué valor le darán los señores del Consejo a la decisión del director? Te digo lo qué pensarán. La subdirectora ganó la Dirección haciendo horas extra de escritorio, con las piernas abiertas. MIKY.- Qué hilarante eres cabrón. BETETA.- No me dejaron otra salida. Yo he entregado a este periódico la mitad de mi vida. Yo he entregado a este periódico 25 años de trabajo y de lealtad incondicional. Yo también tengo familia. Dos hijas que quiero que vean a su padre con orgullo, y que no quiero que vean mendigando por un nuevo trabajo a mi edad. Así que no voy permitir que la dirección se me escape, sólo porque esta mujer usó contigo sus armas femeninas. MIKY.- ¡¿Mis armas femeninas?!


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y tres videos pornográficos. Miky toma uno de los celulares de la mesa baja. Se mueve a un rincón. BETETA.- Información, eso es lo que te entregué. Información oportuna y decisiva. Tan oportuna y decisiva, que me ganó la Dirección. ¿No es así? ¿Nuestro negocio no es la información? ANTONIO.- No. Nuestro negocio es la credibilidad y la influencia ética en la sociedad. BETETA.- La opinión imparcial de un hombre elevado por el amor a las alturas metafísicas del idealismo. ANTONIO.- ¿Cuánto tiempo tardarás en volver a este periódico en un pasquín? O más precisamente: una casa de empeños. Porque tu mayor pecado es eso: el tráfico de información por algo más. BETETA.- Tú cúrate Antonio, cásate y sé feliz. Después de todo esa es la última casilla del juego, ser feliz. Beteta lo observa despacio. BETETA.-¿O déjame leer las señales de tu rostro, no habrá boda? ANTONIO.- No, no habrá boda. BETETA.- Ah vaya. No habrá boda. Déjame adivinar otra vez. Resultó que Miky no estaba enamorada del hombre detrás del escritorio, sino del escritorio. ¿Qué haces Miky? ¿No puede esperar lo que haces? MIKY.- No. BETETA.- Regresa por favor. Todavía tenemos que atender un último detalle. Antonio se levanta también. ANTONIO.- Bueno, suficiente. A otra etapa. BETETA.- Esperen. Tenemos que atender todavía a las apariencias. ANTONIO.- Voy a recoger algunas cosas de mi escritorio y me… BETETA.- Ahora no Antonio. Mañana lunes. ANTONIO.- No. Mejor ahora. BETETA.- Ahora. ANTONIO.- Con permiso. BETETA.- ¡El lunes! No me obligues a llamar a seguridad para que un policía te impida salir del edificio. ANTONIO.- Tú todavía no tienes la autoridad para detener al director del periódico. BETETA.- Cierto. Doy un paso atrás. Disculpa. Sugiero que sea el lunes, cuando de acuerdo a la tradición, los empleados de confianza te miremos vaciar tus pertenencias del escritorio. Después de todo, está en el interés de los tres

dar una fachada honorable a esta sucesión. Luego tú y yo bajaremos al auditorio, donde tú podrás dar un discurso de agradecimiento a tus subordinados y yo, a mi vez, expresaré el extraordinario honor y la inmensa responsabilidad que implica el sucederte a ti, un gigante. Luego despediré también a Miky, mi cómplice en tantas historias de trascendencia. Y por fin nos daremos los tres las manos. Habrá fotos. Flashes. Una foto de los tres sonriendo. ANTONIO.- De acuerdo. Antonio va por su abrigo. BETETA.- Y Antonio, otra sugerencia. O más bien: un recordatorio. Prometiste enviar de esta computadora mi nombramiento. ANTONIO.- La escribiré cuando yo decida. Frente a un vaso de whisky. Un vaso grande de whisky. BETETA.- ¿Esta tarde?

ANTONIO.- Miky: vámonos. Bajemos juntos. MIKY.- No gracias. Prefiero bajar sola. ANTONIO.- Cómo quieras. Que baje pues cada cual a su fracaso por su propio elevador. Antonio sale, ella permanece de pie y Beteta se sienta al escritorio y toma el teléfono, pulsa una tecla mientras se escucha al elevador abrirse, luego cerrarse. BETETA.- ¿Ricardo? Recógelo frente al edificio. ¿Tienes agua en el auto? Dale una botellita de agua. Parece deshidratado.


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