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Un resumen del eterno debate de lo productivo

con su alimentación, vestido y vivienda, la economía también ayuda a la sociedad a la procuración de otras necesidades materiales como los teléfonos inteligentes, los automóviles y los libros.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no está de acuerdo con lo anterior y opina que los economistas son técnicos y no científicos. En su conferencia de prensa del 26 de junio de 2019 expresó:

Antes se decía que la política era asunto de los políticos y nosotros sustentamos que la política es asunto de todos. Y lo mismo con la economía. Más, en el periodo neoliberal elevaron a rango supremo la economía y los técnicos hasta se sentían felices, digo, perdón, se sentían científicos, cuando son asuntos relativamente sencillos, que tienen que ver con el juicio práctico, con el sentido común.

Este libro respeta ambos puntos de vista y no profundizará en el tema. Algunas veces usará como sinónimos o equivalentes al pib y a la economía, y en otras ocasiones definirá al pib como un indicador del valor monetario de todos los bienes y servicios producidos por un país en un año determinado. Por esta razón, un título alternativo para este volumen podría ser Cuentas y cuentos de la macroeconomía.

En 1776, Adam Smith, en su libro Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, distinguía entre trabajo productivo y no productivo. Dentro del primero incluía a las personas que elaboraban bienes físicos, ya sea relacionados con la agricultura o la industria. El trabajo no productivo o improductivo era considerado estéril e incluía a los ministros de justicia, al ejército, la armada, los jurisconsultos, médicos, literatos, bufones, bailarines, los comediantes y domésticos. Smith consideraba los servicios como improductivos y los excluía de la

contabilidad de la producción. Afirmaba que «todos los trabajadores, tanto productivos como no productivos, y todos los que en absoluto nada trabajan, son mantenidos igualmente con el producto anual de la tierra y del trabajo del país» (1983, p. 66 del volumen II).

En 1890, Alfred Marshall en su libro Los principios de economía consideraba una noción más amplia de lo que es la producción de un país al argumentar que, en la vida real, no se distingue entre trabajo productivo e improductivo. Por lo mismo, incluía no sólo a los fabricantes de bienes, sino también a los que transportan y comercian los productos. Marshall expresaba que no existe ninguna base científica que distinga al productor de bienes del que compra, vende o transporta los mismos. En el fondo, lo que está proponiendo es que se deben considerar los servicios que presta el sector privado dentro de la producción nacional.

Por su parte, J. M. Keynes en su libro Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de 1936, propuso que, para salir de los problemas de bajo crecimiento y desempleo que se habían iniciado con la caída bursátil de 1929 y la consiguiente Gran Depresión, los gobiernos deberían de incrementar su gasto, especialmente en grandes proyectos públicos, para compensar los pocos incentivos y expectativas que tenían los empresarios para invertir y generar empleos. Fue así como en el proceso de producción de bienes y servicios se incluyó al gobierno como un complemento del sector privado. Keynes se enfocó más en la demanda que en la oferta de la producción, y hoy se sigue usando este método que incluye el consumo, la inversión, el gobierno y el comercio internacional (exportaciones menos importaciones). Sostuvo que la política fiscal de los gobiernos puede ser usada de manera prudente para hacer más suaves las oscilaciones económicas.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, uno de los discípulos de Keynes, Richard Stone, Premio Nobel de Economía en 1984, fue el más influyente en la elaboración del Sistema de Cuentas Nacionales (scn), que después de reportes (manuales o documentos) y negociaciones fue adoptado por la onu en 1953. Este documento estandarizó los procedimientos y las cuentas que hasta la fecha se aplican tanto a países desarrollados como a naciones en desarrollo.

El reporte del Sistema de Cuentas Nacionales (scn) de 1953 define que el objetivo de la contabilidad nacional es el de describir la estructura de la economía, o el proceso de producción de bienes y servicios, en términos de transacciones u operaciones expresadas en valores monetarios. Es decir, es aquí donde se define que los procesos de producción nacionales incluyen bienes, servicios privados y al gobierno como proveedor de servicios públicos. Lo que queda dentro de la definición en el manual de la onu se considera como parte de la producción, y lo que no se incluye es lo improductivo. Esta división es lo que los economistas conocen como la función de producción.

La actualización del Sistema de Cuentas Nacionales (scn) de la onu de 1968 asigna las transacciones monetarias a sectores institucionales. En la primera versión de 1953 se identificaron de manera explícita a los hogares y a los gobiernos. Ahora se agregan dos clases de empresas: las sociedades de producción y las corporaciones financieras. Además, las instituciones sin fines de lucro son identificadas como un nuevo sector. Desde entonces, se dice que los actores, instituciones o agentes económicos de un país están constituidos por estas cinco unidades.

En este mismo manual se definió a los productores de mercado como aquellas industrias que venden productos y servicios con fines de lucro, y se distinguió a otros productores que no perseguían ganancias y eran representados por el gobierno y las instituciones sin fines de lucro. El reporte también proporcionó una guía práctica para elaborar las cuentas nacionales a precios constantes, concepto que será explicado más adelante.

El documento del Sistema de Cuentas Nacionales (scn) de la onu, de 1993, extiende la función de producción para dar cabida a los servicios de intermediación financiera como parte de la producción económica. Una explicación de la historia de los servicios financieros en relación con el pib se expone más adelante, en este mismo capítulo.

La última versión del Sistema de Cuentas Nacionales (scn) corresponde al 2008, y es aquí donde los estadísticos responsables han dejado de considerar los desembolsos en investigación y desarrollo como un gasto, y desde entonces son clasificados como inversiones. También decidieron que el tratamiento de la maquila internacional

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