EL VOCERO / domingo, 22 de abril de 2012
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Exigencia y rendimiento de cuentas Lcdo. Juan Manuel Mercado Candidato a la Comisaría Residente en Washington
¡Ah desgraciado si el dolor te abate, si el cansancio tus miembros entumece! Haz como el árbol seco: reverdece y como el germen enterrado: late. Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandece... Haz como el río con la lluvia: ¡Crece! Y como el mar contra la roca: ¡Bate! De la tormenta al iracundo empuje, no has de balar, como el cordero triste, sino rugir, como la fiera ruge. ¡Levántate!, ¡Revuélvete!, ¡Resiste! Haz como el toro acorralado: ¡Muge! O como el toro que no muge: ¡Embiste! (“En la Brecha”, José de Diego)
EL VOCERO / Archivo
C
ada año pasamos por el proceso de hacer recuento de las ganancias y pérdidas materiales para informarlas y pagar los impuestos establecidos. Cada año preparamos la planilla mientras vemos en los medios el escándalo de la falta de ética de los incumbentes. Por ironías de la vida, al mismo tiempo que le rendimos cuentas financieras al gobierno, conmemoramos el natalicio de una de las figuras políticas de mayor envergadura en nuestra historia, don José de Diego. De Diego le enseñó a este pueblo a exigir y reclamar sus derechos dentro de los cuadros políticos. De Diego le impregnó a esta nación que también somos parte del mundo. La pasada semana, el candidato a la gobernación del PIP, Juan Dalmau, y este servidor, le requerimos a la Marina de Guerra de los Estados Unidos la devolución de los terrenos de la base Roosevelt Roads. Hace nueve años la Marina indicó que iba a cerrar la base de Roosevelt Roads en Ceiba y, desde entonces, podía establecer un proceso transparente que garantizara el traspaso de los terrenos a los puertorriqueños. Sin embargo, en un acto de rencor imperial, la Marina decidió segregar algunos de los terrenos (de 3,000 cuerdas) en tres lotes para venderlos en subasta pública. Los años pasaron y las subastas, al igual que el alma de la Marina, se quedaron desiertas. Recientemente el gobierno de Puerto Rico adquirió por alrededor de $8,000,000 uno de los lotes. La Marina se ha negado a traspasar gratuitamente los terrenos al pueblo de Puerto Rico, aunque no hay obligación legal alguna que impida dicha acción. Los terrenos se pueden utilizar para crear un puerto de trasbordo para embarcaciones de las islas vecinas antillanas, fomentar el turismo médico, crear un mercado agrícola, rehabilitar facilidades de entretenimiento como una bolera y cine, proveer vivienda a sectores del área este y crear un modelo de ecoturismo. Si la mezquindad de la Marina es vergonzosa, igual de reprochable es el acobarda-
miento de los “líderes” colonialistas y anexionistas que se niegan a reclamar la devolución de los terrenos. Mientras los terrenos y la economía de la región oriental se pudren, los administradores de PRFAA de ambos partidos han bailado la conga de los cabilderos y no han hecho esfuerzos para reclamar la devolución de nuestro terruño. Los líderes del PNP y PPD se niegan a tomar posturas de vanguardia y reclamar los derechos de los puertorriqueños. Hace 13 años Juan Dalmau y yo estuvimos en las playas de Vieques llevando a cabo actos de desobediencia civil para exigir la salida de la Marina. Los actuales binomios del PNP y el PPD ni se dieron la vuelta por el campo de tiro. Hoy el PIP sigue exigiéndole a la Marina que cumpla con su obligación moral y devuelva los terrenos de Roosevelt Roads. Los otros partidos no se unen por el miedo eterno que no les permitió hace 13 años ir al campo de tiro. Esta semana, los “líderes” anexionistas y colonialistas hicieron alardes de que presentaron sus planillas y cumplieron con “su obligación contributiva.” Nadie le hará caso a esa fanfarria. De lo que no hay duda es que no cumplieron con su obligación moral con esta Patria, ya que se niegan a exigirle cuentas a la Marina y rendirles cuentas a sus constituyentes. Yo cumplí con el mandato de José De Diego, allá ellos con su conciencia.
De Diego le enseñó a este pueblo a exigir y reclamar sus derechos dentro de los cuadros políticos. De Diego le impregnó a esta nación que también somos parte del mundo.