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Columnista Yizette Cifredo
Animadora, actriz, motivadora y bloguera www.yizettecifredo.com
ESCOJA SUS PECADOS S
iempre me he sentido diferente. Quizás le pasa a mucha gente. En muchas elecciones, formas de actuar y pensar, no encajo con la mayoría. Por mencionar algunos ejemplos, no ingiero bebidas alcohólicas, hago todo lo posible por no usar "malas" palabras, por no mentir y, creo que una de las cualidades que más me distingue es que, en situaciones en las que lo “normal” sería perder la paciencia, suelo mantenerme optimista y en calma. Posiblemente usted se pregunte lo mismo que me he pregunto yo, de qué planeta salí. Lo cierto es que no tengo la menor idea, pero sé que no soy la única de mi especie en el planeta Tierra.
Es bien gracioso como muchas personas no creen que de verdad sea así y están en la espera de que saque "las garras" y muestre "mi verdadero rostro". Pues, al parecer, se supone que un ser humano “normal” sea negativo, porque eso es ser realista; se tire dos o tres coñetas de vez en cuando, porque eso es ser genuino; y que coja buenas rasquetas para pasarla bien, porque eso es ser humano y bien chévere. No me mal interprete, no juzgo ni condeno las palabras, las bebidas, mucho menos la indignación. Sin embargo, siento la necesidad 24
de administrar mis niveles de energía. ¡Piénselo bien! Las palabras, las acciones y los pensamientos se traducen en energía que alivia o agota, que beneficia o perjudica. Y la energía, como el dinero, hay que saberla administrar. En arroz y habichuela, así como escojo mis batallas, escojo mis pecados. Me explico, esto es como cuando decidimos hacer una dieta. Cuando enfocamos la voluntad y estamos verdaderamente determinados a cumplir una meta de salud o pérdida de peso, planificamos poner límites a los excesos de comidas que nos hacen daño. Si se comía un postre repleto de azúcar todos los días, pues cuando está a dieta no se lo come o, estratégica y conscientemente, escoge qué postre comerse, qué cantidad y cuándo es el momento adecuado. Así mismo debe ser la vida. Hay gente que no sabe compartir sin beber alcohol; gente que de cada cinco palabras que dice, dos son “malas”; y gente que miente para todo. De seguro usted los conoce, sobre todo de esto último. Gente que miente por la más mínima tontería, como por no haber contestado una llamada. Se inventan novelas con todo y personajes. ¿Cuál es la necesidad de complicarse la vida y la
memoria con cuentos que nunca pasaron pero que tienen que recordar para que no le cojan en el embuste? Porque eso es lo interesante, a los mentirosos no les gusta que los vean como mentirosos. Entonces, es mejor escoger cometer el pecado cuando, de verdad, la situación lo amerite. Rompa la dieta, coja la rasqueta o mienta, cuando merezca la pena faltar a su salud o a su palabra. Tírese el palabrón, cuando sea necesario. Un coñazo bien usado, puede tener un buen impacto. Ahora bien, ya lo dice el refrán: “todo en exceso hace daño”. ¡Sea astuto! ¡Administre su energía y escoja sus pecados!
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