HabĂa una vez un ganso ambicioso que a todos envidiaba.
Un día vio a un cisne en la laguna y le gustó su cuello “cámbiame tu cuello por el mío” le dijo. El cisne, después de pensarlo un poco, aceptó.
Más adelante encontró un pelicano y le gustó su pico ancho y grande. “Dame tu pico, hermanito…” Cámbiamelo. El pelicano se echó a reír, pero estuvo de acuerdo. Hicieron el cambio.
De pronto vio una grulla “que lindas patas largas” pensó. Y le cambió las patas palmeadas por las finas y altas de la grulla.
Luego encontr贸 un pavo real orgulloso de sus plumas de colores. Tard贸 mucho en convencerle para que se le cambiara por la suya blanca y cortita pero al fin lo consigui贸.
El gallo le regal贸 su cresta y su barbita roja.
El ganso era diferente ya a todos y se sentía el mejor. De repente una bandada de gansos le rodeó, asombrados al ver un animal tan raro. “soy el ganso más bonito” decía. “vente pues con nosotros”, le dijeron y se echaron al caminar por el campo.
Los gansos picoteaban la hierba pero ĂŠl con su enorme pico no podĂa.
Los gansos se tiraron al agua, pero el con sus largas patas no podĂa.
Los gansos graznaban y ĂŠl gritaba ! quiquiriquĂ!
En esto apareció una zorra. Los gansos huyeron volando pero él… no podía y se quedó solo enredado en su cola larga. La zorra le atrapó por el cuello. Menos mal que los gansos se lanzaron sobre la zorra dándole picotazos por todas partes hasta que adolorida la zorra lo soltó y huyó.
Herido y sangrando exclamó: “! gracias, amigos, por salvarme! Ahora sé que tengo que hacer”
El ganso se fue donde el cisne y le devolvió su cuello. Luego donde la grulla y al pelicano. También entregó la cresta al gallo y la cola al pavo real.
“He comprendido, hermano que lo mejor de todo es aceptarme tal como soy”.
“Muchos hombres salen a pescar toda su vida sin saber que lo que buscan no son peces”