Relatos sobre el periodismo comunitario - San Antonio de prado. Por Vanessa López Suaza

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Relatos sobre el periodismo comunitario en San Antonio de Prado. Por Vanessa L贸pez Suaza


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A mi profesor Carlos Mario, de quiĂŠn admiro su responsabilidad y el amor al arte del periodismo.


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Introducción

En “Relatos sobre el periodismo comunitario en San Antonio de Prado” hay un acercamiento hacia el ejercicio de comunicación y periodismo que, en el corregimiento de la Comuna 80 de Medellín, ha tenido lugar desde hace más de 50 años. En el siguiente reportaje están narradas, de forma objetiva y clara, el desarrollo e impulso del periodismo comunitario en Medellín; las vidas de reporteros y periodistas comunitarios de la Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural; la razón de ser de la comunicación alternativa y su papel en la formación de ciudadanía. El reportaje “Relatos sobre el periodismo comunitario en San Antonio de Prado” pretende abordar el tema del periodismo comunitario en Medellín, con gran relevancia en San Antonio de Prado, para vislumbrar la relevancia que tienen los medios alternativos en la construcción de ciudadanía y desarrollo social. A continuación, usted encontrará un trabajo periodístico, que recurre a fuentes oficiales, testimoniales y documentales. Son 3 crónicas, un perfil, una entrevista de acercamiento, un artículo de opinión, un reportaje gráfico y las grabaciones en bruto de los encuentros con las fuentes, los que componen “Relatos sobre el periodismo comunitario en San Antonio de Prado”. Vanessa López Suaza.


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Tabla de Contenido

1. Introducción

Pág.

2. El aliento de la voz comunitaria

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Crónica de Interés social

3. Entrevista con Manuel José Bermudez

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Entrevista de acercamiento

4. Una enfermedad que no he curado: A. Betancur

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Perfil

5. La casualidad por causalidad en la ruralidad

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Crónica de acercamiento

6. El periodismo comunitario está corto

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Artículo de Opinión

7. La cotidianidad de La Esquina Radio

Reportaje gráfico

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El aliento de la voz comunitaria Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co

Mientras que, el periodista y ex alcalde de Medellín, Alonso Salazar describía criminales en No nacimos pa’ semilla para 2002, otros periodistas hablaban de participación ciudadana entre el asfalto del centro y las montañas de San Antonio de Prado. La voz, que tenían las comunidades urbanas y rurales, estaba alentada por la aparición de los medios comunitarios, en varios puntos de la segunda capital colombiana. John Jairo Villegas, periodista de la Universidad de Antioquia, era vecino de Antonio Betancur en San Antonio de Prado. John Jairo vio que los hermanos Betancur tenían experiencia en todo el cuento de los medios de comunicación. -

En 1999, Jairo nos llamó y nos dijo que si montábamos un periódico en el corregimiento – dice José Fernando Betancur.

Pero, todo tiene un inicio: 60 años atrás. El señor José Joaquín Betancur Betancur, tenía en su línea genética cuatro Betancur. José Joaquín casó a una presunta prima. Y esa prima compartía los mismos apellidos de José Joaquín, con excepción del Hurtado. Joaquín y la esposa tuvieron cuatro hijos. Antonio es el mayor, Francisco sigue a Antonio, José Fernando nació en 1962 y es el penúltimo. Maria Eugenia es la menor. El señor Betancur Betancur, padre de cuatro hijos, prendía a las cinco de la madrugada la radio, antes de empezar actividades. En 1963, el aparato tecnológico era vendido con la dial especial para sintonizar la emisora Sutatenza.


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La radio Sutatenza hacía programas de interés para el campesino; los temas eran cultivo, precio de los frutos, cuidados del ganado, y lo que más marcó a los hermanos Betancur Betancur: la curiosidad por el entorno y la manera de contarlo. Según José Fernando, hijo de José Joaquín, la radio Sutatenza fue la primera radio comunitaria en Colombia, y una de las primeras emisoras alternativas de Latinoamérica en aparecer. -

Yo me acuerdo que “Pacho” aprendió a leer por un programa que daban en esa emisora – José Fernando, director de Ciudad Rural, cuenta con orgullo.

En 1968, Francisco y Antonio eran los más interesados en un periódico ilustrativo. Antonio leía con interés El Campesino. Los hermanos mayores de los Betancur Betancur dejaban la cartilla periódica encima del baúl de los recuerdos, un cajón grande y oscuro, bien sellado, que tenía chécheres y herramientas, que los padres de los cuatro Betancur, guardaban muy bien. -

A mi me gustaban mucho los dibujitos que tenía ese periódico – José Fernando recuerda con hálito nostálgico – y yo me sentaba sobre el bául a encarretarme con esas fotos - .

José Fernando aprendió a sumar, a restar, a multiplicar y a dividir con las imágenes de El Campesino; el director de Ciudad Rural llegó a enamorarse de las campesinas que aparecían dibujadas. Básicamente, la cartilla hacía uso de los elementos naturales, que rodeaban día a día a la comunidad campesina, para enseñar matemáticas básicas. Y mientras que, José Fernando medio leía las imágenes de la cartilla, Antonio tenía tantas ganas de ser uno de los locutores de la radio, que un día, el hermano mayor de los Betancur Betancur llamó a Todelar, una emisora comercial, para entrar a un curso de locución. Las romerías, que hacía José Joaquín en el Parque Principal de San Antonio de Prado, fueron las que movieron el piso de los hermanos Betancur Betancur, para entablar la comunicación del pueblo.


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Las romerías eran pagadas por personas enamoradas, o personas que requerían algún servicio o mandado. Según José Fernando, en el pueblo hubo parejas que se enamoraron por las dedicatorias, mulas que no quedaron embolatadas y buenas ventas gracias al anuncio que el señor José Joaquín hacía. -

Yo, como ya estaba un poquito grandecito, empecé a ser el anfitrión de las romerías, y ahí todo el mundo empezó a conocer a los hijos de José Joaquínañade José Fernando.

Como la pasión por la comunicación no bastaba, Antonio llegó a la finca de Potrerito, donde vivían los Betancur Betancur, con una grabadora, en 1973. Los tres hermanos, porque Maria Eugenia era muy tímida, decidieron trasmitir los partidos de Potrerito y del pueblo. Según José Fernando, la trasmisión era rara; básicamente los hermanos narraban los partidos, pero las locuciones estaban programadas para ser trasmitidas días después de la narración, en la que sería una de las primeras radios comunitarias de Medellín. -

La gente estaba muy pendiente de la trasmisión, porque querían saber quién había ganado y quién había jugado mejor- José Fernando comenta.

Prado cultural, la emisora en donde los hermanos Betancur Betancur programaban la locución de los partidos, fue fundada por Antonio Sarrazola y Ómar Cano, líderes del corregimiento. Sarrazola y Cano, también, fueron los fundadores de Palco, asociación de comunicaciones, en la que La Esquina Radio, emisora comunitaria, es parte fundamental del proceso social en Prado Centro, de Medellín. Marta Isabel Gómez fue testigo de la creación de Prado Cultural. Marta es muy joven y en la voz de Ia comunicadora, es fácil distinguir la afinidad que tiene con la profesión; buen tono y buen manejo de las palabras. -

Omar Cano fue uno de los fundadores claves para Palco, e inclusive para pedir la licencia ante el Ministerio de comunicaciones – dice Marta.


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La falta de apoyo estatal había sido el tropiezo de los medios comunitarios. Hoy los medios comunitarios y proyectos sociales cuentan con la supervisión e inversión del Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín. La legislación del ahora llamado Ministerio de Tecnologías, Información y Comunicación no ha cambiado mucho. José Fernando, cuando había salido de bachillerato, tenía, en compañía de Antonio, varios programas en Prado Cultural. “El programa de las acciones comunales”, donde cada ocho días presentaban a los líderes y proyectos de las veredas de San Antonio de Prado; el “Noticiero comunal” brindaba noticias de lunes a viernes sobre los movimientos y acciones de líderes políticos, sociales y culturales del corregimiento; y el “Desayuno dominical” era un magazín, en el que los temas giraban en torno a los desayunos de los domingos. -

Eso era una cosa muy charra –José Fernando recuerda– porque nosotros podíamos decir “todas las llamadas que entren hoy al programa – “Desayuno dominical” – van a ganar una picada de La moneda”- ríe- y eso era gran cantidad de llamadas que entraban, y uno pensaba, “pero que tendrá pues una picada de maravilloso”. Lo espectacular del asunto estaba en que la gente decía, que salir al aire por una emisora era una cosa muy buena –.

Pero, mucho antes de que José Fernando tuviera esos programas, el hombre menor de los Betancur Betancur trasmitía en compañía de Alberto Mesa otros contenidos. Los proyectos compartidos con Alberto no distaban de la parte ambiental y cultural de San Antonio de Prado. Para la trasmisión de los programas en compañía de Alberto, los dos periodistas tenían la antena de la emisora en la torre del reloj, de la iglesia del Parque Principal del corregimiento. Alberto y José Fernando cambiaban mucho de sede, para buscar economía. La antena fue retirada de la torre por motivos de mudanza. Los programadores trasladaron la antena con el trasmisor hasta un mirador, cercano a Palo Blanco, donde los programas comenzarían a trasmitirse.


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Tanto Alberto como José Fernando madrugaban todos los días a las cinco de la mañana, desde la casa de Alberto, a llevar el trasmisor hasta la antena para poder prender la emisora, y a las nueve de la noche, los dos periodistas volvían por el trasmisor, para guardarlo otra vez en la casa de Alberto. Un día, cuándo José Fernando fue a poner el trasmisor, no encontró la antena ¡Se la robaron! Alberto y José Fernando presumían que los ladrones vendieron el pedazo de metal, que sostenía el trasmisor. Ahí, los periodistas pradeños tuvieron que apagar la emisora por un buen tiempo.

En 1999, el Ministerio de Comunicaciones comenzó a cerrar todas las emisoras que no cumplían con la licencia que el ente estatal daba. Prado Cultural cayó ahí. La emisora tuvo que cerrar, pero José Fernando no quedó desempleado por mucho tiempo. Porque el cierre de la emisora sucedió cuando estaba reciente la propuesta de John Jairo Villegas para montar el periódico. Para crear Ciudad Rural estaban reunidos cinco amigos. Olga Lucía Yepes, Antonio y José Fernando Betancur, John Jairo Villegas y su esposa. El periódico obtuvo la licencia del Ministerio de Comunicaciones, y comenzó a funcionar en el 2002. Los cincos amigos quisieron tener mayor impacto en la comunidad. Los cuatro periodistas y la socióloga Olga decidieron presentarse ante el Ministerio de Comunicaciones, como una Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural. A partir de ahí, Ciudad Rural desarrolló el programa Prado con Voz, con jóvenes de los corregimientos de Medellín. El proyecto obtuvo el Premio Periodismo de Semana y Petrobras en 2008, reconocimiento que hacen Semana y Petrobras a la labor del periodismo alternativo cada año. Cuatro años antes, según Marta Isabel, varios medios comunitarios de la ciudad estaban reunidos, para hacer acuerdos entorno a las políticas y parámetros, bajo los que los medios comunitarios iban a desarrollar todos los procesos de comunicación de norte a sur y de oriente a occidente de Medellín.


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Ciudad Rural y La Esquina Radio estaban aplicando para una licencia de trasmisión radial con el Ministerio de Comunicaciones en 2004. La Esquina Radio, bajo la administración de Palco, logró la licencia, pero Ciudad Rural por cuestiones técnicas y administrativas no pasó. El sur quedó, otra vez, sin emisora. Según Marta, tanto Ciudad Rural como La Esquina Radio, además de compartir fundadores, también comparten la filosofía de trabajo: que las audiencias estén respaldadas y reconocidas por los medios, que los medios incentiven la opinión pública desde la reflexión y no desde la noticia, que los medios construyan una identidad y memoria, que los medios desmitifiquen los imaginarios de violencia en Medellín; en pocas palabras que los medios comunitarios aporten a la transformación social. La Esquina Radio maneja diferentes Franjas. “La franja del Hip Hop” aporta conocimientos sobre el aporte del género urbano en la ciudad. “Historias golosas” expone las historias de los niños pertenecientes a las comunas 8, 9 y 10. “ Doblando la esquina” es un programa sobre diversidad sexual. “Voces con corazón de ciudad” es para que la gente “se cuente”. “La esquina del Flow” comparte objetivo con “La franja del Hip Hop”, aunque el fuerte es reggeatón. “Vecindades inversas que conversan” es para mostrar la solución de diferencias por medio del diálogo, respeto y convivencia. “Tiros de esquina” es una radionovela enfocada hacia las franjas de la emisora. Yeny Marcela, es trabajadora social en la Gobernación de Antioquia. Es una trigueña alta, de buen porte, carismática y buen genio. Yeny fue una de las jóvenes que en 2008 participó del proyecto Prado con voz. Cuando Yeny estaba en undécimo, no conocía a Ciudad Rural. -

Me acuerdo que yo llegué buscando un espacio, en dónde pudiera denunciar las injusticias que el Estado estaba cometiendo con los maestros en esa época. Yo estaba muy pelada, estaba en bachillerato-.

Yeny Marcela aprendió a investigar. El proceso periodístico y de reportería en Ciudad Rural fortaleció el criterio de Yeny, para que la joven pradeña decidiera estudiar, en la


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Universidad de Antioquia, Trabajo Social. Hoy en día el jefe de Yeny, el Gobernador Sergio Fajardo, dice que Marcela es la que mejor expresa las ideas y escribe muy bien. -

El periodismo es mi segunda vida-. Suspira Yeny.

Ahora, con incentivos de la Alcaldía de Medellín, Ciudad Rural está aliado con otros medios comunitarios de San Antonio de Prado, para formar Corticsap, la Corporación de Tecnologías de la Información de San Antonio de Prado, que ofrece servicios de comunicación, en un plano colectivo. La alianza busca promover la transformación social y participación ciudadana del corregimiento. Todo ha sido el largo aliento de la voz periodística en comunidades de Medellín. Una Medellín que está rodeada de ruralidad por sus 5 corregimientos. Un San Antonio de Prado que, con sus casi 60 mil habitantes, ha construido por diferentes medios la participación ciudadana de los agricultores, porcicultores, piscicultores, y ganaderos de la Comuna 80, en la Eterna Primavera.

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El “común común” que moviliza Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co

Manuel José Bermúdez Andrade es periodista y docente en el Área de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia. Dicta clases de Comunicación Comunitaria y Comunicación Social. Manuel José es Premio Nacional de Periodismo de Semana – Petrobras de 2008 y es el Director de La Esquina Radio, emisora comunitaria de Medellín. El periodista hace parte del sector LGBTI, y está especializado en temas de diversidad de género y de diversidades en general. Bermúdez es activista desde 1991 y periodista desde el 2000. El también activista llegó al periodismo por pasión y por el gusto de hablar con las personas. Manuel José es originario del Barrio Santander, de la Comuna 6 de Medellín, sector conocido por algún tiempo como el barrio más peligroso de la capital antioqueña. Las problemáticas sociales generan gran interés en Manuel José, para hacer llamados de ciudad a través de la comunicación. Antes, el periodista antioqueño era educador, también de la Universidad de Antioquia, y tenía claro que no quería ser un comunicador de pantalla. A pesar de que Bermúdez es líder de opinión, nunca ha sido su intención ser resaltado por su imagen, sino por sus ideas.


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A continuación, está el desarrollo de la entrevista a Manuel José Bermúdez Andrade, realizada en las instalaciones de La Esquina Radio, en el barrio Prado Centro, a mediados de febrero en 2015.

Vanessa López Suaza: Hábleme un poco del periodismo comunitario ¿Qué es el periodismo comunitario? Manuel José Bermúdez Andrade: Yo creo que hay que partir de un elemento básico, que es verlo como un lugar común, pero que cuándo se analiza de cerca, es dónde se le encuentra el sentido. Es poner en común los temas que afectan a la gente en mi entorno. Pareciera sencillo, porque es poner en común, pero como es un ejercicio de comunicación, entonces ocurre algo en doble sentido; en un sentido es la noticia que me brindan los medios comerciales, y el otro, es la noticia que pasa a mi lado. Por eso, el periodismo comunitario tiene que partir de organizaciones que conozcan su comunidad, para saber a quién le está hablando, si a las mujeres, los niños, los ancianos, los afro-descendientes, los indígenas, los LGBTI etc. Y eso, me genera ya de entrada unas particularidades en el discurso, pensando ya en el qué y para qué. Y hay una esencia, sobre todo del periodismo comunitario de los últimos años, y es que debe generar movilización. Esa movilización, durante mucho tiempo por el fantasma de las izquierdas, se pensó como revolución en términos de protesta, pero esa no es la idea. La movilización, de la cuál se ocupa el periodismo comunitario, es ponerte a pensar. Es preguntar ¿qué es lo que yo estoy haciendo a través de esa comunicación comunitaria, para que vos te pensés tu condición de vida en el mundo? Puede ser, en el ejercicio de ser ciudadano, en tu condición de joven, en tu condición de afinidad sexual etc. Entonces, el periodismo comunitario no te va a dar información, no te va a dar datos, no es un “guetto”, pero te va a hablar de lo que está pasando desde una mirada más reflexiva. Para eso, el periodismo comunitario debe decodificar lenguajes, conocer el espacio en dónde está, porque le está hablando directamente a la comunidad. El periodismo comunitario, no es más que el mismo periodismo.


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VLS: Pero, el periodismo es un acto comunicativo, y ese acto implica poner algo en común. Entonces, hablar de que algo es “común común” suena redundante. MJBA: Claro, es que, ¿cuál es la diferencia? La diferencia tiene que ver con la intención del periodismo comunitario. En los medios comerciales, que son la mayoría, la intención es vender productos o vender ideas de productos. Por ejemplo, si escuchás RCN, te van a ofrecer productos de la Organización Ardila Lülle. Ellos te van a dar las noticias, pero no te van a decir lo que implica ese hecho, sino en cómo esa noticia va a redundar en la posibilidad de generar opinión. En el caso del periodismo comunitario yo no vendo productos, yo vendo ideales de vida, vendo movilización, y esos ideales de vida no me están generando riqueza monetaria; me están generando convivencia y respeto por el otro. Ahí está la gran diferencia. Para el periodismo comercial el interés es contar qué es el hecho, para el periodismo comunitario es mostrar para qué o en qué implica ese hecho en la vida de las personas, a través de una categorización del hecho que le toque la piel a mi comunidad. Por eso, el periodismo comunitario no puede ser masivo, y cada comuna de Medellín tiene su periódico alternativo. Hablar de periodismo comunitario por país es imposible, porque yo le hablo a los ojos de mi comunidad y cada comunidad es diferente, no hay una homogeneidad como la que logran, por ejemplo, las emisoras comerciales. Por eso, los medios comunitarios deben formar y divertir. No estoy diciendo, que la comunicación comunitaria debe ser pobre y arrastrada, pero sí que debe prevalecer la comunidad sobre la riqueza de atesoramiento.

VLS: ¿Qué han tenido que realizar los medios comunitarios para mantener vigente su intención? MJBA: Los medios comunitarios, si bien son llamados medios, su intención no es tan mediática como la de mediación. Es decir, el medio como tal no está. A lo que me refiero es a esto: Yo cojo el periódico Ciudad Rural, que sería el medio,


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pero la mediación se da cuando el campesino lee la información. Los comunicadores sociales, ahora se deben formar más para las mediaciones que para los medios, porque cada día los medios son más escasos y más de monopolio. Entonces, para poder entender esas mediaciones, yo debo pertenecer a la comunidad en la que se dan esas interacciones, debo interpretar y reconocer como son las movilizaciones de mi entorno, de mi vecindad, para saber direccionar el mensaje. Y eso, solo lo da la cercanía con la comunidad. La formación para los periodistas comunitarios, debe ser eso, formación. Ya la técnica viene por añadidura.

VLS: Eso me pone a pensar sobre un posible encasillamiento hacia las personas que leen cierto medio comunitario. MJBA: El periodismo comunitario no me encasilla, cuando yo tengo una mirada del mundo global. Los periodistas comunitarios no pueden ser solo del “guetto”, tienen que ser con visión del mundo. Es decir, yo tengo que contar mi cercanía pero desde un contexto global.

VLS: ¿El periodista comunitario llega a ser asistencialista? MJBA: Si es asistencialista cae en un error, porque la misión del periodista comunitario es hacer caer en la cuenta al otro sobre cuáles son sus necesidades básicas, no de proveerle las necesidades básicas. Mi trabajo es tocar al otro, pero desde las generalidades, no desde el asistencialismo. Tampoco, es de quedarse en la noticia amarillista, pero si seguir el discurso de la glocalización, que es el de la parte por el todo.

VLS: ¿Puede ser más específico con un caso de asistencialismo?


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MJBA: Sí, claro. Hubo un grupo de estudiantes que fueron a realizar una pasantía a una comunidad afro-descendiente. Cuando ellos llegaron, notaron que en el pueblo no habían baños. Y eso fue algo terrible para ellos. Uno de esos periodistas, que no entendió su papel, volvió a Medellín a realizar una campaña para llevarle sanitarios a esa comunidad. Y, efectivamente, su campaña fue tan buena, que pudo llevar los sanitarios a los afro-descendientes. Cuando el periodista volvió al pueblo, después de seis meses, para ver cómo había avanzado el “proceso social”, es decir el asistencialismo, descubrió que, los baños conseguidos en la ciudad, estaban en los frentes de las casas sembrados con matas y flores. Entonces, él decía “¡qué gente tan bruta!”. Pero, el error, que tuvo ese periodista, fue que no acercó su mirada a la de la comunidad, no entendió la razón por la que los afro-descendientes no usaban el baño, cayendo en asistencialismo. Porque cada comunidad tiene un proceso histórico y no se puede solucionar de esa manera. Puede hacer reflexionar a la comunidad, sobre las condiciones de sanidad en las que se encuentran por no tener baños, e invertir el dinero en un sistema de alcantarillado que no perjudique la tradición ni la salud de esas personas, pero no pensar en algo estético.

VLS: ¿Cuáles son los principales desafíos del periodismo comunitario? MJBA: Sin duda, movilización del pensamiento. Pero no para acciones inmediatas. Yo pienso que, es cómo me pienso un ciudadano con ciudadanía, no es, yo que sé, sino saber que tengo derechos, que tengo deberes, y ese ciudadano me empieza a posicionar. ***


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Una enfermedad que no he curado: A. Betancur Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co

A las 2 de la tarde, un jueves de mayo de 2015, Antonio Betancur Betancur, el hermano mayor de los Betancur Betancur, está pendiente por ir a una reunión sobre la situación del deporte como motor de paz en el corregimiento de San Antonio de Prado. El encuentro es en el auditorio de Cootrasana, una de las empresas de transporte más grande de Medellín. Antes de la reunión en la terminal de transporte de la Comuna 80 de Medellín, “Don Antonio”, como lo llaman sus colegas y pares políticos, estaba haciendo la transcripción de uno de los encuentros sobre poesía a los que, el Betancur mayor, asistió en pasados días y que sería publicada, a manera de artículo en el periódico Ciudad Rural. -

Tengo la misma enfermedad de mi papá – dice Antonio Betancur.

La Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural es el ancestro del Betancur mayor. -

El periódico Ciudad Rural es la amorosa culpa de un enfermo por la radio, mi papá.


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Antonio nació a finales de los años 50 del siglo veinte. Mientras que Joaquín Betancur, el padre de Antonio, escribía, lideraba una comunidad campesina y era fiscal de la acción comunal de la vereda Potrerito, en San Antonio de Prado. -

Me picó el bichito de la comunicación, y me enfermé – “Don Antonio” ríe.

Weimar Muñoz fue el principal maestro de comunicación que Antonio Betancur pudo haber tenido. A los 17 años, Antonio decidió entrar a un curso de locución coordinado y convocado por la emisora Todelar. El mismo curso de radio que Hernando Gallego y José Gómez tomaron para ese entonces. En el curso de locución fue donde Antonio conoció a Weimar y dónde el Betancur mayor fortaleció el tallo que sostenía el amor hacía la comunicación. “Don Antonio” estaba más adelantado que Gómez y que Gallego cuándo llegó a Todelar. -

Desde los 8 años, aprendí teatro de forma autodidacta – comenta Antonio – Yo actuaba en el Teatro Cordillera, al frente de la heladería El Danubio.

El Teatro Cordillera era el antiguo centro de cultura de San Antonio de Prado; el teatro existía mucho antes de la Casa de la Cultura Celina Gómez Escobar. A los 18 años de de “Don Antonio”, la familia Betancur Betancur trajo el liderazgo de Potrerito al pueblo, de lo que reconoce la Alcaldía de Medellín hoy, como la Comuna 80. Como Antonio tenía bases fuertes en locución, el mayor de los Betancur Betancur decidió ser declamador y maestro de ceremonia en los años 70. Antonio y Francisco narraban y comentaban los partidos por altoparlante. La narración de esos partidos sirvió de gran experiencia a “Don Antonio” y a Francisco, el hermano que le sigue al hermano mayor de los Betancur Betancur. -

Hasta que llegaron los años 80, con la propuesta de Alberto Sarrazola y Omar Cano para fundar Prado Cultural – agrega “Don Antonio”.

El peso de la enfermedad ancestral


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Como Antonio Betancur Betancur era el hermano mayor, fue seleccionado por Weimar Muñoz como uno de los mejores del curso y trabajó en las grandes cadenas de radio de antaño como todelar, Antonio tenía todas las capacidades para tomar partido de la nueva emisora pradeña. Una laringitis aguda. Sí, una enfermedad en la garganta fue el antídoto contra la pasión por la locución de “Don Antonio”. Un ardor en el alma y en el pescuezo atormentó a Antonio. -

Se me salían las lágrimas del dolor… La vida me dijo: Usted no va a poder incursionar profesionalmente en lo que a usted le gusta- comenta el locutor.

La enfermedad atrasó el sueño y los estudios de bachillerato del locutor. Antonio fue bachiller a los 23 años, a los 21 murió Joaquín Betancur y entró a trabajar a Coltejer. La responsabilidad de la casa pesaba sobre los hombros de “Don Antonio”. El locutor no pudo presentar las pruebas ICFES, ni presentar el examen de admisión de la Universidad de Antioquia, debido al trabajo en la empresa textil. Por cosas de la vida y que Antonio omite contar, tuvo que quedarse en Coltejer por los próximos 30 años. La locución y el periodismo estaban acabados para la vida de “Don Antonio”. Sin embargo, el mayor de los Betancur Betancur siguió realizando actividades culturales, como cursos sobre cine, música clásica y poesía.

El encuentro con otros medios En 1989, con frustraciones por no haber llegado a la Radio Nacional de Colombia, Antonio Betancur aprovechó sus habilidades para escribir, y como hombre de prensa, participó del gran boom de medios comunitarios. Un día de 1990 llegó la invitación para un encuentro internacional de radio comunitaria en Buenaventura, y Antonio ya había incursionado e impactado en varias comunidades. Durante el encuentro, Antonio hizo contacto con López Vigilio, de la Asociación de Radios Comunitarias de Latinoamérica (AMAR). Los periodistas comunitarios


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diagnosticaron a las radios comunitarias más reconocidas de Colombia; la Radio Pacífico y La Voz de Amalfi. -

Hicimos muchos programas de radio de noticias, musicales. Y sentamos la propuesta para la creación del Decreto 2805 de 2008, que ampara a las radios comunitarias – dice Antonio.

A partir del esfuerzo que realizó el locutor en conjunto con AMARC, el esfuerzo por la licencia para la radio Prado Cultural no tuvo espera. Y, la lucha fue fuerte, porque San Antonio de Prado estaba dentro de la capital antioqueña y las emisoras comerciales impedían el lugar de las radios comunitarias, por cosa de competencia. -

Los 90 fueron el boom de la creación de emisoras piratas. Y la gente era feliz con lo que uno hacía en Magna estéreo, La Voz de Copacabana – comenta Antonio.

Según Antonio Betancur Betancur, la radio comercial era la que impedía el normal desarrollo de la radio comunitaria. Los dueños de caracol y rcn.

Antonio fue líder social, comunitario y político; fue 2 veces líder de la JAL en 2004-2007 y 2008-2011. El declamador combinaba el trabajo de obrero, dirigente obrero, de dirigente capesino, con los talleres de poesía El desquite de la palabra, La magia del verso. A raíz del esfuerzo cultural y político que Antonio realizaba, en 1994 Comfama contacto al locutor como ganador del Concurso de declamador de Antioquia. Entre ir y venir, entre palabras y voces, Antonio está preparado para ir al próximo Encuentro de Poesía del 4 al 7 de junio en Frontino Antioquia. El locutor agarra su mochila y parte para la reunión en Cootrasana. ***


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La casualidad por causalidad en la ruralidad Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co

Es 25 de febrero de 2015, y recibo un e-mail por parte de mi jefe. Hay reunión de comité editorial el próximo lunes 2 de marzo, a las siete de la noche, en la sede de la corporación. La asociación es una entidad sin ánimo de lucro, que cuenta con doce asociados y con la comunidad en general para escribir aquellos artículos, que relatan sus preocupaciones y su día a día en San Antonio de Prado. Yo llegué al periódico por casualidad. Desde pequeña me ha gustado todo lo que tiene que ver con las artes y el medio ambiente. A la edad de nueve años tuve el arrebato de estudiar guitarra, aun así, ya hacía parte del coro infantil de la parroquia Concilio Vaticano II, en Buenos Aires, de dónde me acababa de mudar a la comuna 80 de Medellín. Para esa época, yo era nueva en la comunidad. Apenas estaba identificando quiénes eran los líderes y qué era lo que hacían cada uno de ellos. Tuve, también, influencia por parte de mi mamá, Yolanda María Suaza Torres, para profundizar en temas de participación ciudadana con el presupuesto participativo, ya que mi madre representaba a la unidad residencial, en la que hemos vivido por 12 años.


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Como desde el colegio me ha gustado hablar en público, leer y escribir, yo, Vanessa López Suaza, descubrí cierta inclinación por las humanidades y la comunicación. En una de las actividades que realicé durante mi estadía por la Casa de la Cultura en el 2008, descubrí a Ciudad Rural. Un periódico que lo repartían cada mes, y que por coincidencia lo recibía siempre que ensayaba las notas de Eterna Soledad, en los pasillos del que fue el hospital de San Antonio de Prado. Fue, cuándo estaba tocando guitarra, que dije – Algún día haré parte de ese periódico-.

Para diciembre de 2013, yo estaba pidiendo trabajo en la Corporación Ciudad Rural. Yo quería hacer muchas cosas; quería montar el plan de comunicaciones, quería hacer más visible el periódico ante Medellín, quería hacer periodismo. En ese mes, pedí una cita con José Fernando Betancur Betancur, quién es el Director del periódico. El me atendió y me dijo – Bienvenida-. Fue un momento muy emocionante. En ese momento supe la responsabilidad que llevaba sobre mis espaldas. Y, empecé a trabajar sobre mi primer trabajo formal, un cubrimiento de la apertura, de la exposición, de la artista local, Sandra Muñoz, sobre los Embera. La exposición estuvo por un mes en el Centro de Convenciones Aburrá Sur, en Itagüí. Por supuesto, redacté la noticia y fue publicada en la edición 122 del periódico. Me sentí superada. Luego, entablé conversaciones con Olga Lucía Yepes, la Representante Legal de la corporación. Le manifesté mi interés por hacer crecer y mantener la asociación, y mi compromiso con el periodismo pradeño. De inmediato, ambas congeniamos y sabíamos que había por delante varios proyectos de intervención social, a través de la comunicación, sobre todo en los jóvenes de la comunidad. Tratamos de rescatar el proyecto Prado con Voz. La principal característica de la Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural es visibilizar los procesos de ruralidad en medio de la constante extensión urbana, qué ha venido desarrollándose en los últimos años de Medellín. El periódico, básicamente,


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mantiene la idiosincrasia del corregimiento, sus costumbres, sus campesinos, y los legitima. Eso es lo bonito de mi trabajo.

Cuando abro el correo electrónico de José Fernando, de inmediato lo pongo en mi agenda, y pienso – Oh, Dios. Mucho por hacer -. Llegado el primer lunes de ese marzo, tenía por lista de temas un especial sobre la Cooperativa Multiactiva Coomulsap, una nota sobre el programa de AIESEC en el parque Biblioteca José Horacio Betancur y un reportaje sobre el cultivo urbano y tradicional de Orquídeas en el corregimiento. La gente comenzó a entrar a las 7:30. El problema que hemos tenido la mayoría de colaboradores en la Corporación, es que tenemos otras actividades de las que depende nuestra solvencia económica, porque el periódico solo produce ganancias culturales a la comunidad de San Antonio de Prado. Era comprensible que la reunión empezara las 8 de la noche. Al encuentro asistieron Antonio Betancur, hermano del Director del periódico y uno de los fundadores de la corporación, Olga Yepes, Katherine Zapata, una joven que aprendió comunicación por el proyecto Prado con Voz, Sergio Zapata, el diseñador gráfico, obviamente, José Fernando, el director del periódico, y mi persona. En la reunión debatimos sobre las mejoras a realizar en las ediciones ya publicadas, y que estaban caracterizadas por tener el nuevo formato de imagen que, entre Sergio y yo, habíamos planeado con el montaje del Manual de Identidad a finales de 2014. Todo el equipo estábamos revisando los comentarios de la comunidad frente a la nueva imagen y el contenido del periódico. Los campesinos del corregimiento nos piden mayor participación y vemos la necesidad de profundizar en temas sobre medio ambiente, ciudadanía y juventud. Luego, se hablaron de temas administrativos y laborales, como el contrato de vendedores para el periódico y la entrega puntual de los trabajos periodísticos.


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A las 9:30 de la noche terminó la reunión. Nos fuimos en el carro de Olga, porque éramos pocos, y ella me decía, - esa es la gente que necesitamos, gente emprendedora- . Llegué a mi casa, prendí el computador y me puse a leer sobre turismo rural.

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El periodismo comunitario está corto Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co El periodismo comunitario es redundante y tiene una mirada sesgada. De acuerdo, con Manuel José Bermúdez, comunicador de la Esquina Radio, la comunicación comunitaria, funciona como algo para enlazar y resaltar problemáticas propias de una comunidad. En lo que a mi respecta, el periodismo comunitario es un apéndice como rama periodística. Según destacados teóricos y filósofos de la comunicación, el ser humano es un ser social. Los neardentales tuvieron que construir esquemas que fueran entendidos por todos, para que, en grupo pudieran cazar, sembrar y generar ritos; es decir, nuestros antepasados pusieron en “común, común” un sistema de signos para entenderse mutuamente, con el objetivo de alcanzar algo como conjunto. Esas convenciones y la forma de establecerlas han perdurado por años y es lo que conocemos como comunicación. Pero, no podemos hablar de una comunicación comunitaria que ponga en “común, común”, cuando esa comunicación se limita solo a la cultura de un territorio y no piensa ese modo de vivir dentro de una cultura mayor. Esto es, que la comunicación comunitaria es egocéntrica y narcisista.


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Para el caso de la Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural ocurre exactamente el énfasis en lo interno y el olvido de lo externo. Esa corporación realiza proyectos culturales, pero está escudada en un periódico que solo trata temas para la comunidad campesina, olvidando resaltar el punto de vista de las otras comunas de Medellín, de los demás municipios de Antioquia y Colombia, de los otros países. La comunicación comunitaria o periodismo comunitario, aparte de ser redundante, no permite una macro-vista del problema. Sin embargo, la visión de lo comunitario podría fortalecer el movimiento social para erradicar los problemas que abarcan la macro-vista. Llevo al frente, de nuevo, el caso de Ciudad Rural. Mediante el proyecto Prado con Voz, la corporación pradeña generó un espacio para que los jóvenes desarrollaran contenidos radiales, audiovisuales y escritos que hablaran sobre las costumbres, personajes y modos de vivir de San Antonio de Prado. El proyecto sacaba a los jóvenes de las calles para recorrerlas, no perdiendo el tiempo, sino apropiándose de ellas mediante la comunicación, por supuesto, comunitaria. El problema a micro-vista que trató el equipo de Ciudad Rural, fue llamar la atención de los jóvenes pradeños, para evitar que estos estuvieran perdiendo el tiempo en criminalidad o algún otro tipo de actividades que evitaran su desarrollo como personas. El resultado a macro-vista sería la formación de ciudadanos con apropiación por su territorio y reconocimiento de su cultura. Es así, entonces, como considero que el periodismo comunitario, so pesar de las consecuencias que pueda tener a nivel macro, podría tratar los temas desde una manera global sin dejar de lado las muestras significativas.

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La cotidianidad de La Esquina Radio Reportaje gráfico Por Vanessa López Suaza vlopezs@eafit.edu.co

Desde la esquina de Prado Centro, los amigos y colegas están reunidos. Los amantes por la radio no ven una razón para lucrarse por la esquina que a diario convoca las voces de la Comuna 8 de Medellín. En La Esquina Radio hay amantes por la música urbana, jóvenes líderes, activistas por la pluralidad de identidades sexuales. A continuación, la Esquina Radio, emisora comunitaria, en imágenes.


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