En las tres últimas décadas, América Latina ha visto el incremento de la
preocupación por el estudio de la vivienda vernácula. Se han realizado
varias investigaciones con el objetivo de despertar interés en su revalorización
y posterior protección, las que han contribuido a visibilizar un
tipo de arquitectura durante años preterida.1
El presente texto tiene su origen en una tesis de doctorado dedicada
a esta temática.2 Centra su atención en la vivienda vernácula de San
Miguel de Chalguayacu, uno de 38 asentamientos existentes en el Valle
del Chota-Sierra Norte del Ecuador. En la comunidad, de población
fundamentalmente afroecuatoriana3 y dedicada a la agricultura, se conserva
una veintena de viviendas de esta tipología.