La mayor dificultad presentada para la revisión técnica del texto oral puede ser ahora vista como una oportunidad para constatar el estilo de elaboración de su pensamiento, las dos características que ella atribuye al mismo: tiene que ser “inconsciente” y funcionar de manera “rumiante”. Tenemos, gracias a la conservación del texto original, la oportunidad de acompañar el empeño de la disertante en el sentido de revisar, ampliar y tratar de esclarecer determinados puntos de su pensamiento, que sólo se inclina a ser más desarrollado en la ocasión de la publicación francesa de La función de la ignorancia en 1989. A propósito, sugiero que el lector se detenga en el cuadro de la p.21. Es interesante observar, por ejemplo, que la autora trata de desarrollar todas las nociones relacionadas con la dimensión de la objetividad. No ocurre lo mismo con relación a las nociones ligadas al campo de la subjetividad. Por ejemplo, ella presenta las operaciones retóricas (metáfora y metonimia) pero no las relaciona de forma sistemática con las operaciones de orden cognitivo, como venía haciendo hasta entonces. Tenemos la noción de la función positiva de la ignorancia, presente todavía en germen y más tarde desarrollada en el libro de 1989, La función de la Ignorancia. En la frontera entre esas dos dimensiones, nos dirá entonces Sara, está la ignorancia, marcando sus límites y garantizando su articulación. Cuando la autora subvierte el orden vigente en la cuestión del conocimiento, hace eso inversamente, alterando el estatuto de la ignorancia y es ahí que da voz al inconsciente. Al concebir la ignorancia como un concepto explicativo de los procesos de construcción del conocimiento, inaugura un espacio para la singularidad del sujeto, para el que es diferente de la norma, con implicaciones tanto en la práctica educacional como en la práctica clínica. El mensaje para nosotros, educadores y profesionales del área del aprendizaje, es claro. Es preciso ampliar la escucha. Es preciso dar lugar a aquello que es diferente de la norma, evitar una educación dominadora y una psicopedagogía adaptativa, que depende de la manutención de la ignorancia y que produce sujetos pasivos, sumisos que reproducen la oligotimia social.
Sonia María B. A. Parente Agosto/95