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2 //Y el verbo se hizo papel

Paisaje Porteño II, 1994 Tinta de grabado sobre papel 35 x 22 cm

La letra y la imagen

En sus exploraciones con el papel-tinta, la artista cuestiona también aquella separación radical entre imagen y escritura sobre la que se funda la civilización occidental. Como recuerda José Manuel Springer 4, crítico que se ha ocupado de su obra, aprehendemos el mundo primero por las imágenes. La escritura jeroglífica, por ejemplo, permanece todavía en esta esfera de alta iconicidad. Sin embargo, posteriormente, el alfabeto fonético la convertirá en una secuencia de signos abstractos, intercambiables y separables.

Con la técnica de la escritura, Occidente profundiza la estructuración de un pensamiento racional. Este –a diferencia de la imagen que es esencialmente multidimensional, densa y ambigua– privilegiará la consecuencialidad lógica, la segregación, la jerarquización y la linealidad 5. Así, en la lectura fonética, las letras deben ser despojadas, operativas, transparentes, buscando en este adelgazamiento de su presencia una iconicidad mínima. Al respecto, señala Facundo Tomás 6: “solo se comienza verdaderamente a leer cuando se olvida lo que se está mirando y la inteligencia se concentra en el contenido de las letras, abandonando la percepción de su forma”. En este sentido, en Occidente se habría dado una cruzada feroz de “la escritura contra las imágenes”.

Es sobre este campo de batalla cultural donde Londoño emprende un movimiento contrario, una anticruzada personal para lograr que la escritura se relacione y dialogue de otras maneras con la imagen. Su llegada a este punto fue una travesía larga. Quizás un primer destello sucedió durante su estadía en Argentina, en la década de los 90, cuando empezó a trabajar con el lenguaje y las letras de la publicidad, en unas obras interesadas por el diseño gráfico. Un germen que terminaría desarrollando posteriormente en sus cartas, libros y grafitis.

Creo que se debió a una de esas felices conjunciones que a veces tenemos la suerte de vivir. Yo venía trabajando con papel, amaba los textiles, las superficies abiertas y sin marcos. Amaba garabatear y escribir, además buscaba una forma más simple de seguir adelante con mi labor de artista papelera que me permitiera simplificar el proceso de hacer papel y a la vez hacerme cargo de las labores domésticas. Fue un proceso de tratar, jugar, sin ninguna meta prefijada 7.

En este nuevo camino que emprende decididamente desde mediados del año 2000, sus letras –dibujos de papel, extremadamente matéricos– vuelven espeso y visible el significante, que ya no se sacrifica más en aras del significado. En lugar de aquella asepsia exigida al alfabeto fonético, el suyo se encarna y hace alarde de su textura física. Se insufla de personalidad, expresión, gestualidad,

4. José Manuel Springer, La Haya, agosto, 2009. 5. Tomás, Facundo (1998). Escrito, pintado (Dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento europeo). Madrid, Visor, pág. 18. 6. Tomás, Facundo (1998). Escrito, pintado (Dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento europeo). Madrid, Visor, pág. 26. 7. Entrevista a Miriam Londoño realizada en 2018 por la Asociación de Calígrafos del Reino Unido (CLAS).

emoción, en una inédita fusión entre la imagen y la palabra. Sus letras no son ya más el vehículo neutro e invisible de un contenido que no se quiere alterar, sino que se vuelven ellas mismas el contenido.

Y, por supuesto, lo alteran. Dice la artista: “En lugar de transmitir una idea o significado preciso, me interesa el poder individual de la escritura para expresar emociones o sentimientos y su capacidad de generar una pluralidad de sentidos y de asociaciones de ideas8”. Es que estas letras son sobre todo dibujos y como tales tienen intensas posibilidades expresivas y narrativas. Las letras son como seres vivos, con su propia personalidad, autonomía, con su relato particular. “Escrituras visuales”, las llama Londoño.

Si bien no se trata del mecanismo tradicional de la lectura, en la cual la materialidad de la letra desaparece en función de la claridad semántica, tampoco es una escritura asémica (como la propuesta por Mirta Dermisache, Leon Ferrari, Cy Twombly, Isidore Isou, entre otros artistas) donde lo único que se privilegia es la forma. Lo que intenta la artista, en cambio, es un nuevo equilibrio entre el significante y el significado, que se potencia en la ambigüedad entre aquella presencia física de la palabra y lo que significa: “Para mí –aclara– es muy importante lo que escribo. No me interesa hacer grafitos sin sentido. Al contrario, el contenido es el motor que determina la línea, el color, el formato”.

La lectura

Por este camino, Londoño desestabiliza el mecanismo de la lectura, la desprograma. Si, como señala Lyotard9, “no se ve lo que se lee”, en las obras de Londoño se trata de lo contrario: se ve lo que se lee. Sus letras no pretenden adelgazarse hasta desaparecer de la conciencia del lector, depurándose en lo posible de ruidos que puedan interferir en la transmisión del mensaje, sino que, al contrario, bucean a fondo en este mar contaminado. Allí, los ruidos precisamente son lo que importan: sus opacidades, resonancias, ecos y adherencias.

Sin embargo, a pesar de su recuperada visualidad, el texto continúa siendo texto. Pese a su ilegibilidad, hay una provocación constante a ser leído, porque aquí y allá el espectador puede reconocer palabras y frases. La lectura que estas obras exigen tendrá que transformarse respecto a las maneras fonéticas tradicionales. El significado literal planeará todo el tiempo sobre las palabras dibujadas, pero también será constantemente dinamitado.

Los libros se leen, las obras de arte no. Este es el punto abismal e incómodo al que nos llevan los trabajos caligráficos de Londoño. Ella –al igual que otros artistas contemporáneos que se han ocupado de las tensiones entre el texto y el arte, como Jenny Holzer, Barbara

8. Londoño, Miriam (2015). Conferencia “Caligrafías”. Facultad de Artes, Universidad Tecnológica de Pereira. 2015. Documento sin publicar. 9. Citado en Tomás, Facundo (1998). Escrito, pintado (Dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento europeo). Madrid, Visor, pág. 26. Historia sin fin, 2015 Escritura con pulpa de papel 800 x 10 cm

Grito, 2008 Escritura con pulpa de papel 110 x 80 cm

Escribiendo el vacío, 2006 Escritura con pulpa de papel 60 x 40 x 8 cm Kruger o Antonio Caro, en Colombia– logra bordear esa zona de tránsito, definida por Gonzalo Arqueros10 como el lugar “donde el dominio y los derechos originarios de lo visual y lo escritural son constantemente negociados, transferidos, violados, usurpados”11 .

Miriam Londoño en su taller

Lleno y vacío

El soporte vaciado, el aire donde cuelgan sus letras, es otro elemento importante en su trabajo caligráfico. Esta suspensión en la nada alude a los abismos del lenguaje, a lo que se calla cuando se habla. Como señala Elkin Restrepo, “letra, vacío y escritura posibilitan una riqueza de sentidos entre lo dicho y no dicho, entre el silencio y la palabra, como sólo es propio a la poesía11” . El espectador-lector se ve abocado a completar estos silencios y huecos con su propia sensibilidad y experiencia.

Pero frente al abismo donde flotan estas frases fragmentadas hay otra fuerza igualmente potente de aglomeración y saturación. Las palabras que han perdido el soporte y levitan solo pueden sostenerse agolpándose entre ellas. A partir de este lleno y vacío, los textos de Londoño desestructuran su linealidad, consecuencialidad lógica, articulación, orden racional y estructura gramatical. A falta de esta armazón racional, sus palabras optan por estrategias de la imagen como el ritmo, la frecuencia, la yuxtaposición. Y terminan por producir “partituras visuales”, como las llama Springer, de cadencias, colores y texturas. De nudos y oquedades.

Lost in translation

“Frágiles signos escritos en el aire, donde un caos aparente de letras y palabras, se convierten en metáfora de aquello que puede significar para el inmigrante la inmersión en una cultura e idioma totalmente diferente del materno, y la subsecuente pérdida de aquello que le es lo más propio, su idioma, como eje de su identidad personal”. Juan Alberto Gaviria12

Sus textos sobre la nada también están relacionados con la experiencia personal de Londoño, quien desde muy joven salió de su país para vivir en lugares como Italia, Holanda, Polonia y Tailandia, donde se ha enfrentado una y otra vez al destierro del idioma. Esta experiencia la comparte con el sujeto nómada de nuestros tiempos. Si la casa son las palabras, el destierro también sucede cuando ellas se pierden. Para ella, como para todo inmigrante, la palabra es su último soporte al borde del abismo, el cordón umbilical del exilio. En su obra, se tejen así gestos y palabras leves para recrear el mundo perdido como frágiles y protectores salvavidas en la diáspora contemporánea.

10. Arqueros, G (2010). “Prólogo”, en Honorato, Lange y Risco (Editoras). Notas Visuales. Fronteras entre imagen y escritura. Santiago de Chile, Metales Pesados – Pontificia Universidad Católica de Chile, pag 8. 11. Elkin Restrepo, Medellín, 2007. 12. Juan Alberto Gaviria, Medellín, 2007.

Escritura dibujada

Aunque Londoño no es escritora en un sentido ortodoxo, sí es una gran lectora. Y suelen ser textos concretos de autores reales los que originan su caligrafía (Santa Teresa de Jesús, Alejandra Pizarnik, Hélène Cixous, entre otros). El primer paso de su proceso creativo es seleccionar ciertos fragmentos que le han afectado emocionalmente. Luego viene una acción corporal que en sí es tan importante como la obra que va a producir. Solo la planea hasta cierto punto. La precede una juiciosa investigación en libros, archivos o documentos de Internet. Viene entonces la preparación de las pulpas y la definición de los colores, de acuerdo al tema que va a desarrollar: el negro para rodear un dolor, por ejemplo, o el azul para evocar la tinta o un paisaje. Memoriza enseguida el fragmento de texto que va a reproducir. Luego sigue una etapa intuitiva. Allí se deja llevar por algo inconsciente y se presta, dice, como médium de un flujo energético. Esta energía es canalizada por “una firmeza de pulso”, lograda a través de los años y la práctica, una intención, una claridad y una dirección. Escribir para ella es un acto meditativo, zástico, gestual.

Los libros

“Una transformación ha sido decisiva para comprender el valor poético de su obra. Del texto flotando en el aire, pasó al texto objeto: el libro de artista, al que Miriam ha dedicado parte importante de su labor. La estructura de sus libros se nos presenta como una red de folios que disparan los significados flotantes en la mente. Vistos como un colador de ideas, los libros dejan de ser recopilaciones de páginas, para convertirse en manos de Miriam Londoño en frágiles redes que atrapan las metáforas esenciales del lenguaje”. José Manuel Springer13

Los sonidos y la furia

Las letras de Londoño –en un principio íntimas, poéticas, literarias– de unos años para acá se han encontrado con las voces de la guerra colombiana. Así sucede en piezas como Atrapados (2008) y Para que siempre me recuerdes (2008), donde se centra en los nombres de secuestrados y desaparecidos. La última vulneración que se ejerce contra una persona después de desaparecerla es borrar su nombre, lo que equivale a pretender que no ha existido. Por esto, el mayor rescate que puede hacerse del ausente es recordar su nombre, pronunciarlo en voz alta, esgrimirlo en la plaza pública.

Afirmar que esa persona tiene nombre es reclamar que pertenece a un tejido familiar y social, en donde su ausencia ha dejado un vacío. Por esto, el nombre de alguien violentado es su último talismán. Nombre-reliquia, como los huesos que no se quemaron. Nombresemilla, donde se puede renacer, así sea simbólicamente. Londoño entonces los escribe-dibuja y les da una presencia contundente, llamativa, colorida. Son los gritos de los cuerpos aniquilados y los gritos silenciados. Lo mínimo, pero también lo esencial, cuando se ha perdido todo lo demás.

13. José Manuel Springer, La Haya, agosto, 2009. “Mis libros están hechos de palabras, de recuerdo, de aire, de sombras y vacíos. Tratan de la memoria y la memoria es incierta”.

Ellas, 2006 Escritura con pulpa de papel 85 x 70 x 5 cm

Testimonios, 2012 Escritura con pulpa de papel Dimensiones variables

Rutas Inciertas, 2017 Dibujo con pulpa de papel 300 x 105 cm