Almogaren 27, 2000

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CRISTOBAL DENIZ HERNANDEZ

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Interesante la carta pastoral de los obispos vascos: "tenemos al alcance de la mano otra manera de pagar nuestra deuda, acoger ampliamente y tratar humanitariamente a los inmigrantes de estos países. Es justamente el desequilibrio entre su situación y la nuestra el que les empuja a agolparse en nuestras fronteras. Su rostro y su situación nos revelan una desigualdad injusta. El tercer mundo está cerca de nosotros. Nos toca a nosotros estar cerca de él"

(S).

Desde esta situación hemos de caminar hacia una ética de las migraciones. Para ello presentamos a continuación unos principios en los que desde la ética cristiana se ha de sostener la respuesta a esta realidad dramática para tantos seres humanos.

2.

PRINCIPIOS PARA UNA ETICA DE LAS MIGRACIONES.

Como se desarrolla en el documento La Inmigración en España <6l, son dos los principios fundamentales a tener en cuenta a la hora de analizar y responder al fenómeno de la inmigración, si bien desde estos derivan otros principios que también comentaremos por suponer un enriquecimiento en la reflexión. Estos dos principios fundamentales sobre los que ha de descansar cualquier respuesta éticamente aceptable a la inmigración son: la dignidad inviolable de cada persona humana y el destino universal de los bienes. La dignidad de la persona constituye el fundamento de la igualdad de todos los hombres entre sí ( lo que excluye toda discriminación, incluso en este nivel de la dignidad humana, aunque no se sea ciudadano de derecho del propio país) y es el fundamento de la participación y la solidaridad de los hombres entre sí. Del principio de la dignidad personal se deriva en el orden socio económico el principio del destino universal de los bienes, como recuerdan el concilio y los últimos papas. En el ámbito de las migraciones, en la doctrina social de la Iglesia, estos principios se han concretado en el reconocimiento eventual de un derecho de emigración, bien para liberarse de la imposibilidad de trabajar en el propio país, bien para mejorar la situación de la propia persona y familia, en el marco del bien común universal. (5) (6)

Carta pastoral de los Obispos Vascos, El Tercer Mundo está entre nosotros, Donostia 1992, 15. Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, La Inmigración en España, o.c., 91-96.


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