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tema de la semana
TEMUCO Semana del 15 al 21 de abril de 2016
“E
Habla el abogado defensor del padre de Erika Hagan
l caso Hagan tiene dos facetas: una, la forma como se desarrollo una investigación sistemática de errores que, en mi concepto, como suceden dejan de ser errores. En este caso, la teoría del error sobre el error nos están puestos en una sucesión sistemática en donde pareciera puntualizarse en qué lugares se cometieran iban a producir mayor distorsión en la investigación”, dijo el abogado Gaspar Calderón, quien representa al padre de la asesinada joven Erika Hagan, estudiante que murió al interior de su departamento en el complejo del recinto del colegio Bautista. El abogado señala que de acuerdo a su experiencia, cuando estos errores son sistemáticos, dejan de ser errores “porque estos errores están sistemáticos para establecer una separación de deducciones y que en las investigaciones las deducciones son la base principal para investigar y donde se establecen las pruebas definitivas, no las iniciales sino las que terminan probando la participación de alguien”. Agregó que en este caso abundan las pruebas, testimonios y las especies que van señalando cosas distintas, “absolutamente contradictorias y esto lo dice el fallo, que hay una especie de anulación entre las pruebas”. Agrega que existe un ejemplo clásico, como es el famoso atizador, que tiene la huella de un presunto homicida en el mango, pero en la parte del cuerpo del artefacto no hay rastros o huellas de la víctima, de pelos, sangre, células, nada. Entonces es difícil de entender si es que esa fue el arma homicida”. Al respecto, añade que tampoco el atizador fue el arma homicida porque “hay una serie de antecedentes que señalan que la muerte se produce por una especie de aplastamiento de un objeto contundente, que fueron detectadas pero que no fueron la causa del deceso”. Acerca de la inocencia de quien fuera puesto por el Ministerio Público como el autor del homicidio, señala que “por lo general, no me refiero en la inocencia o no culpabilidad de nadie mientras no tenga las pruebas y aquí, pese a los múltiples indicios, hay un abanico muy importante. Particularmente, pienso que acerca de la participación del único inculpado, no puede definirse como una participación directa; hay una cercanía, que a mí me hace pensar que sabe, conoce o vio y que después no lo dijo”. Para Calderón, una persona que es imputada de su participación en un delito de esta trascendencia y gravedad, no guarda silencio. Si mantiene su inocencia sobre la base de una declaración coherente, limpia y explicable, el silencio muchas veces suena en contra de quien la mantiene. Eso es lo que creo que ocurrió en este caso. Agrega que el silencio en este caso con dos o tres palabras, no se explica. Base de silencio En relación a la fase dos de este caso, dice que en
Pinto-Hagan: diferencias y misterios de dos crímenes que estremecen a la región los hechos criminales, “es común que la policía pueda abrir ciertos espacios donde pueda encontrar las pruebas y dirigir las investigación o concentrarlas. Pero aquí el hecho se produce dentro de un establecimiento, del área de influencia, de las personas que están vinculadas a una congregación que mantiene, sostiene o es la dueña de este colegio. Lo curioso es que si lo vemos con precisión, nadie en Temuco podría siquiera sugerir que este es un homicidio de un tercero absolutamente ajeno a este medio. Esta variante le pone una tremenda complicación a lo que se llama la base de silencio, una plataforma donde
toda una cantidad de relaciones –que pueden ser varias- permiten desentenderse a desvincularse de este epicentro. “Aquí lo quiero decir con absoluta responsabilidad: se ha hablado de pastores, masonería, profesores, guardias, de recinto, pero todo está vinculado a ese espacio físico que ocupa el colegio donde la asesinaron”. Por lo tanto, no se puede pensar en un origen exógeno, desde fuera. Es más: creo que aquí hay una base inicial un poco perniciosa porque si se hiciera una votación en Temuco para saber quien fue el homicida o quienes participaron en ocultar la identidad de estas personas, claramente sabríamos quien o quienes serían los elegidos. Todos tienen una idea global donde se podría encontrar a quien la mató o quienes intervinieron, pero esto no se puede decidir por votaciones. Además, hay una cantidad de rumores infundados que circulan desde cosas locas a otras más coherentes, pero no puede ser la base para iniciar una investigación una investigación o reabrirla. 1992: Caso Pinto
“Las investigaciones tienen que ir caminando sobre certezas y en el caso Hagan en la medida que avanzaba la investigación fueron menos las certezas
Consultado acerca de este asesinato si tiene un parangón en el caso Pinto, Gaspar Calde-
rón señala que este homicidio es muy diferente, porque este es mucho más grave, porque tiene el crimen del constructor civil tiene rasgos de verosimilitud que eran muy certeros, no todo porque faltó descubrir o llegar al asesino. En el caso Hagan tenemos algo totalmente diferente, vemos cuatro sobreseimientos que en el caso Pinto no ocurrió. En este último caso casi todas las pruebas eran unívocas; en el caso Hagan todas las pruebas son equívocas porque están ordenadas de tal manera que apunten en direcciones opuestas. Profundiza que las investigaciones tienen que ir caminando sobre certezas y en el caso Hagan en la medida que avanzaba la investigación fueron menos las certezas. El llamado Caso Pinto, remeció a Temuco y el país, cuando a las 16.30 horas del 25 de abril de 1992, fue encontrado sobre una cama de un motel que desapareció con la construcción del by pass de Padre Las Casas. Se trataba del constructor civil y dirigente de la rama de básquetbol San José, Patricio Pinto Cáceres. El hallazgo se produjo cuando uno de los encargados del motel llamó reiteradamente por teléfono a la habitación, sin obtener respuesta. Por ello, se dirigió a la habitación y como no se le respondió, ingresó a la cabaña, donde halló el cuerpo desnudo y cubierto de sangre del destacado profesional, habitual de círculos sociales muy conocidos en la ciudad y la región. De acuerdo al sistema judicial de la época, el encargado de la investigación fue el juez del Primer Juzgado del Crimen, Daniel Mondaca, quien fue duramente criticado porque solo seis días después del hallazgo, se hizo presente en el sitio del suceso, perdiéndose valiosa información para esclarecer el crimen. El peritaje de rigor fue realizado por el doctor Wolfgang Reuter, destacado especialista nacio (Continúa en página 21)
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