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Familia

VIDA SIN ARREPENTIMIENTO

POR RUBER Y KETTY LEAL

El marido abrió el cajón inferior del buró de su esposa y sacó un paquete envuelto en un pañuelo. “Qué hermosa bufanda”, dijo, entregándosela a su mejor amigo. Su amigo desechó el pañuelo y miró intensamente la bufanda. Era exquisita, de seda hecha a mano y adornada con encajes. La etiqueta de precio todavía estaba adherida y era astronómica. “Susie la compró la primera vez que fuimos a Nueva York, hace ocho o nueve años. Nunca la usó, ya que la guardaba para una ocasión especial. Creo que esta es la ocasión”.

Tomó la bufanda de la mano de su amigo y lo puso sobre la cama con el resto de la ropa que llevaría a la funeraria. Sus manos se detuvieron en el material blando por un momento, luego se volvió una vez más hacia su amigo y le dijo: “Nunca guardes nada para una ocasión especial. Cada día que estás vivo es lo suficientemente especial”.

A todos nos gustan las ocasiones especiales y es natural querer lo mejor para esos momentos. Pero, tal vez, necesitamos comenzar a hacer que los momentos rutinarios sean especiales por el solo hecho de que estamos vivos. La realidad es que todo lo que no hayas hecho, no hayas usado o no hayas dicho, porque estás esperando ese momento especial, tal vez nunca llegue a suceder. Tal vez sea hora de dejar de guardar las cosas, la ropa y las palabras que estamos guardando. ¿Cómo sería vivir así?

Deja de guardar la buena porcelana y el cristal para un evento especial, ¡úsalos a menudo! Deja de guardar el buen perfume caro para la fiesta especial. Deja de guardar días de vacaciones que puedas perder; aprovecha el Año Nuevo para tomarte unas vacaciones, incluso si te quedas en casa. Es hora de dejar de usar frases como: “algún día” y “uno de estos días”. Si vale la pena ver, escuchar, hacer o decir algo, entonces vale la pena hacerlo ahora.

Son las pequeñas cosas que quedan por hacer que harían que te lamentes si supieras cuánto tiempo queda. Remordimiento porque pospusiste ver a los buenos amigos a los que ibas a contactar algún día. Remordimiento porque no has escrito las cartas que tenías la intención de escribir uno de estos días. Remordimiento y pena por no haberle dicho a tu cónyuge, a tus hijos o a tus amigos cuánto los amas con la suficiente frecuencia. Dejemos de posponerlo, dejemos de contenerlo, dejemos de guardar cualquier cosa que agregue risa y alegría a nuestras vidas.

Cada vez que despiertes, dite a ti mismo: hoy es un día especial. Cada día, cada minuto y cada respiración es un regalo de Dios, lo cual lo hace ser el mejor día que has tenido. Recuerda siempre: “Este es el día que hizo Jehová; me regocijaré y me alegraré en él”.