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EL VALOR PARA SEGUIR

POR JANELLE SUNDIN

Garett Cook creció con el sueño de ser entrenador de fútbol americano. “Es algo que siempre quise hacer”, dijo. “Comía, dormía, bebía y adoraba el fútbol americano”. Siendo un joven inteligente y motivado, rápidamente logró su objetivo y comenzó a dar clases de biología en el nivel secundario y a entrenar al equipo de fútbol americano de una escuela pública de Missouri. Pero el plan de Dios para Garett era más grande de lo que él podía imaginar.

Garett se crio como luterano, pero ya no visitaba regularmente la iglesia para cuando llegó a ser maestro. Pero conoció a Hifsy, una joven adventista que, como él, ya no iba a la iglesia con tanta frecuencia como antes. Se enamoraron y, a medida que su relación se volvió más seria, lo mismo ocurrió con sus conversaciones. “Ella planeaba criar a sus hijos como adventistas y quería saber si yo estaría de acuerdo”, explicó Garett. “Luego me presentó a un tipo adventista llamado Doug Batchelor”.

Pronto, Garett se dió cuenta que disfrutaba los temas, así que comenzó a asistir a unos estudios bíblicos con un pastor adventista local. “Finalmente pude ver que la Biblia ofrecía un propósito a todo, y me convertí”, dijo. “Me cambió. Conocí a Cristo y comencé a vivir con él”.

A medida que aprendía sobre el sábado, Garett se dio cuenta que debía reevaluar sus objetivos profesionales. Le encantaba ser el entrenador del equipo de fútbol americano del nivel secundario, pero debía asistir a los partidos y a las prácticas durante las horas del sábado. “En un sermón escuché que adoramos aquello en lo que invertimos nuestro tiempo”, dijo. “Pensé: ‘Si no puedo adorar a Dios en su sábado, tengo que hacer un cambio’”.

Garett terminó su maestría y encontró trabajo como subdirector de una escuela. Se esforzó por vivir de acuerdo a su fe en el trabajo; cuando alguien le pedía un consejo, les sugería que oraran. Cuando un entrenador le pidió que creara una Asociación de Atletas Cristianos, él accedió. Sin embargo, seguían pidiéndole que supervisara eventos durante el sábado. “Intenté convencerme de que estaba sirviendo y forjando relaciones interpersonales, pero se me venía a la mente lo que Jesús dijo en cuanto a negarlo”, contó Garett. “Había algo en mí que me decía: ‘Esto no está bien’”.

Un día, mientras oraba para mantenerse íntegro en su posición, Garett hizo algo que no hacía con frecuencia. Dijo: “Dios, soy ignorante y no sé qué hacer. Golpéame en la cara con la dirección que tú quieres que tome”.

Garett recordó que el Superintendente Asociado de Educación de la Conferencia de los Adventistas del Séptimo Día en Texas, Raúl Aguilar, había intentado ponerse en contacto con él.

“Dios puso a Garett en mi camino”, explicó Raúl. “Platicando con un viejo amigo y le comenté que estaba buscando a alguien para que fuera el director de una pequeña escuela. Él me dijo: ‘Mi yerno sería un director excelente. Es un nuevo adventista y trabaja en una escuela pública.’ Decidí ver si podría traérmelo a la educación adventista. Él no sabía que teníamos nuestro propio sistema de educación y cuando le expliqué que teníamos escuelas en todo el mundo, se quedó muy sorprendido”.

“Hablamos durante dos horas sobre la educación cristiana y la educación pública, sobre nuestras experiencias como maestros y como administradores”, recuerda Garett. Luego, Raúl Aguilar le mencionó que tenía en mente algunas escuelas que irían bien con su filosofía y habilidades. “Yo le dije que estaba feliz donde estaba”, dijo Garett. “Teníamos una gran comunidad, acabábamos de comprar una casa y planeaba dedicarme a mi doctorado. Teníamos planes para los siguientes cinco años”.

Dos semanas después, el versículo del día en la aplicación bíblica que Garett tenía en su teléfono resultó ser Josué 1:9: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas”.

“Pensé en los problemas que había estado teniendo con mi carrera y mi vida espiritual”, contó Garett. Así que habló con su esposa, Hifsy, sobre la situación y ella le preguntó en qué parte de Texas estaban las escuelas. Garett le habló sobre la escuela en Conroe. Ella entonces dijo que nunca se mudaría al sur de Texas. Así que Garett se olvidó de ello, pero Dios no.

Garett seguía orando por su situación y Josué 1:9 seguía volviendo a su mente. Luego, mientras daba la clase de escuela sabática, tuvo una epifanía. “Estábamos viendo el pasaje de Mateo 6 que habla sobre acumular tesoros en el cielo y no en la tierra”, explicó Garett. “Una y otra vez, me preguntaba: ‘¿Mi hijo crecerá viéndome honrar los deseos de Dios?’”

Garett volvió a dialogar la situación con Hifsy y ella le sugirió pasar por el proceso de entrevistas y ver hacia dónde los llevaba. La primera reunión con la junta fue emocionante: la escuela necesitaba a alguien con las habilidades que Garett había estado usando como subdirector.

“Cada escuela tiene su propia personalidad y nos ha costado conectar con los directores”, dijo Jeff Hughes, presidente de la junta escolar. “Buscábamos a alguien que pudiera devolver la calma a nuestra escuela, que tuviera una visión sobre cómo debía dirigirse la escuela y, lo que era más importante, que tuviera pasión por del Señor”.

“La llave que me abrió las puertas fue el video que envié para presentarme luego de ser contratado,” dijo Garett. En él, compartió lo que había aprendido de Josué 1:9. Cuando lo vieron por primera vez, una miembro de la Junta, Janet Salazar, se puso de pie con lágrimas en los ojos y contó que era parte de un pequeño grupo que se reunía cada semana para orar por un líder como Josué.

“No tengo ninguna duda de que Dios me ha puesto aquí”, dijo Garett. “Sólo le pido que siga dándome la fuerza para dirigir esta escuela y la valentía para seguir su plan”.