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Rincón de Amiguitos

PERDIDO Y ENCONTRADO

POR ALEXIS RIVERA

Era una mañana soleada y yo estaba emocionada porque ese día andaría a caballo. A Preacher, mi caballo, le gusta andar por senderos tanto como a mí, así que salimos una vez al mes con una amiga para recorrer algunas rutas largas en el área. Pero mi amiga no pudo venir este día en particular, pero accedió a llevarnos al establo donde comienza el sendero.

El viaje fue maravilloso. Estuvimos fuera todo el día disfrutando de la hermosa naturaleza que nos rodeaba. A medida que se acercaba la puesta de sol, le di vuelta a Preacher para regresar, sin embargo, pronto me di cuenta de que no tenía certeza de la dirección que debía seguir.

¿Alguna vez te has sentido completamente perdido? Puede ser una sensación que genera mucho miedo, incluso cuando eres adulto. Sabía que había dado varias vueltas equivocadas y que pronto oscurecería, pero no podía encontrar el camino para regresar al sendero principal.

En ese momento susurré una oración: “Señor, ayúdame a encontrar el camino a casa”. Luego me detuve para mirar a mi alrededor. Todavía no tenía idea de a dónde ir, pero se me ocurrió soltar las riendas y pedirle ayuda a Preacher. Los caballos tienen un mejor sentido de la orientación, y Preacher caminó por el sendero con confianza. Ocasionalmente relinchaba, para escuchar a otros caballos, y al llegar la noche, nos encontramos de vuelta en el establo. ¡Preacher sabía exactamente a dónde ir! No es necesario decir que recibió algunas recompensas extra por parte de su jinete.

Esta historia me recuerda una lección sobre dejarnos guiar. La Biblia nos dice en Proverbios 3:5-6: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas”. Puede que no supiera dónde estaba mientras estaba perdida en el camino, pero Preacher sí sabía, y tuve que confiar en mi compañero soltando las riendas para que él pudiera encontrar el camino correcto.

Es importante confiar en Dios y dejar que él tenga el control de las riendas de nuestras vidas. Tomamos todo tipo de decisiones, grandes y pequeñas. A veces, incluso, nos perdemos al tomar decisiones que no son las mejores, pero siempre podemos confiar en que Dios nos guiará en la dirección correcta, siempre y cuando confiemos plenamente en él y en su conocimiento del camino.