Revista Tercer Sector Nº95

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GÉNERO

Mujeres de la Matria Latinoamericana

Compromiso tras las rejas TEXTO FÁTIMA CHEADE

ary y Natalie tienen muchas cosas en común. Ambas son jóvenes, emprendedoras y sueñan con un futuro. Pero, además, las dos compartieron varios años en la Unidad de Recuperación de Mujeres número 5 de Rosario, en Santa Fe. Allí participaron, al igual que otras 33 presas, de los talleres sobre violencia de género que durante seis años llevó cada semana al penal la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), un movimiento que trabaja para el fortalecimiento de los derechos y la participación de las mujeres. Gracias a esos talleres, Mary y Natalie aprendieron a no bajar los brazos. “MuMalá llegó a la Unidad número 5 de Rosario como parte de un programa nacional que abarcó otras cárceles de mujeres del país y se gestó con la idea de que las internas conocieran sus derechos. Para eso, or-

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El movimiento MuMaLá se dedica a la promoción de los derechos de las mujeres. Entre los pilares de su trabajo se cuentan los talleres de capacitación en distintos oficios que ofrecen en las cárceles.

Puertas adentro, puertas afuera La violencia y la desigualdad están aquí muy presentes y relacionadas. La mayoría de estas mujeres recibieron condena por ser mulas en el tráfico de drogas y por hechos relacionados con la violencia de género. Pero, además se dan dentro de los penales situaciones de tensión entre presas, por lo general entre las viejas y las nuevas, las de una planta y las de otra”, explica Raquel Vivanco, quien además de ser coordinadora nacional de MuMaLá, está a cargo de los talleres en el penal de mujeres Unidad 50 de Batán, Mar del Plata, del que también participa la Universidad de Buenos Aires con propuestas artísticas a través de la escritura y lo teatral. “Pensando en la reinserción social de estas mujeres y también en sus vínculos dentro del penal , es que trabajamos para integrarlas y para que juntas reflexionen sobre sus derechos”, señala. Allí, cuenta Raquel, los talleres llegaron en un momento delicado, cuando las internas iniciaban una

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huelga de hambre para pedir la prisión domiciliaria de quienes tuvieran hijos menores a cinco años. Ellas, que viven en el encierro y representan un 9 por ciento del total de la población carcelaria, también participan de talleres de oficios, como son los de costura y cocina, lo que genera un espacio activo donde las mujeres aprenden al tiempo que reflexionan sobre su lugar en la sociedad . Gracias a esos espacios, los de concientización sobre sus derechos y los de aprendizaje de oficios, hoy Mary estudia Veterinaria en Rosario, Natalie está entusiasmada con su nuevo oficio de panadera, y Ana descubrió su vocación en la escritura y participó del libro de tatuajes con su poesía. “Cómo borrar las marcas de mi alma, y de mi corazón, si nunca podré borrar de mi alma ese dolor. Más que marcas en el cuerpo, son marcas en el alma, son marcas del dolor”. Y sus palabras, también, van dejando huella.


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