Verbo y Poder

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Liderazgo en tiempos de crisis

¿Qué necesitas para liderar en medio de la adversidad?

Un líder cristiano tiene que reconocer que no es lo mismo navegar en el mar sereno que en el mar agitado. Por supuesto, las destrezas que permiten navegar bajo las condiciones fáciles no son útiles para enfrentar el fuerte oleaje en medio de una tormenta.

Afortunadamente, los discípulos de Cristo no vamos solos a la misión, porque Jesús prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo. Además, es muy cierto que percibimos la adversidad desde nuestra óptica limitada que ve las circunstancias como la realidad última, pero echa de lado el gran caudal de recursos a los que tenemos acceso. No caigamos en la cultura de la queja de los que no conocen al Señor, ni desarrollemos la “indefensión aprendida”, que no es otra cosa que creer que somos víctimas de un destino escrito en piedra y que no podemos hacer nada al respecto. Los líderes que nos antecedieron en el servicio a Dios, deben servirnos de inspiración para enfrentar lo difícil que a veces se ponen las cosas. Aquí comparto una lista de las cosas que debemos procurar y que están a nuestra disposición con tan solo actuar de forma valiente y mirando al Eterno.

Necesitas confiar en Dios como Josafat

El rey Josafat, cuyo nombre en hebreo significa “Jehová es juez”, dejó una huella significativa durante su reinado en Judá. Josafat se destacó por su búsqueda constante de sabiduría divina. Su compromiso con la adoración verdadera sentó las bases para una vida plena y decisiones acertadas.

Uno de los mayores logros de su reinado fue la reforma religiosa que llevó a cabo. Josafat envió maestros por todo el reino para enseñar la Ley del Señor a todo Judá. Esta instrucción tuvo un impacto profundo en el pueblo, for-

taleciendo su fidelidad a Dios. Josafat erradicó la idolatría y promovió el culto verdadero, estableciendo una base sólida para las generaciones futuras.

Cuando varios ejércitos se levantaron en su contra, Josafat demostró valentía y fe. Ante el miedo, su primera reacción fue buscar al Señor y proclamar un ayuno en todo Judá. Esta lección nos recuerda que, incluso en momentos de incertidumbre, debemos buscar a Dios como nuestra prioridad.

Josafat fue un líder que buscó a Dios, promovió la educación religiosa y enfrentó desafíos con valentía. Aunque no fue perfecto, su ejemplo inspirador sigue siendo relevante hoy en día.

Necesitas depender de Dios como Nehemías

Nehemías, un hombre cuyo nombre resuena en la historia bíblica, fue un líder visionario y valiente. Dios lo utilizó para llevar a cabo una tarea monumental: la reedificación de Jerusalén. A través de su historia, encontramos valiosas lecciones sobre fe, valor y dependencia en Dios. Cuando se enteró de la difícil situación en Jerusalén: las murallas estaban derribadas, las puertas quemadas y el pueblo en aflicción, su primera reacción fue orar y ayunar.

Nehemías reconoció que su misión no podía lograrse solo con habilidades humanas; necesitaba la intervención divina. Su dependencia en Dios fue evidente desde el principio. Cuando Nehemías se presenta ante el rey Artajerjes para solicitar permiso para reconstruir Jerusalén, su confianza en la providencia divina es palpable. A pesar de los riesgos, Nehemías confía en que Dios está obrando detrás de escena. Su fe en que Dios movería el corazón del rey y proveería los recursos necesarios fue fundamental para el éxito de su misión.

Aunque enfrentó oposición y desafíos constantes mientras reconstruía las murallas, nunca se rindió. En lugar

de ceder al miedo o la desesperación, siguió adelante con determinación. Su dependencia en Dios se manifestó en su perseverancia.

Nehemías no solo dirigió la obra física de reconstrucción, sino también la espiritual. Animó al pueblo a confiar en Dios y a trabajar juntos. Su liderazgo inspirador demostró que dependencia en Dios no significa pasividad; implica acción y movilización. Este gran líder dependió de Dios a través de la oración, la confianza en la providencia, la persistencia y un liderazgo centrado en Dios. Su ejemplo sigue siendo relevante hoy: cuando enfrentamos desafíos, podemos aprender de su fe y valentía.

Necesitas estar cerca de Dios como Moisés

La relación íntima entre Moisés y Dios fue un factor crucial en su capacidad para guiar al pueblo de Israel durante su éxodo de Egipto. Algunos aspectos destacados sobre cómo esa intimidad influyó en su misión son

que Moisés tuvo la rara oportunidad de hablar con Dios “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.

Estos encuentros directos con el Creador le proporcionaron sabiduría, dirección y fortaleza. La intimidad con Dios le permitió comprender la voluntad divina de manera profunda. A través de estas conversaciones, Moisés recibió instrucciones específicas sobre cómo guiar al pueblo, desde la liberación de Egipto hasta la entrega de la Ley en el monte Sinaí. En medio de desafíos y pruebas, Moisés confiaba en que Dios lo guiaría. Su fe inquebrantable le permitió tomar decisiones audaces y seguir adelante incluso cuando las circunstancias parecían imposibles. La intimidad con Dios cultivó en él una confianza profunda en la providencia divina. Sabía que no estaba solo en esta misión; Dios estaba a su lado. La presencia de Dios transformó a Moisés. Después de pasar tiempo en el monte Sinaí, su rostro resplandecía,

aunque él mismo no lo notaba. La cercanía con lo divino dejó una marca visible en su vida. La intimidad con Dios no solo afectó su liderazgo, sino también su carácter. Moisés se convirtió en un líder humilde, paciente y compasivo, capaz de soportar las quejas y desafíos del pueblo.

Moisés no solo escuchaba a Dios, sino que también obedecía sus mandamientos. Su obediencia fue fundamental para el éxito de la misión. A pesar de las dificultades, Moisés perseveró. Su relación con Dios le dio la fuerza para seguir adelante incluso cuando enfrentaba la oposición de su propio pueblo. Definitivamente, la intimidad con Dios fue el motor que impulsó a Moisés a cumplir su misión. Su fe, su comunión constante y su obediencia son lecciones valiosas para todos nosotros. Necesitas aprender a pensar como Dios

La relación entre Jesús y Dios como Padre es central en la enseñanza cristiana. Exploremos algunos aspectos relevantes. Jesús tenía una conexión íntima con Dios como su Padre. A menudo se dirigía a Él como “Abba”, una palabra aramea que denota una relación cercana y afectuosa, similar a “papá” o “papito”. Esta relación no solo era teórica; era una realidad vivida. Jesús experimentó la comunión profunda con el Padre a través de la oración y la obediencia.

Jesús entendía que su misión terrenal estaba intrínsecamente ligada a la voluntad del Padre. En Juan 5:19, dijo: “El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre”. Su vida y acciones estaban en perfecta armonía con el plan divino. Jesús no solo pensaba como el Padre, sino que también actuaba en consecuencia. Su objetivo era cumplir la voluntad del Padre, incluso en los momentos más difíciles, como en el Jardín de Getsemaní antes de su arresto.

La encarnación (el hecho de que

Dios se hiciera hombre en Jesús) es un misterio profundo. En Jesús, vemos la unión perfecta entre lo divino y lo humano. La Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) revela una relación eterna y amorosa. Jesús, como Hijo, siempre estuvo en comunión con el Padre, y esa relación influyó en todo lo que hizo.

Jesús reflejó el amor y la compasión del Padre hacia la humanidad. Sus milagros, enseñanzas y sacrificio en la cruz son manifestaciones de ese amor. Pensar como el Padre implicaba ver a las personas con los ojos del amor divino, perdonar, sanar y ofrecer esperanza.

Evidentemente, Jesús pensaba como Dios Padre porque su mente y corazón estaban sintonizados con la voluntad divina. Su relación con el Padre modela para nosotros cómo vivir en comunión con Dios y cómo cumplir nuestra propia misión en la vida. Necesitas actuar como Dios actúa

El apóstol Pablo, cuyo nombre original era Saulo de Tarso, experimentó una transformación profunda en su vida. Pasó de ser un feroz perseguidor de los cristianos a convertirse en uno de los más grandes defensores del evangelio. Su relación con Dios y su imitación de Jesucristo fueron fundamentales en su ministerio y enseñanzas. Podemos explorar algunos aspectos clave de su vida que apoyan esto.

Antes de su conversión, Saulo de Tarso era un fariseo celoso que perseguía a los cristianos. Educado bajo Gamaliel, creció en una estricta adherencia a la ley judía y se convirtió en un defensor acérrimo del judaísmo. Sin embargo, en su camino a Damasco, tuvo un encuentro sobrenatural con Jesús. Una luz resplandeciente lo rodeó, y una voz del cielo le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Jesús mismo le reveló que estaba equivocado en su persecución de los cristianos.

Tras su conversión, Pablo se convirtió en un apasionado seguidor de

Jesucristo. En 1 Corintios 11:1, escribe: “Sed imitadores de mí como yo de Cristo”. Aquí, vemos su deseo de que otros también imiten a Jesús. Pablo entendía que su vida debía reflejar la vida de Cristo. No solo predicaba sobre Jesús; vivía como Él lo hizo. También enfatizó el amor y la humildad como características centrales del cristianismo. En 1 Corintios 13, conocido como el “capítulo del amor”, describe cómo el amor debe permear todas nuestras acciones. La humildad también fue fundamental. A pesar de su profundo conocimiento y autoridad, Pablo se consideraba “el menor de los apóstoles” (1 Corintios 15:9). Imitaba la humildad de Cristo. El apóstol a los gentiles entendía que la cruz era el corazón del evangelio. En Gálatas 2:20, declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. La cruz representaba el sacrificio y la redención. Imitar a Cristo significaba estar dispuesto a sacrificar todo por el bien del evangelio y el servicio a los demás.

Pablo también exhortó a otros a imitarlo. En 1 Corintios 4:16, les dice: “Por tanto, os ruego que me imitéis”. Pero su imitación no era un fin en sí mismo; era un medio para imitar a Cristo. La “imitación de Dios” mencionada en Efesios 5:1 se relaciona con caminar en amor, teniendo a Cristo como modelo. Pablo quería que los creyentes reflejaran la naturaleza divina en sus vidas.

La imitación de Dios y de Jesucristo fue fundamental en la vida y enseñanzas del apóstol Pablo. Su transformación personal y su compromiso con seguir a Cristo influyeron profundamente en su ministerio y en la formación de las primeras iglesias cristianas.

Basilio Guzmán

Autor cristiano de libros sobre liderazgo y discipulado. Dirige la Editorial Verbo & Poder en San Juan, Puerto Rico.

5 mitos del liderazgo que te excluyen

Existen percepciones y expectativas culturales sobre el liderazgo. En todo caso, son dañinas y previenen que entendamos en qué consiste verdaderamente y cómo se manifiesta en un líder.

Estas percepciones son especialmente nocivas en el ámbito cristiano, porque privan a las comunidades de fe de tener un impacto mayor en la sociedad.

Estos supuestos que se atribuyen al liderazgo cristiano son mitos fácilmente demostrables, pero no se espera que desaparezcan en un futuro próximo.

Tener muchos seguidores.

Este mito está sesgado hacia la cantidad de seguidores y no hacia la calidad de los mismos. Esta percep-

ción del liderazgo proviene del “caudillismo”, muy un concepto distorsionado y en muchos casos prostituido. Hacerlo todo.

Las cosas que se logran llevan siempre la firma del “líder”, aunque su aportación sea mínima. Este liderazgo tiene apoyo en hacer mucho ruido y producir pocas nueces. La idea es aparentar asertividad mientras se explota a los que trabajan tras bambalinas.

Generar todas las ideas.

Esta es una expectativa falaz, pero se parece a la descripción anterior, solo que, en este caso se roban las ideas de los seguidores y se presentan públicamente como si fueran propias del “líder”. Lucir bien nunca había sido tan barato.

Tener el control.

Quizás el estilo de liderazgo más castrante. Nada se puede hacer si el “líder” no lo autoriza, usualmente a regañadientes, porque la acción la realiza otro y no existe oportunidad de llevarse el crédito. Mantenerse en la cima.

Los modernos “líderes” creen que vivirán para siempre. Muchos que aspiran al liderazgo también se creen eternos. Este tipo de liderazgo siempre termina en la anarquía cuando el líder fallece. Una señal temprana de este “estilo” es la ausencia de posibles sucesores.

Todo líder tiene la responsabilidad de dessarrollar nuevos líderes para asegurar la continuidad del desarrollo del Reino de Dios en la tierra.

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