SEA REVISTA #39

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CULTURA QUE TRANSFORMA: ARTE, CREATIVIDAD Y TERRITORIO COMO MOTOR DE CAMBIO

EXPRESIÓN COLECTIVA PARA CONSTRUIR NUEVAS MIRADAS.

Crónica de una ciudad que se preparó para recibir al mundo y reclamar un futuro posible para el Planeta. | pg. 8 MEMORIAS DE BELÉN

“GRAN HOTEL EL GLOBO”: PATRIMONIO RECUPERADO Y MOTOR DE RENOVACIÓN URBANA

Un edificio histórico que renace como polo de innovación en la Ciudad Vieja de Montevideo. | pg. 22

RAYAS, RÍO Y RESONANCIAS

Un cruce entre conocimiento, memoria y comunidad para mirar de nuevo al gigante que fluye entre Fray Bentos y Paysandú. | pg. 40

verdeurbano.uy

@verdeurbanoconservacion

Estas vacaciones no pares de aprender Divertite en familia y descubrí juntos

Diciembre de 2025

ablar del rol de la cultura en términos de sustentabilidad es pensar en mi propio proceso evolutivo.

Yo me inicié en todo este mundo a través de las normas, desde una especialidad llamada Derecho Ambiental, plenamente convencida de que era a través del mundo jurídico por donde venía el cambio hacia una manera de ser en equilibrio con los demás integrantes de la Naturaleza (incluyéndonos como especie). Para darme cuenta con el tiempo que lo jurídico ambiental es un instrumento poderoso, pero que lo que realmente se requiere es el “clic cultural”, el apropiarse culturalmente “del tema”, hacerlo propio, sentirlo en el Alma … y para ello, también, con el tiempo me di cuenta, que todas las aristas que conforman la cultura son útiles, pero el arte tiene un poder supremo.

Tal vez el quid de la cuestión sea fusionar la educación con la sensibilización, porque con el aprendizaje solo no se cambia la manera de ser, pero a través de la sensibilización uno se transforma en su esencia… mente y corazón se requieren para generar cambios sostenibles en el tiempo.

No es casual, pero a la vez sí ha sido una total coincidencia (sincronicidades de Jung diríamos), que escribo esta editorial en miras de estrenar una película que he producido, un proyecto que soñé durante casi diez años. Llevar a la pantalla una realidad sobre un territorio que me inspira cada día para conservarlo, las “CUATRO LAGUNAS” costeras de Uruguay (#cuatrolagunasdocumental), porque realmente creo que el arte con su poder puede cambiar el Mundo. Porque el arte conecta, sensibiliza, mueve emociones… y genera cambios culturales, que son los que nos permiten sentirnos parte de un territorio o de una realidad, una manera de hacer las cosas, una forma de vida, un sentir común…. Y yo busco ese cambio cultural en cada SEA que sale al Mundo, y en cada proyecto que impulso desde mi accionar como Madre, Mujer, Emprendedora, Directora de una revista, Abogada, o miembro de una ONG.

Muy Felices Fiestas a cada lector… ¡¡¡a cada agente de cambio cultural!!!

Columnistas

LUIS, KATIA Y KEN SEI FONG

Arte, arquitectura y sostenibilidad, construyendo puentes culturales.

MARIANELA GONZÁLEZ

Consultora en desarrollo de negocios, business coach.

ANABELA ALDAZ

Abogada. Especialista en ambiente y en empoderamiento económico de las mujeres.

LUIS CASTELLI

Abogado especialista en Derecho Ambiental. Director de la Fundación Naturaleza para el Futuro.

ANDRÉS CIKATO

Licenciado en Relaciones Internacionales. Co Fundador y presidente de El Palomar.

URIEL SOKOLOWICZ

Cineasta Documentalista, buzo científico y explorador del Mar.

MATÍAS KELLY

Emprendedor social. Director de Asociación Civil Sumatoria para una Nueva Economía.

FIONA KAREN WILTON

Optimista. Madre. Coordinadora de Tierras y Aguas Sagradas, The Gaia Foundation.

ELOISA PONCE DE LEÓN

Abogada. Coordinadora del movimiento Fashion Revolution Uruguay.

RENÉ CALPANCHAY

Co-fundador de Pueblos Originales, referente indígena

EQUIPO

DIRECCIÓN EJECUTIVA

María Victoria Pereira Flores victoria@sea.com.uy

EDICIÓN

María Sofía Muratore editor@sea.com.uy

WEB

Guido Iacobacci www.xinapse.com.ar

DISEÑO

Pilar de Uribelarrea behance.net/ piludeuribe

COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Equipo de Comunicación de la Fundación Anesvad, Alejandro Denes, Ignacio Sommer, Manuel Sánchez Moll, Giancarlo Gusmaroli, Murilo Tartaglia, Cecilia Mendez, Inés Palacio, Matias Ameglio

ESTAMOS EN sustentabilidadenacciones.com contacto@sea.com.uy sustentabilidadenacciones seauruguay

Grupo: SEA - Sustentabilidad en Acciones

IMPRESIÓN

Gráfica Mosca. Depósito legal: N° 376.361

DISTRIBUCIÓN

DAC - Agencia Central

Integramos el Registro Nacional de Proyectos de Fomento Artístico Cultural

sumario

ACTUALIDAD

La Amazonia nos respira: una Bienal para despertar conciencias · 6 Memorias de Belém · 8

Contratos de humedal: una herramienta clave para la gestión sostenible de los ecosistemas acuáticos · 10

Donde el mundo no mira: la lucha de Fundación Anesvad por el derecho a la salud · 12

Movilidad Eléctrica: Uruguay, entre el liderazgo regional y el espejo de la coherencia · 16

Bioinsumos: hacia una agricultura de procesos y suelos vivos · 18

ENTREVISTA

Entrevista a Juan Pablo Villani · 20

PROYECTOS CON IMPACTO

“Gran Hotel El Globo”: patrimonio recuperado y motor de renovación urbana · 22

HORIZONTES DE PAZ

Desde la Puna Atacama: sentir y regenerar la paz global · 24

NOTA DE TAPA

Cultura que transforma: arte, creatividad y territorio como motor de cambio · 26

INCLUSIÓN

Sí, se debe · 32

EXPRESIÓN Y SENTIDO

Detritus: un tributo a la destrucción · 34

CONSUMO RESPONSABLE

Diseñar para incluir: nace la Guía de Diseño Inclusivo · 36

MIRADAS DE EQUIDAD

Innovación climática: mujeres liderando soluciones sostenibles · 38

TIERRAS SAGRADAS

Rayas, río y resonancias · 40

CINE

Documental Cuatro Lagunas · 42

INVERSIÓN DE IMPACTO

Inversión de impacto en tiempos inciertos: lecciones desde Malmö (Suecia) · 44

EMPRENDEDORES

De la red a la mesa: el liderazgo de Elisa Martínez en la pesca sostenible · 46

ORGANIZACIONES

Chaka: cuando una historia personal se convierte en una transformación colectiva · 48

LA AMAZONIA NOS RESPIRA: UNA BIENAL PARA DESPERTAR CONCIENCIAS

LAS URGENCIAS DEL MEDIO AMBIENTE EN UNA MUESTRA DE ARTE.

Finalizada en 2025, la 6a Bienal de Montevideo —realizada del 23 de octubre al 30 de noviembre en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo— llevó por título Amazonas Ancestral. Como co-curador, comparto aquí una reflexión sobre el concepto curatorial y la participación de artistas locales y extranjeros.

La Bienal de Montevideo es un espacio que cada dos años convoca a artistas nacionales e internacionales para dialogar, a través de las artes visuales, sobre los temas que Transforman nuestra sociedad.

En esta edición decidimos centrar la mirada en la Amazonia, un territorio imprescindible para el equilibrio planetario y, al mismo tiempo, un espacio simbólico cultural que atraviesa toda América Latina. Cuando recibí la invitación a integrar el equipo curatorial, lo tomé como un reto que excedía lo artístico. Las dimensiones geográficas del Amazonas son inspiradoras por sí solas, además de contar con una biodiversidad aún más impresionante. Recordé entonces una frase de José Mujica que me ha acompañado durante el proceso: “América debería

llamarse Amazonia por el impacto que esta regióntiene sobre el continente”.

Este impacto no es únicamente ambiental. Aunque es fundamental el papel de los ríos atmosféricos que llegan al sur y evitan que nuestro territorio se convierta en un desierto —lo que algunos científicos llaman “la paradoja de la suerte”—, la Amazonía representa mucho más. Es un territorio simbólico y enigmático que conecta y, al mismo tiempo, separa al continente; un espacio que trasciende las fronteras modernas y es hogar de pueblos indígenas cuya presencia enriquece nuestra diversidad cultural.

El hecho de que esta edición se realizara en paralelo con la COP30 (la Conferencia de las partes de las Naciones Unidas por el Cambio Climático No30, celebrada en Belém do Pará, Brasil) le dio un impulso urgente. La crisis climática es madre de múltiples crisis globales y así lo expresan algunos de los artistas extranjeros invitados, en su mayoría pertenecientes a la región amazónica y que transmiten en su arte la belleza, el drama, el cielo y el infierno.

Los artistas uruguayos, por su parte, se sumaron al desafío desde diversos enfoques. Algunos trabajaron desde lo ancestral; otros, desde la experiencia personal —porque han caminado por la floresta—, desde el

imaginario simbólico o desde la acción política y la poética. En todos los casos, la Amazonia actuó como catalizador de preguntas que nos involucran, incluso desde la distancia. Porque lo que ocurre allí no es ajeno a lo que ocurre aquí. Cuando desaparece un árbol en la cuenca amazónica, el aire cambia también sobre el Río de la Plata.

Una Bienal debe invitar a pensar, a cuestionar, a maravillarse y a sentir incomodidad. Esa es su fuerza. Hoy, frente a la urgencia planetaria, el arte es más necesario que nunca: es el lenguaje que puede recordarnos que la Amazonia no es un lugar lejano, sino una extensión de nuestra propia casa.

Memorias de Belém

Por Murilo Tartaglia — de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)

CRÓNICA DE UNA CIUDAD QUE SE PREPARÓ PARA RECIBIR AL MUNDO Y RECLAMAR UN FUTURO POSIBLE PARA EL PLANETA.

Desde la ventana del avión, un serpenteo de ríos inmensos.

Al tocar el suelo, el frío sintético del aeropuerto se disolvía en el aliento cálido, húmedo y palpitante: el primer abrazo de Belém. Comenzaba allí el primero de muchos días que marcarían mi vida —y la de aquel pueblo, de aquella ciudad que viviría su momento de protagonista en el escenario global.

Calles recién pintadas, paredes recién levantadas; la alegría en la mirada de un pueblo ansioso por recibir al mundo.

El hotel sencillo y renovado; la ducha fría, tibia en verdad.

La ansiedad por probar el primer tacacá, la primera maniçoba, el primer açaí recién hecho, acompañado de un filete de filhote.

El antiguo aeropuerto, que ahora se transformaría en escenario de la Conferencia de las Partes (COP) número 30 —la COP de la Amazonía.

Jefes de Estado, líderes y emisarios de todo el mundo reunidos para dar inicio a los debates sobre la urgencia climática.

Millones y miles de millones anunciados; otros tantos aún esperados.

Monarcas acartonados adormeciendo la boca con jambu, indígenas cuyos cuerpos pintados valían más que cualquier corbata.

Blue Zone y Green Zone: de un lado, la diplomacia —formal, tensa, necesaria— en el territorio internacional de

las Naciones Unidas; del otro, el encuentro: un espacio más ligero donde lo internacional se encontraba con lo local —lo brasileño, lo paraense, lo amazónico.

Ideas innovadoras, proyectos sostenibles, sueños audaces, políticas reales.

Afuera, los ríos parecían haberse dado vuelta, convertidos en aguaceros intensos que luego cedían al sol abrasador.

Marchas y protestas, voces que exigían futuro.

Adentro, el aire “semiacondicionado” y lonas interminables que protegían del calor y de la lluvia.

En los encuentros —conversación con el conductor de la aplicación, el camarero, el vendedor ambulante, el voluntario— la emoción era nítida: aquel evento sería un hito en su memoria y en la vida de la ciudad.

También estaban los escépticos, los negacionistas, los incrédulos.

Y hubo fuego —pronto controlado— ardiendo como una metáfora involuntaria de todo lo que se intentaba apagar. En la pausa, barco entre islas, zambullida en el río cálido, algún caldo con tucupi y cachaça de jambu.

En todas partes resonaba una frase: “Can I help you?”

Sí… pero caramba, soy brasileño.

Al final, el aeropuerto abarrotado —nunca se había despedido de tanta gente junta— y la saudade ya latiendo en el pecho.

CONTRATOS DE HUMEDAL: UNA HERRAMIENTA CLAVE PARA LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE LOS ECOSISTEMAS ACUÁTICOS

Por Giancarlo Gusmaroli, Consultor de MedWet para el proyecto WeGoCoop

UN ENFOQUE PARTICIPATIVO QUE INTEGRA LA CIENCIA, EL TERRITORIO Y LA COMUNIDAD PARA PROTEGER LOS HUMEDALES.

Los humedales —que la Convención de Ramsar define como ríos, lagos, lagunas, ecosistemas terrestes conectados a los acuíferos., zonas marino-costeras y otros ecosistemas acuáticos junto con sus entornos asociados— son sistemas ambientales de gran complejidad. Funcionan como verdaderos refugios de biodiversidad, donde el agua, el suelo, la flora y la fauna sostienen procesos ecológicos esenciales. Gracias a esta riqueza, proveen servicios ecosistémicos fundamentales, en los que se incluye: regular la cantidad y calidad del agua, almacenar carbono y generar oportunidades culturales, educativas y recreativas. Las comunidades humanas se benefician directamente de todo ello, aunque a menudo ejercen presiones que deterioran estos ecosistemas, reduciendo su capacidad de generar bienestar y valor a largo plazo. En este contexto, la acción de los distintos sectores involucrados —agricultura, pesca, desarrollo urbano, turismo, navegación, industria, entre otros— resulta decisiva. Sin su participación activa y corresponsable, no es posible una gestión sostenible. Para responder a este reto surgen los contratos de humedal: acuerdos voluntarios de gobernanza participativa que reúnen a actores públicos y privados para integrar conocimientos científicos con saberes locales, construir

una visión compartida del futuro, compatibilizar intereses y establecer medidas centradas en la salud del ecosistema. Estos acuerdos se materializan en planes de acción que fijan compromisos concretos, plazos, responsabilidades y recursos.

Los contratos de humedal nacieron en Francia a comienzos de los años ochenta, se extendieron a Bélgica en los noventa y llegaron a Marruecos e Italia durante la primera década de los 2000. En los últimos quince años se han consolidado en numerosos países mediterráneos gracias a iniciativas de cooperación territorial cofinanciadas por la Unión Europea, superando ya los 250 contratos en la región.

En este marco, el proyecto WeGoCoop, financiado por Interreg Euro-MED, ha impulsado la Comunidad de Práctica de los Contratos de Humedal en el Mediterráneo: una red abierta al intercambio de experiencias, al fortalecimiento de capacidades y a la difusión de este modelo de gobernanza innovador. La comunidad está disponible para todas las entidades, organizaciones y personas que trabajan por la gestión sostenible de los humedales y el desarrollo de contratos de humedal.

Conocé el proyecto WeGoCoop en: wegocoop.interreg-euro-med.eu

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Donde el mundo no mira: la lucha de Fundación Anesvad por el derecho a la salud

Por Equipo de Comunicación de la Fundación Anesvad

EN LAS ZONAS MÁS OLVIDADAS DE ÁFRICA OCCIDENTAL, LA ORGANIZACIÓN ACTÚA CONTRA ENFERMEDADES QUE NACEN DEL OLVIDO Y SE AGRAVAN CON LA DEGRADACIÓN AMBIENTAL.

Fundación Anesvad trabaja en lugares donde la salud parece un privilegio inalcanzable. En aldeas rurales de África Occidental, especialmente en Ghana, Costa de Marfil, Benín y Togo, el acceso a agua potable y a centros de salud está marcado por largos desplazamientos y limitaciones estructurales. Allí, en comunidades mineras empobrecidas o en

poblaciones rodeadas de selva cerca del golfo de Guinea, el olvido se vuelve cotidiano y la enfermedad se instala como una condena. Son regiones donde millones de personas siguen padeciendo Enfermedades Tropicales Desatendidas, dolencias que causan dolor, discapacidad y estigma, sin atención mediática ni recursos suficientes.

Mientras Anesvad apoya a los sistemas públicos de salud, impulsa investigación liderada por científicas africanas y acompaña a las comunidades en la prevención, surge una pregunta que se observa al ver un río contaminado o un pozo que se seca: ¿Cómo impactan las condiciones ambientales deterioradas —como la falta de agua limpia o la contaminación del aire— en la salud de las comunidades más vulnerables? Cuando lo que se bebe enferma, el cuerpo se vuelve frágil. Enfermedades cutáneas como la úlcera de Buruli han aumentado allí donde el suelo y el agua están degradados, afectando con más dureza a quienes menos han contribuido a la crisis climática. La emergencia climática agrava todavía más esta situación. Las lluvias ya no son estables, el calor es cada vez más extremo, los mosquitos ocupan nuevos territorios. Entonces, otra pregunta se vuelve urgente: ¿Qué enfermedades se están agravando o expandiendo debido al cambio climático y cómo podemos fortalecer la respuesta humanitaria en salud frente a estos nuevos escenarios? En distritos como Aowin, en el oeste de Ghana, la minería ilegal ha contaminado ríos y manantiales. Escuelas sin agua ni

saneamiento básico se convierten en lugares donde las infecciones se expanden con rapidez. Por eso, Anesvad combina medicamentos con la construcción de pozos, lavabos y formación en higiene para que prevenir no sea un privilegio.

Las soluciones, sin embargo, no pueden recaer en un solo actor. Todo indica la necesidad de una última reflexión: ¿Qué papel pueden jugar las organizaciones públicas y privadas en la promoción de entornos saludables como parte de una estrategia integral de atención en salud? Defender la salud implica actuar sobre los factores sociales y ambientales que la determinan. Requiere alianzas que sumen el liderazgo de los sistemas públicos, la apuesta de la filantropía y la innovación de la inversión social para llegar donde el mercado no llega.

Anesvad insiste en que proteger la salud es proteger el entorno que hace posible la vida. Y que ninguna persona debería quedar olvidada cuando se trata de tener agua limpia, curarse una herida o simplemente vivir sin miedo.

Conocé el trabajo de la Fundación Anesvad en: www.anesvad.org

Movilidad Eléctrica: Uruguay, entre el liderazgo regional y el espejo de la coherencia

EL CRECIMIENTO DE LOS VEHÍCULOS ELÉCTRICOS YA ES EVIDENTE, PERO LA CLAVE ESTÁ EN QUE LOS BENEFICIOS AMBIENTALES LLEGUEN A QUIENES MÁS LO NECESITAN.

Uruguay se ha consolidado como un referente regional en su transición automotriz. Según informes de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), se sitúa sólo detrás de Costa Rica, a la vanguardia latinoamericana con 17,4 vehículos eléctricos por cada 10.000 habitantes (dato consolidado 2024). Este avance no es solo tecnológico, sino un acto de coherencia sistémica que liga la salud del ecosistema (reducción de polución y ruido) con la soberanía energética limpia. El éxito se refleja en la diversidad de la oferta, gracias a la entrada masiva de marcas asiáticas que hoy dominan el mercado. En 2025, sin embargo, el camino exige un paso más allá de la audacia de los incentivos, hacia la regulación técnica y una mirada más profunda sobre dónde debe residir el beneficio ambiental.

El Estado mantiene firmes los estímulos económicos, con exoneración de Arancel Externo (0%) e IMESI (0%, según Decreto N° 390/021), además de la reducción de Patente. Con todo, la pregunta es si estos incentivos maximizan el impacto. Un estudio del CINVE de 2024 mostró un desequilibrio clave: la resignación fiscal es 35 veces más eficiente en la reducción de emisiones cuando se aplica al transporte colectivo, taxis y flotas de uso intensivo (26 kg CO2 evitado por dólar), en claro contraste con los sedanes individuales de alta gama (0,74 kg CO2). El Ejecutivo dio un paso hacia la corrección al restringir el tope CIF elegible en la COMAP de USD 40.000 a USD 30.000, priorizando vehículos más modestos, alineados a la eficiencia colectiva.

La regulación de 2025 marca la madurez del sector, enfocándose en la seguridad y la transparencia. Se instauró el etiquetado obligatorio, exigiendo que los vehículos M1 y N1 cuenten con la etiqueta de eficiencia energética (UNIT 1130:2020), brindando información esencial al consumidor. Además, se hizo hincapié en la seguridad de carga: la nueva Resolución del MIEM (septiembre 2025) limita la potencia máxima de carga doméstica a 2,3 kW para vehículos ligeros, protegiendo la infraestructura eléctrica y alineando la tecnología con el Reglamento de Baja Tensión de UTE.

Para que la transición sea completa, la electromovilidad nos confronta con dos grandes pendientes regulatorias. En primer lugar, la economía circular. La normativa (Ley 19.829 y la pendiente modificación al Decreto 373/003) debe dar un marco definitivo a la responsabilidad extendida del importador y la "segunda vida" de las baterías de litio. Seguir el ejemplo de la Regulación Europea 2023/1542 es el camino hacia la regeneración de recursos. Por otro lado, ¿qué sucederá con el futuro fósil? Mientras la Unión Europea planea prohibir la venta de autos a combustión en 2035, Uruguay debe empezar a delinear una política para gestionar su flota antigua. Este no es un problema de prohibición, sino de gestión ambiental progresiva (normas de emisión o planes de descarte) para que la transición no sea neutralizada por el mantenimiento de autos viejos y contaminantes. El desafío de 2026 será asegurar que la coherencia ambiental guíe cada paso normativo.

Bioinsumos: hacia una agricultura de procesos y suelos vivos

Por Ignacio Sommer

INNOVACIÓN Y NATURALEZA

SE COMBINAN PARA IMPULSAR UNA PRODUCCIÓN

MÁS REGENERATIVA Y CLIMÁTICAMENTE RESILIENTE.

El nuevo paradigma productivo invita a transitar desde una agricultura de insumos hacia una agricultura de procesos, donde la biología del suelo ocupa un rol central. En este enfoque, los bioinsumos —productos biológicos como inoculantes, biofungicidas, biofertilizantes, bioestimulantes o enmiendas orgánicas— no se usan como una receta más, sino como parte de una estrategia para activar los procesos naturales del ecosistema suelo-planta.

Cuando se aplican de forma integral, los bioinsumos estimulan la vida microbiana, mejoran la estructura del suelo, aumentan la retención de agua y facilitan la disponibilidad de nutrientes. El resultado son plantas

con raíces más desarrolladas, mayor eficiencia fisiológica y una mayor resiliencia ante el estrés climático.

Pero su verdadero potencial surge cuando se integran a un sistema de manejo coherente: rotaciones de cultivos, abonos verdes, mínima labranza y aporte de materia orgánica. Así, el suelo deja de ser un soporte físico y vuelve a funcionar como un organismo vivo, capaz de sostener la productividad en el tiempo. Para productores, técnicos e investigadores, el desafío está en diseñar agroecosistemas desde esta mirada integral y de procesos. No se trata de reemplazar un insumo por otro, sino de comprender los procesos que sostienen la fertilidad y la salud del suelo. Iniciativas como el Diálogo Agropecuario Uruguayo-Alemán (DAUA) impulsan precisamente esta mirada: cooperar, investigar y aplicar conocimiento para fortalecer la biología del suelo y avanzar hacia una agricultura más eficiente, regenerativa y climáticamente resiliente.

Conocé el trabajo de DAUA en: dialogoagro.uy

Más de 135 años de trayectoria atención personalizada y tecnología de punta para imprimir proyectos con resultados superiores

JUAN PABLO VILLANI: “LA VULNERABILIDAD DEBE IMPULSARNOS A CRECER, NO A ESCONDERNOS”

EN TIEMPOS DE HIPERCONEXIÓN

Y SOLEDADES INVISIBLES, SU MISIÓN ES SIMPLE Y URGENTE:

ESTAR PRESENTE CUANDO LA VIDA DUELE.

Juan Pablo Villani eligió escuchar donde casi nadie lo hace: en la angustia que se vive detrás de una pantalla. Es el impulsor de "Aquí Estoy", una plataforma de contención emocional que brinda apoyo humano e inmediato por WhatsApp a personas que atraviesan ansiedad, crisis o una soledad que se vuelve insoportable en la noche. Su misión es directa: si el sufrimiento aparece primero en lo digital, la ayuda también debe llegar allí. Su vocación empezó temprano. Desde joven

sintió la necesidad de acompañar a quienes la pasaban mal. Pero fue una crisis personal la que lo impulsó a redirigir toda su vida hacia el impacto social. “Llegó un momento en que me pregunté para qué quería vivir. Decidí que mi tiempo y mi talento tenían que estar al servicio de transformar problemáticas reales”, explica.

Su compromiso nace también de la memoria: en la adolescencia atravesó un dolor profundo, marcado por la sensación de no valer, de no ser suficiente. Haber salido gracias a un entorno que lo sostuvo lo hizo mirar hacia quienes no tienen esa red: “Me pregunté cómo será para quien atraviesa lo mismo sin nadie que lo acompañe”. Así descubrió que muchas personas hoy sufren en las calles solitarias de las redes sociales. Allí decidió estar, antes del quiebre.

Villani identifica una vulnerabilidad social que crece: pasamos horas frente a pantallas, pero desconectados de miradas reales. Eso, dice, debilita la empatía. Al mismo tiempo, una cultura que evitó el dolor dejó a muchos sin herramientas para enfrentarlo. “Eliminar la incomodidad no nos hace más fuertes, nos vuelve frágiles. Cuando llega el dolor de verdad, no sabemos qué hacer con él”. Lo más preocupante, señala, es que se evitan las conversaciones difíciles; se reemplaza el diálogo por likes, filtros y mensajes rápidos. “Así, lo que duele queda escondido, pero igual quema”.

Sin embargo, su mirada hacia el futuro es constructiva. Para él, la salida está en conversaciones reales, incluso cuando generen tensión. Cree que la vulnerabilidad no debe glorificarse ni negarse: debe transformarse. Llama a eso “Cresiliencia”: convertir la incomodidad en una fuerza para crecer, para unirnos, para tomar decisiones más honestas con la vida.

Lo que propone Villani es un acto de humanidad: estar cuando alguien necesita sostén, escuchar sin juzgar, acompañar sin imponer. Sostener el dolor no lo agranda: lo vuelve compartido, respirable. Y ese simple gesto —un “aquí estoy” en el momento justo— puede cambiar una historia. Su trabajo, en definitiva, nos recuerda que pedir ayuda no es fracasar: es confiar en que merecemos ser acompañados.

“Gran Hotel El Globo”: patrimonio recuperado y motor de renovación urbana

Por Cecilia Mendez | Fotos del hotel remodelado: Nicolás Di Trapani // Fotos de archivos: suministradas por el estudio

UN EDIFICIO HISTÓRICO QUE

RENACE COMO POLO DE INNOVACIÓN, COMBINANDO MEMORIA ARQUITECTÓNICA, DISEÑO CONTEMPORÁNEO Y ENERGÍA CREATIVA PARA LA CIUDAD VIEJA DE MONTEVIDEO.

El histórico “Gran Hotel El Globo”, inaugurado hacia 1890 y protegido con Grado 2 patrimonial, fue durante décadas un ícono de la Ciudad Vieja de Montevideo. Sin embargo, el paso del tiempo lo llevó a un abandono extremo: fachadas tapiadas, filtraciones, alteraciones en sus proporciones y espacios desvirtuados hicieron que su presencia se

volviera apenas un eco de lo que había sido. Allí donde muchos veían ruina, un empresario argentino descubrió potencial. Habitual visitante de Montevideo y amante de la arquitectura, imaginó en aquel edificio apagado un nuevo centro de negocios y cultura: restaurante a nivel de calle, espacios de coworking, hotel boutique y un rooftop con vistas únicas al puerto y la bahía. Con esa visión, encomendó el proyecto al estudio Berthet-Méndez-Taranto junto a las arquitectas Correa y Egaña, dando inicio a un proceso de recuperación ejemplar.

La propuesta arquitectónica se centró en preservar la tipología original organizada en torno a patios con claraboya, elementos que hoy ordenan los nuevos usos y devuelven luminosidad y aire a la estructura. Se mantuvieron alturas de más de cinco metros, revalorizando la amplitud espacial, y se eliminaron tabiques no estructurales para restaurar la fluidez interna y las visuales hacia el mar. El edificio también recuperó su dignidad urbana: la fachada fue reconstruida con un cuidado artesanal que devolvió sus ornamentos históricos, y la mansarda —su coronamiento característico— fue reinterpretada para recuperar las proporciones originales con un lenguaje contemporáneo. La restauración de pisos, bovedillas y herrerías, junto con la

reutilización de materiales existentes, integró criterios de sostenibilidad y economía circular. En la azotea, un volumen liviano de metal y vidrio alberga una cafetería y sala de eventos que se abren a una terraza panorámica.

Pero “El Globo” guarda además un valor cultural: inspiró a Jorge Luis Borges en su cuento Avelino Arredondo, donde imaginó allí al autor del atentado contra el presidente Idiarte Borda. A lo largo del siglo XX fue también refugio de inmigrantes, pensión y escenario cinematográfico. Su historia es parte viva del imaginario montevideano. El renacer de este edificio fue reconocido internacionalmente con la máxima distinción de los International Property Awards. Su reapertura impulsó inversiones en el entorno, acompañó la peatonalización de la calle Colón y funciona hoy como motor de revitalización urbana.

“El Globo” demuestra que la arquitectura puede reconciliar pasado y futuro, honrar la memoria mientras proyecta nuevos usos, revitalizar una ciudad sin renunciar a sus raíces. Así, en el corazón del barrio más antiguo de Montevideo, este edificio vuelve a ser puerta de entrada, faro cultural y testimonio de que cuando hay visión y cuidado, el patrimonio no solo se conserva: resurge con más fuerza.

DESDE LA PUNA ATACAMA: SENTIR Y REGENERAR LA PAZ GLOBAL

Por René Calpanchay, Pueblo Atacama, Puna de los Salares, Argentina

UNA INVITACIÓN A VOLVER A SENTIR LA VIDA CON LA ALEGRÍA DE QUIENES CAMINAN EN ARMONÍA CON LA TIERRA.

Nacimos hace casi 14.000 años en un lugar que la ciencia denomina “inhóspito”: la Puna de los Salares, a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, donde el aire es escaso y la vida parece imposible. Sin embargo, aquí, en el corazón de los Andes, nosotros, el Pueblo Atacama, no solo hemos sobrevivido: hemos aprendido la más gozosa de las magias: ser felices. Nuestra persistencia no es una hazaña de la razón pura, sino el triunfo de una energía complementaria que nace en el centro de cada ser: el Amor a la Tierra. Esta Tierra es la Pachamama, el lugar donde habitan los seres materiales y los espíritus, y donde encontramos la única forma coherente de vivir, convivir, producir y darle sentido a la vida en armonía.

El secreto simple de la vida

Nuestros primeros abuelos, guiados no por mapas sino por la intuición que nos conecta con el "Todo", observaron a las llamas. Siguiéndolas, descubrieron el agua dulce en territorio salado y hallaron la roca volcánica, la toba, para construir nuestros turis (viviendas sin esquinas, para que no tropiece el alma, en kunza).

En cada paso no hubo confrontación, sino cooperación y complementariedad con la naturaleza. Los abuelos no buscaron dominar el desierto: buscaron entenderlo y ser parte de él.

Durante milenios, este saber andino nos ha sostenido como una de las últimas culturas de la paz. Hoy, en un mundo asfixiado por la

violencia, la mentira, la flojera, el robo y la corrupción —un mundo donde la convivencia armónica parece una utopía— compartir esta sabiduría no es una opción: es una obligación ancestral.

¿Solo la razón? La gran pregunta

En nuestra columna anterior, les hablamos de la paz como una melodía que se siente, se piensa y se hace, y de la urgencia de recuperar los valores CO para la co-creación y la coherencia. Pero ¿cómo lograr esa regeneración del buen vivir que anhelamos para todas las culturas humanas?

El paradigma dominante nos dice: “Pienso y luego existo”. Nos exige que sea solo la razón —la cabeza— la que decida qué hacer y qué no hacer. Pero miren alrededor: la razón desvinculada del corazón ha multiplicado la confrontación y el daño a la Pachamama, de la que somos parte. Nosotros preguntamos: ¿y el sentir? ¿y el instinto? ¿y la intuición? ¿No son acaso estos aspectos la brújula profunda, esencial para tomar decisiones nuevas e innovadoras que cuiden nuestras culturas y a la naturaleza?

La verdadera regeneración de un nuevo ser nace en la co-creación de un camino donde la razón de la cabeza se abraza con la

sabiduría del corazón. Si la razón nos da la herramienta, el sentir nos da la dirección: el Amor a la vida.

El testimonio del amor

Durante 14.000 años, esta ha sido nuestra forma de convivir: el hacer diario guiado por el sentido común y el amor incondicional a nuestro territorio. Sin fanatismos, sino con la simple alegría de sabernos parte del “Todo”. Seguimos vivos y lo seguiremos haciendo: felices y amando a esta Puna que nos ha dado todo. No venimos a ofrecer una nueva ideología intelectual. Venimos a convidarles el testimonio vivo de que la paz con uno mismo —esa fuerza que te permite vivir en armonía con los seres materiales y espirituales— es la única llave para sobrevivir, convivir, producir y consumir de manera sostenible y alegre. Desde la quietud vibrante de la Puna, los esperamos. No para debatir, sino para conversar sobre estas cosas simples, profundas e importantes para todos. El camino de la paz y el buen vivir no es patrimonio exclusivo de los pueblos indígenas, sino el destino inevitable y feliz de toda la humanidad. Solo necesitamos volver a sentir la vida para regenerarla. Ckausama kunza (la vida es nuestra).

cultura que transforma: arte, creatividad y territorio como motor de cambio

EXPRESIÓN COLECTIVA PARA CONSTRUIR NUEVAS MIRADAS.

La cultura como cimiento del desarrollo La cultura sostiene la vida colectiva. No es un accesorio ni un privilegio: es el tejido simbólico que permite que una sociedad se reconozca, se organice y proyecte su futuro. El geógrafo Yi-Fu Tuan, autor de Space and Place publicado en 1977, señaló que un espacio se convierte en lugar cuando está cargado de significado y experiencias compartidas. Cuando ese lazo se debilita, aparece lo que el geógrafo Edward Relph definió como “pérdida de lugar” en su obra de 1976: territorios sin identidad, donde la vida se vuelve puro tránsito. En América Latina, la cultura también es motor económico: genera empleo, activa sectores creativos y revitaliza barrios. Pero su valor más profundo se manifiesta en la vida ciudadana. Una comunidad sin cultura es una comunidad sin conversación colectiva, sin capacidad de construir horizontes comunes. Josefina Piacenza, Coordinadora de Prensa y Comunicación en Pinta —una plataforma internacional que promueve el arte contemporáneo iberoamericano a través de ferias y programas culturales en distintas ciudades de la región— sostiene que la cultura es una conversación viva, un entramado de verdades compartidas donde una comunidad se reconoce y se proyecta. “La circulación de arte y saberes habilita nuevas miradas y consolida redes que fortalecen las escenas locales y regionales”, explica.

Sensibilizar para transformar lo que duele

Las transformaciones profundas no comienzan en la razón, sino en la sensibilidad. El arte conmueve, sorprende, incomoda y abre preguntas. Al hacerlo, habilita la reflexión y el cambio. “La sensibilidad es el primer paso hacia cualquier transformación real”, afirma Piacenza. Una obra puede transformar un dato en urgencia, una imagen en conciencia, una experiencia individual en responsabilidad colectiva.

Ana Saint Jean, Responsable de Desarrollo en Malba —Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, una de las instituciones culturales más importantes de la región— explica

que la cultura opera en múltiples dimensiones a la vez: “La cultura activa la percepción, las emociones, la memoria y el cuerpo”. Una experiencia artística puede dejar una pregunta abierta que continúe trabajando en nosotros mucho después del recorrido por una sala o una intervención urbana.

Para María Sánchez, asesora en Diseño Estratégico para empresas y organismos gubernamentales, y quien dirigió la carrera Diseño en la Universidad Austral, describe: “Sensibilizar significa volver a sentir en común: reconectar con lo que nos importa”. Esa construcción compartida de sentido es una de las bases más potentes para la participación social.

Infancias y juventudes: habitar la cultura para reconocer el territorio

La relación entre cultura y territorio comienza desde la infancia. Los niños y jóvenes necesitan sentir que forman parte de los espacios que habitan, que pueden intervenirlos, imaginar algo en ellos y dejar una marca propia. Saint Jean señala que si no hay participación real, no hay apropiación”. La cultura debe dejar de ser observada a distancia para convertirse en un espacio de co-construcción. Un mural pintado de

Ana Saint Jean

Responsable de Desarrollo en Malba, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

manera colectiva, una muestra escolar, un taller en un centro comunitario o una propuesta artística en la plaza pueden generar vínculos duraderos con el entorno. Esos momentos aportan pertenencia y fortalecen la noción de comunidad.

Sánchez sostiene que lo cultural se vuelve transformador cuando es vivido, no explicado. La experiencia directa permite el arraigo, habilita la expresión y consolida la identidad colectiva. Las comunidades que abren estos caminos a sus infancias y juventudes están construyendo condiciones para una participación más sólida en el futuro.

Creatividad: un motor para imaginar nuevas formas de vida

La creatividad es una capacidad social indispensable. En un mundo que enfrenta desafíos urgentes —crisis climática, desigualdad, degradación ambiental, tensiones sociales— es necesario imaginar respuestas nuevas, capaces de articular diversos saberes y sensibilidades. Y ese proceso creativo solo puede surgir en entornos que habilitan la experimentación.

“La creatividad no se decreta: se habilita”, afirma Sánchez. Los espacios culturales y educativos tienen un rol central en generar condiciones para ello: accesibilidad, diversidad de lenguajes, oportunidades para explorar y equivocarse, diálogo entre disciplinas y apertura hacia lo comunitario.

El pensamiento regenerativo, impulsado por el diseñador y educador Daniel Christian

María Sánchez

Asesora en Diseño Estratégico para empresas y organismos gubernamentales

Wahl, quien en 2016 publicó Designing Regenerative Cultures, una de las obras de referencia en la materia, propone un modelo de desarrollo que no se limita a sostener lo existente, sino que busca reconstruir los vínculos entre comunidad, territorio y ecosistemas.

La creatividad, entendida como herramienta colectiva, permite imaginar formas de vida que respondan a esa necesidad.

El arte y la cultura ofrecen un terreno fecundo para ensayar ideas, incorporar otras miradas y dar forma a soluciones que, de otro modo, no podrían surgir.

Arte, identidad y vocación de lugar

El arte tiene un rol decisivo en la construcción de identidad. Permite que una comunidad se mire a sí misma, reconozca aquello que la constituye y pueda reinterpretarlo en el presente. “El arte da forma a las experiencias colectivas y construye memoria”, afirma Saint Jean. La memoria cultural sostiene la

continuidad, la pertenencia y la proyección de una sociedad hacia el futuro.

Sánchez sostiene que cuando una comunidad produce arte, produce identidad. Crear es un acto de afirmación: permite expresar quiénes somos y cómo nos vinculamos con el territorio. Esa identidad compartida alimenta la vocación de lugar, entendida como el deseo de habitar un espacio con responsabilidad, cuidado y sentido colectivo. Cuando el arte se vuelve parte de la vida cotidiana, participa en la organización social. No solo refleja la realidad: la ordena, la problematiza y la transforma. Un barrio donde la creatividad circula es un barrio donde las voces tienen espacio para aparecer y donde la comunidad puede pensarse de manera más amplia. El arte habilita la conversación democrática sobre el territorio y permite que más personas participen de la construcción simbólica y afectiva de lo común.

La cultura como motor de futuro

La cultura no es un capítulo que se agrega cuando todas las demás prioridades están resueltas. Es una herramienta central para comprender los desafíos, organizarnos frente a ellos e imaginar soluciones colectivas. Cuando la sensibilidad se activa, cuando la identidad se fortalece y cuando la creatividad encuentra lugar, la comunidad gana capacidad para afrontar los problemas que la atraviesan. El arte y la cultura generan cohesión social, impulsan economías creativas, enriquecen la educación y sostienen la memoria

Josefina Piacenza

Coordinadora de Prensa y Comunicación en Pinta

colectiva. Invertir en cultura es apostar por una sociedad capaz de dialogar, de cuidar lo propio y de proyectar un porvenir compartido. Es crear condiciones para que las personas puedan involucrarse en la transformación de su entorno.

La cultura ofrece un horizonte posible: permite comprender quiénes somos, debatir quiénes queremos ser y avanzar hacia un bien común sostenido en el tiempo. Allí donde se fortalecen los espacios culturales, se fortalece también la capacidad de una comunidad de construir su propio futuro de manera participativa y consciente.

Sí, se debe

Por Andrés Cikato

CAMBIAR EL MENSAJE PARA LLAMAR A LA ACCIÓN.

En discapacidad y educación inclusiva, las palabras importan. Durante años, la frase “Sí, se puede” funcionó como emblema: un mensaje positivo, optimista y aparentemente alentador. Pero esa misma frase esconde una trampa. Desplaza la responsabilidad hacia quienes menos deben llevarla. Les exige demostrar capacidad, esfuerzo y mérito. Les pide a ellos y a ellas lo que, en realidad, se debe exigir al sistema. Porque las personas con discapacidad pueden. Lo demuestran cada día en aulas donde participan, preguntan, aprenden y aportan cuando las condiciones lo permiten. Lo demuestran cada vez que una familia encuentra un espacio donde su hijo o hija es tratado como estudiante y no como excepción. Lo demuestran en centros educativos comunes que abren sus puertas, se forman y se adaptan para garantizar lo que es un derecho. La inclusión educativa no fracasa por falta de capacidad en los estudiantes. Fracasa

cuando falta accesibilidad, formación docente, apoyos adecuados, liderazgo institucional y decisiones políticas sostenidas. Fracasa cuando se confunde voluntad con obligación. Cuando se cree que incluir es un gesto voluntario y no un deber legal, ético y social.

Por eso, el debate debe cambiar de eje. No alcanza con afirmar que “se puede”. El punto es que se debe. Se debe asegurar la presencia, participación y aprendizaje de todos y todas los estudiantes. Se deben construir escuelas accesibles. Se deben ajustar prácticas pedagógicas y criterios de evaluación. Se deben remover barreras culturales que aún naturalizan la exclusión.

La inclusión no es un ideal aspiracional ni un proyecto “bonito”. Es una responsabilidad colectiva. Es uno de los estándares que un país se fija para medir su justicia, su madurez democrática y la calidad moral de las personas que lo conforman.

Detritus: un tributo a la destrucción

Por Katia Sei Fong, Ken Sei Fong, Luis Sei Fong

UNA MIRADA TERRITORIAL, ECOLÓGICA Y CRÍTICA SOBRE LOS RESTOS DEL COMERCIO GLOBAL.

Detritus nace del cementerio de buques en la Bahía de Montevideo, donde infraestructuras navales abandonadas emergen como vestigios de la globalización y del flujo económico que transporta más del 90 % de los bienes de consumo mundial. Cada TEU — Twenty-foot Equivalent Unit— es materia territorial extraída, convertida en mercancía y luego en desecho. Anualmente circulan 792.658.667 TEU en el mundo, equivalentes a 263.310 km³ desplazados: 1,49 veces la superficie terrestre del Uruguay, por un kilómetro de altura. Si este ritmo continúa, en 565 años se habrá movido el equivalente total de los continentes ¿Puede sostenerse este modelo sin enfrentar su costo ecológico?

Los buques varados —mausoleos metálicos

y “monumentos efímeros al olvido”— contienen combustibles, químicos y plásticos que evidencian que el comercio global también produce residuos invisibles que, tarde o temprano, regresan al océano. La devastación puede ser un inicio si la destrucción se legisla y se proyecta con la misma importancia que la construcción. “El futuro es lo obsoleto al revés”, escribió Vladimir Nabokov.

Detritus propone convertir este pasivo ambiental en motor territorial mediante un Parque Temático sobre la autodestrucción humana: una anti-Exposición Universal que expone lo negativo para transformarlo en herramienta y posibilidad. La degradación controlada de los cascos navales genera detritos y sedimentos que forman nuevas islas,

actuando como infraestructuras ecológicas capaces de filtrar aguas, capturar residuos y habilitar futuros usos urbanos en un escenario anfibio. Destruir es producir: la ruina se vuelve sustrato para biodiversidad y urbanidad.

Los barcos, infraestructuras flotantes de guerra y comercio, son fósiles de nuestra autodestrucción ¿Cuántos naufragios y cuánta energía material reposan bajo el mar convertidos en amenaza química? Detritus trabaja sobre esa latencia, reactivando estos territorios hundidos no como reliquias museísticas, sino como herramientas ambientales y urbanas.

Aunque el 95 % del peso de un buque es reciclable, el abandono lo convierte en un fósil del antropoceno. Detritus plantea asumirlo

como materia prima —residuo o desperdicio— entendiendo que los detritos pueden consolidarse en territorio. La bahía se vuelve laboratorio donde el paisaje se estratifica y acumula suelo. Uruguay, país acuático, enfrenta geografías de inundación permanente: territorios frágiles a proteger o a potenciar para alcanzar una urbanidad anfibia. Detritus —proyecto con el que me gradué de arquitecto y urbanista en 2020— es manifiesto y futuro posible: una reflexión sobre el metabolismo urbano, la relación ciudad-mar y la creación de territorio a partir del residuo. Una arquitectura que no borra la destrucción, sino que la expone para reorientarla, pasando del colapso al renacer material del paisaje. Porque muere aquello que no puede transformarse.

El greenwashing de la equidad: ¿qué tan responsables son realmente las empresas?

CUANDO EL DISCURSO SUENA TRANSFORMADOR, PERO LA REALIDAD INTERNA SIGUE REPRODUCIENDO LAS MISMAS DESIGUALDADES.

En los últimos años, muchas empresas han incorporado discursos sobre sostenibilidad e igualdad de género con gran velocidad. Publican reportes de responsabilidad social, adoptan campañas con mujeres diversas en sus anuncios y se suman a iniciativas globales de impacto. Sin embargo, bajo esa superficie de compromiso, persisten prácticas que contradicen esos mensajes: cadenas de valor con impactos ambientales severos, brechas salariales de género sin abordar y modelos de negocio que continúan reproduciendo desigualdades estructurales. A esta tendencia se la conoce como greenwashing de la equidad: cuando las empresas utilizan el lenguaje de la igualdad o la sostenibilidad para mejorar su reputación sin transformar realmente su forma de operar. Es un fenómeno tan extendido como difícil de detectar, porque se presenta disfrazado de buenas intenciones y acciones aisladas que no modifican las estructuras de poder ni las condiciones laborales de las mujeres. Un ejemplo frecuente son las empresas que promueven campañas sobre liderazgo femenino mientras mantienen prácticas internas que reproducen el techo de cristal: baja presencia de mujeres en comités ejecutivos, falta de políticas de corresponsabilidad, ausencia de protocolos ante el acoso laboral y salarial. O compañías que impulsan mensajes ambientales responsables mientras externalizan sus costos ecológicos en territorios vulnerables y comunidades encabezadas mayoritariamente por mujeres. El desafío, entonces, es identificar cuáles acciones representan cambios reales y cuáles son únicamente estrategias de marketing. Tres señales permiten detectar compromisos auténticos:

1. Transparencia verificable: empresas que miden y publican sus brechas salariales, su huella ambiental y su composición por género en todos los niveles jerárquicos.

2. Transformación estructural: implica modificar políticas de contratación, ascenso, licencias, compras y gobernanza corporativa.

3. Coherencia entre discurso y cadena de valor: una empresa es sostenible si toda su cadena cumple estándares sociales y ambientales.

En Uruguay, herramientas como el Modelo de Calidad con Equidad de Género, la adhesión a los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (Women’s Empowerment Principles, WEPs) de ONU Mujeres, la debida diligencia en derechos humanos y las certificaciones ambientales ofrecen marcos concretos para evitar el greenwashing y promover prácticas responsables. Estas iniciativas permiten pasar del discurso a la acción. En un contexto global donde la ciudadanía, los inversores y los trabajadores demandan coherencia, el greenwashing se convierte en un riesgo estratégico. Las empresas que realmente quieran liderar deberán asumir que la igualdad y la sostenibilidad solo existen cuando se integran en el corazón del modelo de negocio.

La equidad no se comunica: se practica. Y es allí donde veremos quiénes están verdaderamente comprometidos con transformar el futuro.

DISEÑAR PARA INCLUIR: NACE LA GUÍA DE DISEÑO INCLUSIVO

Por Eloisa Ponce de León

UNA HERRAMIENTA GRATUITA QUE FACILITA LA CREACIÓN DE PRENDAS ADAPTADAS PARA NIÑAS Y NIÑOS CON DISCAPACIDAD MOTRIZ.

A cargo de Elaine Pizzorno y Nicolás Mijares GUÍA DE DISEÑO

A cargo de Elaine Pizzorno y Nicolás Mijares GUÍA DE DISEÑO

A cargo de Elaine Pizzorno y Nicolás Mijares GUÍA DE DISEÑO

Este año, en Fashion Revolution Uruguay lanzamos la campaña “Moda y accesibilidad”, con el propósito de abrir conversaciones y generar acciones concretas que promuevan la inclusión en la industria de la vestimenta, identificando y derribando las barreras que enfrentan las personas con discapacidad al vestir.

En ese camino, surge un hito muy importante: la Guía de Diseño Inclusivo, un material educativo y gratuito que reúne modelos de prendas adaptadas y sus moldes base, pensados para facilitar la independencia de niñas y niños con discapacidad motora al momento de vestirse. Su intención es convertirse en un recurso práctico e inspirador para docentes, estudiantes, diseñadores y todas aquellas personas interesadas en repensar el diseño desde una perspectiva más humana y accesible.

La guía fue desarrollada por Elaine Pizzorno y Nicolás Mijares, como evolución del proyecto “Sonríe”, que nació como trabajo final de la carrera Maestro Técnico en Diseño e Indumentaria. La investigación que llevó a su desarrollo incluyó contacto con la Fundación Teletón, seguimiento de casos reales, intercambio con terapeutas ocupacionales, profesionales de la salud y familias. Esa observación directa permitió detectar dificultades concretas y transformarlas

en soluciones de diseño: tiros traseros más altos para estar sentados con comodidad, broches o velcro que faciliten el uso del baño, aperturas que evitan forzar articulaciones, bolsillos accesibles en silla de ruedas, entre otras mejoras que buscan potenciar la autonomía y el bienestar.

Lo fundamental es que la estética también importa: cada prenda mantiene una apariencia similar a la ropa convencional, evitando estigmatizar o hacer sentir a los niños que visten algo “diferente”. La ropa debe ser cómoda, funcional y emocionalmente positiva: es la prenda la que debe adaptarse al cuerpo, y no al revés.

La realización de la Guía de Diseño Inclusivo fue posible gracias a que el proyecto fue seleccionado en la categoría Derechos Humanos de la convocatoria Microfondos de la Embajada de Francia en Uruguay y al apoyo de la Fundación Sustentabilidad en Acciones. Este trabajo es una muestra de la fuerza de las alianzas y del valor de combinar saberes: diseño, salud, educación y el rol activo de las familias. Desde Fashion Revolution Uruguay celebramos este aporte que se suma a la lucha por una moda más justa, accesible y representativa de todas las personas.

Encuentra la Guía en el Instagram de: @fash_revuruguay y @sonrie.vi.

Rayas, río y resonancias

Por Fiona Wilton | Fotos: Julia Rouaux, Dra. en Ciencias Naturales, Ilustradora Científica y Naturalista.

UN CRUCE ENTRE CONOCIMIENTO, MEMORIA Y COMUNIDAD PARA MIRAR DE NUEVO AL GIGANTE QUE FLUYE ENTRE FRAY BENTOS Y PAYSANDÚ.

El río Uruguay parece un gigante silencioso, pero bajo su superficie guarda historias que aún no terminamos de escuchar. Entre esas historias están las de las rayas de agua dulce del género Potamotrygon (P. brachyura, P. motoro y P. schuhmacheri): especies

cautelosas, antiguas y vulnerables, que durante siglos acompañaron la vida ribereña y sobre las cuales todavía queda mucho por descubrir.

Entre Fray Bentos y Paysandú, el tramo medio del río Uruguay es un área donde las rayas se agregan estacionalmente, quedando más expuestas a amenazas humanas, a la pérdida de hábitat y a la contaminación.

Estas dos ciudades del litoral se convirtieron en escenario de un encuentro poco común. Científicos, artistas, estudiantes y comunidades se reunieron para pensar —y sentir— a las rayas de agua dulce, parte de un entramado cultural, ecológico y comunitario que hoy necesita cuidado.

Las Jornadas de Arte y Ciencia, tituladas "Rayas, río y resonancias" proponen algo urgente: volver a mirar el río con atención, con conocimiento, pero también con sensibilidad; recuperar el vínculo con un grupo de peces que forma parte esencial de la identidad del río.

Los científicos Dr. Luis Lucifora (INALI–CONICET, Argentina) e Iván González Bergonzoni (CENUR Litoral Norte – UdelaR) acercaron al público datos que no suelen aparecer en los titulares: la fragmentación del conocimiento sobre estas especies y la falta de una estrategia de conservación integral.

El Grupo Cultural Aníbal Sampayo llevó al público hacia otra forma de entender el río: desde el sentir, desde la memoria cultural, desde la canción que narra lo que los datos no alcanzan.

Estudiantes, docentes, artistas y comunicadores se sumergieron en luz, sombra, texturas, anatomía y observación profunda en talleres de ilustración científica a cargo de la Dra. Julia Rouaux, que lleva más de 15 años ilustrando —con rigor y belleza— especies amenazadas.

Lo que dejó esta serie de encuentros fue un estado compartido entre quienes se acercaron por curiosidad, compromiso o amor al río. "Rayas, río y resonancias" nos recuerda que conservar no es solo estudiar: es narrar, es escuchar, es crear imágenes, es cantar, es tejer alianzas. Es decir, en voz alta que todavía estamos a tiempo. Todavía podemos elegir un río vivo.

“La canción del río es la canción de las canciones, cantada en espirales y estrellas y rugidos y otras notas más allá del oído”, Robert Macfarlane, Is a River Alive. "Rayas, río y resonancias" fue impulsada por el CENUR Litoral Norte, con el apoyo de la Actividad Académica de la Comisión Coordinadora del Interior (CCI) y la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Agradecimientos a Victoria Lagaxio (Unidad de Comunicación, CENUR Litoral Norte) por sostener y acompañar el proceso.

Cuatro Lagunas

Director: Matias Ameglio

Duración: 65 minutos

Año: 2025

Países de origen: Uruguay

Palabras del Director

“Cuatro Lagunas es una película que nace desde el asombro. Desde el comienzo supe que no quería contar esta historia desde la información, sino desde la emoción. Mi objetivo como director fue construir una experiencia sensorial y poética que invitara al espectador a sumergirse no solo en las aguas de estas lagunas costeras uruguayas, sino también en su gente, sus modos de vida y sus ritmos. El viaje de Nicolás Pauls, nuestro protagonista, no responde a una estructura clásica: avanza a dedo, sin un plan rígido, abierto al azar y a los encuentros. Esa lógica despojada define el tono de toda la película.

Cuatro Lagunas es una road movie íntima, donde los personajes aparecen y se desvanecen como postales vivas, y donde el paisaje no es un telón de fondo, sino un personaje más.

Con Cuatro Lagunas no buscamos certezas, sino preguntas. No buscamos respuestas, sino resonancias. La película, como las lagunas que retrata, se mueve, cambia y respira. Y si algo logra dejar en quien la vea, ojalá sea una pequeña transformación”.

Inversión de impacto en tiempos inciertos: lecciones desde Malmö (Suecia)

Por Matías Kelly | Fotos: Christoffer Wannholm / Wannholm Media.

ENTRE SEÑALES DE RETROCESO

GLOBAL Y UNA CONVICCIÓN

RENOVADA, LA IMPACT

WEEK MOSTRÓ QUE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

NECESITA CAPITAL QUE SE ANIME A SOSTENER EL PROPÓSITO.

Llegué a Malmö con la expectativa vibrante de quien cruza un umbral: no solo una ciudad nueva, sino un punto de encuentro de ideas, capital y propósito. En el marco de la Impact Week 2025, convocada por Impact Europe, descubrí —entre conversaciones,

presentaciones e impresiones— que existe un mensaje claro y urgente: “No es el momento para dar marcha atrás”. Esa frase, con la fuerza de un llamado colectivo, resumió la atmósfera que atravesó el evento.

Malmö, con su historia de reinvención urbana —de puerto industrial a núcleo creativo y sostenible— se convierte en un símbolo de lo que este tipo de inversiones busca: transformar desde lo estructural, pensar en barrios, comunidades, economía real.

En ese contexto, la iniciativa de SALLY at EY Doberman me impactó particularmente: un proyecto perturbador, duro, pero absolutamente necesario; una invitación a mirar el

futuro con honestidad, reconocer riesgos y —sobre todo— actuar con urgencia. Pero la realidad global pinta un panorama complejo. En 2025, los fondos ESG (Environmental, Social and Governance) tradicionales sufrieron una ola de salidas: de acuerdo con datos recientes, los fondos sostenibles registraron unos USD 8,6 mil millones en desinversiones netas en el primer trimestre y, por primera vez, Europa —hasta ahora baluarte del financiamiento sostenible— experimentó un flujo neto negativo cercano a USD 1,2 mil millones. Además, muchos gestores decidieron “re-etiquetar” fondos, retirando la palabra ESG de sus nombres o reclasificando productos, en un fenómeno que algunos llaman greenhushing.

Este cambio no cayó del cielo: los vientos políticos, sobre todo en Estados Unidos, representan un factor clave. El giro de la nueva administración hacia posiciones climáticamente escépticas reforzó la desconfianza en la inversión “verde” como prioridad —y ese efecto se extendió a escala global. Comparar con 2020 es inevitable: aquel fue considerado un año récord para inversiones green y ESG, en plena emergencia climática y social. Desde entonces, la exuberancia inicial se fue moderando: desajustes macroeconómicos, críticas al greenwashing, incertidumbre geopolítica y tasas de interés en aumento llevaron a muchos inversores a revaluar sus carteras.

Y, sin embargo —ahí reside la esperanza— la inversión de impacto auténtica sigue creciendo. Según Impact Europe, para fines de 2024 los activos bajo gestión en inversión de impacto en Europa alcanzaron los EUR 190.000 millones: más del doble que en 2022. Este mercado —privado, muchas veces de capital directo o indirecto en activos no cotizados— representa una alternativa más comprometida con resultados sociales y ambientales concretos, más allá del marketing. La emergencia del “capital catalítico”, la medición rigurosa del impacto, la colaboración público-privada, el capital paciente: todo eso se debatió en salas, pasillos y cafés de Malmö. Y ahí es donde veo una ventana enorme para América Latina. Si Europa vive una

reconversión —o al menos un replanteo—, en nuestra región los desafíos estructurales, las brechas sociales y ambientales, las necesidades de infraestructura sostenible y el potencial de crecimiento hacen del territorio latinoamericano un suelo fértil. Fondos de impacto, venture capital social, energía limpia, vivienda accesible, salud, inclusión financiera, educación: inversiones capaces de generar no solo retornos, sino transformaciones reales.

Creo —y esa fue mi sensación al volver de Malmö— que las finanzas sostenibles y la inversión de impacto están en un punto de no retorno. Más allá de nombres, modas o etiquetas, quienes creen en un propósito real están redoblando esfuerzos. Los vientos pueden ser adversos: salidas de fondos, renombramientos, presiones políticas. Pero si algo quedó claro en Impact Week es que cada actor cuenta. Que los modelos catalíticos funcionan. Que, en un mundo convulsionado, quienes apuestan por el bien colectivo tienen una responsabilidad: sostener, invertir, transformar.

Volví de Malmö consciente de que estamos en una encrucijada —tal vez un momento incómodo, pero decisivo—. Y con la certeza de que, para quienes decidimos abrazar causa, propósito y finanzas responsables, no hay vuelta atrás.

De la red a la mesa: el liderazgo de Elisa Martínez en la pesca sostenible

Por Marianela González -@historiasdeosadiaFotos: Silvia Mus (fotos cedidas con fines de conservación para el certamen MARE).

LA SOSTENIBILIDAD COMIENZA CON TUS DECISIONES DE CONSUMO.

Cuando se habla de emprender, muchas veces se piensa en abrir una empresa o crear un producto. Pero hay otro tipo de emprendimiento igual de valioso: el de quien decide apostar por su vocación, formarse y construir un camino profesional para crear impacto como autónomo. Es el caso de Elisa Martínez, hoy coordinadora de la Alianza Calant Xarxes, red que reúne a cinco organizaciones medioambientales sin fines de lucro —Fundación Marilles, Mallorca Preservation, Menorca Preservation, Ibiza Preservation y Conservation Collective—, comprometidas con impulsar una pesca sostenible y un consumo responsable de productos del mar en las Islas Baleares.

Elisa llegó a la Alianza como consultora externa, con el desafío de acompañar la transición hacia un enfoque común en torno a la sostenibilidad pesquera en todo el archipiélago. Porque en escenarios donde conviven ciencia, políticas públicas, tradición pesquera y urgencias ambientales, es necesario contar con personas que logren unir las piezas y trazar una hoja de ruta compartida. Su trabajo parte de una convicción: “La pesca sostenible solo es posible si se camina junto a los pescadores”. De hecho, fueron ellos quienes propusieron fortalecer las marcas colectivas para diferenciar y valorizar sus

productos, visibilizando el esfuerzo detrás de una actividad que combina tradición, conocimiento y resiliencia. Una de las herramientas más potentes desarrolladas por la Alianza es la Guía de Consumo Sostenible de Pescado y Marisco de las Islas Baleares, gratuita y disponible para su descarga en varios idiomas. Diseñada para consumidores, pescaderías y restaurantes, tiene un mensaje claro: “La sostenibilidad pesquera comienza en tu plato”. La guía invita a elegir productos locales, trazables y de temporada; respetar las tallas mínimas; diversificar el consumo hacia especies menos conocidas para descomprimir la presión sobre especies vulnerables como la merluza y el mero; y también incluye datos de riesgo y beneficio para la salud, así como información sobre artes y temporada de pesca. Además, toda la metodología se puede replicar en otros países.

El trabajo de Elisa junto a la Alianza muestra que hay una gran oportunidad para impulsar la colaboración público-privada, donde todos los actores de la cadena de valor se involucren para que el mar siga siendo fuente de vida, sustento y futuro.

Conocé más sobre el proyecto en: www.calantxarxes.org

Chaka: cuando una historia personal se convierte en una transformación colectiva

Por Inés Palacios

UN MODELO DE ACOMPAÑAMIENTO QUE IMPULSA

LA AUTONOMÍA ECONÓMICA DE MUJERES DE CONTEXTOS VULNERABLES, FORTALECIENDO SUS EMPRENDIMIENTOS Y ABRIENDO NUEVOS MERCADOS.

Chaka nace de algo íntimo: de una pregunta que le hice a mi mamá cuando tenía 12 años. Quería saber por qué no trabajaba como las mamás de mis amigas. Ella me decía que no tenía decisión sobre los gastos de la casa, y yo sentía que había algo vergonzoso en eso. Recién de adulta entendí que lo que vivíamos tenía nombre: violencia económica de género. Y que esa realidad se repite en miles de hogares donde las mujeres quedan al cuidado de la casa sin reconocimiento ni autonomía para decidir sobre su propia vida. Ahí estuvo la semilla de Chaka: cambiar esa desigualdad desde la independencia económica. Comencé a buscar quién acompañaba a emprendedoras de contextos vulnerables. Había esfuerzos, sí, pero faltaba un modelo que ayudara a ordenar costos, poner en valor su trabajo, fijar precios justos y llegar a nuevos mercados. Así empezamos: probando en territorio. Nuestra primera experiencia fue con

una bodega indígena gerenciada por mujeres, apoyándolas en profesionalizar su marca y sus finanzas. Luego trabajamos con una cocina comunitaria en Tucumán, donde un producto navideño multiplicó por diez el valor de lo que vendían. De ese grupo surgió Eli, una emprendedora, quien dos años después tenía su propia casa de comidas, empleando a otras tres personas. Ahí confirmamos algo fundamental: cuando una mujer crece, toda su comunidad se transforma.

También acompañamos a Rocío, tejedora de los Valles Calchaquíes, acercándola a compradores que valoraron su trabajo. Así pudo vender gran parte de su producción anual en espacios antes inalcanzables. Esas historias marcaron nuestro rumbo: identificar talento emprendedor, acompañar y abrir puertas. Hoy Chaka sigue creciendo con foco en tejedoras. Más de doscientas mujeres se postularon y trabajamos de forma personalizada con treinta: mejoraron ventas digitales, registraron sus finanzas y enviaron piezas a Argentina, Estados Unidos, Países Bajos y Australia. Cada envío es una victoria colectiva.

Mi sueño es simple y enorme: que más mujeres de contextos vulnerables lideren sus propios negocios y puedan decidir sobre su futuro. El cambio económico importa, pero el cambio cultural transforma vidas. Ahí es donde trabajamos. Ahí late Chaka.

Los pueblos indígenas no contactados son los más vulnerables del planeta.

Sabemos muy poco de ellos. Pero sí sabemos que hay más de 150 en todo el mundo.

Y sabemos que poblaciones enteras están siendo exterminadas por la violencia genocida que ejercen los foráneos que les arrebatan sus tierras y sus recursos, y por enfermedades como la gripe y el sarampión contra las cuales no tienen inmunidad.

Necesitamos tu apoyo para ayudarnos a combatir una de las crisis humanitarias más urgentes y trágicas de nuestro tiempo. www.survival.es

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SEA REVISTA #39 by Revista SEA - Issuu