SEA REVISTA #36

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LA ANTÁRTIDA NO ESTÁ EN VENTA

CLIMA, PODER Y SILENCIO. EL EQUILIBRIO DEPENDE DE DECISIONES VALIENTES, Y ACCIÓN GLOBAL.

ENTREVISTA A JOSEP SANTACREU

El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona reflexiona sobre su trayectoria y el liderazgo con propósito. | pg. 8

LOS NUEVOS LÍDERES DE PAZ

En tiempos de crisis global, construir paz requiere nuevas formas de conciencia y liderazgo. | pg. 14

NO HAY PLANETA B...

NI PERSONAS DE SEGUNDA

La sostenibilidad no puede ser solo ambiental ni económica: debe ser también humana. | pg. 44

Más de 135 años de trayectoria atención personalizada y tecnología de punta para imprimir proyectos con resultados superiores

Columnistas

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DISTRIBUCIÓN

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sumario

ACTUALIDAD

Un seguro para el yaguareté, un paso fundamental para la convivencia con la naturaleza· 6

Josep Santacreu: “Estar en una posición de poder implica la obligación de actuar” · 8

Pancho Galeazzi: “7 meses en África” y un propósito que cobra fuerzas · 10 Los nuevos líderes de paz· 14

Fibras: cuando el compromiso colectivo teje futuro · 16

Uruguay en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2025: el país del agua · 18

El medio ambiente en el corazón de la sostenibilidad · 20

EXPLORAR CONCIENCIA

Artesanos del Mar - Parte 3: Recolectores Costeros · 22

INVERSIÓN DE IMPACTO

Las raíces invisibles del cambio: cómo las finanzas de impacto y sus actores están regenerando el Gran Chaco Americano · 24

NOTA DE TAPA

La Antártida no está en venta · 26

EMPRENDEDORES

La historia detrás de una casa de madera · 32

MIRADAS DE EQUIDAD

El derecho al cuidado en tiempos de crisis climática · 34

TIERRAS SAGRADAS

“Sin suelo no tenemos nada”: resiliencia comunitaria en No Diggity Gardens · 36

CONSUMO RESPONSABLE

Vestir con conciencia: la industria textil uruguaya frente a sus desafíos · 38

CINE

Ocean · 40

ORGANIZACIONES

Animales Sin Hogar: dos décadas dando voz y refugio a quienes no la tienen · 42

INCLUSIÓN

“No Hay Planeta B... Ni Personas de Segunda” · 44

MODA SOSTENIBLE

Tejer con sentido desde las sierras de Rocha · 46

ÁREAS PROTEGIDAS

Despedida · 48

Un seguro para el yaguareté, un paso fundamental para la convivencia con la naturaleza

UNA HERRAMIENTA PIONERA

QUE UNE CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD Y JUSTICIA AMBIENTAL.

El yaguareté es mucho más que un símbolo de la biodiversidad argentina. Es una especie clave, un indicador del estado de salud de nuestros ecosistemas y una parte importante del entramado natural del que también dependemos los seres humanos. Por eso, la reciente implementación del primer seguro de protección del yaguareté en Andresito, Misiones, es una innovación fundamental en materia de políticas públicas ambientales. Este esfuerzo no es menor si se considera que la región de América Latina y el Caribe alberga el 60% de la biodiversidad terrestre del planeta, lo que convierte cada acción local en una contribución de escala global (World Economic Forum, 2023). Esta iniciativa fue presentada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Argentina junto con el Gobierno de Misiones, aseguradoras y ONGs especializadas en biodiversidad, y es única en el mundo. No lo es únicamente por su carácter pionero, sino por lo que representa: un cambio de paradigma en la relación entre las comunidades humanas y la fauna silvestre. Se trata de un mecanismo que reconoce la posibilidad de conflictos –en este caso, la pérdida de ganado por parte de productores rurales– y propone soluciones colaborativas, reparadoras y sostenibles. El seguro busca cubrir las pérdidas económicas que puedan sufrir los pequeños productores cuando un yaguareté, en su búsqueda natural de alimento, ataque a los animales de servicio y cría, incluyendo tanto ganado como mascotas. Al mismo tiempo, promueve prácticas preventivas y fomenta la participación activa de las comunidades locales en la conservación de esta especie en peligro de

extinción. La convivencia, y no la exclusión o la eliminación, es el objetivo. Y eso es, también, un ejercicio de justicia ambiental. Este nuevo enfoque de protección al yaguareté se alinea con los principios del Acuerdo de Escazú, que promueve el acceso a la información, la participación pública y la justicia en asuntos ambientales. Escazú es una herramienta fundamental para fortalecer la democracia ambiental en América Latina y el Caribe, y este seguro es un ejemplo concreto de cómo esos principios pueden convertirse en acciones tangibles, con impacto real en los territorios.

La implementación de este seguro nos invita a imaginar un modelo de desarrollo que valore y respete los ecosistemas como aliados esenciales. Un futuro sostenible se construye integrando la conservación de la biodiversidad con las actividades humanas. El crecimiento económico puede y debe ir de la mano del equilibrio ecológico, y el bienestar de las personas está profundamente vinculado al bienestar del ambiente. En este sentido, proteger al yaguareté es también una forma de fortalecer el vínculo armónico con la naturaleza. Este proyecto fue desarrollado gracias al trabajo conjunto entre las iniciativas globales de Finanzas para la Biodiversidad (BIOFIN) y el Insurance and Risk Finance Facility (IRFF) del PNUD, que buscan escalar este tipo de soluciones innovadoras que integran la conservación con el desarrollo. Como cada paso innovador, este seguro es solo el comienzo. Pero es un comienzo fundamental. Porque si algo nos enseñan las comunidades que conviven desde hace generaciones con la fauna silvestre, es que conservar no es frenar el desarrollo, sino orientarlo. Hacerlo más justo, más equitativo y más humano.

La naturaleza no es una adversaria a vencer, sino una aliada para un futuro mejor.

Josep Santacreu: “Estar en una posición de poder implica la obligación de actuar”

MÉDICO DE FORMACIÓN, EMPRESARIO POR VOCACIÓN Y ACTIVISTA

SOCIOAMBIENTAL POR COMPROMISO, EL PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE BARCELONA REFLEXIONA SOBRE SU TRAYECTORIA Y EL LIDERAZGO CON PROPÓSITO.

Josep Santacreu es un empresario con un fuerte compromiso social y ambiental. Aunque ha ocupado diversos cargos de alta relevancia, se presenta con humildad: “Seguro debería hacer más de lo que hago, pero ahí estoy, intentando apoyar iniciativas y sensibilizar”. Su interés en lo social comenzó en la juventud, colaborando con distintos proyectos solidarios. Durante sus estudios de medicina se enfocó en iniciativas sanitarias vinculadas al desarrollo en África. Luego, su trayectoria lo llevó a impulsar la integración laboral de personas con discapacidad, el abordaje de la pobreza y el acompañamiento a colectivos vulnerables. “Tuve la fortuna de compaginar mi rol ejecutivo en una aseguradora de salud con el desarrollo de iniciativas sociales”, cuenta. En 2000, preocupado por la crisis climática, comenzó a actuar también en el plano ambiental. Como CEO del Grupo DKV, logró que la empresa fuera neutra en emisiones de CO2 desde 2007.

A partir de su vínculo con Felix Finkbeiner, fundó la rama española de Plant for the Planet, y hoy integra su directorio global.

Sobre si se siente solo en el mundo empresarial, Santacreu responde: “Decidí aprovechar mi posición para ser ejemplo, desde una mirada humilde, para mostrar que es posible”. Suele combinar su labor directiva con misiones humanitarias y el impulso de corredores de ayuda.

Cree que todos tienen una oportunidad —y obligación moral— de actuar desde su lugar. “A veces no se hace más por comodidad o

miedo al qué dirán”, dice. Por eso promueve programas de RSE especialmente en PYMES, que muchas veces no cuentan con tantos recursos como las grandes empresas. Una de sus iniciativas es Alumnos Solidarios, de la asociación de exalumnos de su escuela de negocios. Con voluntariado, han apoyado a múltiples proyectos sociales. “Ya hemos movilizado a centenares de personas”, afirma con entusiasmo.

“Hay que ver, en cada sitio en el que estás, qué puedes hacer para generar un impacto positivo”, resume.

Desde hace un año y medio, preside la Cámara de Comercio de Barcelona. Allí ha impulsado una estrategia alineada con el propósito de la institución. Aunque no ha introducido aún cambios radicales en lo ambiental y social, destaca la primera convocatoria formal al tercer sector, algo inédito en la entidad.

Con su experiencia, sostiene que los proyectos sociales y ambientales “no son un adorno”, sino una fuente de motivación, confianza y compromiso. “No se trata solo de hacer programas porque son buenos para la sociedad —que lo son—, sino porque también benefician a la propia organización”.

Una mirada crítica del presente

Sobre la situación política y social actual, expresa preocupación: “Me entristece ver cómo logros que creíamos consolidados se ponen en duda”. Se refiere a temas como la

igualdad de género, la diversidad o la crisis climática. “Algunas personas logran revertir consensos que parecían sólidos”, advierte. También denuncia las consecuencias globales de políticas regresivas: “Los aranceles de EE.UU. a exportaciones africanas y la reducción de la ayuda al desarrollo han sido una catástrofe. Basta mirar el avance del sida o la tuberculosis”.

Aunque reconoce el contexto difícil, mantiene cierto optimismo. “Europa vive con incertidumbre, pero confío en que aún tenemos humanidad. Hay que recuperar el foco”, dice. Y ese foco, remarca, debe estar en la crisis climática.

Critica cómo las guerras desvían la atención de este tema crucial: “Se vuelve a quemar carbón, y se pospone la transición. No entendemos que los recursos son finitos y que las externalidades del consumo fósil son letales”. “No creo que el cambio climático acabe con

la especie humana, pero sí con el estilo de vida que nos hemos imaginado y seguimos sosteniendo”, reflexiona.

¿Qué te genera esperanza?

“Soy optimista en muchos temas. Tenemos capacidad para erradicar el hambre, garantizar educación y acceso a energía y agua. El problema es la gobernanza global y el tiempo limitado para actuar ante la crisis climática”. En su próximo libro, explora tres ejes interconectados: crisis climática, biodiversidad y salud humana. “Están profundamente ligados. La biodiversidad es causa y consecuencia del cambio climático, y todo esto afecta directamente a la salud. Ese será el gran reto sanitario de este siglo”, concluye con una sonrisa serena.

Descubre su libro: ¡Plántate! Crisis climática, bosques y salud humana”.

Pancho Galeazzi: “7 meses en África” y un propósito que cobra fuerzas

LUGARES QUE DEJAN HUELLAS Y CONSTRUYEN PROPÓSITOS DE VIDA.

7 meses en África, el viaje que relanzó mi carrera como documentalista”, se llama el video que Pancho tiene en YouTube. Allí cuenta su última travesía por el continente africano, y me lo compartió para que conociera parte de su trabajo en el marco de esta entrevista.

Francisco “Pancho” Galeazzi es un documentalista, productor audiovisual y fotógrafo argentino con una vasta trayectoria internacional. Su trabajo se centra en contar historias que conectan la naturaleza, la cultura y las comunidades humanas, poniendo especial énfasis en temáticas ambientales y sociales. Pancho ha colaborado con diversas

organizaciones y medios, y su sensibilidad por las realidades menos visibles lo ha llevado a explorar territorios complejos con compromiso y respeto. Sin embargo, hace un año su percepción sobre qué y cómo contar historias, cambió…”Siete meses” fue el tiempo que estuvo recorriendo África. Más que suficiente para que un lugar deje una huella imborrable en una persona. Viajar al corazón de ese continente tiene eso: deja marcas para siempre. Pancho dice que el viaje lo transformó. Como persona y como documentalista. Desde que agarró una cámara por primera vez, a los 23 años, las ganas de ir a África lo

acompañaban. Ya había viajado varias veces a distintos países del continente, pero esta última vez fue distinta. Comenzó en la República Democrática del Congo, un destino que siempre había soñado visitar. Allí nació el proyecto "People or Planet", que plantea una idea simple pero contundente: si no cuidamos de las personas, es imposible cuidar del planeta —y viceversa.

El contacto con personas locales fue clave para que el viaje pudiera prosperar. Su primer anfitrión fue un cura español que trabaja en Kinshasa, en un hogar que da alojamiento y asistencia a chicos de la calle. Luego de pasar diez días en la capital documentando diferentes iniciativas sociales y humanitarias, Pancho se contactó con un joven que vive en Goma y lidera una fundación llamada "Chikuru". Hasta allí viajaron para contar su historia.

Goma es una ciudad de la República Democrática del Congo, capital de la provincia de Kivu del Norte. Está ubicada en el este del país, en la frontera con Ruanda, cerca del Parque Nacional Virunga —el primero

de África y hogar de los gorilas de montaña. Fue también uno de los principales destinos de los refugiados hutus durante el genocidio de Ruanda en 1994, lo que provocó una crisis humanitaria por la falta de agua y alimentos. Hoy, los conflictos armados en la región son constantes, y la situación era crítica cuando Pancho y su equipo viajaron. Tanto que hasta último momento no sabían si podrían entrar. Con la fundación "Chikuru" llegaron a los campos de refugiados, en un contexto en el que la ciudad estaba rodeada por grupos armados y las condiciones humanitarias eran gravísimas. Cuando le pregunto qué le dejó este viaje, Pancho me dice que, a pesar de las duras situaciones documentadas —que generan tristeza, impotencia y angustia—, la experiencia lo ayudó a ver la vida de otra manera. Le dio perspectiva, moldeó su carácter y le dio fuerzas para seguir trabajando en proyectos similares, con el propósito de compartir estas historias de vida que no suelen tener voz.

Pueden seguir el trabajo de Pancho en: @francisco.galeazzi

Los nuevos líderes de paz

EN TIEMPOS DE CRISIS GLOBAL, CONSTRUIR PAZ REQUIERE NUEVAS FORMAS DE CONCIENCIA Y LIDERAZGO. NO SE TRATA DE HÉROES INDIVIDUALES, SINO DE REDES HUMANAS CAPACES DE SENTIR LA INTERDEPENDENCIA, SUMAR MIRADAS Y TRANSFORMAR LOS VÍNCULOS.

En los últimos días, el mundo despidió a dos referentes éticos: Pepe Mujica y el papa Francisco. Más allá de ideologías políticas o creencias religiosas, ambos encarnaron un liderazgo basado en la humildad, la coherencia y el compromiso con el bien común. Su partida nos recuerda que necesitamos, con urgencia, nuevos liderazgos de paz. Uno de los grandes desafíos evolutivos que enfrentamos como humanidad es desarrollar lo que podríamos llamar inteligencia sistémica: comprender —y sentir— que formamos parte de sistemas más grandes que nosotros. No podemos estar bien si el entorno que habitamos no lo está. Usar nuestra energía para cuidar al conjunto es, hoy, un acto de lucidez.

Por otra parte, se vuelve cada vez más necesario tomar conciencia —y sentir— que la percepción de la realidad que tiene cada ser humano es limitada. La mente racional que hemos desarrollado y entrenado nos permite captar y procesar apenas una mínima parte de la información que nos rodea. Dado que no hay dos personas iguales y todos percibimos de forma distinta, el único camino para comprender mejor la realidad y abordar los problemas cada vez más complejos que enfrentamos como humanidad reside en sumar creativamente nuestras miradas. Es decir, desarrollar lo que podríamos llamar inteligencia colectiva. Esto implicaría un verdadero salto evolutivo, ya que somos un mamífero con un

sistema emocional temeroso de lo diferente. Con un Ego que se cree independiente de todo lo que lo rodea, que asume que percibe la realidad tal cual es, y que, por ello, se enfrenta fácilmente con quienes la ven desde otra perspectiva. Así, se alimenta una sociedad cada vez más conflictiva, cada vez menos en paz.

La inteligencia sistémica, para reconocer la interdependencia, y la inteligencia colectiva, para aprender a conectar nuestros cerebros y corazones en red, son retos evolutivos que nos orientan hacia una vida más pacífica. No se trata de ideologías: es un proceso de transformación del animal que aún somos. Una evolución que permita nuevos tipos de vínculos, que habiliten la cooperación, el pensamiento en red y el contacto sensible con lo sistémico. Así es como ha funcionado la naturaleza desde siempre.

No podemos acelerar el proceso evolutivo, ni sabemos exactamente hacia dónde nos conduce. Ningún líder puede señalar ese rumbo, porque nadie, por sí solo, puede comprender toda la realidad. Por eso, los nuevos liderazgos no serán individuales, sino colectivos, en forma de red.

La transformación comienza dentro de cada uno. Todos debemos aprender a ser nuevos líderes de paz, junto a otros, en círculos, comunidades y redes pequeñas. Y con paciencia, porque nuestros tiempos de vida como individuos son efímeros en comparación con los tiempos evolutivos de nuestra especie.

FIBRAS: CUANDO EL COMPROMISO COLECTIVO TEJE FUTURO

Por el equipo de comunicación de Fibra

UNA RED VIVA DE PERSONAS Y ORGANIZACIONES QUE TEJEN, CON COMPROMISO Y COLABORACIÓN, UN FUTURO MÁS JUSTO Y SOSTENIBLE.

Hay momentos en que el mundo parece detenerse. En que las urgencias, las injusticias y la crisis ambiental nos sacuden. Frente a eso, no siempre sabemos qué hacer, por dónde empezar, o si realmente algo puede cambiar. Pero hay quienes sí creen que el cambio es posible. Que no solo es posible, sino necesario. Y lo están haciendo realidad.

Fibras es una de esas respuestas.

Nacida en Montevideo en 2021, Fibras no es solo una organización. Es una fuerza viva. Una red de personas, comunidades y organizaciones que decidieron unir su talento, tiempo y compromiso —de manera totalmente honoraria— para impulsar un mundo mejor. Su propósito es profundo: acompañar y fortalecer iniciativas que transforman vidas desde la sostenibilidad, el impacto positivo y la innovación.

En Fibras se respira un espíritu colectivo y transformador. Profesionales de todas las disciplinas trabajan codo a codo en proyectos que atraviesan salud, educación, empleo, medioambiente y tecnología. Lo hacen con una convicción férrea: que nadie puede cambiar el mundo solo, pero que juntos, sí podemos mover montañas.

Su estructura no es jerárquica, sino orgánica: comisiones estratégicas que funcionan como verdaderos laboratorios de futuro. Y un motor tecnológico que no es adorno, sino herramienta de compromiso: una

plataforma basada en blockchain donde cada persona, empresa o comunidad puede declarar públicamente su compromiso con el bien común. Un espacio de acción y transparencia, donde las palabras se convierten en hechos.

Pero más allá de la tecnología, hay algo aún más poderoso: la humanidad. Fibras no es solo innovación ni estrategia. Es emoción, es ética, es entrega. Es la voz de quienes no se conforman. Es el abrazo extendido a quien quiere hacer su parte y no sabía por dónde empezar.

Fibras nos recuerda que hay otra forma de estar en el mundo. Una forma que no espera a que los problemas se resuelvan solos. Una forma que cree en la colaboración, en la ternura del hacer, en la dignidad de cada persona, y en el poder de la acción conjunta. No por altruismo vacío, sino porque el futuro necesita más puentes y menos muros. Más tejidos humanos que egos individuales. Hoy, cuando el planeta nos grita que basta, cuando tantas personas buscan sentido, Fibras aparece como faro. Como red que sostiene. Como semilla que florece en comunidad. Porque lo trascendental no siempre hace ruido. A veces, simplemente se entrelaza, como los hilos invisibles de una fibra que sostiene la esperanza.

Descubre su labor en www.fibras.org

Edición #10 x

Instituciones participantes:

Marcas participantes:

Apoyan:

Más información: www.mondesing.com / IG: @mondesignuy

Organiza:

URUGUAY EN LA BIENAL DE ARQUITECTURA DE VENECIA 2025: EL PAÍS DEL AGUA

Por Katia Sei Fong, Ken Sei Fong, Luis Sei Fong

EL PABELLÓN NACIONAL PROPONE UNA INSTALACIÓN INMERSIVA

QUE REFLEXIONA SOBRE EL AGUA COMO TERRITORIO, RECURSO VITAL Y FUERZA TRANSFORMADORA, EN UN MUNDO DONDE LO LÍQUIDO REDEFINE FRONTERAS, CIUDADES Y FORMAS DE VIDA.

Cada dos años, Venecia se convierte en el epicentro global del pensamiento arquitectónico. La Bienal de Arquitectura de Venecia, una de las plataformas culturales más prestigiosas del mundo, reúne a decenas de países en torno a una exposición internacional donde se exploran las formas en que habitamos el planeta. Bajo el lema de esta 19ª edición —“Intelligens. Natural. Artificial. Collective.”— los pabellones nacionales reflexionan sobre los vínculos entre arquitectura, tecnología, ecología y comunidad. En este contexto, Uruguay presenta “53,86% Uruguay País Agua”, una instalación curada por Katia Sei Fong, Ken Sei Fong y Luis Sei Fong, que invita a mirar el territorio nacional desde una perspectiva líquida. El título alude a un dato revelador: el 53,86% del territorio uruguayo corresponde a su extensión marítima. Uruguay es, en esencia, un país de agua. El agua no es solo un recurso natural: es historia, cultura, memoria e infraestructura. La propuesta del pabellón parte de una hipótesis potente: estamos ingresando al Hidroceno, una nueva era donde el agua será el factor determinante para la supervivencia del planeta. Sin agua no hay Antropoceno. Y en un mundo donde los bienes comunes están

en disputa —desde el litio hasta el agua dulce—, este elemento se convierte en protagonista de una nueva geopolítica silenciosa. La instalación es una experiencia inmersiva donde el agua no solo se observa, se escucha y se siente. El piso, convertido en una gran obra de arte transitable, evoca un paisaje estuarino en plena tormenta. Amatistas —agua cristalizada de otro tiempo— cuelgan como gotas suspendidas de un cielorraso textil que filtra la luz y el agua. El goteo resuena en recipientes metálicos, amplificando su gravedad y ritmo. Sobre las paredes, entrevistas, fotografías, obras de arte y registros audiovisuales tejen un relato coral, donde el agua guía la narrativa. Cada gota, cada eco y cada recipiente cuenta una historia. Convocan a la contemplación y al diálogo sobre cómo habitamos, protegemos y damos sentido a nuestros recursos hídricos. Desde Uruguay, esta propuesta se presenta como un laboratorio poético y político para pensar el futuro de la arquitectura y el territorio en clave líquida: fluida, flexible, siempre en transformación.

Conoce en profundidad el proyecto en: 5386uruguaypaisagua.com

EL MEDIO AMBIENTE EN EL CORAZÓN DE LA SOSTENIBILIDAD

Por Francisca Cortés Solari

LA SOSTENIBILIDAD SOLO ES POSIBLE SI PONEMOS AL MEDIO AMBIENTE EN EL CENTRO DE NUESTRAS DECISIONES COLECTIVAS E INDIVIDUALES.

El consenso entre los científicos es firme: no podemos permitir que la temperatura global aumente más de 1,5 °C. Al mismo tiempo, la existencia de enormes islas de plástico en nuestros océanos —una de ellas, en el Pacífico, del tamaño de México— refleja claramente una relación desequilibrada con nuestro entorno. Sin embargo, esta realidad aún no ha sido suficiente para generar el cambio de mentalidad global que con urgencia necesitamos.

La sostenibilidad requiere una visión holística que contemple los aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales. Pero, sobre todo, demanda una ciudadanía activa que perciba este reto no como una consigna lejana, sino como un compromiso diario, presente en nuestras decisiones tanto individuales como colectivas. En este contexto, la educación ambiental se convierte en un elemento fundamental: no solo en las aulas, sino también en nuestras costas, ciudades, comunidades y políticas.

Frente a este panorama, el Cono Sur se encuentra en una posición privilegiada. Esta región alberga algunas de las mayores reservas

de agua dulce del planeta, una biodiversidad impresionante y una rica cultura profundamente arraigada en su vínculo histórico con la tierra y el mar. Además, tiene la oportunidad de liderar, de manera coherente y desde su identidad, la transición hacia un modelo verdaderamente sostenible.

Sin embargo, el tiempo es limitado. Apostar por un desarrollo que respete e integre todas sus dimensiones ya no es una elección, sino una responsabilidad ética y estratégica. Gran parte de esta transformación se llevará a cabo en los territorios. Una ciudadanía bien informada, una economía que valore el capital natural y una visión a largo plazo basada en la cultura y el conocimiento local son condiciones imprescindibles.

El momento es ahora. No se trata solo de adaptarse, sino de establecer el camino a seguir. El mundo necesita líderes valientes, con raíces y con visión. Y el sur global —por su historia, por la urgencia de la situación y por convicción— posee la autoridad moral para guiar ese camino. Pero ese liderazgo no se puede delegar ni aplazar: debe ejercerse urgente.

Ayudanos a eliminar el desperdicio de alimentos

En Plato Lleno redistribuimos alimentos en comedores comunitarios de forma gratuita.

Podés colaborar donando alimentos de forma recurrente o en ocasiones puntuales.

Ya que rescatamos y entregamos la comida en el día, podemos aceptar alimentos perecederos de eventos o locales que de otra forma serían desechados.

Solicitá un rescate completando el formulario disponible en nuestra web

platolleno.org

ARTESANOS DEL MAR: RECOLECTORES COSTEROS

En cada red que se lanza al amanecer, late el corazón de un oficio ancestral. Los pescadores artesanales no solo capturan peces y mariscos, sino que tejen historias de resistencia, sabiduría y armonía con el océano. En un mundo que avanza hacia la industrialización desmedida, ellos son faros de sostenibilidad, recordándonos que el verdadero progreso no se mide en toneladas, sino en respeto y equilibrio con la naturaleza. Visibilizar su labor es honrar un patrimonio vivo, una forma de vida, que el mar y el tiempo, no pueden borrar.

En el marco de un proyecto documental que explora la vida de los pescadores artesanales, en distintos puntos del mar argentino, junto a los biólogos marinos, Alejo Irigoyen y Gastón Trobbiani (Proyecto Arrecife, Centro

para el Estudio de Sistemas Marinos CESIMAR-CENPAT-CONICET), investigamos, registramos y compartimos parte de la vida de los pescadores artesanales.

Recolectores Costeros

Esta modalidad de pesca se distingue por dos prácticas habituales en las costas patagónicas del Atlántico Sur: el “arte del trasmallo o red costera” y el “arte del pulpeo”. Ambas son técnicas que provienen de tiempos remotos y que han evolucionado, únicamente, en los materiales que se emplean para confeccionar las redes y la materia prima para los ganchos con los que se capturan los pulpos.

La primera modalidad comprende el uso de redes para capturar cardúmenes costeros

con el ocasional empleo de pequeños botes a remo y la ayuda de colaboradores en tierra para cerrar el cerco. La técnica parece bastante sencilla, pero probablemente cualquier amateur volvería con sus redes vacías tras varios intentos. La sabiduría del pescador en observar el mar es determinante, y la elección del punto preciso para hacer la redada es producto de años de experiencia, transmisión de saberes y una sensibilidad con las señales de la naturaleza que es sorprendente. La detección del cardumen desde la costa, en relación a la especie, el tamaño y la abundancia, logra preservar especies que no son deseadas al evitar el lanzamiento y solo efectivizarlo ante el cardumen deseado. Especies como el pejerrey y los cornalitos son las más buscadas comercialmente para abastecer restaurantes, pescaderías y el consumo local. La jornada comienza antes del amanecer y se prolonga por largas horas. Las especies o tallas de peces capturados, que no son de interés comercial, se destinan al consumo familiar o se reparten entre vecinos conocedores de la pesca fresca disponible. No existe el descarte masivo característico de la pesca industrial, donde se desechan cientos y miles de especies al mar sin ningún sentido. La otra técnica que observamos es el “pulpeo”. Durante la marea baja, el pescador explora las restingas y aleros rocosos en busca del Pulpito Tehuelche (Octopus tehuelchus). Este pequeño molusco vive entre las cuevas rocosas del intermareal y apenas llega a superar los 9 cm de largo. Para capturarlo se emplea un gancho artesanal y una cubeta donde se los deposita. El pescador artesanal conoce cada roca, cueva y espacio de la restinga donde suele habitar el pulpito y su depurada técnica de extracción es vital para no romper el hábitat donde próximamente habitara otro congénere, y así permitir la conservación de la especie y la sustentabilidad de sus acciones. Su instrumento de extracción está fabricado de manera rudimentaria, pero cada gancho de pulpeo es personal y se le confiere un valor especial al mismo. No se presta, ninguno es igual al otro y es como una especie de varita mágica que cada artesano custodia y atesora. Observar las técnicas, experiencia y manejo

de los artilugios de pesca de estos artesanos del mar es cautivante. Sin embargo, lo más destacable es escuchar el amor que pregonan la mayoría de ellos por la naturaleza que los rodea. Se percibe respeto y comprensión de los ciclos naturales y una sabiduría antigua que proviene de la observación directa y una vida ligada al mar. Su actividad también colabora con la ciencia. Junto a los investigadores conforman una sinergia necesaria para seguir adelante proyectos ligados a la conservación, y al estudio poblacional de cada especie.

Características de la actividad

En la Patagonia Argentina existen más de 200 personas dedicadas a la pesca con redes de cerco y más de 400 “pulperos”. A estos se suma el personal de planta que procesa y distribuye las capturas. Todos ellos nutren a la región de pescado y pulpo de altísima calidad y de manera sustentable. En general, el valor de su trabajo es subestimado y los pescadores artesanales encuentran más dificultades que colaboración para poder desarrollar su trabajo.

Si querés conocer más, seguí a Uriel en sus redes: Instagram: @uriel_sokolowicz YouTube: youtube.com/c/xplorar

Las

raíces invisibles del cambio: cómo las finanzas de impacto y sus actores están regenerando el

Gran Chaco Americano

Por Matías Kelly e Ignacio Hyland

EN EL CORAZÓN DEL GRAN CHACO, LAS FINANZAS DE IMPACTO ESTÁN GERMINANDO UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO: REGENERATIVO, INCLUSIVO Y PROFUNDAMENTE ENRAIZADO EN EL TERRITORIO.

Hay transformaciones que comienzan donde nadie mira: bajo tierra, silenciosas, pero inevitables. Como raíces que se extienden en busca de agua, las finanzas de impacto tejen conexiones que hoy sostienen un nuevo modelo de desarrollo: más justo, regenerativo y vivo. Desde Sumatoria, llevamos años impulsando un sistema financiero que no se limite a mirar el pasado, sino que apueste por el futuro. Un sistema que no castigue a quienes vienen de la exclusión, sino que los integre con herramientas adaptadas a su realidad y sus sueños. Este modelo encontró en el Gran Chaco un territorio fértil. Un lugar desafiante, sí, pero también lleno de personas, saberes y proyectos listos para echar raíces nuevas. Por eso, hace algunos años decidimos enfocarnos allí, con un fondo bioregional y créditos accesibles para cooperativas, pymes y productores que quieren producir cuidando el monte, la biodiversidad y su comunidad. En ese camino nos sumamos a IFACC, la Iniciativa de Innovación Financiera para la Amazonía, el Cerrado y el Gran Chaco Americano, una alianza internacional liderada por The Nature Conservancy y Tropical Forest Alliance. Ser el primer firmante argentino de esta red no es solo un honor: es un compromiso profundo con la regeneración de los territorios, desde la raíz.

El Gran Chaco ha perdido más de 14 millones de hectáreas de bosque nativo en las últimas décadas. Con esa pérdida se fueron también miles de oportunidades laborales, comerciales e incluso de supervivencia para

quienes habitan la región. Pero sabemos que los cambios profundos no se dan de un día para otro. Como en la naturaleza, lo que perdura es aquello que tiene raíces sólidas: invisibles, pero vitales.

Para eso recurrimos a las finanzas combinadas: un modelo en el que capital filantrópico, inversión privada y asistencia técnica se entrelazan como raíces que sostienen un mismo árbol. Así logramos reducir riesgos, abrir caminos donde antes había exclusión, y multiplicar el impacto.

En los últimos cinco años, emitimos bonos sostenibles por más de USD 2,6 millones. Solo en el último año, quintuplicamos la escala respecto a 2023. Ese crecimiento no es solo una cifra: es acceso a crédito para quienes estaban fuera del sistema. Es premiar el impacto con una tasa más baja. Es una decisión política, técnica y emocional de acompañar —desde las finanzas— a quienes hacen las cosas bien.

Sabemos que solos no alcanzan. La esperanza —como las raíces— se multiplica cuando se encuentra con otras. Con alianzas como la que acabamos de firmar con IFACC, con actores públicos y privados, con cada productor y productora que decide transformar su manera de producir sin dejar de crecer. Hay una imagen que me gusta: la de un bosque joven creciendo donde antes hubo tierra arrasada. No se ve de inmediato. Pero ya está sucediendo. Las raíces están trabajando. Y eso, para nosotros, es lo más transformador de todo.

La Antártida no está en venta

LA ANTÁRTIDA NO ES

SOLO HIELO: ES UN PILAR CLIMÁTICO Y UN

TERRITORIO EN JUEGO.

PROTEGERLA EXIGE

VOLUNTAD GLOBAL Y UN NUEVO MODELO DE GOBERNANZA ECOSISTÉMICA.

En junio de 2025, en Niza, se desarrolló la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, un encuentro donde científicos, líderes y sociedad civil acordaron avanzar en estrategias globales frente a la crisis ambiental. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, lanzó un mensaje contundente: “La Antártida no está en venta”. Una declaración que, más allá del símbolo, resonó por su vigencia: defender los territorios esenciales para la vida del Planeta.

El Tratado Antártico: un pacto con historia

Desde 1961, rige el Sistema del Tratado Antártico (STA), un acuerdo sin precedentes que estableció tres pilares: uso exclusivamente pacífico, fomento de la ciencia colaborativa y congelamiento de reclamos territoriales. Hoy, 29 países consultivos sostienen esa apuesta por consenso. Sin embargo, la cooperación enfrenta nuevos desafíos: tensiones globales, ambiciones estratégicas y disputas sobre el futuro de los recursos naturales amenazan con romper equilibrios mantenidos durante décadas.

Gobiernos y una disputa silenciosa

Aunque el Sistema del Tratado Antártico consagra la paz y la cooperación científica, la realidad muestra una diplomacia más activa —y muchas veces silenciosa— en torno al control de un territorio estratégico. Los países no solo despliegan bases y capacidades logísticas: también negocian discretamente en foros internacionales, proyectan influencia en decisiones ambientales y compiten por presencia en zonas clave. En este tablero, el cambio climático actúa

Álvaro Soutullo

Profesor adjunto del Departamento de Ecología y Gestión Ambiental del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República de Uruguay

como catalizador: la pérdida acelerada de hielo marino y plataformas glaciares altera ecosistemas, facilita la apertura de rutas de navegación y habilita la expansión de actividades humanas en regiones antes inaccesibles. Se multiplican los viajes turísticos, aumentan las presiones pesqueras y crece el desarrollo de infraestructura científica en entornos frágiles.

Eloísa Ponce de León, experta en derecho, advierte: “A veces se habla de ‘tensa calma’ en la Antártida. Es un equilibrio que puede romperse en cualquier momento. Los conflictos globales no terminan en los trópicos; llegan hasta el hielo”.

Además del turismo y la pesca, la reducción del hielo permite la llegada de especies invasoras y eleva los riesgos ecológicos. Aunque el Protocolo de Madrid, firmado en 1991, prohíbe toda actividad minera y declara a la Antártida “reserva natural consagrada a la paz y a la ciencia”, su revisión prevista para 2048 genera especulación sobre el futuro del continente.

En este contexto, países como, Uruguay también deben posicionarse. Ponce de León subraya, y ejemplifica: “Uruguay ha avanzado, pero debe consolidar su institucionalidad antártica, fortalecer capacidades científicas y definir con claridad dónde quiere estar en los debates internacionales que se vienen”.

El valor climático de la Antártida y el desafío de proteger sus océanos

El continente blanco es un pilar fundamental del equilibrio climático del planeta. Durante el invierno austral, la extensión combinada del hielo continental y marino puede superar los 25 millones de km², actuando como un inmenso espejo solar que refleja radiación y contribuye a moderar el calentamiento global. Pero su impacto va mucho más allá del reflejo blanco.

La región antártica es clave para el funcionamiento de la circulación termohalina —el sistema de corrientes oceánicas que redistribuye temperatura y nutrientes en todos los mares—, y para la captura de carbono atmosférico a través de las frías aguas del océano Austral.

“Su función como regulador climático es incuestionable”, afirma Álvaro Soutullo, Profesor adjunto del deptamento de Ecología y gestion ambiental del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República de Uruguay . “Las aguas frías del océano Austral funcionan como sumideros naturales de carbono. Su degradación

puede desatar efectos en cascada sobre los ecosistemas marinos del planeta y sobre las condiciones en que vivimos todos”.

En este contexto, se ha planteado una estrategia concreta para proteger ese sistema: la creación de una red de Áreas Marinas Protegidas (AMPs) en torno al continente. La más ambiciosa es una propuesta para el mar de Weddell, que busca proteger más de 1,8 millones de km², hábitat de especies como el pingüino emperador, focas, ballenas y organismos bentónicos únicos. Impulsada por científicos y países como Alemania, Chile y Argentina, esta iniciativa busca limitar actividades humanas en zonas ecológicamente sensibles, con el objetivo de conservar no solo la biodiversidad, sino la funcionalidad del océano Austral como regulador climático global.

Estas áreas protegidas funcionarían como verdaderos parques nacionales marinos: sin pesca industrial, minería ni exploración petrolera, pero sí abiertas al monitoreo científico. Sin embargo, el proyecto sigue bloqueado en la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) por la falta de consenso, con la oposición persistente de países como Rusia y China.

Eloísa Ponce de León Experta en derecho

La emoción como defensa: el arte frente al olvido

Pero para que el mundo entienda lo que está en juego, no basta con tratados ni cifras: hay que emocionarse. La Antártida existe, respira, y está en riesgo, pero aún permanece invisible para muchos. El arte puede volverla presente. Paola Marzotto, artista y fotógrafa ambiental, afirma: “Elegí la fotografía de la naturaleza porque es, para mí, el idioma más apto para comunicar lo que siento”. En tiempos de saturación informativa, las imágenes, la música, la poesía pueden conmover donde la ciencia no alcanza.

“Ya no sirven las palabras, espero que nuestras imágenes provoquen emociones”, dice Marzotto. Porque no se protege lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce. Salvaguardar la Antártida requiere una revolución cultural global. Y aunque aún no la vemos llegar, el cambio empieza por el gesto íntimo de abrir los ojos y dejarse tocar por su belleza frágil.

Un pacto por el futuro

En Niza, Macron dijo que “la Antártida no está en venta”. Pero para que eso siga siendo cierto, no bastan los discursos: se necesitan compromisos concretos. Políticas activas, ciencia robusta, diplomacia efectiva y una voluntad global clara de actuar con visión de largo plazo.

La Antártida puede y debe convertirse en un modelo de gobernanza ecosistémica

multilateral, donde las decisiones se tomen considerando la interdependencia entre clima, biodiversidad, océanos y humanidad. Un territorio gestionado colectivamente, no por intereses particulares, sino en favor del bien común planetario.

Ese modelo ya existe en forma embrionaria, pero enfrenta tensiones crecientes. El desafío es sostenerlo, ampliarlo y adaptarlo a un contexto global cada vez más inestable. Porque el tiempo corre, y el equilibrio — como el hielo— puede quebrarse sin aviso.

Paola Marzotto
Animales

La historia detrás de una casa de madera

Y DIRECTORA DE DOVAT ARQUITECTOS, LIDERA UN CAMBIO EN LA FORMA DE CONSTRUIR EN URUGUAY. CON MASS TIMBER, DISEÑO BIOFÍLICO Y VISIÓN SUSTENTABLE, APUESTA A UNA ARQUITECTURA QUE INNOVE SIN COMPROMETER AL PLANETA.

Carolina Dovat y su equipo crean espacios para empresas e instituciones educativas que impulsan la innovación y el pensamiento creativo. Son pioneros en el uso de mass timber en Uruguay y apuestan al diseño sostenible como herramienta para revertir el impacto ambiental de la arquitectura.

¿Qué te inspira hacer esto?

Dejar el mundo un poco mejor de lo que Dejar el mundo un poco mejor de lo que lo recibimos. Hace unos 20 años, cuando me

recibí, no era consciente del impacto negativo que tiene nuestra disciplina sobre el planeta. Para mí, la pandemia fue un momento de toma de conciencia. Nos frenó de golpe. Con las obras paralizadas, decidimos ajustar los costos al mínimo y trabajar sobre nosotros mismos. En ese proceso,

empezaron a invitarnos como speakers a webinars para hablar sobre arquitectura. Empecé a leer, investigar y conectar con otros profesionales.

Fue entonces cuando descubrí que el 40% de las emisiones globales de CO₂ provienen de los edificios: su construcción, operación y demolición.

Ahí me di cuenta de que todo eso que hacía con la intención de mejorar vidas tenía una contracara no evaluada: el impacto ambiental del acero y el hormigón. Y empecé a buscar alternativas. Me encontré con el mass timber, elementos estructurales de grandes dimensiones hechos en madera. Tecnología y naturaleza combinadas para generar menos residuos y mayor precisión. Y lo mejor: Uruguay tiene las condiciones para hacerlo posible con materia prima local, desde la semilla hasta la obra terminada, logrando altísimos estándares de terminación y calidad.

Además, estudios demuestran que habitar espacios construidos en madera reduce el ritmo cardíaco. Es lo que se conoce como diseño biofílico. Por eso decidí

experimentarlo en primera persona: construí mi propia casa de madera. Fue mi forma de demostrar que se puede construir distinto, con calidad y bajo impacto ambiental. Presentamos el proyecto al Premio Nacional de Eficiencia Energética... y ganamos. La casa requiere un 30% menos de energía que una convencional. Un dato poderoso en un país donde la energía es cara y casi nadie sabe cuánto consume su vivienda.

Si te remontases a tus años de estudiante, ¿qué consejo le darías a tu “yo joven”?

Que se mantenga siempre curiosa. Que nunca deje de hacerse preguntas. Que conecte con otras disciplinas, con otras formas de ver el mundo. Para innovar, necesitamos combinar conocimientos de distintos sectores. La arquitectura del futuro será más industrial que artesanal, y eso va a exigir nuevas formas de pensar, diseñar y construir.

Descubre sus proyectos en: www.dovat-arquitectos.com

El derecho al cuidado en tiempos de crisis climática

FRENTE A LA CRISIS CLIMÁTICA, EL CUIDADO NO PUEDE SEGUIR

SIENDO INVISIBLE NI INFORMAL. RECONOCERLO COMO UN DERECHO Y UNA INFRAESTRUCTURA ESENCIAL ES CLAVE PARA CONSTRUIR RESILIENCIA CON JUSTICIA DE GÉNERO.

La crisis climática y la crisis de cuidados son dos caras de una misma moneda. Cuando ocurre una inundación, una ola de calor o un incendio forestal, ¿quién garantiza la continuidad del cuidado? En su mayoría, las mujeres.

La histórica sobrecarga de tareas de cuidado recae aún con más fuerza en contextos de emergencia ambiental, profundizando desigualdades preexistentes. Sin políticas públicas que reconozcan, valoren y redistribuyan el cuidado, no es posible hablar de resiliencia. El derecho al cuidado debe ocupar un lugar central en las estrategias de adaptación climática. Esto implica desarrollar infraestructuras comunitarias resilientes —como centros de cuidados integrales—, invertir en servicios públicos y promover políticas laborales que permitan conciliar la vida personal, ambiental y productiva. Uruguay ha dado pasos importantes en esta dirección con su Sistema Nacional Integrado de Cuidados, que puede fortalecerse también como una herramienta climática. Porque cuidar es, en definitiva, una forma de sostener la vida frente a la crisis ambiental. Las mujeres suelen ser las primeras en responder ante situaciones de desastre, brindando contención emocional y física a

quienes las rodean. Sin embargo, rara vez se las reconoce como actoras clave en las estrategias de adaptación y mitigación. Esta invisibilización impide aprovechar el conocimiento local y la experiencia concreta que muchas mujeres tienen para enfrentar los efectos del cambio climático desde los territorios. Por eso, las políticas climáticas deben incorporar una mirada interseccional del cuidado, reconociendo cómo género, pobreza, edad o condición migrante se entrelazan para aumentar la vulnerabilidad tanto de quienes cuidan como de quienes necesitan cuidados. No se trata solo de proteger a las personas cuidadoras, sino de garantizar sistemas que hagan posible sostener la vida con dignidad en un contexto de creciente presión ambiental. Revalorizar el cuidado como infraestructura esencial, invertir en comunidades resilientes y asegurar derechos laborales con perspectiva de género son pasos urgentes frente a los desafíos del siglo XXI. Si el cambio climático redefine las condiciones de vida, también debe redefinir las prioridades de nuestras políticas. Y entre esas prioridades, el cuidado —entendido como trabajo, como derecho y como política pública— debe ocupar un lugar central.

“Sin suelo no tenemos

nada”: resiliencia comunitaria en No Diggity Gardens

Por Fiona Wilton | Crédito de imagen: Ayesha Jones

EN

LOS

HUERTOS

URBANOS DE INGLATERRA, NEVILLE PORTAS Y SU FAMILIA ENCONTRARON MUCHO

MÁS QUE ALIMENTOS: HALLARON UNA COMUNIDAD. A TRAVÉS DE LA JARDINERÍA SIN LABRANZA, PROMUEVEN UNA FORMA

SOSTENIBLE DE RECONECTAR CON LA TIERRA Y CULTIVAR FUTURO

DESDE ABAJO.

No Diggity Gardens echó raíces durante la pandemia de COVID-19, cerca de Birmingham, Inglaterra. A medida que los estantes de los supermercados se vaciaban, Neville Portas y su familia comenzaron a depender cada vez más de su huerto comunitario para alimentarse. Pero pronto comprendieron que su sueño de autosuficiencia estaba mal enfocado. Frente a una pandemia global, quedó claro que lo que realmente se necesitaba era resiliencia comunitaria. En Inglaterra, los allotments (huertos urbanos) son pequeños terrenos ubicados dentro o cerca de las ciudades que las personas pueden alquilar para cultivar verduras, frutas o flores. Originalmente promovidos por el gobierno para que los sectores más pobres sin tierras pudieran producir sus propios alimentos, su uso decayó después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en las últimas dos décadas han experimentado un renacimiento, impulsado por el creciente interés en la agricultura orgánica y en conocer el origen de lo que comemos. En paralelo, el movimiento Right to Grow (Derecho a Cultivar), que defiende el derecho ciudadano a sembrar alimentos o proteger la vida silvestre en terrenos públicos, viene ganando terreno. Neville y su familia comenzaron a invitar a personas a su parcela para mostrarles lo que estaban cultivando. Al principio, Neville se entristeció al ver el desconocimiento general sobre cómo se produce la comida; también le preocupaba la desconexión de muchas personas con la naturaleza y con los alimentos en general. Pero No Diggity creció y floreció. Hoy funciona en varios distritos a través de huertos comunitarios.

Es un ejemplo urbano, activo y vibrante de cómo cultivar alimentos y compostar residuos. La lección más importante para quienes lo visitan es lo que aprenden sobre la salud del suelo. En especial, los niños se fascinan al descubrir las lombrices y la vida que habita bajo la tierra.

La jardinería sin labranza es una forma ambientalmente sostenible de cuidar el suelo. El método elimina la necesidad de cavar, arar o remover, y favorece la estructura natural del terreno y la biodiversidad subterránea. Las plantas se cultivan directamente sobre una capa de materia orgánica —como compost o estiércol—, y al no remover la tierra, el carbono permanece almacenado en el suelo.

En palabras de Neville: “No importa de qué lado estés, si eres vegano, si solo comes carne, o si estás en algún punto intermedio: ninguno de nosotros podrá seguir adelante si no contamos con suelos productivos y vivos. Sin suelo, no tenemos nada”.

VESTIR CON CONCIENCIA: LA INDUSTRIA TEXTIL

URUGUAYA FRENTE

A SUS DESAFÍOS

Por Eloisa Ponce de León

EN EL MARCO DE LA FASHION REVOLUTION WEEK Y A 11 AÑOS

DEL DERRUMBE DE RANA PLAZA, ACTORES CLAVE DEL SECTOR TEXTIL URUGUAYO SE UNIERON PARA REFLEXIONAR SOBRE LAS CONDICIONES LABORALES, LA INFORMALIDAD Y EL FUTURO DE LA INDUSTRIA LOCAL.

El 24 de abril, conmemorando el día de Rana

Plaza —una de las mayores tragedias en la historia de la industria textil global— y en el marco de la Fashion Revolution Week, diversas organizaciones se unieron para reflexionar sobre la realidad nacional del sector. Participaron la Cámara de la Vestimenta, el Sindicato de la Aguja, la FADU-EUCD, Fashion Revolution Uruguay y Pacto Global.

Alfredo Barboza, representante de la Cámara de la Vestimenta, planteó que hoy la realidad del sector en Uruguay está marcada por “pequeños talleres y costureras que trabajan en sus casas, con todo lo que eso implica”.

Ricardo Moreira, del Sindicato de la Aguja, advirtió que la industria presenta un alto nivel de informalidad, y que muchas empresas compiten deslealmente con otras “que sí aportan”.

Mientras Barboza lamenta que la industria esté “ninguneada” y poco visibilizada, Moreira lanza una pregunta inquietante: “¿Qué tan lejos estamos del trabajo inhumano en Uruguay? No mucho.”

Ambos hicieron referencia a la ley 18.846, promulgada en 2012, que incorpora dos componentes clave para combatir la informalidad: el trabajo a domicilio y la trazabilidad. Sin embargo, señalaron que la falta de reglamentación impide su efectiva implementación.

A pesar de las diferencias, tanto la Cámara como el Sindicato coinciden en un objetivo común: defender la industria nacional. En este contexto, resulta urgente revisar y fortalecer el marco regulatorio, garantizar condiciones laborales dignas y fomentar el reconocimiento de quienes sostienen este sector desde la invisibilidad.

Escuchá la charla completa en el canal de YouTube de Fashion Revolution.

Ocean

Director: Alastair Fothergill

Género: Documental

Año: 2025

Duración: 90 minutos

País de origen: Reino Unido

Con la fuerza de una despedida y la urgencia de un llamado, “Ocean” es el nuevo documental narrado por Sir David Attenborough, lanzado en el marco de su 99° cumpleaños. Dirigido por Alastair Fothergill, uno de sus más estrechos colaboradores, esta obra es mucho más que una exploración submarina: es una declaración personal y conmovedora sobre la salud del planeta.

Filmado en más de 20 regiones oceánicas, el documental revela, con un lenguaje visual impactante la majestuosidad y fragilidad de los ecosistemas marinos. Ballenas, corales, cardúmenes y depredadores se despliegan en escenas de impresionante belleza, captadas con cámaras de ultra alta definición y técnicas innovadoras de filmación submarina.

Pero "Ocean" no es solo una celebración; es también una advertencia. Attenborough, con la serenidad y el peso de sus casi cien años, narra un relato que conmueve y sacude: la acidificación de los océanos, la sobrepesca, la contaminación plástica y el colapso de la biodiversidad marina son temas centrales de la película.

Recomiendan

Animales Sin Hogar: dos décadas dando voz y refugio a quienes no la tienen

UNA ORGANIZACIÓN URUGUAYA QUE TRANSFORMA EL ABANDONO Y EL MALTRATO EN SEGUNDAS OPORTUNIDADES PARA MÁS DE 2.800 ANIMALES.

Animales Sin Hogar es una asociación civil uruguaya sin fines de lucro, fundada el 16 de noviembre de 2003. Está conformada por voluntarios comprometidos con la promoción de la adopción y la tenencia responsable de animales de compañía, así como con el bienestar animal en general.

Los fundadores, Laura Medina y Juan Echavarría, iniciaron este camino como voluntarios en un refugio al que acudieron con la intención de adoptar un perro. Sin embargo, al enfrentarse con la dura realidad que vivían los animales allí alojados, decidieron involucrarse activamente en su ayuda. Una de

sus primeras acciones fue la creación de un sitio web para publicar animales en adopción, al que llamaron Animales Sin Hogar. Con el tiempo, comenzaron a asistir directamente a animales necesitados, involucrándose cada vez más en tareas de rescate, atención médica y búsqueda de hogares adoptivos. La organización fue creciendo, no solo en estructura, sino también en diversidad de especies, incluyendo perros, gatos, caballos, animales de granja y hasta monos. Actualmente, la ONG ampara a más de 1.050 perros, 300 gatos, 450 caballos y más de 1.000 animales de granja. Todos ellos son sobrevivientes de diversas situaciones de vulnerabilidad, siendo el abandono y el maltrato las causas más frecuentes de su llegada. A cada animal se le brinda atención veterinaria integral y se procura su bienestar general, satisfaciendo sus necesidades físicas y emocionales. Para perros y gatos, se buscan hogares responsables y amorosos, siempre con un compromiso de respaldo de por vida por parte de la organización. El funcionamiento de Animales Sin Hogar depende de las colaboraciones mensuales de cientos de padrinos, además del aporte solidario de personas que donan recursos

económicos, alimentos, materiales y tiempo. Soñamos con el día en que nuestra labor ya no sea necesaria, ese día en que los animales no sufran más la indiferencia ni el abandono de nuestra sociedad.

Muchos de los animales que llegan a nuestro refugio lo hacen tras haber vivido experiencias de maltrato extremo. Algunos han sido golpeados, encadenados sin agua ni comida, abandonados enfermos o mutilados. Cada uno de ellos encuentra aquí una nueva oportunidad: un lugar donde se les brinda cuidado, dignidad y la esperanza de una vida mejor. Nuestro compromiso es darles un hogar temporal mientras buscamos, incansablemente, familias que puedan ofrecerles el amor que siempre merecieron.

Más que una causa para la acción

En el Cono Sur, y en América Latina en general, el problema del abandono es alarmante. Según estimaciones de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), existen aproximadamente más de 400 millones de perros callejeros en el mundo

Descubre más sobre la organización en: www.animalessinhogar.com.uy

INCLUSIÓN

“No Hay Planeta B... Ni Personas de Segunda”

LA SOSTENIBILIDAD NO PUEDE SER SOLO AMBIENTAL NI ECONÓMICA: DEBE SER TAMBIÉN

HUMANA. EN UN MUNDO QUE

BUSCA SALVAR EL PLANETA, MILLONES DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD SIGUEN SIENDO EXCLUIDAS DEL DESARROLLO. SIN INCLUSIÓN, LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE QUEDAN INCOMPLETOS.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se construye sobre una promesa clara: “no dejar a nadie atrás”. Para que ese compromiso se traduzca en hechos concretos, debe cumplirse en todos los niveles y con todos los colectivos, especialmente, con quienes históricamente han sido excluidos, como las personas con discapacidad. Un sistema excluyente es insostenible. Esta frase cobra fuerza cuando se observa que la mayoría de los modelos de desarrollo siguen ignorando las barreras que enfrentan millones de personas para acceder a derechos básicos como la educación, el trabajo o el transporte. En este contexto, la sostenibilidad no puede seguir siendo un concepto limitado a lo ecológico o económico. No hay sostenibilidad posible si no es, ante todo, profunda y visceralmente humana. De ahí nace el concepto que da nombre a este artículo: “No Hay Planeta B... Ni Personas de Segunda”. Porque, así como la

delicadísima crisis ambiental y grave emergencia ecológica exige un compromiso inaplazable e ineludible, la crisis de exclusión estructural, invisibilización y desvalorización humana demanda una transformación radical. No sirve de nada proteger el planeta si no se protege también el derecho de todas las personas a vivir con dignidad. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reconocen que para lograr educación de calidad (ODS 4), reducir desigualdades (ODS 10) y promover trabajo decente (ODS 8), se necesitan políticas y espacios inclusivos. Pero la realidad es clara: más de 1.000 millones de personas viven con discapacidad; el 90% no trabaja en países en desarrollo. Muchos niños y niñas no estudian y las mujeres con discapacidad ganan menos. Sin una inclusión efectiva, los ODS no se cumplen y la sostenibilidad se desvanece.

La inclusión de personas con discapacidad es una inversión en justicia social y sostenibilidad. Mejorar educación, accesibilidad y empleo beneficia a todos/as y es vital para enfrentar la crisis ambiental. “No hay planeta B ni personas de segunda”: atender a todos/as y al planeta, asegura un futuro justo e inclusivo.

“No Hay Planeta B... Ni Personas de Segunda” no es solo una frase: es un principio ético, político, y demanda un compromiso humano inescapable. La sostenibilidad solo será real cuando incluya a todas las personas. Solo entonces, esa promesa global de no dejar a nadie atrás, de no abandonar a ninguna persona, dejará de ser un eslogan decorativo, para convertirse en revolución real.

Tejer con sentido desde las sierras de Rocha

PRENDAS ÚNICAS QUE NACEN DEL TIEMPO, LA PACIENCIA Y EL RESPETO POR LA TIERRA Y SUS SABERES.

FLORENCIA KHINNO surge de la experiencia de su fundadora, Florencia Delfino, artista plástica y textil, quien hace más de una década dejó Buenos Aires para buscar una vida más simple en las sierras de Rocha, Uruguay. Allí encontró inspiración y un entorno ideal para desarrollar una propuesta textil profundamente conectada con la tierra, el tiempo y las personas. Movida por una curiosidad genuina, Florencia aprendió de mujeres artesanas locales el arte de hilar, teñir y tejer. Descubrió la lana merino, fibra noble y local que se volvió el corazón de su trabajo. De forma autodidacta, exploró el telar de peine, herramienta ancestral uruguaya, que le permitió dar vida a un lenguaje propio: el tejido como expresión y creación. Con el tiempo, FLORENCIA KHINNO se transformó en una marca viva que celebra el trabajo manual, el conocimiento compartido y la belleza de los procesos lentos. Participar en ferias y eventos la conectó con tejedoras de todo el país, dando origen a una red colaborativa para que sus piezas, técnicas y saberes circulen y sean reconocidos.

Recientemente, Universo MOLA, plataforma de moda sostenible latinoamericana, seleccionó a FLORENCIA KHINNO para representar a Uruguay en la Semana de la Moda Sustentable en Bogotá, reafirmando el valor y la proyección internacional de su propuesta.

Slow fashion como filosofía de vida

La marca apuesta al slow fashion, mucho más que una tendencia: un enfoque consciente que propone invertir en prendas de calidad, hechas con fibras naturales, respetando a quienes las producen y usan, y cuidando el medio ambiente.

Florencia explica: “En un mundo acelerado, donde el fast fashion lanza colecciones cada semana, el slow fashion invita a consumir menos y mejor, con prendas que tengan historia y procesos cuidadosos detrás.”

Proceso artesanal

Cada pieza se realiza completamente a mano. La lana merino se elige con cuidado, y si se utiliza color, se preparan tintes naturales con plantas locales. El teñido es manual y consciente, la urdimbre define el alma de

la prenda, y el tejido se hace con paciencia en el telar de peine, creando tejidos planos versátiles y resistentes. Los diseños incluyen sacos, remerones y kimonos, sin moldes, pensados para ser funcionales, versátiles y bellos.

Para Florencia, el telar es “una máquina sin electricidad que permite crear de manera intuitiva y corporal, ofreciendo infinitas posibilidades creativas.”

Moda con alma y conciencia

FLORENCIA KHINNO reivindica lo hecho a mano, lo auténtico y con alma. En tiempos de consumo masivo, propone una mirada consciente para entender cómo se hacen las prendas, con qué materiales y para qué propósito. La moda sostenible no es solo usar fibras naturales, sino repensar todo el proceso para crear piezas duraderas que cuenten historias y acompañen a quienes las usan. Como dice Florencia: “La moda sostenible no se trata solo de lo que vestimos, sino de cómo elegimos habitar este mundo.”

Conoce sus diseños en florenciakhinno.com, o seguilo en redes como @fktextil

¿Cómo no aceptar…?

Estimados lectores de SEA:

El número pasado incluyó la última de mis contribuciones regulares en la Revista SEA. Cuando se gestaba la posibilidad de hacer realidad la revista, tuve el privilegio de que Victoria Pereira me invitara a tener una columna sobre “Áreas protegidas”, a lo cual accedí de inmediato. ¿Cómo no aceptar, cuando —siguiendo lo que me había pedido Victoria— debía escribir sobre mis propias vivencias en áreas protegidas de todo el mundo?

Tuve la suerte de conocer muchas áreas protegidas, pero más que nada, tuve la suerte de que en muchas de ellas no fui un visitante común, sino que pude penetrar en las realidades locales al compartir días y noches con sus guardaparques. Para mí, todas las áreas protegidas del mundo conforman —si no un sistema— al menos una red que pretende englobar la biodiversidad y todo lo que la origina.

Pero del mismo modo que hay personas que despilfarran y personas que viven en la pobreza, lo mismo sucede con las áreas protegidas: algunas “la pasan bien”, pero otras —la mayoría— sufren. Y sobre todo, sufren los guardaparques que viven y mueren trabajando en ellas. Durante mis viajes fui testigo de eso.

Nuestras vidas tienen ciclos, unos largos y otros cortos. En la mía, sin que me lo proponga, los ciclos cortos duran más o menos cinco años. Y he ahí que mantuve mi columnita escribiendo regularmente desde 2019. Creo que SEA, a lo largo de su existencia, ha sido —y ojalá lo siga siendo por muchos años— una gran contribución a la sustentabilidad. En primer lugar, porque leyendo sus páginas, cargadas de buenos ejemplos, de inventiva y de perseverancia, es imposible no volver a creer en la humanidad: al saber de gente que, contra viento y marea, pelea y consigue hacer lo que se propone.

Me gustó, además, ser parte de una revista donde cada edición, sin caer en la simpleza, es particular e inspiradora.

Deseo que SEA llegue a muchos, muchos jóvenes, porque ellos —más que nadie— necesitan conocer ejemplos innovadores. No solamente son herederos de la sociedad injusta y desequilibrada que hemos generado, sino que tienen la necesidad de crear un “futuro colorido y alegre”. Y para ello, necesitan pruebas palpables de que el cambio radical que nuestra sociedad necesita es posible… y se está haciendo.

Y esas pruebas aparecen en cada página de SEA.

¡Hasta pronto!

Esta revista fue creada con mucho amor y sabemos que te va a gustar. Por eso, te invitamos a que seas solidario y así como nosotros te la regalamos a ti, tú se la regales a alguien que sepas le pueda interesar.

sustentabilidadenacciones.com/apoyanos

Los pueblos indígenas no contactados son los más vulnerables del planeta.

Sabemos muy poco de ellos. Pero sí sabemos que hay más de 150 en todo el mundo.

Y sabemos que poblaciones enteras están siendo exterminadas por la violencia genocida que ejercen los foráneos que les arrebatan sus tierras y sus recursos, y por enfermedades como la gripe y el sarampión contra las cuales no tienen inmunidad.

Necesitamos tu apoyo para ayudarnos a combatir una de las crisis humanitarias más urgentes y trágicas de nuestro tiempo. www.survival.es

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