Doble crimen, de Ariel Magnus

Page 2

infierno, aunque el verdadero infierno es a veces no tener nada que hacer. A último momento se montó además un gendarme que yo no conocía, los cambian como calzoncillos, así también los cagan, si yo tuviera un hijo haría lo imposible para que no se meta a gendarme, uno lo alimenta dieciocho años para que después se lo lleven a lustrar botas, cuando no a traficar porquerías como los he visto hacer por acá, porque acá es eso lo que se les enseña a nuestros chicos, acá la ley es violarla, si juzgaran a Emilio por la ley en la que se educó lo deberían dejar libre, el problema es que las leyes siempre las hacen los criminales, como decía el Susto Sosa, para quien el máximo criminal era Dios, que hizo la ley para que todos seamos pecadores. Con el verde y Emilio y el subco encaramos entonces para lo del Suizo, a veces me da cosa montarle tantos hombres a mi Esmeralda pero esos son los riesgos de haberla bautizado así, de forma espontánea, y los asumo, si hubiera pensado desde un principio en las posibles consecuencias de mis acciones no habría raptado a Aleluya ni hubiese llegado a este lago, si todos anduviéramos siempre midiendo los corolarios de nuestros actos no haríamos nunca nada por amor. (Para Quintín lo contrario a la razón no es la demencia sino el amor, que según él no es una forma de la locura sino de una racionalidad inversa, donde lo inteligente es no pensar en las consecuencias, ni siquiera en las buenas; desde el momento en que alguien piensa en las consecuencias ya no actúa por amor sino por otra cosa, más o menos amorosa pero distinta, cree Quintín, para quien el amante verdadero es estrictamente no pragmático, alguien que no distingue impulsos de estrategias, ni deseos de hechos, ni medios de fines). Cuando llegamos a la otra orilla el subco se internó con Emilio en la montaña, son casi dos kilómetros a través del bosque, no para el lado del monasterio del Padre Ardile sino hacia Chile, a los extranjeros les gusta encanutarse, como si irse a la otra punta del mundo no fuese suficiente van y se esconden también de los locales, la soledad es una droga, otra de las tantas que se consiguen fácil por acá. Al gendarme me lo dejó el subco de guardia, quizá pensó que yo sabía lo ocurrido y tenía miedo de que me fugara, lo cierto es que de los detalles recién me enteré por el verde y ahí sí que me dieron ganas de irme, que gendarmería ponga un barco propio para encargarse de estas cosas, me quejé, tampoco allá en el pueblo le deben pedir a los taxistas que anden persiguiendo ladrones por falta de patrulleros. Hasta ese momento sabía que los habían matado a los dos, al Suizo y a la madre, lo que no sabía era que los habían matado a hachazos, los habían talado en vida, como se expresó el milico, de Comodoro dijo que era aunque el nombre no lo retuve, buen muchacho como casi todos, tal vez un poco demasiado charleta. Contó que debían haber sido unos cuantos y que llegaron de noche, en caballo claro está, a ese margen del lago o se llega en caballo o se llega en barco, y si en barco entonces en el mío, y si no en el mío igual lo sabría, el lago no es de Quintín pero en ese sentido es como si lo fuera, nada ni nadie lo cruza sin que Quintín se entere. Llegaron tarde a la noche y eran varios, como tres o cuatros, dudó el verde, coqueteó con la duda más bien, calculando que si decía tres yo no le iba creer y si decía cuatro tampoco pero que tres o cuatro sonaba como un número plausible, aunque en realidad no es ningún número, o fueron tres o fueron cuatro pero tres o cuatro no fueron seguro. (Muchas veces Quintín nota, y no sólo con los militares o con la gente de Comodoro Rivadavia, que dudar en las cantidades o en las fechas o en cualquier cosa que se exprese en números es la mejor forma de dar uno creíble, él mismo si dice que cruzar el lago demora veintitrés minutos la gente sonríe incrédula mientras que si dice que demora unos veinte treinta minutos la gente asiente y no pregunta más, veintitrés es un número preciso y ajustado a lo que suele demorarse su Esmeralda en cruzar el lago pero los pasajeros prefieren un número inexistente como veinte treinta, se sienten más a gusto cuando en lugar de la información exacta se les da información imprecisa y aun contradictoria, es algo que


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.