Modelo sistÉmico de ´ ´

01. 02. 03. 04. Diagnóstico Elementos clave del diagnóstico Principios generales Circularidad1. Neutralidad2. Hipotetización3. Intervención estratégica 4.
Objetivos y Aplicación
Introducción 05. Técnicas Preguntas circulares 1. Rituales2. Conversación3. Narrativa4. Prescripción invariable 5. Paradoja6. Connotación positiva 7. 06. Conclusión
El modelo sistémico de Milán es una perspectiva terapéutica desarrollada por el equipo del Centro de Terapia Familiar de Milán, liderado por Mara Selvini Palazzoli. Este enfoque se centra en las relaciones y patrones comunicativos dentro del sistema familiar, buscando comprender y modificar las dinámicas que mantienen el problema presentado. Es un modelo terapéutico fundado sobre las teorías de Gregory Bateson (1972). Originalmente aplicado solamente a la terapia familiar, el modelo de Milán es hoy utilizado además en el trabajo individual, de pareja, con grupos y con organizaciones.
En el modelo sistémico de Milán, el diagnóstico no se enfoca en etiquetar patologías individuales, sino en identificar patrones disfuncionales dentro del sistema familiar. Los terapeutas observan las interacciones y la comunicación entre los miembros de la familia para detectar cómo se mantiene el problema y qué roles desempeña cada miembro en dicha dinámica.
El DSM IV enfatiza la necesidad de criterios diagnósticos universales para psiquiatras y terapeutas, considerados "ateóricos" y "operativos". Sin embargo, autores con formación sistémica y psicoterapéutica critican al DSM por su cientificidad pretendida, que convierte el diagnóstico en una etiqueta, y por no reconocer los puntos fuertes y recursos del individuo. Las opiniones sobre el diagnóstico varían según los modelos teóricos de los terapeutas: algunos usan el modelo biomédico y otros el modelo biopsicosocial. Ambos grupos coinciden en distinguir entre lo sano y lo patológico y en la importancia del diagnóstico.
Circularidad: Evaluar cómo las acciones de cada miembro influyen en los demás, creando un ciclo de comportamientos y reacciones.
Neutralidad: Mantener una postura imparcial frente a las narrativas de los miembros de la familia, evitando juicios y tomando en cuenta múltiples perspectivas. Cohesión y adaptación: Analizar el grado de unión y flexibilidad del sistema familiar frente a cambios y estresores. 1. 2. 3. 4.
Hipótesis: Desarrollar suposiciones sobre las funciones de las conductas problemáticas dentro del sistema familiar.
Sugiere que las conductas de los miembros de la familia están interconectadas en un ciclo de causa y efecto. No se busca identificar a un "culpable" del problema, sino entender cómo cada comportamiento influye en el otro, creando un patrón repetitivo.
Implica que el terapeuta no toma partido y evita juzgar o alinearse con un miembro en particular. Este enfoque permite explorar las interacciones familiares sin imponer interpretaciones preconcebidas.
Implica generar y probar suposiciones sobre las dinámicas familiares. Estas hipótesis son provisionales y se ajustan según la información obtenida durante la terapia. La formulación de hipótesis guía la intervención terapéutica.
La intervención se diseña de manera estratégica para interrumpir los patrones disfuncionales y promover el cambio en el sistema. Las técnicas empleadas buscan modificar las percepciones y comportamientos de los miembros de la familia. 04.
El objetivo general es crear un contexto relacional de deutero-aprendizaje, es decir, de aprender a aprender (Bateson, 1972), en el cual los clientes puedan encontrar sus propias soluciones, sus posibles salidas de la dificultad y el sufrimiento. Con este fin, se explora el contexto en el cual viven y en el cual se manifiestan los problemas.
Se explora el entorno en el que viven y se manifiestan sus problemas, con el fin de comprender el sistema organizado alrededor del problema, incluyendo eventos, significados, acciones y relaciones con sistemas significativos como la familia y el terapeuta.
Esta exploración permite definir conjuntamente los objetivos iniciales, que pueden modificarse durante la terapia según lo que surja en el proceso.
Desestabilizar los patrones disfuncionales: Identificar y cambiar las interacciones que mantienen el problema.
Promover la reflexión y la autoconciencia: Ayudar a los miembros de la familia a reconocer sus roles y contribuciones al problema.
Fomentar la autonomía y la flexibilidad: Desarrollar la capacidad de los miembros para adaptarse a nuevas formas de interacción.
Fortalecer la cohesión familiar: Mejorar la comunicación y la colaboración entre los miembros para resolver problemas de manera efectiva.
Como se aplicaba esta terapia:
Un espejo unidireccional dividía la sala de la terapia de la sala de observación.
El equipo terapéutico se encontraba, en general, antes de cada sesión para formular alguna hipótesis de trabajo según las informaciones recibidas previamente.
Por lo tanto, el terapeuta, o como sucedía regularmente, la pareja de terapeutas, iniciaba la sesión mientras el resto del equipo observaba detrás del espejo.
La sesión podía ser interrumpida ya sea por los terapeutas como también por los miembros del equipo de supervisión; en ambos casos, terapeutas y equipo se reunían brevemente en la sala de observación para un intercambio de ideas.
Al final de la sesión, terapeutas y equipo se encontraban nuevamente, esta vez por un tiempo más largo, a veces más de una hora: la discusión conducía hacia una serie de hipótesis que confluían en una hipótesis sistémica, capaz de dar un sentido a los comportamientos observados en relación al síntoma.
A partir de la hipótesis sistémica, después, se construía una “intervención final”, que podía consistir en una reformulación, una prescripción con una tarea para seguir en casa, o bien con un ritual. El terapeuta o la copia de terapeuta eran quienes debían sugerir a la familia esta intervención final.
Para el terapeuta sistémico de Milán, la técnica esencial está constituida por las preguntas. El terapeuta hace preguntas en vez de dar respuestas (ateniéndose una vez más a la exhortación de Bateson, 1972). La pregunta, a diferencia de la afirmación o la interpretación, entrega al otro la tarea de atribuir los significados de cuánto ha sido dicho, reduciendo por naturaleza el tono autoritario que está frecuentemente presente en la conversación terapéutica. Entre las preguntas, son de particular importancia y significado las preguntas circulares. Otros tipos de preguntas particularmente interesantes para producir cambios en el sistema de premisas de los clientes son las preguntas orientadas al futuro (Penn, 1985) y las preguntas hipotéticas (Boscolo y Bertrando, 1993).
Las preguntas circulares se utilizan para explorar las relaciones y diferencias entre los miembros de la familia. Estas preguntas ayudan a desentrañar las percepciones y comportamientos de los miembros, promoviendo una mayor comprensión mutua.
El terapeuta hace preguntas por turno a cada uno de los miembros de la familia respecto al comportamiento de dos o más familiares. El terapeuta busca construir un mapa de la familia como red de relaciones interconectadas, la manera más eficaz de crear este mapa parecía ser el poner en juego preguntas que pudieran evidenciar diferencias.
Ejemplo: "¿Cómo crees que tu hermano se siente cuando tú te enojas?"
Los rituales son tareas o actividades específicas diseñadas para modificar los patrones de interacción. Estos rituales pueden ser simbólicos o prácticos y tienen el objetivo de interrumpir los ciclos disfuncionales. Ejemplo: Pedir a la familia que realice una actividad conjunta que normalmente no harían, para fomentar la cooperación y el entendimiento mutuo.
Las características del ritual terapéutico:
Fomenta que la familia actúe de manera diferente a la que causa sufrimiento y síntomas, pasando del “pensar” al “hacer”.
Igual a todos los miembros en la realización del ritual, creando una experiencia colectiva con nuevas perspectivas compartidas.
Armoniza los tiempos individuales y colectivos, reintroduciendo secuencias de comportamiento eliminadas.
Actúa sobre los procesos en lugar del contenido; el ritual debe ser críptico para que la familia le atribuya sus propios significados. Es distinto de la vida cotidiana de los clientes, prohibiendo hablar del ritual hasta la próxima sesión, y especifica tanto aspectos formales como de contenido, siendo único e irrepetible.
Actualmente, términos como diálogo, conversación y discurso terapéutico se refieren a la relación terapéutica como una danza interactiva donde los interlocutores se turnan para dar forma al discurso.
El diálogo terapéutico implica una continua deconstrucción y reconstrucción de historias. Hay un proceso de micro deconstrucción/reconstrucción en intercambios limitados entre el terapeuta y el cliente, y un proceso de macro reconstrucción que ocurre al final de la sesión, integrando varios "trozos" surgidos anteriormente. Este modelo describe el trabajo del terapeuta con la hipótetización y las preguntas circulares. En la hipótetización, el terapeuta formula una hipótesis basada en elementos del diálogo y verifica su plausibilidad con preguntas circulares, lo que provoca respuestas y nuevos elementos para deconstruir y reconstruir.
Una visión narrativa nos permite, actualmente, usar también la capacidad narrativa del terapeuta. A veces puede resultar útil, con ciertos clientes que parecieran ser menos capaces de narrarse a sí mismos, donde es el terapeuta quien cuenta historias. El hecho de encontrarse de frente a un “terapeuta narrador” le quita el autismo, poniéndolo en una posición de escucha (de una persona dispuesta a escuchar a otro). De este modo, el cliente puede escoger, entre muchas narraciones ofrecidas por el terapeuta, aquélla que efectivamente pueda servirle más, dejando de lado el resto.
La técnica narrativa en el modelo sistémico de Milán es una herramienta valiosa para transformar las historias que las familias cuentan sobre sí mismas, facilitando el cambio positivo y la resolución de problemas. Al reconfigurar estas narrativas, se promueven nuevas formas de ver y abordar las dificultades, empoderando a los individuos y fortaleciendo las relaciones familiares.
La prescripción invariable es un instrumento terapéutico a utilizar cuando el cliente, es cualquiera de los hijos. Se trata de una serie de prescripciones especificadas en sus menores detalles, tiempos y secuencias. El objetivo es crear un cambio en la estructura del sistema familiar al introducir una tarea que todos los miembros deben realizar. Esta tarea está diseñada para modificar las interacciones y percepciones de la familia sin abordar directamente el contenido del problema, enfocándose en los procesos subyacentes.
Ejemplo: todos los miembros de la familia deben dedicar un tiempo determinado cada día a realizar una actividad juntos, como una cena familiar sin interrupciones externas, durante una semana. No se permite discutir sobre los problemas habituales durante esta actividad, promoviendo así nuevas formas de interacción y comunicación.
Las intervenciones paradójicas buscan desafiar y modificar patrones disfuncionales mediante la prescripción de comportamientos aparentemente contradictorios.
Ejemplo: Indicar a un miembro de la familia que continúe un comportamiento problemático de manera consciente, para que se dé cuenta de su impacto y decida cambiarlo voluntariamente.
Paradoja es una contradicción en la que hay que deducir dos premisas congruentes. La prescripción del síntoma: el terapeuta prescribe el síntoma como algo espontáneo que el paciente, sin embargo, no estaría en condiciones de realizar espontáneamente por el hecho mismo, de qué le ha sido prescrito. El cliente se va empujando hacia un callejón sin salida del que no puede escapar si no revelándose contra el terapeuta, es decir, abandonando el síntoma.
Se connota positivamente todas las conductas de la familia que pertenecen el síntoma. Es una forma de recuadrar, desculpabilizar a los miembros de la familia. Facilita el establecimiento de la alianza terapéutica. Planta el problema como lógico dentro del contexto de la familia.
La connotación positiva consiste en atribuir intenciones benévolas a las conductas problemáticas, ayudando a los miembros de la familia a ver estas acciones de una manera más comprensiva y menos conflictiva. Ejemplo: Sugerir que el control excesivo de un padre es una expresión de su preocupación y amor por sus hijos.
El modelo sistémico de Milán ofrece una perspectiva integral y dinámica para abordar problemas familiares, enfocándose en las interacciones y patrones comunicativos. Su enfoque en la circularidad, neutralidad y estrategias de intervención proporciona herramientas efectivas para promover el cambio y la mejora en la vida familiar.