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XIV.- La antigua vivienda rural en Río Hurtado

Otro de los atractivos del paisaje campesino de Río Hurtado son sus viejas casas rurales, las cuales por lo general están construidas en adobe –cuya base es el barro y la paja–, material que está gratuita y generosamente en la naturaleza, y que en la zona del Limarí ha sido profusamente utilizado desde los tiempos de la Colonia, debido a su resistencia y a sus características biodegradables y al hecho que permiten una gran aislación térmica y acústica.

Conservación de la infraestructura en adobe, característica de Río Hurtado. La construcción con barro es parte de un conjunto de factores que componían un mundo rural a la antigua, donde los constructores partían desde la elección de la tierra y su justa composición hasta darle un tiempo de reposo al material de al menos 10 días, por lo que sólo después de esa espera se empezaba a construir la vivienda. De esa manera, por generaciones, los lugareños convertían la misma tierra que pisaban en un material constructivo con el que se podían levantar muros para viviendas de propiedades térmicas indiscutibles.

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Rodrigo Iribarren, en su obra “Río Hurtado: Historia y tradición”, cuenta que predominan en Río Hurtado “dos tipos diferentes de construcciones, partiendo por los ranchos, que son la expresión adecuada de la habitación de muros de piedra o que utiliza la quincha embarrada (al que se le adosan adobes en los mojinetes, para el sostén de la techumbre). En algunos tratadistas se considera a estas casas o ranchos con muros de piedra y planta cuadrangular como una forma de inspiración hispánica y se menciona a algunos pueblos de España, donde esta construcción popular prevalece”.

Iribarren agrega que, en segundo lugar, “el tipo más evolucionado de las construcciones es el construido con muros de adobes. En algunas viviendas antiguas que conservan su estructura se levantaron las murallas ocupando los adobes de cabeza para darle mayor solidez a la fábrica del edificio. Esta práctica actualmente está en desuso y se suele emplear en los edificios que requieren mayor resistencia, como bodegas, capillas, etc. El empleo del adobe en posición normal, adobe de soga, es el más común”.

Las techumbres de estas casas, por lo general, pueden incluir materiales vegetales como tallos de totora, carrizo o paja, hasta tejuelas de alerce, planchas metálicas, carbón alquitranado y materiales industriales de revestimiento.

Casa de adobe con techo compuesto por planchas metálicas.

Gallinero hecho con maderas, muros de piedra y planchas metálicas en la zona del secano de Río Hurtado.

Rodrigo Iribarren comenta que la vivienda más común y generalizada en Río Hurtado es aquella unihabitacional con cocina separada. Algunas de estas viviendas cuentan también con ramadas, construcción general que está montada sobre una serie de horcones que sostienen vigas paralelas, sobre las cuales se sostiene un techo horizontal de cañas o de ramas desfoliadas de arrayán. Estas ramadas cumplen varios usos, pues pueden ser usadas como taller de artesanías generales, sala de constante permanencia, local de actividades domésticas diversificadas y galpón en donde se guardan los aperos de labranza, las monturas, aparejos, costales y zurrones.

Tan importante como la casa rural es el patio, espacio libre donde podía encontrarse un pequeño jardín y la bodega, que solía ocupar habitaciones separadas de la vivienda principal. Allí se guardaban granos, queso de cabra, frutos secos, herramientas de labranza y aparejos varios.

Corral para los animales, hecho con piedras y madera, en la zona del secano de Río Hurtado.