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Los dedos se me quejan debajo de las manoplas. Llevo unos guantes de nitrito para evitar mojar las manoplas con el sudor, lo que llaman barrera de vapor. Mientras colocaba el trineo en la salida, lo he hecho todo a manos desnudas a -35ºC y los dedos se me han quedado durillos. A los 5 minutos se me olvida el frío de los dedos porque con el ejercicio físico todo fluye. Salimos por el río Yukon y vamos rápido. Nos mezclamos los participantes de las distintas distancias en un simpático desorden que irá desapareciendo poco a poco. Por suerte, el sol nos acompaña y, a pesar de que no calienta, al menos disimula esos muchos grados por debajo de cero. Al principio resulta amigable, vas oyendo un ruidito, producto de tus pasos sobre la nieve, el hielo y el arrastrar de tu trineo sobre éstos. Pero con el paso de las horas y al final del día, ese ruido pasa a ser irritante. ¡Uf! No quiero pensar los corredores que pasan 10 días así… ¡Por eso utilizan cascos de música!
REPORTAJE