5 minute read

Los Shadowolves

Capítulo V

Advertisement

Ala mañana siguiente comienzo mi regreso a casa, no sin antes agradecerle al buen hombre, y claro, si me regalaba algo de café. Cuando llego a casa inmediatamente riego alrededor de la casa agua bendita y cierro todas las ventanas y puertas con doble seguro tal como me lo aconsejo Diovane, ahora que los Shadowolves iban tras de mí tenía que tomar todas las precauciones. Me sentía como en esa historia de “El Sabueso de los Baskerville”, solo que con un perro muy grande, y que no sirvo como detective.

Toda la mañana me la pase dando vueltas y vueltas a toda la casa, me sentía totalmente inseguro, después de lo de anoche ¿Quien no habría de estarlo? La bolsa grande de café que Diovane me había convivido estaba totalmente vacía, no hacía sino tomar café y fumar, la ansiedad era grande, el miedo era imprescindible. A no más tardar a las cinco y media de la tarde llaman a la puerta. “TOC, TOC”-¿Antton? ¿Estás ahí?-

-¿Agnes?- inmediatamente abro la puerta -¿Qué haces aquí?- Si no me estuvieran persiguiendo dos monstruos infernales estaría super feliz de que decidiera hacerme la visita justo hoy.

-Pues quise hacerte la visita, ¿O es un mal momento? Te vez agitado.

-Vamos, entra rápido- una vez adentro cierro la puerta inmediatamente-

-Pareciera que te persigue un asesino ¿Está todo bien?-

-No, realmente no lo está…-

-¿Por qué, qué sucede?-

-Llegas en un muuy mal momento Agnes…Después de varios minutos narrando lo sucedido, ella me mira como si solo estuviera contando otra de mis historias o con cara de que estoy loco.

-Muy graciosito, no me hagas reír-

-¡Te digo la verdad Agnes! Se que todo esto suena a una historia fantástica que se inventaría un escritor, b-bueno yo soy escritor… ¡p-pero nada de lo que te digo es invención mía!- Ella ve la seriedad en mis palabras, me mira preocupada como si creyera que hubiese perdido la cordura de la noche a la mañana y toma la temperatura de mi frente.

-Creo que has estado solo demasiado tiempo, o solo has bebido demasiado café y ya estas delirando…-

-¡Es enserio! y creo que esa bestia está involucrada con la muerte de tu hija-

Su mirada cambia a una completamente seria y con algo de odio, pero esas bestias habían matado a Marit y ella tenía todo el derecho de saberlo, el problema es que tal vez no fue el mejor momento para decírselo…

-Está bien que quieras usar tus historias fantásticas en casi todos los temas de conversación, pero no tolerare que te burles de la memoria de Marit-

-¡Por un demonio mujer no bromeo, esto es enserio!-

-¡No quiero escuchar más, me largo!- se dirige a la puerta completamente furiosa.

-¡No salgas de la casa, es por tu propio bien!- pero ella me da una bofetada tan fuerte que termino en el piso.

-Te creía más serio Antton, yo… te quería dar la oportunidad de conocernos mejor…, pero eres igual de inmaduro que Tom, nunca te vuelvas a cruzar conmigo, hasta nunca Antton- ella abre la puerta y se va corriendo con lágrimas en los ojos, me levanto y voy tras ella.

-¡Agnes, espera! ¡AGNES!- la intento alcanzar pero me lleva bastante ventaja ¿Como es que corre tanto con esos zapatos?

-¡¡¡AHHHHHHH!!!-

-¡AGNES!- No puede ser, la tenían –No Agnes, tu no….-

De repente aparece la otra criatura infernal, aquella que me quiere como plato principal, ahora me tenía acorralado, la criatura se tira en picada hacia mí, no tenía escapatoria,era mi fin, de la nada una flecha de plata le atraviesa el pecho cayendo a no más de un metro de donde yo estaba, la criatura se desvanece en el aire como la niebla con la brisa, volteo a mirar quien es mi misterioso salvador y no es nada más y nada menos que el guardián del cementerio.

-¿Diovane?-

-“¡Noo... soy María Antonieta…!”, ¡Imbécil!, debiste quedarte en casa-

-¡Ahora eso no me importa! ¡Debes ir a rescatar a Agnes!-

-Lo siento, pero ya mi viejo cuerpo no me lo permite, apenas y pude llegar a ti a tiempo-

-Ella está allá por mi culpa, no puedo permitir que muera, es la única persona en este mundo que me agrada-

-Lo lamento chico, ella ya no tiene salvación, ya no puedo hacer nada por ella-

-¡Entonces yo iré por ella! ¡no permitiré que muera por mi culpa!La mujer que he amado toda mi vida está ahora soltera, no desperdiciare esa oportunidad y unos monstruos infernales no me detendrán (ya se ya se, soy un maldito oportunista).

-Toma mi ballesta y flechas, si quieres encontrarla aún con vida debes llegar a ella antes de la media noche, ¡recuerda!, debes darle en el corazón a la bestia, es la única forma de devolverla al infierno- tome la ballesta y las flechas, sin más preámbulos me dirigí en búsqueda de Agnes. No tardé mucho en encontrar el lugar donde se hallaba la bestia, solo seguí el rastro de sangre, el aura maligna se podía sentir a un par de kilómetros, Agnes estaba mal herida recostada en un gran árbol, el Shadowolf no se encontraba cerca, o eso fue lo que pensé… en puntitas me acerco a Agnes…

-¡Antton! ¡Rápido, sal de aquí! ¡Es una trampa!Su advertencia fue en vano, la criatura sale de la nada hacia mí, doy media vuelta y empiezo a correr a todo lo que doy alejándolo lo más que puedo de Agnes, me volteo y apunto con la ballesta a la horrible bestia y disparo, pero mi puntería de visco le atraviesa el ojo haciendo que esta tropiece sobre mí, en la conmoción suelto la ballesta quedando en el suelo, me levanto lo más rápido que puedo para volver a agarrar la ballesta, pero el Shadowolf muerde mi pierna arrastrándome hacia el interior del bosque, cojo una de las flechas y se la entierro en el hocico logrando liberarme, me alejo unos metros pero mi pierna hace que regrese al suelo, ya no podía seguir, no tenía la ballesta, y solo me quedaba una flecha, mis esperanzas eran pocas, la criatura se abalanza sobre mí, pero de un rápido movimiento le entierro mi

Gateo hasta donde esta Agnes, para mi sorpresa a su lado se encontraba Diovane el cual estaba tratando sus heridas, se acerca a mí y me lleva al lado de Agnes, mientras Diovane cura mi pierna, Agnes me abraza con lágrimas en los ojos.

-Perdóname por no haberte creído Antton, y a-aún así viniste por mí, yo no…- La interrumpo antes de que continúe.

-No te preocupes por eso, si lo analizamos bien, si alguien llega y me dice que le atacaron unos lobo-osos infernales que aparecen cada 100 años y que quieren despedazarlo para la cena, puedes estar segura de que también dudaría de su estabilidad mental y reaccionaría igual que tú…La abrazo y ella corresponde mientras vuelve a caer en llanto, le di un corto beso en la cabeza mientras acariciaba su espalda para tranquilizarla, definitivamente esta experiencia nos marcará de por vida a ambos, pero espero que con el tiempo podamos superarla, y también espero que lo hagamos juntos.

Pasó un buen rato para que decidieramos regresar a mi casa, quisimos agradecer al sepulturero, pero sin darnos cuenta Diovan ya se había ido hace un buen rato, después de eso nunca lo volvimos a ver.

Días después de los acontecimientos, Agnes y yo empezamos a salir, vamos lento pero seguro como dicen, estoy seguro de que todo saldrá perfecto para los dos. También quisimos hablar con Diovane para agradecerle por toda su ayuda, pero cuando fuimos al cementerio y preguntamos sobre su paradero nos llamaron locos, dijeron que Diovane, el sepulturero y guardián del cementerio, había muerto hace más de cien años, tampoco pudimos encontrar la entrada a la cripta subterránea donde estaban los libros antiguos que Diovane me enseño, se había desvanecido, en su lugar se hallaba una lápida que decía:

“Diovane Sarcevic Van Kurt, 1691-1781”

Al darme cuenta de dicha realidad, varias gotas de mi preciado café que sostenía mi temblorosa mano caían

This article is from: