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Ur, el país maldito

En las historias más antiguas se cuenta que la sangre del dios Azram, decapitado al final de las guerras divinas, regó las tierras circundantes del mar conocido tiempo atrás como Espejocielo. Se dice que la sangre corrupta mancilló tierras, bosques, ríos y montañas. También se dice que después de la decapitación de Azram, una extraña atmósfera de hostilidad perduró desde entonces en aquellos parajes. Las personas, los animales y todo tipo de criaturas son influenciadas de una forma u otra por la corrupción del dios rebelde. La cabeza de Azram no había sido vista en siete mil años. Los más sabios del continente especulaban que aquella poderosa reliquia se encontraba en algún lugar dentro del mar Espejocielo. Ni dragones ni gigantes reclamaron para sí el artefacto en casi seis mil años de las Guerras Titánicas, un conflicto por el poder y la hegemonía sobre Oradar luego de que los dioses abandonaran el continente. Estas guerras impedían a las razas mortales, como les denominan a los demás humanoides, desarrollar sus propias civilizaciones. La reliquia más poderosa de la trinidad oscura seguía irradiando poder y maldad sin que nadie hiciese nada. Los alrededores del mar Espejocielo no volvieron a ver el sol debido a la influencia de Azram, esto degeneró a todo tipo de criaturas en versiones terribles y aterradoras de sí mismas. La ambición del carácter humano propició la aparición del que blandiera tan terrible poder, logrando lo que ningún dragón o gigante se hubiese atrevido en milenios de conflicto. Ur Toolofan surge en la historia como el humano que pudo controlar tres artefactos increíbles: la Cabeza de Azram, la máscara de Trinox y el Cuerno de Saddler. ¿Cómo pudo soportar tal maldad un humano? la respuesta se encuentra en el bien mismo. Los cristales Tanetil, un mineral que impide a la corrupción apoderarse de las mentes mortales, permitieron a Ur Toolofan controlar los tres artefactos sin perder la razón. Así una poderosa sombra se levantó entre todos los mortales del continente. Temibles entes servían a este mortal: diablos, demonios y seres del abismo se hincaron ante La sombra que se extiende, como fue llamado por todos sus seguidores y enemigos. Sesenta señores oscuros se arrodillaron en la Meseta de la Herejía y allí iniciaron la conquista de todo cuanto existiera en el continente. La guerra conocida como la Extensión de la Sombra dio inicio al primer conflicto mortal del mundo, involucrando a los reinos de Aumarindar, Tanetil, la Confederación de los cuatro puertos, los reinos Enanos de Astagar y el ahora extinto reino de Tamriel. También hubo quienes se aliaron con la sombra, como las gentes que habitan en lo que hoy se llama Valle del Ravir. Durante quinientos años la guerra asoló todo territorio al oeste y el sureste del río Ravir. La primera gran victoria del imperio oscuro, fue la caída del poderoso reino de Tamriel, ahora un desierto donde las arenas consumen las ruinas de lo que fue una gran civilización. Los señores mercaderes de las tierras del Valle del Ravir se aliaron con la promesa de una gran recompensa, que consistía en controlar los territorios al sureste del río. Durante el conflicto los prisioneros de Tamriel, fueron sacrificados uno a uno por la religión de la trinidad, para así poder mover la influencia maligna más allá del Mar de Ur (antiguamente Espejocielo). El imperio de Ur amenazaba con consumir así a todas las razas, culturas y civilizaciones del continente. La gran alianza del resto de las razas para contener a la sombra fue determinante. De

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no ser por esta fuerte coalición, la sombra habría conquistado todo el continente y tal vez el mundo entero. Mientras las huestes de Ur continuaban en la guerra buscando responder a la amenaza de la alianza, la traición, la ambición y la locura rondaban en los palacios de su corte. La conspiración de los nueve señores de la traición, evento conocido como el inicio del final de la guerra, configuró las fronteras del país. Nueve altos señores entregaron a Ur Toolofan ante sus enemigos en un trato que consistía en dividir el imperio entre las tres religiones bajo el mandato de tres sumos sacerdotes. Se estableció lo que se conoce irónicamente como el país de Ur. Entre el caos y la locura que siguió, poco a poco los ejércitos fueron retrocediendo y estableciendo asentamientos en las cuatro costas del Mar de Ur. Las tres reliquias de Ur Toolofan se repartieron entre las iglesias de la Trinidad, a la espera de un “nuevo señor que retorne el imperio a su antigua gloria”.

Las espadas negras

Por mandato divino, al comienzo de la guerra, Ur Toolofan y sus sacerdotes crearon sesenta espadas de acero oscuro, una para cada uno de sus mejores hombres y posibles herederos al trono. Los propios dioses imbuyeron estas sesenta hojas con sus oscuros poderes. La voluntad de la trinidad vive en cada una de ellas y son estas las que eligen el momento en el cual aparecerá el siguiente señor oscuro. El derramamiento de sangre causado por los portadores de las espadas Toolofan ha creado un continuo conflicto entre los herederos de las oscuras hojas.

Aquellos lo suficientemente temerarios como para empuñarlas, sufrirían dos posibles destinos, haber nacido como un posible heredero al trono de Ur o morir calcinado al instante por el oscuro poder de la hoja. Por más de dos mil años el país de Ur ha mantenido sus fronteras estables y poder político por medio del culto a la trinidad, esperando el momento de recibir nuevamente a un señor que termine lo que inició Ur Toolofan dos mil años atrás. q