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Francisco: Un Papa al Encuentro de los Migrantes y Refugiados
Por Edgar A. García Villaseñor
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), casi el 4% de la población mundial está compuesta por migrantes internacionales, es decir 281 millones de personas. Dicha organización afirma en su informe correspondiente a 2024 que la “migración tiene lugar mayormente de manera segura, ordenada y regular, pero también hay quienes abandonan sus hogares y sus países por razones imperiosas y trágicas como conflictos, persecuciones o desastres”(1). Ante esta realidad, el Papa Francisco no fue ajeno y encabezó con firmeza esfuerzos para visibilizar el fenómeno migratorio y sobre todo llamó a evitar tragedias basadas en la indiferencia.
El pontificado de Francisco se caracterizó por sus gestos de cercanía, y la migración ocupó un espacio especial para Él. En las siguientes líneas recordaremos, a manera de homenaje, algunos momentos en los que Francisco llamó la atención del mundo sobre los migrantes. En su primer viaje como Pontífice, el Santo Padre visitó, el 8 de julio de 2013, la isla italiana de Lampedusa. Desde ahí se refirió a los “inmigrantes muertos en el mar, por esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte”. Denunció la “globalización de la indiferencia y la cultura del bienestar, que nos lleva a pensar solo en nosotros mismos y a acostumbrarnos al sufrimiento del otro”(2).
En febrero de 2016, en su viaje apostólico a México, desde Ciudad Juárez, Chihuahua, Francisco se pronunció sobre la “crisis humanitaria que viven miles de migrantes que son esclavizados, secuestrados, extorsionados y que son víctimas de la trata de personas”. Dijo que “son hermanos y hermanas que salen expulsados de la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado”. Llamó a no ver a esta crisis “con meras cifras, sino a medirlas por nombres, historias y familias, e invitó a la misericordia para transformar al mal”(3).
El 24 de septiembre de 2015, Francisco se dirigió al Congreso de Estados Unidos de América. Desde ahí recordó que “el principal desvelo de la política es la defensa de la dignidad humana y la búsqueda constante del bien común”. Habló como “hijo de inmigrantes” y se refirió a “la crisis de refugiados sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial”. Llamó a dar una “respuesta humana, justa y fraterna” y a “evitar descartar todo lo que moleste”(4).
Unos meses más tarde, en abril de 2016, el Papa Francisco visitó el campo de refugiados de Moria en Lesbos (punto de llegada a Europa de personas que huyen del conflicto en Medio Oriente), Grecia, junto con el Arzobispo de Atenas y de Toda Grecia, Ieronymos, y con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé.
En dicha ocasión, Francisco abordó el sufrimiento de migrantes por el anhelo de “una vida mejor, por dejar todo lo que se ama y por la incertidumbre del futuro”. Enfatizó que “cuando uno de nuestros hermanos y hermanas sufre, todos estamos afectados”, por lo que convocó a un “espíritu de fraternidad, solidaridad y respeto por la dignidad humana”(5). Francisco regresó a la Santa Sede acompañado de 12 refugiados sirios(6).
Continuando con los gestos del Santo Padre, en septiembre de 2019, colocó en la Plaza de San Pedro una pieza de arte dedicada a los migrantes y refugiados “para reafirmar la necesidad de que nadie quede excluido de la sociedad, ya sea un ciudadano residente de larga data o un recién llegado”(7).
En octubre de 2020, en la Carta Encíclica Fratelli Tutti, Su Santidad denunció “políticas y planteamientos económicos que evitan a toda costa la llegada de personas migrantes, que escapan de la guerra, de persecuciones y de catástrofes naturales”. En el apartado “Sin dignidad humana en las fronteras”, aseveró que “los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, y que en muchos países se considera a los migrantes menos valiosos, menos importantes, menos humanos”. Condenó esta mentalidad y actitudes, inaceptables para los cristianos; reafirmó el derecho a no emigrar, y a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra; y aseguró que “las migraciones constituirán un elemento determinante del futuro del mundo”(8).
Finalmente, en la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, en septiembre de 2024, Francisco dijo que existen similitudes entre “el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, con los migrantes que huyen a menudo de situaciones de opresión, abusos, inseguridad, discriminación y por falta de proyectos de desarrollo”. También señaló que “Dios acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar”, e invitó al encuentro con los migrantes como un medio de “encuentro con Cristo”(9).
El legado de Francisco con la migración y los refugiados es grande y se caracteriza, en palabras de la propia OIM, por su compromiso, “voz clara y llena de valentía”, y por su “liderazgo inquebrantable en la defensa de la dignidad humana y de los derechos de las personas migrantes y de las más vulnerables”(10).
Descanse en paz Su Santidad Francisco.
Referencias:
Edgar A. García Villaseñor
Internacionalista mexicano, especialista en seguridad y política internacionales. Ha ejercido las relaciones internacionales desde el poder legislativo federal, tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados.
