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EL DILEMA DE LA INDENTIDAD COOPERATIVA
En la mayoría de países del planeta, las cooperativas se han convertido en las instituciones proveedoras de bienes y servicios de amplios sectores de la población, satisfaciendo sus diversas necesidades en condiciones favorables, en tanto consumidores y miembros propietarios, marcando la diferencia con cualquier tipo de empresa al ser controladas democráticamente y por tratarse de un modelo de propiedad centrado en las personas y no en el capital
La clave que explica el éxito y la sostenibilidad del modelo cooperativo no es solo su eficaz gestión empresarial sino, fundamentalmente, la aplicación de principios y valores adoptados desde la fundación de las primeras cooperativas en Inglaterra, a mediados del siglo XIX, experiencia aceptada por el movimiento cooperativo mundial como esencia inobjetable de la identidad cooperativa
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Poner énfasis en los valores y principios que orientan y rigen sus actividades, es mantener una identidad propia que las diferencian de empresas de naturaleza mercantil en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, crisis de identidad se originan en todos los movimientos cooperativos del planeta; como la que ocurrió a fines del siglo pasado en Europa, a consecuencia de la globalización de la economía, llevando al límite el dilema de la identidad cooperativa debido al alto nivel de competencia y exigencias del mercado, que obligaron a cooperativas a adoptar transformaciones significativas por la necesidad de nuevas fuentes de recursos de capital, experimentando actos contrarios a los principios cooperativos que los condujo a la pérdida de su identidad, transformándose o integrándose en sociedades anónimas
En nuestro país, durante la última década, algunas cooperativas de crédito decidieron explorar mercados altamente competitivos propios de instituciones del sistema financiero, aplicando estrategias comerciales ajenas a los fines para los que fueron constituidas y expandiendo sus operaciones hacia actividades como el de la construcción, en un afán desmesurado por lograr altas ganancias y alcanzar crecimientos y posiciones expectantes en el ranking de cooperativas, escondiendo en tales propósitos oscuros manejos cuyo desenlace en dos de estas cooperativas fue la quiebra y posterior liquidación dispuesta por el supervisor.
Otros casos de falta de identidad la encontramos en un listado de cooperativas de ahorro y crédito a las que la SBS dispuso su disolución en los dos últimos años, cuando en realidad la mayoría de estas “cooperativas”, que tenían uno o dos dueños, nunca debieron formar parte del Registro Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito, pues se trataba de entidades organizadas por personas ajenas al objetivo de satisfacer necesidades comunes de los socios.
William Bojorquez Córdova GERENTE GENERAL DE SERVIPERU

Nuestro movimiento cooperativo, también afrontó problemas de identidad por intervención del estado, como en el caso de las cooperativas agrarias que el gobierno militar de los años 70 impulsó en el proceso de reforma agraria, a las que se integraron campesinos beneficiarios de la distribución de tierras expropiadas a sus antiguos propietarios, sin saber porque ni para qué Al no entender los miembros las razones de su integración a las cooperativas, éstas fracasaron y a partir de los años 80 la mayoría de las cooperativas agrarias se disolvieron y las tierras fueron distribuidas entre sus miembros, convertidos en pequeños agricultores, o a través de las comunidades campesinas.
La identidad cooperativa constituye uno de los cuatro temas clave del Plan Estratégico 2020-2030 de la Alianza Cooperativa Internacional, documento de la cual, para concluir, anoto la siguiente cita: “La identidad cooperativa es fundamental para el reconocimiento legislativo y regulatorio del carácter único del modelo cooperativo, la legislación debe garantizar que las cooperativas puedan preservar y promover su identidad y que esta sea plenamente reconocida por los reguladores”.