Entre paredes Mocos y Resistencias

GUARICHAS 2020

Introducción Desenfreno de las ausencias deseadas, podredumbre del dolor acumulado. Digna rabia de las luchas acumuladas. Combate fraternal por las injusticias descontroladas. ¡Ya no más, estamos hartas!.

El encierro es nuestra unión. Unión en grande. Resistencia combativa por la liberación. Aquí estamos con dolor desolador y con fortaleza para la revolución.

Revolución del ser interior que se refleja en las acciones cotidianas.

Revoluciono mi alma y te revoluciono a ti, que has pensado nubladamente en la crisis que te atraviesa como a mi. Te digo: nunca estaremos solos. Siempre seremos muchos más estando juntos. Juntos y juntas haciendo sociedad, pero sociedad que revaloriza lo cotidiano y visibiliza lo invisibilizado; es decir, los cuidados, los trabajos indispensables y la necesidad de nos- otros, la otredad cotidiana.

Cotidiana es la vida que ha empezado a cambiar y ni nos damos cuenta que emergen todas las precariedades a las que hemos sido sometidos. Sometidos en esta pandemia, en esta que nos somete, nos apaña, para hacer algo que no deseas, que no quieres. Sometidos a la muerte. A lo que queremos, a lo que amamos. Amamos la desgracia, para abrazarla con confianza, pues ellos nos arrebatan la idea de democracia. A explotarla vamos por que no sirve para nada.

Nada se compara con la sed de dignidad. Los días se pasan entre el caos de la cotidianidad del presente. Y de la revolución del futuro.

¿Futuro o no futuro? Con los días pareciera estar en la primera y otros en la segunda pero la pregunta que me surge al final es. ¿cómo nos estamos construyendo en el presente?

Presente incierto, futuro por construir, ¿Qué herramientas tenemos para seguir? ¿Cómo queremos seguir y resistir? basta de pensarnos atómicamente, no somos individuos, países, geografías aisladas.

Somos más y nos hemos hecho conscientes.

Conscientes somos todos para reinventarnos donde se debe despertar la solidaridad, para sobre llevar estos malos tiempos. Tiempos de ser, tiempos para descubrir, tiempos de amor y lucha. Seamos amor, seamos siempre revolución.

¡GONORREAS!

Pandemia

Hace más de 100 años el mundo no se veía sometido a frenar su dinámica de consumo y superproducción. Tal vez lo que está provocando la pandemia es acelerar las crisis económicas a nivel mundial. Estados Unidos por ejemplo se enfrenta hace un tiempo a la pérdida de liderazgo mundial, mientras china se abre espacio, a pesar del racismo y xenofobia del que categóricamente han sido víctimas en los últimos días.

No podemos dejar de lado cómo algunos mandatarios están aprovechando la crisis para acelerar sus proyectos autoritarios y r e p r e s i v o s , a t r a v é s d e l a militarización de las ciudades como respuesta a la desigualdad que se hace aún más notoria con la pandemia.

En Bogotá, desde el momento en que la alcaldesa impuso el simulacro de cuarentena, los habitantes de la ciudad sufrieron sus realidades: las desigualdad, el egoísmo, el acaparamiento de los productos de primera necesidad, desalojos y abuso policial. Con el pasar de los días es inevitable que tras las medidas del gobierno nacional las per-

sonas exijan medidas para garantizar los productos esenciales para sobrellevar la cuarentena.

El gobierno responde entregando ayudas a grandes empresas y bancos, que más parecen vampiros.

Los medios de comunicación hacen ver al estado como salvador y dan muestra de las “ayudas” a las poblaciones vulnerables. ¡Pan y circo como siempre!

Los bancos robando dinero mientras las micropymes a futuro se verán obligas a pedir préstamos, que a su vez tendrán una tasa de interés elevado. De esta manera muchas de estas empresas se verán en la obligación de reducir su personal, el desempleo aumentará y seguirá aumentando. La mayoría como nosotros, que no tenemos bienes, ni trabajo, ni dinero para seguir en cuarentena respetando el aislamiento, buscaremos de cualquier forma el pan de cada dia: “por que la gente aguanta lo que sea menos hambre”, tal vez la delincuencia aumentará, posiblemente la respuesta

del estado será aumentar el pie de fuerza, represión sin respuestas acertadas.

Jugarán de nuevo con nuestra dignidad y estará en nuestras manos continuar en la “normalidad” que nos conducía al abismo o, finalmente, aceptar que este sistema del Dios consumo no funciona y podamos resurgir en un sistema sustentable y solidario.

¿Adaptación a la crisis? ¡ ni mierda!

Durante las últimas semanas tan inusuales como cotidianas, en el eterno sin retorno que significa esta pandemia mundial, ha relucido con inusitado brillo el debate sobre la “renta básica”, “el salario solidario”, el “ingreso básico universal” y un sinfín de apellidos que ya se le han puesto a la refinada reforma con la que pretenden embutirnos la idea de que es posible el prosaico y fallido estado de bienestar. Para el caso particular de México, alrededor de este llamado se unen las voces de todos los colores: un variado escenario que muestra la contradicción profunda de las desigualdades estructurales que agobian a este país -como sucede en el resto del continente-, y que saltó a la vista de los ciegos como si fuera una gran revelación. Con matices que los diferencian en sus posturas, algunos ponen el acento en la responsabilidad del estado de cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos en momentos de crisis ante el aumento sin precedentes en las cifras de desempleo a nivel mundial; otros, en la idea de lograr una renta básica universal que garantice este derecho para toda la po-

blación sin importar que haya decretada una emergencia nacional o internacional como la que nos está trazando en cuerpo y mente. Todos coinciden en que es urgente y necesario una reforma de ley que garantice este mínimo vital ¿para los trabajadores formales e informales? ¿para cualquier persona que lo necesite? ¿Para quitarle la responsabilidad a las empresas? ¿Para que sea el estado el que se haga cargo de esto?

Aunque sea un punto neurálgico de la discusión, éste no es el debate. La refor-

ma es estructural y como tal implica a todo el sistema de seguridad social, sea lo que se entienda por esta hueca y banal idea engendrada en la modernidad.

No sabemos en qué acabará este falso debate que distrae a la opinión pública mundial y nos hace pensar y sentirnos agradecidas porque algo tan elemental se esté debatiendo en los poderes legislativos de nuestros países. Óigase bien, que se esté debatiendo, porque aún no sabemos con qué matices será aprobada una ley –no una reforma- en caso de que llegue a pasar el primer debate.

Es pura basura. Eufemismo típico de las clases dirigentes que, en beneficio de sus intereses, sacan sus garras para enterrárnoslas una vez más en la yugular. Por un lado, están aquellos empresarios que ahora sí evocan la regulación del estado para que se haga cargo de su tacañería e histórica acumulación de capital en nombre de la liberación de los mercados y la explotación de la clase trabajadora.

Y por el otro, están

las clases medias emergentes que, en un tímido intento de reforma progresista, impulsan la universalidad del derecho en lo que de por sí ya es un avance en su tibio accionar. Ninguno habla con la misma fuerza y vigor de la condena a la que nos tienen sometidas a millones de personas en todo el mundo que no tenemos trabajo, que no contamos con prestaciones sociales ni laborales, que no contamos con un contrato digno ni fijo y que mucho menos podemos aspirar a una adultez digna pues ya tenemos claro que ésta no pasará. De lo que hablan los dueños del poder factual o simbólico, es de los desechos acumulados de la miseria mental, corporal y espiritual a la que nos intentan de someter en plena reconfiguración del orden mundial. Nos venden la idea de gratitud en plena pandemia para que nos arrodillemos porque se esté proponiendo lo que por derecho propio nos pertenece.

No hay nada que agradecer, que nos devuelvan lo que por explotación de nuestra fuerza vital nos han robado. Si a ustedes les pertenecía por decreto de sangre la herencia de las grandes riquezas que sus papis y mamis acumularon a través de los siglos, a nosotras hoy nos pertenece la libertad en sustantivo y la liberación de nuestros pueblos en plural. Aquí estamos y aquí seguimos.

Mientras sobrevivamos a esta pandemia, nuestra exigencia será por el trabajo digno y para la transformación.

Las pandemias,

oportunidad para el autoritarismo En tiempos de crisis por el Covid 19 se evidencian los ímpetus autoritarios de los poderosos.

Sin importar el país los ejemplos son palmarios: Desde Trump en la otrora potencia del mundo unipolar hasta Ortega en la pobre Nicaragua, pasando por la indescifrable China hasta Ecuador. ¿Qué lleva a los que detentan el poder a evitar el control político? En esta emergencia hay recursos económicos para paliar los efectos de la pandemia que son oportunidad para los corruptos. Basta ver cómo la donación del más rico de este patio no duró una semana antes de caer en las manos ensangrentadas de ladrones ya conocidos. Adicional a ello, la tentación de gobernar sin controles se ha expresado en que los gobiernos no quieren ni permiten los controles. Trump no rinde cuentas y su seguidor en Colombia está manejando el país con decretos, porque el Congreso ni

quiere ni ejerce los controles que la constitución manda. Lo malo de esta actuación es que la legislación para el manejo de la pandemia está orientada a favorecer a los más poderosos, garantizar sus rentas -caso del paso de pensionados de los fondos privados a Colpensiones-, darles a los políticos de la coalición el negocio de las ayudas y los mercados para el 50% de la población más pobre porque vive en la informalidad y, por supuesto, reforzar el manejo de la protesta de los más pobres con el

aparato armado. Como Luis XIV nuestro subpresidente dice “el Estado soy yo”. La diferencia es que el francés tenía experiencia, conocimiento y los mejores consejeros. Nuestro mandatario, que no es el que es, ejerce su autoritarismo con un grupo de aduladores con intereses propios, mandaderos de los poderosos, políticos mediocres disfrazados de científicos egresados de las universidades que presumen de ser las mejores que aun no saben que la “influencia” no es la pandemia, una elite inculta y miope como lo reconocía “el chiqui” Valenzuela otrora ministro del genio Andrés Pastrana, y una jauría de relacionistas públicos que se autodenominan periodistas. La economía trata mal a los pobres de siempre. La democracia muere en manos de incapaces que se venden por monedas.

Nadie pide más muertes en revoluciones e incertidumbre. Los más pobres solo pedimos que la dignidad vuelva a ser el lenguaje que se incluya en las decisiones económicas y políticas. ¿Los rasgos de humanidad que aún les queden a los poderosos les alcanzarán para eso?

CREACIÓN COLECTIVA En el año 2020 se relativiza la normalidad, ¿es la normalidad la pasividad de los pueblos?

Pueblos que se abalanzan temerosos sobre la dignidad Dignidad de la comunidades más vulnerables, esas que rebosan de valor Valor para seguir, para entender cómo actuar, donde todos podamos estar y prime la solidaridad. ¿La solidaridad es posible en ambientes precarios o inciertos como en el que vivimos ahora? nace entonces la pregunta: ¿cómo se vive el desarraigo?

Desarraigo ancestral que pesa sobre nuestras espaldas de negros libertos e indígenas rebeldes.

Rebeldes para buscar un cambio solidario

Solidario un pueblo cuando no olvida quien es su enemigo, ese Estado que roba y asesina.

Asesina el Estado nuestras luchas, intentando crear un monopolio de la guerra.

Guerra que se esconde tras las puertas de las casas adornadas vilmente con trapos rojos de pobreza monetaria, mientras espíritus nobles tratan desesperadamente de nadar contra el olvido.

Olvido que nunca será una opción para nuestros pueblos.

Pueblos luchando juntos por la madre tierra, para ser por fin uno solo en armonia.

Anoche regresé a Colombia en un vuelo humanitario desde México La idea de nación es ridícula, reflexión inacabada y poco masticada:Un vuelo internacional en pandemia ha sido la experiencia más rara que haya vivido, tal vez en la vida entera. Aeropuertos vacíos, militares, distancia entre la gente, el deseo (?) la necesidad (?) de volver, los aeropuertos vacíos insisto!! El sofoco que genera tener un tapabocas que se empieza a sentir cuando lo has usado por más de 5 horas seguidas... el asco que da subirse a un sistema de aire cerrado con decenas de personas que vienen del octavo país con más muertes en el mundo, se sentía como estar en una sopa... imágenes muchas, algunas empañadas algunas por mis lentes y el tapabocas...

Algo que no había sentido tan clara-

mente en algún ambiente antes: la sensación nacionalista de eso que llaman “repratriación”. Ese grupo de personas formadas en filas y sentadas en el avión fue algo fugaz que se sintió como una caricatura de un Leviatán tropical y frenético, un cuerpo conformado por humanos y a su vez configurado por algo tan arbitrario como las posibilidades (y limitaciones) que genera un pasaporte, la nacionalidad. A pesar del frenesí tropical hubo en ambos aeropuertos un silencio que gritaba sosiego.

Todo putamente muy raro. En mi caso la nostalgia de siempre al abandonar la tierra de la gente del sol.

Un vuelo humanitario costosísimo que estaba lleno de gente joven, tal vez migrantes estudiantes de la universidad

pública mexicana que salieron ante la muerte lenta de la educación pública en Colombia. Jóvenes que regresaban priorizados por la Cancillería a sus madrigueras. Aunque yo también buscaba mi madriguera, ya no soy un joven, me quedó claro. Una bandera de Colombia colgada en la estructura que hace la división de la primera clase y el resto... primera clase en un vuelo humanitario de 350 dólares para la económica. La tripulación no tenía información cómo fue la asignación humanitaria de primera clase. La tripulación, en su mayoría hombres cubiertos como para quirófano, repartían agua y algo, muy poco de comida, se les sentía como alegres de estar siendo humanitarios, muy raro...

Ya todo era raro, pero ante mi mirada se puso patético y estalló con las palabras de agradecimiento y “fidelidad” del cónsul al gobierno, A ESTE GOBIERNO!! de no creer nada, qué risa.

No sé cuál sea la cosa, pero esa demanda de autoridad y determinación desde los gobiernos acá en Colombia me tiene sorprendido. Leer cómo todo el mundo clamaba quería un cierre estricto de aeropuertos me hizo sentir “desde afuera” que la nación es nada, que la idea de territorio es más bien de terruño cerrado, cerrable, xenófobo, un terruño por el que corren ríos de sangre, una esquina de sangre cuagulada de América Latina. La idea de nación es vacía, es solo una configuración circunstancial

del miedo y la necesidad de cohesión en torno a unos símbolos y una autoridad que se legitima a bolillo y carisma.

Siento que eso de poder volver al país que te da pasaporte a cambio de dinero no es un favor, es tan solo la gestión mínima del administrador del estado.

Esta serie de repatriaciones es un asqueroso negocio, es un negocio que los incautos agradecen como si fuera un favor. La idea de nación es ridícula y me asusta desde las afueras... Estoy alegre de regresar cerca de la gente que amo y me ama ¡cerca de la gente con cualquier puto pasaporte que es solidaria y a la que le agradezco desde mi sistema endocrino y circulatorio entero! ¡Quiero sobrevivir la pandemia para seguir luchando!

El debate no era, ni es, si cerrar o no el aeropuerto, esa es una reflexión accesoria con respecto del bienestar y la salud de los “connacionales” que están dentro y fuera del territorio. La puja de poderes del capital desvía la atención a un show mediático sobre si opain, si avianca, si la hermana del presidente, vaya debate tan impuesto por los medios de comunicación de ellos mismos.

Hay miles de personas necesitando regresar a Colombia, aunque a veces parezca insólito, pero lo necesitan. La alcaldesa de Bogotá recibiendo aplausos y madrazos mientras nadie se preguntó por sus compatriotas fuera de las fronteras

Donde todo se puede y la poli no se advierte Donde soñar es constante deambular por la libertad Donde quien se reprime es sangre compartida

Donde el encierro al que nos tienen sometidas no es más que una grieta para la rebeldía Donde somos más quienes décimos basta

Donde somos muchas las voces que exigimos no más abuso policial Donde las palabras no dicen más que las acciones Donde amar es premisa para caminar en comunidad Donde el insomnio impuesto es oportunidad para crear Donde el olvido no es posibilidad para respirar Donde el deseo de transformación es demencia perseguida

AQUEL LUGAR DONDE LA UNIÓN ES LA ÚNICA OPCIÓN

Re-evolución

Es el momento de reconstruirnos con miras a una organización colectiva, así como a una economía social y solidaria. Inspirandonos en iniciativas comunitarias para dar respuesta a nuestras necesidades, acudiendo a nuestros conocimientos ancestrales.

Desacostumbrarnos a la dinámica de consumir por consumir, cosas inútiles e innecesarias. Echemos un vistazo a atrás, volvamos a sentir la tierra en nuestras manos y ¿por qué no? sembrar nuestros propios alimentos.

Acá te dejamos algunos ejemplos para que te animes a crear otras formas de producción y consumo: Pimentón Tomate Romero Cilantro

¿CÓMO PLANTAR SEMILLAS DE PIMENTÓN?

SACA: las semillas del interior de un pimiento morrón.

DEJA: secar las semillas al sol durante 2 o 3 días.

COLOCA: las semillas en una maceta con tierra, no es necesario que sea muy profunda.

CUBRE: las semillas con otro poco de tierra.

RIEGA: 2 veces al día con un atomizador hasta humedecer la tierra.

COLOCA: la maceta en un lugar con luz indirecta al sol.

CUANDO: las plantas midan 10 cm. aproximadamente deberás trasplantarlas a una maceta de 30 cm.

COLOCA: la maceta a la luz directa del sol.

LO QUE DEBES SABER DE UNA PLANTA DE PIMENTON SUELO Un sustrato rico en materia orgánica es bueno para el crecimiento adecuado de los pimientos.

LUZ Los pimientos prefieren zonas soleadas, mínimo tendrán que obtener 6 horas diarias.

GUÍAS Estas plantas crecen en vara alta, por eso es recomendable darles soporte con ayuda de guías -palos e hilo- para atar los tallos con frutos y ayudar a cargar el peso de la planta.

AGUA La planta de pimientos necesita humedad, a un 70%, además de regarlas frecuentemente, puedes acolchar la tierra con paja para ayudar a retener la humedad y mantener el calor.

TEMPERATURA La ideal para la planta de pimientos es de 20 a 25 ºC, cuando la temperatura ambiente es muy baja, puedes colocar tus plantas al interior de casa para evitar que se dañen.

GUARICHAS

2020