La Verdad 3836. 20 de mayo de 2011

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CON OJOS DE CATEQUISTA

Juan Pablo II, catequista (III)

U

na joven catequista al volver de la reciente Beatificación de Juan Pablo II decía que estaba claro que había sido un gran catequista de toda la humanidad, desde su posición de Papa, con unas dotes extraordinarias de comunicación. Pero ella quería saber si había sido "catequista de a pie", en un nivel más cercano a ella y a sus jóvenes compañeros. La respuesta es claramente afirmativa. El joven Karol Wojtyla comenzó a ser catequista desde que estudiaba en el instituto. El profesor de religión ya le encargaba algunas intervenciones ante sus compañeros. Y el arzobispo de Cracovia cuando supo que posiblemente estudiaría en la universidad filología polaca comentó: “Lástima que no sea teología”. En "mi parroquia", (así la llama el joven Karol), en el barrio Debniki de Cracovia, regentada por los salesianos, aprendió un estilo de catequesis para la animación de la pastoral juvenil, que "tuvo un papel importante en el proceso de formación de mi vocación" (Don y misterio 1996) Convocar grupos juveniles era difícil y atrevido en aquella época. Sin embargo entró en el grupo "Rosario Vivo" donde se tenía un culto especial a María Auxiliadora. Exactamente delante de la imagen de María Auxiliadora, en largas sentadas solitarias, consolidó la decisión de dedicarse totalmente al servicio del Señor y de su Iglesia. Al socaire de esta devoción "iba tomando fuerza mi vocación sacerdotal". Aquí es donde se forjó el catequista mariano.

“El joven Karol Wojtyla comenzó a ser catequista desde que estudiaba en el instituto. El profesor de religión ya le encargaba intervenciones ante sus compañeros”

Estrenó su ministerio sacerdotal como vicario en una parroquia rural. Allí se encargó de dar clase de religión en cinco escuelas elementales de la región. Hizo la experiencia de tener muchos chicos atentos y algunos revoltosos. Entonces no había una clara diferencia entre clase de religión y catequesis. Tanto es así que recuerda: "el recogido silencio que reinaba en las clases cuando, durante la cuaresma, hablaba de la Pasión del Señor". Al cabo de un año fue destinado a la parroquia de San Florián de Cracovia. Se encargó de la catequesis en los cursos superiores del instituto y la pastoral universitaria. En medio de un ambiente hostil, propiciado por la propaganda atea comunista, supo explicar con maestría y valor los temas de la fe y la libertad religiosa. Sus catequesis no se encerraron en el templo ni en las aulas. Fue innovador haciéndolas también en las excursiones por los montes y los ríos. Estaba claro que su dedicación a los jóvenes iba a marcar su vida. Es sin duda modelo y protector de los jóvenes catequistas. Él los buscó siempre y pudo musitar poco antes de morir: "Ahora me buscan ellos a mí".

FÉLIX GARCÍA DE EULATE ADJUNTO A VICARÍA GENERAL

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