R. R. Castellanos

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I E N S AN F ELIPE. A PUNTES A UTOBIOGRÁFICOS .

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ariada inquietud de luminarias se han cedido, mutuamente, Colombia y Venezuela. Primovoceros de la cultura permanecen acodados en los balcones de la historia en casi todas las ciudades de entrambos países, y al solaz del desarrollo intelectual han florecido en protuberancias estatuarias, con la mano crispada que sujeta glorias y las multiplica, con el recio carácter de la hondura pedagógica que deshilacha ignorancia y hace en sí misma el milagro de la multiplicación de los laureles que, bien ceñidos, bajo el alero del alma inflamada de luz, junto al corazón que apetece las normas de la ética, colocan el estandarte de los grandes en la testa del maestro o del discípulo. Uno de ellos es la figura controvertida del general Manuel Antonio López, tan conocido en la historia militar y política de los países libertados por Bolívar, debido a sus extraordinarios aportes bibliográficos para la difusión de los episodios más resaltantes de la guerra de emancipación. Héroe indiscutible en las tormentosas circunstancias de la evolución castrense de su época, sufrió, padeció y superó difíciles percances. De uno a otro país llevó siempre su firmeza y su alegría de libertador y de pasionario en las interpretaciones históricas, y no le fueron ajenos los áridos promontorios del norte peruano, ni la altiplanicie de Bolivia, ni las heladas montañas de la Nueva Granada, ni los climas tropicalísimos e incandescentes de las costas del Caribe. Pero ¿cómo y cuándo y por qué aparece residenciado en San Felipe, de Venezuela, en 1841, trabajando con entusiasmo en los asuntos políticos de la región, aventurando juicios relativos a las circunstancias judiciales y a la inoperancia de los Códigos, y por sobre todo esto, escribiendo una especie de memorias que han recorrido el mundo americano con la vigencia luminosa de las obras definitivas para el análisis histórico? En ese San Felipe, del cual Codazzi1 expresa, en el mismo año de 41, que “hace poco más de un siglo no se conocía con otro nombre que el de aldea de Cocorote”2. Pero que en 1810 tenía ya condición reconocida y el ayuntamiento ejercía jurisdicción sobre varios tenientazgos. Era “una hermosa y atractiva ciudad de más de siete mil almas, con buenos edificios públicos y casas particulares, ricos templos, florida sociedad y fuerte comercio. Señalábase como uno de los centros de actividad más importantes de la Real Compañía Guipuzcoana”3. Ese San Felipe era ahora el centro del Cantón del mismo nombre, con terrenos de gran feracidad, pero con parajes muy húmedos y gran número de plantas que hacían inaccesible la región, anegada por riachuelos, con excesivo calor y llena de “miasmas debido a los pantanos y putrefacción de las El coronel Agustín Codazzi. Véase reseña al margen de la siguiente página. Codazzi, Agustín. “Obras Escogidas”. Biblioteca Venezolana de Cultura. [Prólogo de Enrique Bernardo Núñez, Advertencia Editorial y notas de Pedro Grases], Tipografía Vargas S. A., 1961, Tomo 1, página 420. 3 Perazzo, Nicolás, “Apuntes Sobre la Independencia en el Yaracuy”. 1810 -1812. Caracas, Editorial Grafos C.A. 1964, páginas 22-23. 1

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CNEL. AGUSTÍN CODAZZI El coronel Agustín Codazzi, nació en Lugo [Romaña, Italia] en 1793. Combatió en los ejércitos de Napoleón 1. En 1817 vino a América para incorporarse a las fuerzas republicanas. Diez años después era jefe de Artillería en Maracaibo y al año se le designa para levantar el plano del Río Tocuó, Río Limón y Caño del Padre Mauro. En 1829 hizo construir las fortificaciones de San Carlos y Bajo Seco en el lago de Maracaibo, y hace, además, el plano hidrográfico de La Goajira. De 1829 a 1835 trabajó en su especialidad de geógrafo, volviendo al ejército en defensa del gobierno del doctor José María Vargas, En 1841 publicó en París la “Geografía” y el “Atlas de Venezuela”. En 1837 estaba en el Alto Orinoco con las fuerzas gubernamentales. Pasó a Caracas y fue director de la Academia de Matemáticas y luego comandante de Armas y gobernador de Barinas. Se trasladó a la Nueva Granada y su faena como geógrafo fue extraordinaria. Elaboró el plano topográfico de esta República. En cumplimiento de actividades en la célebre Comisión Corográfica murió en el pueblo del Espíritu Santo el 7 de febrero de 1859 [Scarpetta, M. Leónidas y Saturnino Vergara – “Diccionario Biográfico de los Campeones de la Libertad de Nueva Granada”, Venezuela, Ecuador y Perú, que comprende sus servicios, hazañas y virtudes, por Bogotá, Imprenta de Zalamea, por M. Díaz, 1879, página 108. Rodríguez, Ramón Armando. “Diccionario Biográfico, Geográfico de Venezuela”. Madrid [Imprenta de los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares, España]. 1957, páginas 171-172.


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